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6,1
1.151
7
14 de mayo de 2013
14 de mayo de 2013
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las partes más pobres de Italia, en concreto la de Linosa, pequeña isla al sur de Sicilia que con la de Lampedusa forma el municipio Lampedusa y Linosa; recibe la llegada de inmigrantes de países subsaharianos, de Somalia y Eritrea en su mayoría, que huyen del hambre y la guerra. Viajes de años, en muchos casos, que acabarán en la muerte, en el Mar Mediterráneo, o en la deportación a sus países de origen.
Piedad y culpa, se solapan entre los habitantes insulares al recibir a los miserables africanos. Ni para forasteros, ni para los nativos parece haber salida alguna en ese infierno entre Europa y África.
Piedad y culpa, se solapan entre los habitantes insulares al recibir a los miserables africanos. Ni para forasteros, ni para los nativos parece haber salida alguna en ese infierno entre Europa y África.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La islas de Lampedusa y Linosa, al sur de Sicilia, son una de las puertas de entrada a Europa, o al menos eso intentan, para muchos inmigrantes subsaharianos que huyen de las condiciones de vida de sus países, Somalia y Eritrea, en su mayor parte. Si consiguen alcanzar una de las islas, en muchas ocasiones mueren en el intento, les espera la deportación.
El viejo pescador, Ernesto, acompañado de su nieto, Filippo, y un amigo, sale a pescar lo poco que le da ya el mar cada día. En uno de esos días ayudan a unos náufragos a salvarse mientras avisan a las autoridades costeras para que acuda a recoger al resto.
Ernesto, su nuera y su nieto acogen en su casa a una madre con un hijo y otro a la que han ayudado a dar a luz, en espera de poder pasarlos clandestinamente a Sicilia. Mientras tanto su nuera, viuda de un hijo pescador de Ernesto, trata de rentabilizar su casa alquilándola durante el verano a unos turistas mientras los tres pasan a vivir en el garaje. La población mísera de Europa ayuda a los miserables africanos, aunque no todos en la pequeña isla están dispuestos a hacer lo mismo.
Una noche, Filippo, un muchacho de 20 años no del todo espabilado, sale a dar un paseo con la muchacha, de su misma edad, inquilina de su casa, por el mar a bordo de una pequeña embarcación hurtada para la ocasión. De repente se les echan encima, a nado, un grupo de inmigrantes a los que Filippo se enfrenta para poder huir y, de esa manera, evitarse problemas con la policía. Al llegar a tierra ni avisa a las autoridades. Un gran cargo de conciencia caerá sobre él y, en una acción absurda, se lleva a la madre y sus dos hijos, que su madre y abuelo tenían refugiados, y con ellos embarca en la clausurada barca de su difunto padre rumbo a mar abierto.
El viejo pescador, Ernesto, acompañado de su nieto, Filippo, y un amigo, sale a pescar lo poco que le da ya el mar cada día. En uno de esos días ayudan a unos náufragos a salvarse mientras avisan a las autoridades costeras para que acuda a recoger al resto.
Ernesto, su nuera y su nieto acogen en su casa a una madre con un hijo y otro a la que han ayudado a dar a luz, en espera de poder pasarlos clandestinamente a Sicilia. Mientras tanto su nuera, viuda de un hijo pescador de Ernesto, trata de rentabilizar su casa alquilándola durante el verano a unos turistas mientras los tres pasan a vivir en el garaje. La población mísera de Europa ayuda a los miserables africanos, aunque no todos en la pequeña isla están dispuestos a hacer lo mismo.
Una noche, Filippo, un muchacho de 20 años no del todo espabilado, sale a dar un paseo con la muchacha, de su misma edad, inquilina de su casa, por el mar a bordo de una pequeña embarcación hurtada para la ocasión. De repente se les echan encima, a nado, un grupo de inmigrantes a los que Filippo se enfrenta para poder huir y, de esa manera, evitarse problemas con la policía. Al llegar a tierra ni avisa a las autoridades. Un gran cargo de conciencia caerá sobre él y, en una acción absurda, se lleva a la madre y sus dos hijos, que su madre y abuelo tenían refugiados, y con ellos embarca en la clausurada barca de su difunto padre rumbo a mar abierto.

7,6
4.517
5
15 de abril de 2013
15 de abril de 2013
2 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película, a mi juicio, muy sobrevalorada en su momento. Al fin y al cabo, Wenders, nos transmite, en un maravilloso blanco y negro, una historia sencilla sin trascendencia alguna. Un periodista alemán pasa casi un mes viajando por EE.UU. para documentarse de cara a un artículo que debe escribir, en la revista para la que trabaja, a su regreso a Munich. Al ir a partir desde Nueva York se encuentra con que hay huelga de controladores aéreos con lo que tendrá que posponer su viaje. En el aeropuerto se encuentra con una joven mujer acompañada de su hija, de 9 años. Con el problema de la ausencia de vuelos y que la mujer no habla inglés surge la conversación y nos encontramos que ambos adultos son dos seres que no encuentran, ni su sitio, ni su camino en el mundo. Ella ha acudido a Nueva York para romper definitivamente con su actual pareja.
