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Críticas 517
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
3 de diciembre de 2010
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aaron Schneider es uno de esos jóvenes valores de la industria cinematográfica norteamericana en imparable ascenso. Después de curtirse en el mundo de las series de televisión y ganar un Oscar al mejor cortometraje por Two Soldiers Schneider se estrena como director poniendo bajo su batuta nada más y nada menos que al excelso Robert Duvall, un lujo que muy pocos directores primerizos pueden permitirse. Podríamos resumir su bautizo como una película sencilla sobre ese momento al final de nuestras vidas en el que todos nosotros sentimos la necesidad de saldar cuentas con los errores del pasado.

Robert Duvall es el incuestionable alma máter del film. El espectador no puede sino rendirse ante la magistral interpretación de uno de los grandes actores vivos del cine moderno, un trabajo que está por encima de calificaciones. Frente a nuestros ojos circula toda una vida dedicada a la gran pantalla en la esplendida gloria de su ocaso. A pesar de las arrugas y la permanente barba, los ojos de Duvall siguen siendo igual de azules y honestos que en aquella primera aparición en Matar a un ruiseñor, una obra maestra del séptimo arte que nos remonta a la misma época y entorno que los de esta película. Su trabajo huele a Oscar. Junto a Duvall tenemos a un Bill Murray que nunca decepciona. Es un valor seguro cuando se trata de comedia. Se echan de menos más apariciones del prometedor Lucas Black y los curtidos Sissy Spacek y Bill Cobbs.

Aunque la dirección de Aaron Schneider es completamente funcional, sin ningún tipo de descubrimiento más allá de los formalismos clásicos, si que hay que alabar la cuidadísima fotografía del film y su ambientación. Habiendo trabajado como director de fotografía en producciones como El inolvidable Simon Birch o Titanic Schneider cede el testigo a su colega David Boyd, quién consigue dar a la película una extraña luminosidad otoñal de lo más nostálgica. La América rural de los años treinta aparece representada con un gusto más cinematográfico que documental pero a la vez alejado del tópico de la fotografía en sepia. Tampoco pasa desapercibida la música del polaco Jan A.P. Kaczmarek a la que se suman los indispensables sonidos del Country americano.

No se puede negar que Aaron Schneider apunta buenas maneras pero da la impresión de que ha querido contenerse de tal manera en la realización de su ópera prima que su película no termina de levantar el vuelo de tan correcta. A los espectadores nos queda una insuperable sensación de cuento a medias, de potencial desaprovechado. Hay ideas, historia y personajes, pero por culpa del poco desarrollado guión de Chris Provenzano y C.Gaby Mitchell y de la dirección impersonal de Schneider Get Low se queda en una película olvidable que solo se salva del desastre gracias al carisma de Robert Duvall. Su fábula sureña no muestra en ningún momento más pretensiones que las que busca y precisamente por eso está a medio camino de ningún sitio.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Get Low reconstruye sobre la base real de una conocida leyenda americana la historia de Felix Bush, un excéntrico ermitaño de Tennessee que quiso organizar su funeral en vida. En esta película Felix lleva treinta años aislado del resto del mundo en su cabaña del bosque, con su perro y su mula como única compañía. Un buen día decidirá bajar a la civilización para organizar un entierro en el que pueda escuchar las opiniones de sus convecinos sobre su persona antes de expirar. Tras la negativa del párroco del pueblo el anciano encontrará la solución en Frank Quinn, un avispado empleado de pompas fúnebres dispuesto a hacer el agosto con el evento y salir al paso de la depresión económica que asola al país.


