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Críticas ordenadas por utilidad
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5
7 de agosto de 2023
7 de agosto de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Qué pena me da esta película, porque todo lo que cuenta es estrictamente cierto! Leo por aquí que algunos usuarios piensan que la cinta no se ciñe a la realidad, pero creo que se equivocan, puesto que no puede ser más auténtica. Es verdad que hay elementos cómicos que se han sacado de la manga, pero que, por desgracia, también se fundamentan en los hechos reales que rodearon todo este esperpento. Me refiero sobre todo al afectado papel de Ángel de Andrés, que quizás exagera —principalmente, en lo que a las (supuestas) apariciones se refiere— y que ello desmerece el conjunto…, aunque quizás se trate de un recurso estilístico legítimo para evidenciar su caradura y poner en evidencia a los que siguieron al papa Clemente.
La película no sabe qué derrotero tomar: si la comedia o la tragedia, así que se queda a medio camino y nos ofrece una tragicomedia. Y no veo mejor manera de afrontar esta historia, en efecto, como una tragedia que hace gracia (por pena, más que nada). ¿Cómo pudieron secundar a un hombre como Clemente? ¡Pobres ingenuos que se creyeron todo aquello! ¡Vaya pareja de cantamañanas que se metieron, sin embargo, a miles de personas en el bolsillo! La verdad es que no encuentro mejor colofón a este cisma a la española que esas canonizaciones y excomuniones que aparecen al final del metraje. No puedo dejar de ver la cinta sin recordar a los pobres engañados.
No es que yo tenga mucha relación con la Iglesia palmariana, pero algo sé; por eso esta película me suscita tanta compasión por aquellos que, de un modo u otro, se han dejado cautivar por ella. Al principio del metraje se nos anuncia que sus protagonistas habrían querido una peli más seria, pero que así fue como ocurrió realmente. Y lo cierto es que así es. Sin duda, una triste realidad.
La película no sabe qué derrotero tomar: si la comedia o la tragedia, así que se queda a medio camino y nos ofrece una tragicomedia. Y no veo mejor manera de afrontar esta historia, en efecto, como una tragedia que hace gracia (por pena, más que nada). ¿Cómo pudieron secundar a un hombre como Clemente? ¡Pobres ingenuos que se creyeron todo aquello! ¡Vaya pareja de cantamañanas que se metieron, sin embargo, a miles de personas en el bolsillo! La verdad es que no encuentro mejor colofón a este cisma a la española que esas canonizaciones y excomuniones que aparecen al final del metraje. No puedo dejar de ver la cinta sin recordar a los pobres engañados.
No es que yo tenga mucha relación con la Iglesia palmariana, pero algo sé; por eso esta película me suscita tanta compasión por aquellos que, de un modo u otro, se han dejado cautivar por ella. Al principio del metraje se nos anuncia que sus protagonistas habrían querido una peli más seria, pero que así fue como ocurrió realmente. Y lo cierto es que así es. Sin duda, una triste realidad.
3 de marzo de 2023
3 de marzo de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, no es la mejor película del mundo, pero ¿en serio creéis que merece tan poca nota? Después de ver los bodrios que hacen últimamente, para mí que este filme es una obra maestra. Yo le pongo un 5 (“pasable”), porque pienso que no aspira más que a entretener (¡a pasar el rato!), a reírse de sí misma con un argumento hilarante. Es verdad que, vista hoy, parece bastante cutre, como de videoclub ochentero, pero es la única diferencia que podemos encontrar entre ella y títulos como “Thor” (2011), con que guarda bastante semejanzas (vale, Chris Hemsworth y Natalie Portman son más guapos que Marc Singer y Kari Wuhrer, pero, al margen de eso, ¿no trata (prácticamente) el mismo argumento? ¡Hasta sale un hermano malvado y todo!).
