Interesante, entretenida, buenas actuaciones, fotografía y efectos impecables pero que sean historias independientes deja sensación de que no han sabido crear una de más de cien minutos, de cierta escasez. Pero bendita escasez la de los Coen.

Entretenida, con un punto de humor, otro punto de tocar la fibra sensible y facilonamente (a estas alturas es complejo pedir peras al olmo y el olmo en su fórmula de éxito tiene claro los ingredientes). Mortensen está de Oscar, Ali no está nada mal. ¿Qué más podemos pedir al entretenimiento? ¿Que además sea una obra de arte? Mucho pedir. Más que suficiente con lo que nos dan cuando está bien producida y con cierta maestría y es el caso.

Pulp Fiction es la consecución de escenas más incongruentes e inverosímiles que pueden constituir una película y que todo parezca que tiene sentido sólo lo pude conseguir una mente privilegiada. Es un engaño al espectador consentido por ambas partes porque el disfrute bien merece pasar por alto absolutamente todo, incluido actuaciones con altibajos pero bien dirigidas (a excepción del enorme Mr. Jackson que brilla con luz propia hasta el último suspiro)
Valerse de personajes estúpidos no es inédito pero, de que funcionen todos y cada uno de ellos, pocos lo consiguen como Tarantino. Son tan majaderos que la caricatura se torna en algo distinto.
Prácticamente todos los planos se podrían analizar y fundar las bases de una teoría del Tarantinismo y hablamos de una obra del 94 y una trayectoria que todavía tiene recorrido en 2023.
Si todo esto no es motivo para verla, no estás en la categoría apropiada para ti.

Mejor que Bohemian Rapsody, incluso siendo fan de Freddy y gustándote lo justo Elton. Y las interpretaciones, sin parangón (por mucho que la peor de las dos se llevara el óscar). Mostrar el peor lado de la figura es un acierto, dejen todo lo verdaderamente interesante, las amistades con gente importante, su contribución al mundo fuera del arte para otra ocasión e inyecten al público con un poco de miseria vital pero sin caer en la compasión ni condescendencia con el cantante. Y para colmo, acertado musical.
Como dice el refrán, unos cardan la lana.

Una narración lineal en el tiempo y en el discurso que te prepara para las emociones fuertes de manera que todo parece equilibrado, incluso la desequilibrio mental.
Lo que consiguieron con el niño protagonista es admirable. Prácticamente lleva en sus ojos y expresiones la carga sentimental de la cinta. Desde la risa hasta la depresión pasando por la malicia y la concupiscencia infantil.
Los temas transversales tratados con exquisito respeto hacia todas las y sin perder la crueldad ni la crítica. Probablemente no será del gusto de todos la sensación de mantenerse equidistante o justificador. Especialmente interesante el tratamiento de las emociones humanas, que padecemos y con las que convivimos, desde el punto de vista del control y los distintos grados del mismo que tienen o de los que carecen protagonistas.
Por supuesto, un recordatorio de lo que suponen los conflictos, la depresión económica y el recuerdo de quiénes somos los que los sufrimos irremediablemente.
Pena que Stephen Graham tenga un cutis y unos ojos que delatan su condición de actor. Un mejor maquillaje y efectos habrían acabado de darle poder a su trabajo.
Y para rematar, recuerden que fue concebida como una obra "independiente".