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Críticas 94
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
22 de octubre de 2020
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante este pasado verano cogí la costumbre de salirme al patio de mi casa después de cenar y buscar videoclips de todo tipo y género y verlos tranquilamente. Así podía pasarme hasta las tantas de la madrugada. El caso es que tras ver muchos de ellos pronto llegué a la conclusión de que la mayoría de ellos son un sinsentido de imágenes, escenas, filtros, movimientos y chorradas varias. Algunos te muestran al grupo tocando sin más, otros no llegas ni a saber lo que narices están viendo, están los que más de la mitad son escenas de películas o incluso los que te cargan de mala leche y ni los terminas por tu propia salud. Luego estarían los que no veo para no insultar a mi inteligencia y a mi sentido del oído y el buen gusto. Hablo, por supuesto, de las memeces modernas de trap, reguetón y sus sucedáneas basuras a base de autotunes, letras que podrían ser firmadas por pepinos de mar que son equinodermos que carecen de cerebro y corazón y un plantel de chicas menos recatadas que las que puedan aparecer en Pornhub. En definitiva, que en pocas ocasiones das con un videoclip que cuente o intente contar una breve historia y sea un producto bien hecho donde funcionen los elementos técnicos y artísticos de manera conjunta. Pero este vídeo de Madonna sí lo es. Y eso que nunca me había imaginado escuchar música de Madonna o verme sus videoclips o de algunos artistas similares a ella, pero desde luego, nada comparable (y más en sus inicios) con las mierdas de hoy. Aunque luego ella o gente de su estilo musical hayan sucumbido a los tiempos tenebrosos que asolan la cultura y el arte en nuestros días.

Se narra la historia del asesinato de una mujer a manos de unos tipos y Madonna es la testigo del crimen. Tras esto, entra en una iglesia y se empieza a replantear su actitud frente a los hechos que acaba de contemplar. Es entonces cuando entra en escena un coro de góspel y se entremezclan imágenes casi oníricas con el propio asesinato hasta el desenlace final. En todo esto podemos ver unas aceptables interpretaciones, un buen sentido de la cámara, una iluminación acertada y para rematar la faena puedo decir que para no ser la música que escucho la canción no está mal. Puedo saber cómo canta Madonna sin necesidad de máquinas robóticas del demonio y observarla en un vestuario escotado y sugerente sin decir “hola, soy una furcia malhablada pero me las doy de digna”.

Como dato, el videoclip estuvo nominado a mejor vídeo del año en los premios MTV pero finalmente lo ganó Neil Young por This Note’s for You. Siendo el estilo de Neil Young más afín con mis gustos musicales creo que debería haberlo ganado en aquella ocasión la señora Madonna Louise Veronica Ciccone.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La primera vez que vi el videoclip de la canción Like a Prayer que da nombre al álbum de 1989 de Madonna, inmediatamente me vino a la cabeza la película La milla verde de Frank Darabont y protagonizada por Tom Hanks en 1999. A su vez, la película está basada en la novela The Green Mile escrita por Stephen King en 1996. Hay un pasaje importante en la película (y entiendo que en el libro también porque no he leído la obra) que perfectamente podría haberse inspirado en el videoclip de Madonna. Quizá sea mera coincidencia o puede que en algún momento King o el propio Darabont viesen el vídeo de “La reina del pop” y sus mentes vislumbrasen su futura obra literaria o cinematográfica.
29 de enero de 2018
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rogue One ya me pareció una gran película cuando la vi en su estreno pero tras volverla a ver y tener más recientes los capítulos VII y sobre todo el VIII, no tengo la menor duda de que es la mejor película del universo Star Wars desde El Retorno del Jedi.

Con el enriquecimiento tecnológico que marca nuestra era pero con el aroma del buen cine que se respiraba en la trilogía “clásica” se erige Rogue One para deleite de los admiradores de esta saga de varias generaciones atrás. Todas las partes de Star Wars tienen sus momentos de gracia o chiste (algunos mejor llevados que otros) pero ésta nos los da con cuentagotas y con cierto humor en lugar de los despropósitos que pueden verse en algún momento en El despertar de la Fuerza y principalmente las mamarrachadas de Los Últimos Jedis. Me gusta Star Wars como forma de entretenimiento y por ello las valoro bien, pero empiezo a ver cosas que terminan por cansarme. Disney ya estuvo en Rogue One y no atisbo ninguna soplapollez como en la VIII, por lo que ese tal Rian Johnson creo que va demasiado de listo.