Mirad, yo sé que tras ver el primer título, que es un clásico del cine de aventuras, este nos puede parecer un insulto, porque ¿qué tiene que hacer el mítico Señor de las Bestias en la ciudad Los Ángeles?, ¿o por qué apuesta este por el humor infantil (esos animales hablando entre sí…) cuando aquel era violento y descarnado, e incluso rozaba el erotismo? Pura estrategia, porque la cinta es heredera de un film que lo estaba petando a la sazón: “Masters del universo” (1987), cuyo argumento es calcado —llave mágica y puerta dimensional (¡cuánto echo de menos a Wildor!); malo (feo) que quiere controlar el mundo y para lo cual se sirve de una bruja; bueno (petado y rubio) que viene a salvarnos y que se sirve de una jovencita alocada para evitar el desastre, y etcétera—, así que, ¿por qué no iba a exprimir “El señor de las bestias 2” ese jugo? No sé qué opinión le mereció al público de la época, pero estoy convencido de que fue mucho más indulgente y comprensivo que el actual: fue a pasárselo bien y ya está.
Sigamos con el símil de “Thor”: ¿qué creéis que fue a ver la gente al cine: una obra maestra, una disertación filosófica sobre los viajes interdimensionales, una reflexión shakesperiana sobre el amor entre dos mundos? Seguramente que solo fue a pasárselo bien, y lo consiguió. Hoy nos hemos olvidado (¡gracias a Dios!) de la película, pero, en aquel momento, el público llenó la sala para reírse con las tonterías del Hemsworth y ya está (y eso que, en los tebeos, el mítico dios nórdico no es ningún pazguato). Pues con el Señor de las Bestias pasa lo mismo: tenemos la imagen de un guerrero serio, violento y un poco picantón, así que romper ese esquema es pura estrategia de mercadotecnia, y seguro que el público de la época lo agradeció (además, recordemos que ya estamos en los 90, una década que pone en solfa todo el cine de “tipos duros” que había habido hasta el momento: en este sentido, su máximo exponente, como recordaréis, es “El último gran héroe”, que también se ríe de sí mismo hasta la hilaridad).
Para terminar, y hablando del aspecto técnico en sí, ¿no os parece encantador ese aroma (consciente) a serie B que recorre todo el metraje? Es lo mejor de la cinta: efectos especiales rudimentarios —rocas de poliestireno, rayos verdes de mentira (por cierto, las esferas explosivas, ¿no os recuerdan a las de fuego valyrio de “Juego de tronos”?), puerta dimensional de dibujo animado—, actuaciones hilarantes (¿de verdad pensáis que los actores se están tomando en serio a sí mismos?), música de organillo, escenarios nocturnos, porque es más barato rodar a esa hora… Todo es una genialidad. Incluso en los créditos finales (este dato ha sido sacado de IMBD), y si os fijáis bien, el tigre (que antes era negro para simular un animal diferente y ahora…, simplemente es un tigre) frena su marcha, porque el fondo crepuscular es una mera pintura en la pared (y Marc Singer hace como que corre): se me saltan las lágrimas de la emoción solo con recordarlo.
Mirad, yo sé que tras ver el primer título, que es un clásico del cine de aventuras, este nos puede parecer un insulto, porque ¿qué tiene que hacer el mítico Señor de las Bestias en la ciudad Los Ángeles?, ¿o por qué apuesta este por el humor infantil (esos animales hablando entre sí…) cuando aquel era violento y descarnado, e incluso rozaba el erotismo? Pura estrategia, porque la cinta es heredera de un film que lo estaba petando a la sazón: “Masters del universo” (1987), cuyo argumento es calcado —llave mágica y puerta dimensional (¡cuánto echo de menos a Wildor!); malo (feo) que quiere controlar el mundo y para lo cual se sirve de una bruja; bueno (petado y rubio) que viene a salvarnos y que se sirve de una jovencita alocada para evitar el desastre, y etcétera—, así que, ¿por qué no iba a exprimir “El señor de las bestias 2” ese jugo? No sé qué opinión le mereció al público de la época, pero estoy convencido de que fue mucho más indulgente y comprensivo que el actual: fue a pasárselo bien y ya está.
Sigamos con el símil de “Thor”: ¿qué creéis que fue a ver la gente al cine: una obra maestra, una disertación filosófica sobre los viajes interdimensionales, una reflexión shakesperiana sobre el amor entre dos mundos? Seguramente que solo fue a pasárselo bien, y lo consiguió. Hoy nos hemos olvidado (¡gracias a Dios!) de la película, pero, en aquel momento, el público llenó la sala para reírse con las tonterías del Hemsworth y ya está (y eso que, en los tebeos, el mítico dios nórdico no es ningún pazguato). Pues con el Señor de las Bestias pasa lo mismo: tenemos la imagen de un guerrero serio, violento y un poco picantón, así que romper ese esquema es pura estrategia de mercadotecnia, y seguro que el público de la época lo agradeció (además, recordemos que ya estamos en los 90, una década que pone en solfa todo el cine de “tipos duros” que había habido hasta el momento: en este sentido, su máximo exponente, como recordaréis, es “El último gran héroe”, que también se ríe de sí mismo hasta la hilaridad).
