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7,4
7.331
8
13 de septiembre de 2022
13 de septiembre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una auténtica joya del cine de entretenimiento, una fantástica representación, casi circense, llevada a cabo por verdaderos acróbatas, no sólo amos del trapecio, sino firmes actores (Burt Lancaster y Nick Cravat) que seducen a la cámara y dominan a la pantalla. A los que dan réplica dos malvados de categoría (Robert Douglas y Frank Allenby). Y ya que hemos hablado de seducir a la cámara, si hay alguien capaz de enamorarla, ésa es Virginia Mayo. Pero además su trama nos atrae por sí misma, pues nos narra la historia de un rebelde, de una rebelión y de unos proscritos, a través de duelos con más comicidad que escarnecimiento, acciones audaces y nobles, asaltos a castillos, galanterías y desagracias hacia una dama y la dama que se enamorará del forajido. En un duelo, entre el halcón y la flecha, que no disimula su similitud, con el de, Robin Hood y los hombres de Sherwood, contra El Sheriff de Nottingham.
En definitiva un formidable pasatiempo con aromas a otros tiempos, en el color del auténtico cine, el tecnicolor, con la aventura por delante, sin preocuparse por incoherencias narrativas o históricas, sin ahondar demasiado en transcendencias morales, pero donde siempre triunfará el lado correcto de la moral, sin tonos grises, se es de los buenos o se es de los malvados, como habrá de elegir, el marqués Alejandro de Granazia (Robert Douglas), el único personaje indefinido, entre las huestes del bien y del mal.
En definitiva un formidable pasatiempo con aromas a otros tiempos, en el color del auténtico cine, el tecnicolor, con la aventura por delante, sin preocuparse por incoherencias narrativas o históricas, sin ahondar demasiado en transcendencias morales, pero donde siempre triunfará el lado correcto de la moral, sin tonos grises, se es de los buenos o se es de los malvados, como habrá de elegir, el marqués Alejandro de Granazia (Robert Douglas), el único personaje indefinido, entre las huestes del bien y del mal.

7,2
21.121
9
8 de septiembre de 2022
8 de septiembre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre una fuga plagiada a Dillinger y un delincuente con aspecto de rabino o de fraile franciscano, nos sumergimos en el inagotable verbo de Woody Allen, bajo un estilo de humor; único e inimitable. Con la excusa de un serio documental sociológico sobre el actual problema delincuencial, a través de entrevistas, su voz en off y sus propias declaraciones, conocemos la vida y milagros del que fue el enemigo público número uno, Y a modo de parodia, navegamos por el mar de lo absurdo en una tempestad de carcajadas. Seguramente no estamos ante la obra más sesuda de Allen, pero seguramente estemos ante su película más popular, la mejor entendida por el gran público, que generalmente suele tener razón. Pero lo que sí les puedo asegurar, es que ésta es con la que más me he tronchado, y en mi opinión es la mejor como director del actor, productor, guionista y realizador neoyorquino de las gafas de pasta dura. Y dije cómo director, porque algún día les hablaré de “Sueños de seductor”, y de lo que para mí representa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esta vez, cuando Virgil Starkwell talla, en su celda, en una pastilla de jabón la figura de una pistola, tiene decidido ya, que mirará antes la página del tiempo para asegurarse de emprender la fuga durante un día soleado, aunque seguramente, de todos modos; lloverá…

7,6
70.566
8
19 de agosto de 2022
19 de agosto de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película romántica, película de amor, donde las haya, repleta de comicidad... y de amargura. Que nos narra las vicisitudes de una chica sin suerte, que odia las ataduras y ama Nueva york; y desayunar frente a Tiffanys. Que tiene un gato al que nunca puso nombre, un amigo en Sing Sing al que lleva extraños mensajes por los que le paga. Muchos amigos que le prestan cincuenta dólares para ir al tocador. Un vecino japonés al que siempre despierta cuando no encuentra las llaves que es casi siempre. Algunos pretendientes con dinero, a los que agarrarse como tabla de salvación. Un marido y un hermano que dejó en algún rincón olvidado de un campo de labranza. Y un nuevo amigo al que tal vez… entregar el corazón.
