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9
11 de febrero de 2021
11 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Explorar la figura clave del cine de la camarada y documentalista Cecilia Mangini, así como su objetivo político con el enfoque que usa para las historias de los parias (personas excluidas de las ventajas de que gozan las demás, e incluso de su trato, por ser considerada inferior) y los grupos marginados es la combinación de un agudo e inteligente talento de observación con el humor y el comentario social.
Cercanía y comprensión, mezcladas con una inteligencia cinematográfica sobresaliente: esto son los ingredientes de sus documentales, diferentes acercamientos al pueblo que combinan interés humano con urgencia militante.
Empezando por Essere donne, obra emblemática que se adelanta al feminismo que contrapone la imagen de la mujer que vende la publicidad a la de las mujeres reales, trabajadoras y madres. La obra da voz a las mujeres de la clase trabajadora, en una película experimental prefeminista que muestra la ineludible contribución de las mujeres a la política y la justicia social.
Siguiendo con el retrato esclarecedor a María, granjera de la Puglia, de Maria e i giorni, en el que se adopta un enfoque etnográfico para mostrar los recuerdos, los misterios y los antiguos rituales que animan la vida de una mujer que lucha por dejarlos atrás, y luego con una visión expresionista e hipnótica de un desconcertante ritual campesino en Lucania, en La passione del grano, película codirigida con su compañero Lino del Fra.
La scelta y La briglia sul collo, una en torno al conflicto moral de la eutanasia que comenta los efectos de la modernización en la vida de las personas, y la otra un fresquísimo retrato de Fabio Spada, un niño del barrio periférico romano de San Basilio en los setenta, la sencilla historia de Fabio, hijo de la clase obrera romana que se convierte en una convincente y directa acusación contra el conformismo y la opresión de la autoridad.
Sardegna nos cuenta cómo Mangini le da la vuelta a un encargo del Ministerio de Trabajo, mostrando una región de tradiciones ancestrales aplastadas por el progreso.
Cercanía y comprensión, mezcladas con una inteligencia cinematográfica sobresaliente: esto son los ingredientes de sus documentales, diferentes acercamientos al pueblo que combinan interés humano con urgencia militante.
Empezando por Essere donne, obra emblemática que se adelanta al feminismo que contrapone la imagen de la mujer que vende la publicidad a la de las mujeres reales, trabajadoras y madres. La obra da voz a las mujeres de la clase trabajadora, en una película experimental prefeminista que muestra la ineludible contribución de las mujeres a la política y la justicia social.
Siguiendo con el retrato esclarecedor a María, granjera de la Puglia, de Maria e i giorni, en el que se adopta un enfoque etnográfico para mostrar los recuerdos, los misterios y los antiguos rituales que animan la vida de una mujer que lucha por dejarlos atrás, y luego con una visión expresionista e hipnótica de un desconcertante ritual campesino en Lucania, en La passione del grano, película codirigida con su compañero Lino del Fra.
La scelta y La briglia sul collo, una en torno al conflicto moral de la eutanasia que comenta los efectos de la modernización en la vida de las personas, y la otra un fresquísimo retrato de Fabio Spada, un niño del barrio periférico romano de San Basilio en los setenta, la sencilla historia de Fabio, hijo de la clase obrera romana que se convierte en una convincente y directa acusación contra el conformismo y la opresión de la autoridad.
Sardegna nos cuenta cómo Mangini le da la vuelta a un encargo del Ministerio de Trabajo, mostrando una región de tradiciones ancestrales aplastadas por el progreso.
Mediometraje

7,0
25
10
11 de febrero de 2021
11 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realizada cuando Julien formaba parte del Sankofa Film and Video Collective, Looking for Langston es una meditación elegíaca sobre el renacimiento de Harlem a modo de exploración lírica –y recreación– del mundo privado del poeta, activista social y dramaturgo Langston Hughes y sus compañeros de movimiento en la década de 1920.
Este «documental monocromo no narrativo» (Julien), realizado con la asistencia del crítico de cine y comisario Mark Nash en la investigación y búsqueda de archivos, con recreaciones históricas y una banda sonora que alterna poemas de Hughes, Richard Bruce Nugent, James Baldwin y Essex Hemphill con música club de los ochenta, es una obra de referencia en la exploración de la expresión artística, la naturaleza del deseo y la reciprocidad de la mirada.
Realizado en plena pandemia del SIDA a mediados de los ochenta y obra fundadora del New Queer Cinema (B. Ruby Rich), Julien nos regala en esta obra preñada de sentido de urgencia y contemporaneidad un ejemplo paradigmático de las posibilidades expresivas y discursivas del cine-ensayo.
Este «documental monocromo no narrativo» (Julien), realizado con la asistencia del crítico de cine y comisario Mark Nash en la investigación y búsqueda de archivos, con recreaciones históricas y una banda sonora que alterna poemas de Hughes, Richard Bruce Nugent, James Baldwin y Essex Hemphill con música club de los ochenta, es una obra de referencia en la exploración de la expresión artística, la naturaleza del deseo y la reciprocidad de la mirada.