Para terminar, y hablando del aspecto técnico en sí, ¿no os parece encantador ese aroma (consciente) a serie B que recorre todo el metraje? Es lo mejor de la cinta: efectos especiales rudimentarios —rocas de poliestireno, rayos verdes de mentira (por cierto, las esferas explosivas, ¿no os recuerdan a las de fuego valyrio de “Juego de tronos”?), puerta dimensional de dibujo animado—, actuaciones hilarantes (¿de verdad pensáis que los actores se están tomando en serio a sí mismos?), música de organillo, escenarios nocturnos, porque es más barato rodar a esa hora… Todo es una genialidad. Incluso en los créditos finales (este dato ha sido sacado de IMBD), y si os fijáis bien, el tigre (que antes era negro para simular un animal diferente y ahora…, simplemente es un tigre) frena su marcha, porque el fondo crepuscular es una mera pintura en la pared (y Marc Singer hace como que corre): se me saltan las lágrimas de la emoción solo con recordarlo.
TV

1,6
235
1
16 de octubre de 2022
16 de octubre de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Gracias, Amazon Prime! Porque nos ofreces películas como esta que nos encantan a los frikis. Sin ti, estos filmes pasarían desapercibidos y la vida sería un poquito más triste. Gracias a ti he visto joyas como "Moby Dick 2010", esta o "El ataque del tiburón de tres cabezas". ¡Qué grandes obras maestras!
A ver, soy cinéfilo y me encantan las películas de Spielberg, Kurosawa y Tarkovsky, pero es que sentarse a ver una cinta de The Asylum los sábados por la noche no tiene precio. Diálogos hilarantes, guion irrisorio, efectos de serie Z... ¿Qué más se puede pedir? Siempre he querido dirigir un largometraje..., ¡y ojalá fuese uno como estos! Un monstruo gigante devorando a los asistentes a un concierto de los años 80. ¡Impagable!
Prime, sin tu ayuda, no sabría encontrar estas películas. Me nutres de felicidad cinematográfica. No dejes de darme mi chute semanal de buen cine cutre, porque me generarías un mono difícil de saciar.
A ver, soy cinéfilo y me encantan las películas de Spielberg, Kurosawa y Tarkovsky, pero es que sentarse a ver una cinta de The Asylum los sábados por la noche no tiene precio. Diálogos hilarantes, guion irrisorio, efectos de serie Z... ¿Qué más se puede pedir? Siempre he querido dirigir un largometraje..., ¡y ojalá fuese uno como estos! Un monstruo gigante devorando a los asistentes a un concierto de los años 80. ¡Impagable!
Prime, sin tu ayuda, no sabría encontrar estas películas. Me nutres de felicidad cinematográfica. No dejes de darme mi chute semanal de buen cine cutre, porque me generarías un mono difícil de saciar.

5,6
400
5
9 de septiembre de 2020
9 de septiembre de 2020
13 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así me atrevo a llamarla: "evento mundial". Y es que hacía casi setenta años que no se estrenaba un film importante sobre la aparición de Fátima. Así es, prácticamente desde 1952, no se volvía a rodar una cinta sobre ella (algún documental, algún título menor..., pero no una película de estas características).
Sinceramente, sigo prefiriendo “La señora de Fátima”, de Rafael Gil (“El mensaje de Fátima”, la de 1952, es bastante flojita), porque tiene mucho candor y es muy entrañable. Pero esta recoge su aroma: se limita a narrar los hechos desde la perspectiva de un niño. No tiene trampa ni cartón, sino que narra los hechos tal y como acontecieron, sin ocultar nada, ni siquiera la sospecha por parte de los padres o de la mismísima Iglesia (así como tampoco lo malo que fueron los masones en todo este asunto).