La gran pega de la película es sin duda su guión. Get Low comienza de forma eficiente, dando rienda suelta a su vertiente cómica con el regreso del protagonista a una civilización que no comprende del todo, acompañado en todo momento por un divertidísimo Murray. Desgraciadamente, pasado el ecuador del film llega el momento de adentrarse en el drama y entonces nos encontramos con que Get Low no tiene gran cosa que contarnos. Uno se pregunta por qué diablos el argumento se empeñada en desmitificar las leyenda de su protagonista hasta transformarlo en un personaje completamente transparente, sin dimensiones. En ese sentido, Get Low va de más a menos, un pecado capital en una producción de estas características. Estamos deseando saber más acerca del pasado de Felix, de los rumores que durante todos esos años de ausencia ha ido generando, pero al final la película decide zanjar el funeral de un ser enterrado en vida con una revelación seguida de un discurso humanista sin demasiada chicha.
29 de agosto de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lucky McKee dirige, en su línea de películas inquietantes y rompedoras (“May”, “El Bosque Maldito”, “MOH:Metamorfosis” ), una perturbador film, “The Woman”, continuando la historia de la (fallida) película de 2009 “Offspring”, de Andrew van der Houten basada en una sangrienta novela de Jack Ketchum. McKee, con su muy particular forma de hacer cine y su muy personal manera de contar historias se alzó en el festival de Sitges de 2011 (tras haber cosechado varios éxitos en festivales del otro lado del Atlántico, como Sundance ) con el galardón al mejor guión para “The Woman”, así como cosechó reverencia de crítica y público (y algún que otro detractor, pues su cine si algo no provoca es indiferencia) tanto allí, como en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián donde estuvo muy cerca de alzarse con el premio del público al mejor largometraje.

El film arranca donde nos dejó el anterior, con una mujer salvaje, herida, única superviviente de un feroz clan caníbal masacrado por la policía, intentando subsistir en lo más profundo del bosque, oculta, en comunión con la naturaleza. El azar la pondrá frente a frente con un cazador local, que pronto se encaprichará de la mujer salvaje y decidirá hacerla su presa y moldearla a su antojo, implicando en el proyecto a su propia familia.

“The Woman” se asienta no sólo en la fortaleza de un guión de una indiscutible calidad, sino también en unas interpretaciones brutalmente eficaces. Pollyanna McIntoch, borda el papel de la mujer salvaje, sabiendo traducir en gestos y miradas todo un abanico de sentimientos y sensaciones que llegan con total claridad a la mente (y estómago) del espectador. Angela Bettis, la actriz fetiche del director con la que ya trabajó en “May” o “Metamorfosis”, junto a Sean Bridgers, Lauren Ashley Carter… dan vida a la familia aparentemente perfecta e internamente más que desestructurada que la “acoge”. Igualmente todos ellos, desde el marido perturbado hasta la mujer sufridora o sus antitéticos hijos crean un mosaico de personajes creíbles y cercanos, que juegan con las emociones de la audiencia despertando odios, ternura, miedos, indignación…

A las ya mencionadas fortalezas de la película hay que sumar el uso de la música a lo largo de la misma. La banda sonora, a cargo de Sean Spillane ejerce un influjo indiscutible, orienta y guía las emociones, deleita, molesta, se hace estridente o acariciadora… Su omnipresencia e importancia dentro del film resulta un elemento arriesgado, pero, a mi forma de entender, efectivo y todo un acierto en este caso.

Otro aspecto a tener en cuenta es que, pese a tratarse de una secuela, “The Woman” funciona perfectamente de una manera autónoma, en nada influye su condición para su correcta comprensión y disfrute, el trasfondo de la “Mujer Salvaje” con la que se abre el film no resulta fundamental ni establece verdadera diferencia para lo que la película pretende mostrarnos y transmitirnos.

McKee explora en esta arriesgada película el horror más puro, aquel que se esconde tras fachadas y rostros normales y humanos, obliga al espectador a replantearse el concepto de lo moral, de lo correcto, nos desnuda la criatura con mayor poder para el mal, el hombre, y sostiene nuestros párpados hipnotizados por las imágenes, por la música, nos hace testigos del horror más puro y a la par más real, sin imaginería extraña, sin recursos escénicos que hagan tambalear la veracidad, la terrorífica verdad de que el terror puede vivir en tu consorte, tu conocido, tu vecino…

En conclusión, una película en absoluto agradable de ver (más por lo psicológico que por lo visual, como siempre ocurre con este director, elegante en sus metáforas y en lo que elije mostrar y ocultar) pero de una gran calidad técnica e interpretativa. Una historia necesaria, una película imprescindible. Altamente recomendable.