Realizado en plena pandemia del SIDA a mediados de los ochenta y obra fundadora del New Queer Cinema (B. Ruby Rich), Julien nos regala en esta obra preñada de sentido de urgencia y contemporaneidad un ejemplo paradigmático de las posibilidades expresivas y discursivas del cine-ensayo.
10 de febrero de 2021
10 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Artista autodidacta, inclasificable y combativo por antonomasia, Med Hondo (Mauritania, 1936 - Paris 2019), revolucionó la crítica con su ópera prima Soleil Ô (1967), realizada durante años de manera colectiva y artesanal, e inesperada por su temática y alta experimentación estética.
Les Bicots-nègres, vos voisins, que tuve la suerte de ver ayer, en estreno nacional en el ciclo Cinemes de la Diàspora negra en la filmoteca de Barcelona, se abre con un monólogo de 21 minutos en el que un hombre africano, hablando directamente a cámara, exponiendo la historia de la representación cinematográfica en África, confirmándose como una voz única del cine universal.
Al igual que en su primera película, Hondo aborda el racismo con el que se encontraban los inmigrantes africanos en Francia, y las continuidades entre la esclavitud y la explotación postcolonial de la mano de obra inmigrante:
"Quería mostrar que estos trabajadores no comen de nadie, y que apenas reciben lo que es suyo por derecho. Y mostrar cómo viven, y cuáles son sus problemas, sus dificultades, sus contradicciones, todas ellas cosas que los trabajadores europeos conocen pero mal".
En este ejercicio paradigmático de "cine indócil", en palabras de su máximo especialista Aboubakar Sanogo, Hondo prosigue su investigación sobre el lenguaje cinematográfico en "oposición a los mecanismos narrativos y psicológicos de la dramaturgia tradicional de Hollywood", centrándose en las condiciones de vida de los trabajadores emigrados en Francia en los años setenta.
Dado el clima actual de racismo y la aversión a los extracomunitarios que recorre Europa, este film transgresor entre la ficción y el documental, que hace uso de las relaciones entre emigrantes y nacionales como metáforas de la explotación, la esclavitud y sus legados, adquiere tintes proféticos.
Les Bicots-nègres, vos voisins quiso vincular la lucha de clases con las luchas étnicas y mostrar por una parte una Francia que se divertía y consumía y por la otra a los inmigrantes saliendo de una miseria para caer en otra donde les esperaban alojamientos sórdidos, trabajos desagradables, discriminación, burlas y racismo.
La película ganó el Premio Tanit de Oro compartido con Kafr kasem (1975) en el Festival de Cine de Cartago 1974.
Les Bicots-nègres, vos voisins, que tuve la suerte de ver ayer, en estreno nacional en el ciclo Cinemes de la Diàspora negra en la filmoteca de Barcelona, se abre con un monólogo de 21 minutos en el que un hombre africano, hablando directamente a cámara, exponiendo la historia de la representación cinematográfica en África, confirmándose como una voz única del cine universal.
Al igual que en su primera película, Hondo aborda el racismo con el que se encontraban los inmigrantes africanos en Francia, y las continuidades entre la esclavitud y la explotación postcolonial de la mano de obra inmigrante:
"Quería mostrar que estos trabajadores no comen de nadie, y que apenas reciben lo que es suyo por derecho. Y mostrar cómo viven, y cuáles son sus problemas, sus dificultades, sus contradicciones, todas ellas cosas que los trabajadores europeos conocen pero mal".
En este ejercicio paradigmático de "cine indócil", en palabras de su máximo especialista Aboubakar Sanogo, Hondo prosigue su investigación sobre el lenguaje cinematográfico en "oposición a los mecanismos narrativos y psicológicos de la dramaturgia tradicional de Hollywood", centrándose en las condiciones de vida de los trabajadores emigrados en Francia en los años setenta.
Dado el clima actual de racismo y la aversión a los extracomunitarios que recorre Europa, este film transgresor entre la ficción y el documental, que hace uso de las relaciones entre emigrantes y nacionales como metáforas de la explotación, la esclavitud y sus legados, adquiere tintes proféticos.
Les Bicots-nègres, vos voisins quiso vincular la lucha de clases con las luchas étnicas y mostrar por una parte una Francia que se divertía y consumía y por la otra a los inmigrantes saliendo de una miseria para caer en otra donde les esperaban alojamientos sórdidos, trabajos desagradables, discriminación, burlas y racismo.
La película ganó el Premio Tanit de Oro compartido con Kafr kasem (1975) en el Festival de Cine de Cartago 1974.

7,3
84
9
4 de febrero de 2021
4 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un híbrido entre documental y ficción, esencial en la historia del cine africano por la mezcla de géneros, el alcance político y la denuncia del apartheid sudafricano. Prohibida durante años en Sudáfrica, esta película fue realizada de espaldas al régimen en colaboración con Bloke Modisane y Lewis Nkosi, periodistas de la revista Drum.