Me gusta que aparezca una recreación de las visiones del infierno o del "obispo vestido de blanco rodeado de cadáveres", porque siempre se habla de ellas..., pero nunca hemos tenido la oportunidad de verlas. La del infierno da mucho miedo, y probablemente se parezca a la que de verdad vieron los niños. También me gusta que es muy inocente, porque los niños así lo eran.
Solo hay una cosa que no me gusta, o que le quita interés al relato: la subtrama de Harvey Keitel. Y es que este es un investigador que se entrevista con sor Lucía en Portugal, pero no aporta nada al relato, sino que lo interrumpe sin venir a cuento. La verdad, si se hubiera prescindido de ello, no habría pasado nada: la trama del milagro es tan interesante y sorprendente en sí misma que no necesita ese apoyo (aunque, supongo, la idea era dar entidad al relato con una estrella de renombre).
Por eso es un evento mundial: después de casi setenta años, volvemos a tener en cines el mensaje de Fátima, rodado y adaptado para nuestro tiempo. En una época en que todos son efectos especiales, guiones enrevesados e ideología malsana, está cinta brilla con luz propia. No os la perdáis.
Sinceramente, sigo prefiriendo “La señora de Fátima”, de Rafael Gil (“El mensaje de Fátima”, la de 1952, es bastante flojita), porque tiene mucho candor y es muy entrañable. Pero esta recoge su aroma: se limita a narrar los hechos desde la perspectiva de un niño. No tiene trampa ni cartón, sino que narra los hechos tal y como acontecieron, sin ocultar nada, ni siquiera la sospecha por parte de los padres o de la mismísima Iglesia (así como tampoco lo malo que fueron los masones en todo este asunto).
Me gusta que aparezca una recreación de las visiones del infierno o del "obispo vestido de blanco rodeado de cadáveres", porque siempre se habla de ellas..., pero nunca hemos tenido la oportunidad de verlas. La del infierno da mucho miedo, y probablemente se parezca a la que de verdad vieron los niños. También me gusta que es muy inocente, porque los niños así lo eran.
Solo hay una cosa que no me gusta, o que le quita interés al relato: la subtrama de Harvey Keitel. Y es que este es un investigador que se entrevista con sor Lucía en Portugal, pero no aporta nada al relato, sino que lo interrumpe sin venir a cuento. La verdad, si se hubiera prescindido de ello, no habría pasado nada: la trama del milagro es tan interesante y sorprendente en sí misma que no necesita ese apoyo (aunque, supongo, la idea era dar entidad al relato con una estrella de renombre).
Por eso es un evento mundial: después de casi setenta años, volvemos a tener en cines el mensaje de Fátima, rodado y adaptado para nuestro tiempo. En una época en que todos son efectos especiales, guiones enrevesados e ideología malsana, está cinta brilla con luz propia. No os la perdáis.

1,6
18.922
5
6 de febrero de 2023
6 de febrero de 2023
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé, tío. Yo le pongo un 5. La verdad, no la recuerdo muy bien, pero sí me acuerdo de que no me causó ningún trauma, sino que, al revés, salí bastante satisfecho. Tal vez fuera porque sabía a ciencia cierta que no me iba a encontrar con una copia perfecta del anime, sino con una mera adaptación (y en ese sentido, me parece aceptable).
A ver, troncos. Llevo viendo “Dragon Ball” —en nuestra época, se llamaba “Bola de dragón” (no sabíamos tanto inglés como sabéis vosotros ahora)— desde que era niño, antes incluso de que nacierais algunos de vosotros. En el patio jugábamos a ser Goku y nos peleábamos de verdad, aun intentábamos hacer la onda vital (sí, ya sé que ahora lo llamáis kamehameha); comentábamos el último duelo que estuviera teniendo lugar (todavía me acuerdo de cómo hablábamos sobre el de Freezer, el más glorioso de toda la serie); nos enamorábamos alternativamente de Bulma y C-18 (a la primera, nunca le vimos los pechos, como ahora sí podéis hacer vosotros); nos emocionamos cuando nuestro héroe hizo por primera vez la técnica de Kaito (y cuando se convirtió en superguerrero —ahora es supersayan o algo así—, ni os cuento), y gemimos como una Magdalena cuando nos cortaron la serie (en concreto, cuando Goku resucita para luchar contra Célula). De manera que no soy ningún experto, pero sí un aficionado de primera generación (¡incluso conocí a la actriz de doblaje de Goku!); por eso me veo con la autoridad suficiente para deciros que está bien, aunque no sea perfecta).