-Enoch-
27 de enero de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jang Cheol-soo, tras sus trabajos como ayudante de dirección al lado del afamado realizador surcoreano Kim Ki-Duk, debuta en solitario con este film entre el drama y el gore que le reportó el premio del público en el Festival de cine Fantástico de Austin y le abrió las puertas al circuito de festivales de género (Sitges y San Sebastián entre ellos).

“Bedevilled” nos narra una trágica historia acontecida en una isla aislada, donde el tiempo parece haberse detenido y en la que permanecen apenas un puñado de familias aisladas de toda civilización. La película se centra en dos mujeres, Hae-won, que consiguió salir de la isla y ahora regresa de visita, y Bok-nam, su amiga de la infancia, que nunca abandonó el remoto lugar y que basa todas sus esperanzas en el regreso de su amada amiga para que la saque de ella. Mas los deseos de Bok-nam no se verán fácilmente cumplidos y a medida que los abusos hacia la femenina figura, permitidos en la cultura local, crecen, decide, junto a su hija, escapar, cueste lo que cueste, aunque el precio sea el derramamiento de sangre…

El film se sostiene sobre dos partes claramente diferenciadas. Una primera, puro drama con tintes de thriller psicológico donde se nos presentan los personajes y se va creando, situación violenta tras situación incómoda, el climax a medida que el espectador se torna voyeur de cuanto acontece en esa isla, lejos de toda autoridad, de toda observación civilizada. La segunda arranca cuando, tanto la protagonista como la audiencia alcanza el cénit de la indignación, y saltamos al más puro thriller sangriento, nace un slasher con una asesina implacable con el público de su lado vitoreando cada estocada.

Con el virtuosismo visual del que hace gala el cine coreano entre sus armas, y una interpretación de sus protagonistas (Seo Yeong-hee, Hwang Min-ho, Min Je, Lee Ji-eun-i, Park Jeong-hak, Ji Sung-won…), llena de verdad, que consigue, pese al abismo de distancia cultural, un sentimiento de universal empatía, logra este nuevo director una película que, si no trepidante (sufre del lastre de un quizás excesivo metraje) si resulta bien efectiva y, sobre todo ello, cala en la memoria del espectador. Bien es cierto que, como en todo producto cinematográfico que aúna elementos tan dispares, como el drama más profundo con el gore más explícito, las opiniones de los amantes de uno y otro género serán de lo más variado, particularmente y en mi opinión, logra un correcto equilibrio y una parte alimenta y ensalza la otra. Interesante.

-Enoch-
16 de noviembre de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde las antípodas llega la película “Snowtown” del director Justin Kurzel, una dura propuesta cuyo guión firma él mismo junto a Shaun Grant y se basa en una serie de cruentos acontecimientos sucedidos en su ciudad natal, una cadena de asesinatos en serie que pertenece ya a la crónica más negra del país.

El film nos narra el viaje a las tinieblas de un adolescente que, tras sufrir abusos sexuales cae bajo la protección de una paternal figura que, en una supuesta cruzada por la justicia y la venganza lo arrastra a una espiral de violencia, fanatismo y crimen más allá de todo límite.

Desagradable, visceral y malsana es la película, como la historia que cuenta. Unos ambientes decadentes , corruptos y enervantes, unas interpretaciones (Daniel Henshall, Lucas Pittaway, Craig Coyne… etc) desgarradas y muy meritorias dado que gran parte del reparto se compone de actores amateurs seleccionados en el área misma del rodaje y una nula concesión al espectador, atacando a su mismo sistema nervioso y despertando una potente catarsis, una continua sensación de rechazo y repulsión mediante un guión elaborado y una conjunción de elementos que generan un ambiente perfecto, infernal.