Empleando intérpretes no profesionales, en lenguas vernáculas y mucha improvisación, incluye escenas míticas de una joven Miriam Makeba que canta en un bar clandestino de Sophiatown y actuaciones de bailarines y músicos de calle, demostrando la vitalidad de la creación musical del país en tiempos tan convulsos.
Con imágenes filmadas engañando las autoridades con la excusa de estar rodando un documental musical, la película se centra en la vida de un joven zulú que huye de una vida miserable al campo a las minas de oro de Johannesburgo para ganarse la vida y ocuparse de su familia.
Al township donde se establece vivirá en carne propia la dureza de las leyes racistas infames de la época, las cuales limitan de tal modo la movilidad que se ve forzado a aceptar una serie de trabajos miserables en los que es sometido a las vejaciones y la crueldad de sus cabezas afrikaners.
Empleando intérpretes no profesionales, en lenguas vernáculas y mucha improvisación, incluye escenas míticas de una joven Miriam Makeba que canta en un bar clandestino de Sophiatown y actuaciones de bailarines y músicos de calle, demostrando la vitalidad de la creación musical del país en tiempos tan convulsos.
Con imágenes filmadas engañando las autoridades con la excusa de estar rodando un documental musical, la película se centra en la vida de un joven zulú que huye de una vida miserable al campo a las minas de oro de Johannesburgo para ganarse la vida y ocuparse de su familia.
Al township donde se establece vivirá en carne propia la dureza de las leyes racistas infames de la época, las cuales limitan de tal modo la movilidad que se ve forzado a aceptar una serie de trabajos miserables en los que es sometido a las vejaciones y la crueldad de sus cabezas afrikaners.
9 de octubre de 2020
9 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paola y Silvia cuentan que la intención era hacer un documental para reírse. Contar la historia de Ettore Scola -director, guionista, dibujante, humorista, intelectual, militante y padre- intentando usar su clave, la de su cine: hablar de cosas serias sin hacerse notar, haciendo reír a la gente.
Querían contar la historia de su padre sólo a través de las entrevistas que dio durante su vida, los extractos de sus películas, y lo que quería contarnos "en vivo", sin tener que recurrir nunca a entrevistas con otros que hablan de él. Una especie de historia de sí mismo, que nunca habría hecho dada su timidez, modestia e incomodidad para hablar de sí mismo, pero que las dos hijas, que lo conocían lo suficiente como para poder celebrarlo y burlarnos de él lo consiguieron a través esta joya.
Para enfrentarlo pensaron en un joven actor y director, Pierfancesco Diliberto, Pif, que lo acompaña en el camino que las directoras han trazado para contar la historia: un alter ego de Paola y Silvia que, según la necesidad, hace de entrevistador, narrador, lector, hagiógrafo, guía, compañero y si es necesario, también como cuidador.
Ettore y Pif están en el Cinema dei Piccoli de Villa Borghese en Roma, donde en la pantalla, además de clips de películas y material de repertorio - en los que vemos a Scola a todas las edades - también hay viejas películas en Super 8 (algunas rodadas por él mismo), entre bastidores hechas en sus sets, fotografías robadas de álbumes familiares, dibujos y caricaturas.
Y así el maravilloso retrato - biográfico, artístico y humano - de Ettore Scola toma forma ante nuestros ojos como un verdadero y genuino placer para todos los amantes de sus películas.
Querían contar la historia de su padre sólo a través de las entrevistas que dio durante su vida, los extractos de sus películas, y lo que quería contarnos "en vivo", sin tener que recurrir nunca a entrevistas con otros que hablan de él. Una especie de historia de sí mismo, que nunca habría hecho dada su timidez, modestia e incomodidad para hablar de sí mismo, pero que las dos hijas, que lo conocían lo suficiente como para poder celebrarlo y burlarnos de él lo consiguieron a través esta joya.
Para enfrentarlo pensaron en un joven actor y director, Pierfancesco Diliberto, Pif, que lo acompaña en el camino que las directoras han trazado para contar la historia: un alter ego de Paola y Silvia que, según la necesidad, hace de entrevistador, narrador, lector, hagiógrafo, guía, compañero y si es necesario, también como cuidador.
Ettore y Pif están en el Cinema dei Piccoli de Villa Borghese en Roma, donde en la pantalla, además de clips de películas y material de repertorio - en los que vemos a Scola a todas las edades - también hay viejas películas en Super 8 (algunas rodadas por él mismo), entre bastidores hechas en sus sets, fotografías robadas de álbumes familiares, dibujos y caricaturas.
Y así el maravilloso retrato - biográfico, artístico y humano - de Ettore Scola toma forma ante nuestros ojos como un verdadero y genuino placer para todos los amantes de sus películas.
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