Una película que nos arrulla bajo una melodía conmovedora (Moon River), que nos hace reír, que nos hace llorar, con una Audrey Hepburn de la que inefablemente nos enamoramos, un George Peppard que simplemente está, una Patricia Neal de una hermosísima frialdad, un Buddy Ebsen que lleva a la emoción en el papel de esposo, un Mickey Rooney que en cada escena nos arranca una sonrisa, un gato naranja, travieso y adorable y hasta un José Luis de Vilallonga –haciendo de sí mismo– que no arruina la película.
Una película que dispone de una trama muy simple pero que nos emociona, Un guion que en principio no parece nada complejo ni sofisticado, pero que al final ahonda en el alma humana y que nos dejó uno de esos finales que siempre recordaremos los que amamos el cine.
Una película que nos arrulla bajo una melodía conmovedora (Moon River), que nos hace reír, que nos hace llorar, con una Audrey Hepburn de la que inefablemente nos enamoramos, un George Peppard que simplemente está, una Patricia Neal de una hermosísima frialdad, un Buddy Ebsen que lleva a la emoción en el papel de esposo, un Mickey Rooney que en cada escena nos arranca una sonrisa, un gato naranja, travieso y adorable y hasta un José Luis de Vilallonga –haciendo de sí mismo– que no arruina la película.
Una película que dispone de una trama muy simple pero que nos emociona, Un guion que en principio no parece nada complejo ni sofisticado, pero que al final ahonda en el alma humana y que nos dejó uno de esos finales que siempre recordaremos los que amamos el cine.

5,4
1.649
7
17 de agosto de 2022
17 de agosto de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre consideré de esta película, y no me pregunten por qué, que estuvo siempre infravalorada. “El coloso de Rodas” fue una cinta que destacó entre las de su ambiente, el del cine llamado de romanos, así denominado porque se ingenió cerca de Roma, en Cinecittà concretamente (sé que no es así pero así me gustaría creerlo). Un subgénero rebosante de serie B italiana, de ese cine pseudohistórico –por llamarlo de algún modo– donde se prodigaron “Ursuls”, “Hércules”, “Macistes” y “Espartacos” por doquier, acompañados por un nutrido número de culturistas musculosos y resplandecientes en litros de aceite corporal, que hicieron preguntar al capitán Clarence Cambio, en “Aterriza como puedas”, al empalagoso niño Joey, si le gustaban las películas de gladiadores. Pero como iba diciendo antes de irme por los cerros de Chue… de Ancio perdón, "El coloso de Rodas" es otra cosa, es una película muy entretenida, ágilmente filmada por el entonces prácticamente inédito Sergio Leone, bien ambientada, con buenos intérpretes y unos efectos especiales más que aceptables. Destaca también por un buen guion. Inhabitual en este género, en el que éste solía ser una mera excusa para filmar combates a espada, hacha, lanza o fuerza bruta. No es que “El coloso de Rodas” no los tenga, que por supuesto que sí y además de cierta calidad, sino que el libreto va un poquito más allá, dotando a la trama de algo de intriga y dándoles a los personajes cierto carácter; aunque ciertamente tampoco sin exagerar.
El argumento de la historia –lógicamente poco inspirado por La Historia– que aquí se nos narra sin ser colosal (véase la ironía) tiene cierto interés: Un noble ateniense de visita en Rodas, descubrirá una conspiración que se pergeña en las entrañas del coloso, una descomunal estatua hueca, repleta de artilugios de defensa que hacen inexpugnable a la escarpada isla de Rodas. Estos conspiradores, que están aliados a los enemigos de Atenas, intentarán por todos los medios desembarazarse de nuestro protagonista, que hallará ayuda en unos renegados, que preparan una revuelta.
Esperaba que el paso del tiempo la aproximase más al olimpo de las películas de culto, donde van todas aquellas que son insignia de un cierto tipo, estilo o subgénero cinematográfico, cómo “King Kong” (1933) dentro del tipo “monstruos”, la ya dicha “Aterriza como puedas” en el estilo “parodias de otras películas”, o “La invasión de los ladrones de cuerpos” cómo del subgénero “ciencia ficción de los cincuenta”. Pero o bien por pertenecer a una clase de cine poco atrayente, o por ser dentro de éste la así considerada (obra de culto) la que al final fue la ópera prima de Sergio Leone, al sustituir a Mario Bonnard, “Los últimos días de Pompeya” (1959), la otra película de Leone en este género (al que ya jamás volvería), el caso es que “El coloso de Rodas” aún no tiene esa consideración. O puede que no haya transcurrido el número de décadas suficientes, ¿quién sabe...? Yo, personalmente, creo que es mejor película, o a mí me gustó más, la del coloso de Rodas que la del volcán de Pompeya.