A mi juicio, la cinta mantiene el estilo infantil de la primera parte del anime, porque es ingenua y graciosa, sin maldad ni grandes disertaciones filosóficas entre el bien y el mal; cuando aun no había alcanzado la seriedad que luego ostentaría con “Bola de dragón Z”. Además, recoge todo el espíritu de las pelis de artes marciales de los 80, con “Los tres pequeños ninja” a la cabeza (aunque esta sea ya de los 90). Yo creo que el director tenía esa intención en la cabeza, y me parece bien. Cuando vi la cinta, no me acordaba tanto del anime original cuanto de la sesión matinal de los sábados en el cine de mi pueblo, donde ponían películas de este estilo y que nos encantaban a los niños de entonces. Para mí, ha sido como una catarsis, como volver a mi niñez y estar de nuevo sentado en la butaca viendo pelear a mis héroes. Tampoco creo que sea necesario pedir más.
Lamentablemente, nos hemos vuelto demasiado exigentes y ya no nos gusta nada de lo que se hace; para más inri, como tenemos internet, nos conectamos a él y nos regodeamos con nuestros adláteres en nuestras cáusticas opiniones. Pero yo os digo que antes la cosa no era así, que nos conformábamos con poco..., pero que disfrutábamos mucho. Esa es la impresión que yo saqué cuando vi este filme, y es la que mantengo. Ooooonnndaaaa viiitaaaal... ¡YA! Impagable (L)
A ver, troncos. Llevo viendo “Dragon Ball” —en nuestra época, se llamaba “Bola de dragón” (no sabíamos tanto inglés como sabéis vosotros ahora)— desde que era niño, antes incluso de que nacierais algunos de vosotros. En el patio jugábamos a ser Goku y nos peleábamos de verdad, aun intentábamos hacer la onda vital (sí, ya sé que ahora lo llamáis kamehameha); comentábamos el último duelo que estuviera teniendo lugar (todavía me acuerdo de cómo hablábamos sobre el de Freezer, el más glorioso de toda la serie); nos enamorábamos alternativamente de Bulma y C-18 (a la primera, nunca le vimos los pechos, como ahora sí podéis hacer vosotros); nos emocionamos cuando nuestro héroe hizo por primera vez la técnica de Kaito (y cuando se convirtió en superguerrero —ahora es supersayan o algo así—, ni os cuento), y gemimos como una Magdalena cuando nos cortaron la serie (en concreto, cuando Goku resucita para luchar contra Célula). De manera que no soy ningún experto, pero sí un aficionado de primera generación (¡incluso conocí a la actriz de doblaje de Goku!); por eso me veo con la autoridad suficiente para deciros que está bien, aunque no sea perfecta).
A mi juicio, la cinta mantiene el estilo infantil de la primera parte del anime, porque es ingenua y graciosa, sin maldad ni grandes disertaciones filosóficas entre el bien y el mal; cuando aun no había alcanzado la seriedad que luego ostentaría con “Bola de dragón Z”. Además, recoge todo el espíritu de las pelis de artes marciales de los 80, con “Los tres pequeños ninja” a la cabeza (aunque esta sea ya de los 90). Yo creo que el director tenía esa intención en la cabeza, y me parece bien. Cuando vi la cinta, no me acordaba tanto del anime original cuanto de la sesión matinal de los sábados en el cine de mi pueblo, donde ponían películas de este estilo y que nos encantaban a los niños de entonces. Para mí, ha sido como una catarsis, como volver a mi niñez y estar de nuevo sentado en la butaca viendo pelear a mis héroes. Tampoco creo que sea necesario pedir más.
Lamentablemente, nos hemos vuelto demasiado exigentes y ya no nos gusta nada de lo que se hace; para más inri, como tenemos internet, nos conectamos a él y nos regodeamos con nuestros adláteres en nuestras cáusticas opiniones. Pero yo os digo que antes la cosa no era así, que nos conformábamos con poco..., pero que disfrutábamos mucho. Esa es la impresión que yo saqué cuando vi este filme, y es la que mantengo. Ooooonnndaaaa viiitaaaal... ¡YA! Impagable (L)
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