Después de leer lo que han escrito los críticos de los medios más importantes sobre esta película, he terminado convenciéndome de que ninguno de ellos la ha visto. De otra forma, no creo que tuvieran el valor de sostener racionalmente su punto de vista.

La mayoría de estos críticos les da tres puntos sobre cuatro, y eso es un insulto. Decir que tiene ingredientes del cine de los años cuarenta es un disparate, por decirlo finamente. A no ser que se refiera a que aparecen personas que intentan actuar delante de una cámara.

Una advertencia: no os dejéis influenciar por el tráiler. Si la película hubiese contado con el que lo montó, hubiera resultado mucho menos decepcionante, aunque para lograrlo tuviese que haber cortado más de una hora.

Lo pasé mal viendo a un verdadero actor como Ray Winstone intentar hacer un trabajo digno en medio de tanto despropósito.

La producción es impresionante (realmente consigue ambientaciones, secuencias y planos sobresalientes). La dirección e interpretación no lo son tanto. Pero es el guionista, sin embargo, es el que más llama la atención (o la falta de uno). He visto telenovelas con muchísima más literatura.

Si tuviésemos que creernos lo que nos cuentan sobre la vida del personaje, si en lugar de una mala actuación resulta que por una extraña carambola de las probabilidades el protagonista refleja mínimamente su personalidad, no me extraña en absoluto el destino que tuvo Kolschak.

Se me hace difícil dar una puntuación a la película. Normalmente, tengo en cuenta aspectos (que, de hecho, alguno se encuentra en la cinta) a la hora de calificar. Pero es que en esta página, si no me equivoco, de lo que se trata es de "recomendar" a nuestras "almas gemelas" que dediquen el tiempo y la atención que hay que invertir en algo que les satisfaga. Y yo sólo podría recomendar esta película a personas que disfruten plena y personalmente del masoquismo. Entiéndase: personas que se complazcan en sentirse humilladas y maltratadas. Sin duda, lo que Haneke pretendía era regodearse en definir gráfica y personalmente el concepto de sadismo. Y es el espectador el que, lo quiera o no, acaba padeciéndolo.

En ese sentido, hizo un buen trabajo. Porque de lo que no me cabe la menor duda es de que tendré mucho cuidadito en no repetir la experiencia. Me voy a acordar siempre de Michael Haneke. De él, y de su madre.

No puedo dejarme llevar por la nostalgia y puntuar como válida una película que carece de los ingredientes mínimos fundamentales para poder ser considerada como tal. De hecho, sorprende que consiga mantener el ritmo narrativo con tales carencias.

Pero he de reconocer que es una obra de culto, aunque no sé de qué tipo de obra estaríamos hablando concretamente. De cine, tal y como lo entiendo, no.

Tiene su interés sociológico: en aquellas imágenes se puede apreciar toda una cultura del ocio de mediados del siglo XX. Cuando nos vean dentro de sesenta años, alguien se lo va a pasar muy bien imaginando el tipo de personas que aprecian pasatiempos con tan poco sentido como los del tipo "Gran hermano".