El argumento de la historia –lógicamente poco inspirado por La Historia– que aquí se nos narra sin ser colosal (véase la ironía) tiene cierto interés: Un noble ateniense de visita en Rodas, descubrirá una conspiración que se pergeña en las entrañas del coloso, una descomunal estatua hueca, repleta de artilugios de defensa que hacen inexpugnable a la escarpada isla de Rodas. Estos conspiradores, que están aliados a los enemigos de Atenas, intentarán por todos los medios desembarazarse de nuestro protagonista, que hallará ayuda en unos renegados, que preparan una revuelta.
Esperaba que el paso del tiempo la aproximase más al olimpo de las películas de culto, donde van todas aquellas que son insignia de un cierto tipo, estilo o subgénero cinematográfico, cómo “King Kong” (1933) dentro del tipo “monstruos”, la ya dicha “Aterriza como puedas” en el estilo “parodias de otras películas”, o “La invasión de los ladrones de cuerpos” cómo del subgénero “ciencia ficción de los cincuenta”. Pero o bien por pertenecer a una clase de cine poco atrayente, o por ser dentro de éste la así considerada (obra de culto) la que al final fue la ópera prima de Sergio Leone, al sustituir a Mario Bonnard, “Los últimos días de Pompeya” (1959), la otra película de Leone en este género (al que ya jamás volvería), el caso es que “El coloso de Rodas” aún no tiene esa consideración. O puede que no haya transcurrido el número de décadas suficientes, ¿quién sabe...? Yo, personalmente, creo que es mejor película, o a mí me gustó más, la del coloso de Rodas que la del volcán de Pompeya.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Y el enigma histórico o relato mitológico, que es epicentro de esta película, esa colosal estatua, esa maravilla de la antigüedad, ese mito, leyenda o extinta obra, ese monumento a la vanidad humana, sobre todo a la del hombre, me tuvo siempre fascinado. Y me inspiró un “soneto de… Mileto”. Que aunque necio, ahí va presto:
El coloso de Rodas se levanta,
inmenso, sobre el puerto, como un arco
de entrada a la bocana, mas ni un barco
se adentra; que este faro les espanta.
Adentro se tortura y se quebranta,
encienden fuegos griegos con exarco,
cal, pez y mucho azufre de Aristarco,
y presto hay aceite hirviendo en su garganta.
Pero mirad; cuan hueco está por dentro,
tan sólo es un gigante sin un alma,
al que olas de la mar podrán vencerlo.
Que el hombre, de este mundo no es el centro,
tal vez sí la mujer, o eso reclama,
el tiempo nos dirá. Vivid. Y verlo.
El coloso de Rodas se levanta,
inmenso, sobre el puerto, como un arco
de entrada a la bocana, mas ni un barco
se adentra; que este faro les espanta.
Adentro se tortura y se quebranta,
encienden fuegos griegos con exarco,
cal, pez y mucho azufre de Aristarco,
y presto hay aceite hirviendo en su garganta.
Pero mirad; cuan hueco está por dentro,
tan sólo es un gigante sin un alma,
al que olas de la mar podrán vencerlo.
Que el hombre, de este mundo no es el centro,
tal vez sí la mujer, o eso reclama,
el tiempo nos dirá. Vivid. Y verlo.

6,1
1.471
7
9 de julio de 2022
9 de julio de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película de ciencia ficción dentro de la serie B, y a mi juicio: una de las mejores de dicho subgénero. Realizada con pocos medios y con actores muy secundarios, a excepción de Barbara Rush (“El baile de los malditos” 1958); aunque en el año de esta cinta (1951) era para el mundo, aún, una desconocida.
