Película que sobrevive en base a su final espectacular, un desenlace que no ha perdido fuerza en cada una de sus escenas a pesar del correcto paso de los años.
Con un Benicio del Toro demasiado joven, todavía menos ducho en la materia interpretativa, labor que sin duda ha ido perfeccionando con el admirable paso de los años.
Luego está James Caan, con maestría y experiencia suficiente para sobrellevar su enésimo papel de hombre que lo arregla todo. Ya sea en plan mafioso, ya sea cercano al bien o al mal.
Lo más flojo para mi gusto la interpretación de Juliette Lewis, dando vida a una embarazada. Para mi gusto, en ciertos momentos del metraje, demasiado exagerado en cuanto a sus gestos, sus andares o sus gritos. Quizás quería dar un toque de realismo, o de burda comedia, no lo se.

Y así se sustenta este entretenido secuestro que con una trama digna y entretenida, acaba con un final cargado de acción y espectacularidad.

Sin duda un peliculón el que se ha marcado aquí el señor Christopher Nolan. Si ya su antecesora de algún modo rescató de las tinieblas un personaje, el de Batman, casi humillado cuando George Clooney o Val Kilmer se vistieron el traje de murciélago, ahora sucede todo lo contrario.

Pues nos encontramos con una trama digna de una obra maestra, en la que cada segundo parece encadenado a un resultado nunca exagerado sino obvio, a modo de moraleja. Y si algo está claro es que la película no sólo se mantiene a través de las sucesivas escenas de acción, sino que todo tiene un sentido gracias a la acertada inspiración de este director que ha llevado al murciélago a laberintos psicológicos hasta ahora nunca vistos a través de la gran pantalla.

Pero la grandeza de esta película está en ese Joker irrepetible que se come todo el metraje con una interpretación, la de Heath Ledger, digna de oscar. Ganándole terreno al propio Batman, dándole a la película la guinda que le faltaba.

Sinceramente la película me sorprendió por su comienzo, bastante curioso este, con un aire fresco de humor que sin duda alguna es de agradecer. Y es que a pesar de que el argumento del film no es que sea del todo original, si me parecen acertadas las situaciones que se plantean entre el protagonista del film, un separado de una familia hasta entonces estable, un gigolo que lo recibe y acoge con los brazos abiertos, y que trata de enseñarle como conquistar a las mujeres, y la propia familia y amigos del citado protagonista. Todo muy bien llevado, en mi opinión.
Incluso llega un momento en el que sospechas que la película mantendrá ese ritmo simpático y gracioso, que no irá decayendo según avance el largometraje. Pero no es más que una esperanza del todo vana, que en mi opinión se hace realidad con un final que para mi gusto debía haberse tratado de otra manera.

Si tengo que recomendar una película de las que actualmente pueblan la cartelera me decantaría por “Super 8” y creo que no me equivocaría. Sin duda este film supone una agradable sorpresa para todos aquellos que disfrutábamos dentro de aquel género ya perdido allá por los ochenta, con películas como “Los Goonies”, “La historia interminable” o incluso el propio “E.T”.
Películas en las que los niños asumían con total brillantez el protagonismo de una historia que no adolecía de nada. Pues si con algo contaba era con un buen guión y algún que otro momento de humor y suspense cuando era necesario que lo hubiese. Películas dirigidas para todo tipo de públicos, que sin ser pesadas valían ese buen rato que pasabas asistiendo a su visionado.
“Super 8” mantiene todas esas cualidades junto al suspense que en un pueblecito puede acarrear la llegada de ciertos fenómenos extraños, por llamarlo así. Pues no quiero contar nada salvo aconsejar que se acerquen a su sala más cercana y disfruten de esta grata película.

Película entretenida, de las muchas que factura Tony Scott, que como sus antecesoras cuenta con una acción trepidante, de la mano, una vez más, de su actor fetiche, Denzel Washington.
Pues si lo piensas, todo parece seguir un guión en el que a un mismo actor, o personaje, le ocurren decenas de contratiempos. Pobre vida la de este hombre.

Primero tuvo un Deja Vu que le llevaba del pasado al futuro y viceversa. Todo esto le provocó un dolor que cabeza que no veas, por lo que decidió trabajar como controlador de Metro, que no de aeropuerto, y el pobre hombre se vio envuelto en una que no veas. Así que dejó el Metro y tras salir de sus tinieblas, aceptó trabajar en los ferrocarriles con la suerte de que hay un tren cargado de un peligroso combustible que resulta imparable, sobre todo para el propio director, por lo que tendrá que entrar en juego nuestro amigo Denzel haciendo lo que mejor sabe.

Menos mal que las ganas de venganza ya quedaron atrás con esa película “El Fuego de la Venganza”, en la que no dejó títere con cabeza. Pues básicamente no sabían con quien se jugaban los cuartos. Y pensar que todo esto viene a consecuencia de un submarino nuclear y una marea no se si roja, pero por la que hay que dar las gracias, pues si no es por nuestro querido Denzel se hubiera armado una y bien gorda.

Habrá que ir diciéndole a nuestro querido Tony Scott que le prepare una película más tranquila a este Denzel Washington, que cuando está con este director no para de sufrir contratiempos. Una de pantuflas, bata, sillón donde estirar las piernas y si es posible una cerveza.

Sin más y para despedir, decir que la película no está nada mal; siempre y cuando no le pidas peras al olmo, claro está. Pues vista una, vistas todas.