No es, sin duda, un producto para todos los públicos. Es un film duro, en lo que cuenta y en el cómo lo cuenta, una película para impactar y perdurar en la memoria y, aunque pueda rozar lo desagradable, no deja por ello de ser un ejercicio de buen cine. Interesante.

- Enoch -
27 de enero de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las aportaciones más notables de la épica japonesa al cine contemporáneo es probablemente la figura del ronin. Popularizado en occidente a través del manga y el anime, el samurai descastado representa un feroz individualismo frente a las estrictas normas sociales que regían las acciones del guerrero, una estampa que casi podríamos calificar de romántica. Algo de esa nostalgia hay en el primer largometraje del animador Masahiro Andô (Neon Genesis Evangelion, Jin Roh, Metropolis) y el Estudio Bones (RahXephon, Wolf's Rain, Fullmetal Alchemist), un film que llega a nuestro país con un retraso de tres años respecto de su estreno en salas japonesas.

El argumento de Sword of the stranger bebe de fuentes clásicas, situado en alguna de las muchas guerras feudales que asolaron Japón durante el perdiodo Sengoku. Nanashi (literalmente sin nombre, aunque bien podría llamarse Kenshin Himura) es un extranjero errante. En uno de sus viajes se topa con Kotaro y Tobimaru, un niño y su fiel perro a quienes persiguen otros forasteros, nada más y nada menos que una organización militar venida de China y capitaneada por un guerreo ario. Ahí están los recurrentes tópicos del héroe silencioso con un pasado a expiar y su enemigo en busca del rival más fuerte.

Esta dicotomía modernidad-tradición parece haberse trasladado también al apartado técnico, sin obviar que los estudios japoneses son únicos a la hora de mezclar animación tradicional con CGI. En este sentido, Bones ofrece en su primera película autónoma una realización notable aunque, a pesar de la infografía y los soberbios fondos artesanales en acuarela, la animación flojea un poco en algunos momentos. Quizás sea un síntoma de que los aficionados al anime nos hemos acostumbrado a que la distancia que separa las series televisivas de los largometrajes se diluya cada vez más. Tampoco pasa desapercibida la música de Naoki Satō, exótica y hermosa, aunque demasiado repetitiva.

Con su opera prima Masahiro Andô deja patente un profundo amor no solo por el dibujo animado, sino también por un género cinematográfico más referenciado que practicado en los tiempos que corren. Al igual que le ha sucedido a muchos westerns modernos, su jidageiki a medio camino entre la visceralidad y el homenaje no termina de encontrar su lugar, pero la espectacularidad técnica y los recursos artísticos de que se vale dan como resultado un notable anime. Y en una industria animada como la japonesa hay que tener cierto valor para reivindicar a Kurosawa por encima de Naruto.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sorprendentemente, a pesar de todos estos clichés, Sword of the stranger es una rara avis dentro de los samuráis animados. Y es que su narrativa no es solamente la del anime, sino también la del chambara más clásico, las películas japonesas de capa y espada, algo no tan habitual como pueda parecer a primera vista. Al contemplar su violencia hipervitaminada, su lluvia de sangre y extremidades, nos viene a la cabeza el Ninja Scroll de Kawajiri, pero otros momentos como el duelo en el puente evocan los mitos de Zatoichi, Sanjuro o Kozure Ōkami. No hay duda de que el director ha querido homenajear a aquellas viejas películas con su trabajo.


La elección de una paleta de colores sombría dibuja un Japón histórico en absoluto agradable. En efecto, más allá del combate, Sword of the stranger es también el retrato de un país sombrío y miserable, habitado por monjes, capitanes o siervos corruptos y sin honor, de una tristeza que salpica todo el relato. Pero el film tampoco es ajeno a esa tendencia del anime a introducir elementos esotéricos en tramas históricas, toda una excusa para cerrar la película con una coreografía de un virtuosismo y una complejidad técnica irreprochables, un versus de espadas absolutamente apoteósico.
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