Ciertamente se le notan demasiado los decorados pintados a acuarela y las escalas de las maquetas (aunque sus efectos especiales son bastantes decentes para su tiempo), pero no se deje desanimar por ello pues posee un buen argumento –que en cierto modo emula el pasaje del arca de Noé en El Antiguo Testamento– muy bien desarrollado por Rudolph Maté; quien fue uno de esos directores que siempre han sabido contar una historia y hacerla tremendamente amena sin perder profundidad cuando el relato lo merece. Un fabuloso realizador, quizá no demasiado valorado, que tiene en su haber magníficas cintas, tanto de cine negro, de aventuras, históricas o del oeste, entre las que –además de ésta– destaco:
-“Cerco de odio” (cine negro, William Holden, 1948)
-“Con las horas contadas” (cine negro, Edmond O´Brien, 1949)
-“Su alteza el ladrón” (aventuras, Tony Curtis, 1951)
-“Perseguida” (cine negro, Robert Mitchum y Linda Darnell, 1953)
-“El caballero del Mississippi” (cine del oeste, Tyrone Power, 1953)
-“Coraza negra” (aventuras, Tony Curtis y Janet Leigh, 1954)
- “El león de Esparta” (cine histórico, Richard Egan, 1962)
Película, esta última, que recomiendo ver a los incondicionales de “300” (Zack Snyder, 2006).
Pero volviendo a la cinta; quizá su mayor pega sea el paso del tiempo, para una puesta en escena demasiado constreñida a los estereotipos de su época, pero para mí es una película de culto, una película que cuando la visioné siendo niño, una tarde en la televisión, me impresionó bastante y siempre que posteriormente lo hice, en distintas edades, siempre me pareció, cuando menos, interesante. Creo que es una vieja película que merece una revisión, y lanzo el guante por si algún cineasta actual lo recoge y se plantea un remake adaptado a los cánones de nuestro tiempo.
Ciertamente se le notan demasiado los decorados pintados a acuarela y las escalas de las maquetas (aunque sus efectos especiales son bastantes decentes para su tiempo), pero no se deje desanimar por ello pues posee un buen argumento –que en cierto modo emula el pasaje del arca de Noé en El Antiguo Testamento– muy bien desarrollado por Rudolph Maté; quien fue uno de esos directores que siempre han sabido contar una historia y hacerla tremendamente amena sin perder profundidad cuando el relato lo merece. Un fabuloso realizador, quizá no demasiado valorado, que tiene en su haber magníficas cintas, tanto de cine negro, de aventuras, históricas o del oeste, entre las que –además de ésta– destaco:
-“Cerco de odio” (cine negro, William Holden, 1948)
-“Con las horas contadas” (cine negro, Edmond O´Brien, 1949)
-“Su alteza el ladrón” (aventuras, Tony Curtis, 1951)
-“Perseguida” (cine negro, Robert Mitchum y Linda Darnell, 1953)
-“El caballero del Mississippi” (cine del oeste, Tyrone Power, 1953)
-“Coraza negra” (aventuras, Tony Curtis y Janet Leigh, 1954)
- “El león de Esparta” (cine histórico, Richard Egan, 1962)
Película, esta última, que recomiendo ver a los incondicionales de “300” (Zack Snyder, 2006).
Pero volviendo a la cinta; quizá su mayor pega sea el paso del tiempo, para una puesta en escena demasiado constreñida a los estereotipos de su época, pero para mí es una película de culto, una película que cuando la visioné siendo niño, una tarde en la televisión, me impresionó bastante y siempre que posteriormente lo hice, en distintas edades, siempre me pareció, cuando menos, interesante. Creo que es una vieja película que merece una revisión, y lanzo el guante por si algún cineasta actual lo recoge y se plantea un remake adaptado a los cánones de nuestro tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sinopsis:
Bélux, un astro errante a toda leche,
se aproxima a La Tierra, de repente,
y aun cuando esto lo sepa, poca gente,
no falta mucho; para que la fleche.
Ya nadie quedará que el tiempo feche,
ya no brillará más el sol naciente,
ni a la luna verás resplandeciente,
ni el naranjo, ya más, blanca flor, eche.
Pero existe, un sabio introvertido,
resuelto, a evitar nuestro epicedio;
construyendo un cohete dirigido.
Y están en ese empeño –qué remedio–;
un doctor, un piloto extrovertido,
una chica; y amores de por medio.
Bélux, un astro errante a toda leche,
se aproxima a La Tierra, de repente,
y aun cuando esto lo sepa, poca gente,
no falta mucho; para que la fleche.
Ya nadie quedará que el tiempo feche,
ya no brillará más el sol naciente,
ni a la luna verás resplandeciente,
ni el naranjo, ya más, blanca flor, eche.
Pero existe, un sabio introvertido,
resuelto, a evitar nuestro epicedio;
construyendo un cohete dirigido.
Y están en ese empeño –qué remedio–;
un doctor, un piloto extrovertido,
una chica; y amores de por medio.
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