Es curioso como percibe el arte el espectador. Es curioso porque, a la hora de justificar que te ha gustado o no una obra de arte, casi siempre se hace argumentando la obra racionalmente, exponiendo las razones sobre lo genial de su mensaje, la habilidad de su director o su impecable técnica, en el caso de que te haya gustado, o negando todas estas cosas en el caso de todo lo contrario. Sin embargo, está demostrado científicamente que las obras de arte llegan al espectador de una manera puramente emocional, sensorial. Se ha demostrado, pues, que te guste una obra depende de que determinadas neuronas conecten y te hagan sentir placer sobre lo que estas leyendo, viendo, escuchando. Es decir, que es algo absolutamente sujetivo, que escapa de lo racional.

Y es así como yo pongo mis dieces a determinadas películas. Los pongo sin saber demasiado porque, en un principio, me cuesta encontrar razones para poner estos dieces, por esto casi nunca hago críticas sobre este tipo de películas. Porque, sinceramente, en un principio no sé que argumentar a su favor. Solo pongo este diez respecto a lo que he sentido mientras veo la película. Y con esta película me ha pasado exactamente esto. Soy incapaz de hablar de su magnífica dirección, de su increíble labor de maquillaje, de su genial banda sonora. Porque yo, francamente, no he visto nada de esto en la película. Lo que sí he visto ha sido una obra de cine puro, donde no había partes integradas en un todo, sino que solo había un todo, una película que juntaba todas estas fantásticas labores que antes he mencionado y obraba el milagro de que todas estuvieses subordinadas a contar un cuento, un relato, una vida. Porque la magia de esta película reside en esto. La película no es nada más (ni nada menos) que una gran oda a la vida. Y, más que con mensajes explícitos sobre la reflexión del tiempo o la importancia del amor, por ejemplo, la magia de esta película se logra haciendo que esta esté llena de vida, de amor, de reflexión. En conclusión, de sentimientos, más que de razones. Creo que este es una de las principales bazas de las grandes películas, que no recuerdes de ellas razones sobre porque te ha gustado, sino emociones e impresiones, que es lo que realmente hace que una película te gusté o no.

Esta película, pues, es de las que llegan y no sabes exactamente porqué. Es una obra de arte tan bien tallada, tan mimada, que sobresale el todo, y no las partes, y solo te importa la película, la historia, y de golpe te olvidas de todo, de lo racional, de la nota que le pondrás en FA, de los premios. Porque nada de esto importa cuando estás presenciando un cine tan puro y tan sincero como el de esta película. Por esto esta película es una absoluta obra de arte.

Por una vez, los efectos especiales y la espectacularidad se dan la mano con un argumento emotivo, sensible e intenso a la vez. Porque aquí hay mucha poesía, ya que esta combinación de preciosos paisajes y bellas, intensas y embarulladas coreografías (quizá demasiado) desembocan en una película que entra directamente por los ojos, y mas sutilmente por las emociones. Porque es aventura, pero tambien arte, amor, lealtad... lo que desprende esta película.

Quizá falla dónde más promete, en las luchas. Estas, aunque son bellísimas e intensas, llegan a medio-cansar por la excesiva exageración, desembocando incluso en algún momento de ridículez. Pese a todo, los magníficos paisajes de China y el delicioso argumento terminan por dejar un magnífico sabor de boca. Cabe destacar unas actuaciones sobrias, que no desencajan en ningun momento. La actuación de la actriz que hace de Mei desata emociones intensísimas, especialmente en uno de mejores finales de película que he visto en mucho tiempo.

Espectacular, emotiva y excesiva película, dónde los efectos digitales dan vida a un King Kong más humano y más enamorado que nunca. He de decir que, aunque la peli me ha encantado y hasta fascinado, salí cansado del cine, pues la película es tan enorme que está a punto de colapsarse, cómo una estrella que se apaga. Pero el filme aguanta, gracias a los efectos especiales y a una convincente actuación de la más bella que nunca Naomi Watts.

King Kong es probablemente el mejor filme de aventuras rodada este siglo, pues lo tiene todo, buena historia, guion, efectos y grandes actuaciones.

Lo mejor es sin duda la parte en Nueva York, muy emotiva y muy emocionante.

Una recomendación, vedla sin tener sueño, que puede que la primera hora os dormís. No es que sea mala pero llega a hacerse algo pesada. Pero pasara la hora atentísimos. Con la aparición de Kong todo se vuelve más espectacular.

Interesantísima película de ciencia ficción, con un muy buen planteamiento y unos primeros 45-60 minutos muy buenos e inquietantes.

Desgraciadamente, pero, el planteamiento es mejor que su desarrollo. Me explico: La película comienza muy bien, poniendónos al nivel del protagonista, no sabemos ni quien somos ni que hacemos ni dónde estamos. No sabemos nada y la película nos lo va descubriendo poco a poco y con bastante elegancia. Esto resumiria la primera mitad, quizá un poco menos de la película. Luego todo se desmadra bastante con unas espectaculares y sonoras persecuciones, pero que no tienen demasiado sentido dentro de la película. La película se vuelve menos elegante y mucho más convencional en este tramo, aunque no llega a decaer nunca en este tramo. Pero decae en el final, donde un estúpido y sin sentido giro argumental hace acabar la película a trompicones, parece que el guionista no sabía como acabar.

Las interpretaciones son bastante buenas, destacando mas la de Ewan McGregor que la de la guapísima Johansson.
En general, interesante película que se derrumba en el tramo final.

Un 10 simplemente porque es una película necesaria
Quizá Al Gore, materialmente, no haya ayudado nada a evitarlo, quizá lo ha aumentado, con toda la historia de los jets privados y los audis, la excusa perfecta de los que lo critican por criticar, de los perturbados que siempre tienen que decir un pero, de los que se creen guays, vaya. A estos gilipollas me gustaría preguntarles si han hecho algo para evitar el cambio climático. Una verdad incómoda se tiene que ver cómo un comunicado de alerta roja, y no se puede acusar a Al Gore por contaminar, o usar este argumento para criticar la película. Al Gore puede ser lo que quieras pero el caso es que el tio, ya sea por intereses o no, ha comunicado al mundo de un problema real, enorme, grave. Y lo hace cojonudamente bien, y si esta película ha servido para concienciar a la poca gente que la ha visto ya ha valido la pena, y es ahí donde reside la grandeza de una película, no en la ética de su autor.