Cuando acuerdan viajar juntos a Amsterdam, para desde allí seguir hasta Alemania; la mujer no quiere viajar sola, una llamada de su pareja le hace dejar sola a la niña en manos del periodista y que emprendan el viaje a Europa sin ella.
Cuando acuerdan viajar juntos a Amsterdam, para desde allí seguir hasta Alemania; la mujer no quiere viajar sola, una llamada de su pareja le hace dejar sola a la niña en manos del periodista y que emprendan el viaje a Europa sin ella.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El hombre se encuentra con el embolado de la niña, el cuál aumentará cuando la madre no llegue a Amsterdam en el siguiente vuelo. Él no aguanta más en la capital holandesa, a la que no quiere ni visitar, y se lleva a la niña a Alemania con la intención de encontrar a la abuela de ésta para dejarla con ella.
La película no es más que eso hasta su lógica resolución final. El viaje, de unos pocos días, de un hombre desencantado de la vida junto a una niña de 9 años que, como es normal, vive sin más.
La película no es más que eso hasta su lógica resolución final. El viaje, de unos pocos días, de un hombre desencantado de la vida junto a una niña de 9 años que, como es normal, vive sin más.
5
6 de julio de 2013
6 de julio de 2013
1 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decepcionante película, a mi modo de ver, viniendo de quien viene. El título se refiere a las 10 secuencias en que está dividida. Toda la acción transcurre en el interior del vehículo de la protagonista y la mitad de de las conversaciones son con su hijo, de unos 12 años, quien se muestra enfadado con su madre porque ésta se ha divorciado de su padre. Se nos presenta al personaje protagonista como el de una madre que quiere compaginar su vida familiar con la laboral, pero tanto su hijo como su marido, parece ser, la acusan de no atender bien ni a la casa ni a la familia. Al tiempo van subiendo al coche otros personajes femeninos quienes recalcan la situación anterior, cuando se introduce la hermana de la conductora; o se habla del desamor, cuando recoge a dos desconocidas, a una de ellas en dos ocasiones; o de la relación entre amor y sexo, cuando recoge a una prostituta; o de la religión, cuando lleva en el coche a una anciana que va a rezar a un santuario.
Todo resulta frío en esta película, a pesar de estar rodada en Teherán, sin que la normalidad de lo que se discute en cada momento consiga cautivar de manera alguna al espectador.
Todo resulta frío en esta película, a pesar de estar rodada en Teherán, sin que la normalidad de lo que se discute en cada momento consiga cautivar de manera alguna al espectador.

6,9
17.263
6
31 de marzo de 2014
31 de marzo de 2014
5 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resulta difícil calificar esta película, cuya acción se desarrolla en Polonia a comienzos de los 60, en sí bella y de gran factura, debido a dos circunstancias. En primer lugar porque se trata no ya de cine religioso, sino de cine religioso militante, para ser más claro, la historia es de un ultracatolicismo desbordante. En segundo lugar quiero destacar, por inadecuado, el formato, 4:3 matizando el espacio por encima de las figuras sin saber por qué. Son los dos grandes lastres de esta obra.
La historia parece, en un principio, original; una novicia que en pocos días va a tomar sus votos y descubre que es judía. Quien le da la noticia es su tía, de la que la joven Ida no tenía ni constancia de su existencia, que es su antítesis, pues, a su catolicismo de joven monja que en su vida ha salido de su convento, se enfrenta el ateísmo de quien fue estalinista, mientras pudo, y que aprovecha cualquier ocasión para atacar la fe de su desamparada sobrina. El argumento también incluye el hecho de querer conocer ambas, tía y sobrina, el paradero de los cuerpos de los padres de Ida y el hijo de Wanda, la tía, que fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial.
El enfrentamiento entre materialismo y religión es muy maniqueo en esta película, llegando a un final que llega a causar vergüenza ajena, y que riza el rizo del proselitismo católico de lo que se nos muestra.
El ambiente, con su brillante fotografía en blanco y negro, está muy bien conseguido logrando una meritoria belleza plástica; junto a la interpretación de Agata Kulesza (Wanda) es lo mejor de esta obra.
La historia parece, en un principio, original; una novicia que en pocos días va a tomar sus votos y descubre que es judía. Quien le da la noticia es su tía, de la que la joven Ida no tenía ni constancia de su existencia, que es su antítesis, pues, a su catolicismo de joven monja que en su vida ha salido de su convento, se enfrenta el ateísmo de quien fue estalinista, mientras pudo, y que aprovecha cualquier ocasión para atacar la fe de su desamparada sobrina. El argumento también incluye el hecho de querer conocer ambas, tía y sobrina, el paradero de los cuerpos de los padres de Ida y el hijo de Wanda, la tía, que fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial.
El enfrentamiento entre materialismo y religión es muy maniqueo en esta película, llegando a un final que llega a causar vergüenza ajena, y que riza el rizo del proselitismo católico de lo que se nos muestra.
El ambiente, con su brillante fotografía en blanco y negro, está muy bien conseguido logrando una meritoria belleza plástica; junto a la interpretación de Agata Kulesza (Wanda) es lo mejor de esta obra.
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