La historia es más que interesante pues nos hallamos ante el nacimiento de uno de los pilares más fuertes y distintivos de esta saga: La Estrella de la Muerte. Todos los actores están perfectos en la creación de sus personajes con seriedad y rigor sin que a ninguno te den ganas de saltarle todos los dientes de un guantazo (no puedo decir lo mismo de los protagonistas de la nueva trilogía). Las escenas de acción están increíblemente bien realizadas y tenemos el gusto de darnos cita con algunos personajes míticos: Lord Vader, R2-D2, C-3PO, Tarkin, Raddus (posible “familiar” del legendario Ackbar) y alguna sorpresilla más.

Espero y deseo que como todo apunta que van a comenzar a hacerse spin-off a la velocidad de la luz de estas aventuras espaciales, tengan o se acerquen todas a la calidad de esta Rogue One. No nos decepciones, Ron Howard.
1 de febrero de 2016
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un problema con el cine de Tarantino. O más bien hay un problema con los miles y miles y miles de fans incondicionales dispuestos a guardar en un tarro de cristal el delicioso aroma de un pedo de Quentin e inspirar profundamente justo antes de quedarse dormiditos. Sólo hay que revisar mis valoraciones realizadas a las películas de Tarantino para saber que he visto todos sus trabajos y que las he considerado siempre de forma muy positiva. Pero nunca me he dejado engañar por la aureola de grandeza, innovación, genio transgresor y título de maestro de maestros que se le achaca a este director. Parece como si Quentin hubiera inventado la violencia en el cine en todas sus formas y desmesuras (¿habéis oído hablar de Scorsese, Kitano, Kim Jee-Woon, Cronenberg, Winding Refn, Miike, Peckinpah, Noé,…?); como si también fuera fruto de su mente divina los grandiosos diálogos aunque éstos parezcan no llevar a nada (¿os suenan Woody Allen, los hermamos Coen o la forma de llevar dichos diálogos de un tal Hitckcock o Kurosawa aunque sea de refilón?); también parece ser el rey a la hora de reinventar cualquier género que toca (Kubrick por derecho propio en el cine bélico, épico, de ciencia-ficción o de terror o hasta el sobrevalorado George Lucas y su Star Wars o Ridley Scott y su Blade Runner podrían atribuirse dicha reinvención en un género cinematográfico concreto, por poner unos cuantos ejemplos); ¿nos disponemos a meter a los actores en un único escenario y hacemos “cine-teatro” como ya hizo en Reservoir dogs? (Sidney Lumet y sus 12 hombres sin piedad, de nuevo Hitch con La soga o La ventana indiscreta, Michael Haneke y sus Funny games, Luis Buñuel y su Ángel exterminador,…) etc.

Ser Quentin Tarantino le debe salir muy rentable si por estar frente a la mesa de edición al color de la fuente le pincha en el amarillo, pone unas cuantas canciones chulas por ahí, divide la peli por capítulos aunque en esta ocasión no pegue ni con cola, mete la marca de cigarrillos que le demandan y se hace un cameo ya sea saliendo en la peli o poniendo la voz en off. Y pa’lante, la 8ª película de Tarantino una nueva obra maestra y ya van… pues eso, 8 obras maestras.

Que sus películas son jugosas de ver, entretienen y las cosas están bien hechas eso nadie lo discute aunque en esta última de los Odiosos haya partes en las que se columpie. Hace buenas películas y ya. Como tantísimos otros directores sin la mitad de reconocimiento que se le ha dado al estadounidense de Tennessee.

Esta vez sí, la película se me hace larga (no me pasó en Pulp Fiction, Django Desencadenado, Jackie Brown y mucho menos con los Malditos Bastardos). Los diálogos no tienen la frescura y el atractivo que en ocasiones anteriores. La violencia y la sangre es calcadita a la de Django en su forma y aparición a lo largo del metraje. La disfruto aunque su elevada exageración hace que me la tome a risa (aunque puede que sea esa la intención y tenga yo aquí el problema). No veo la grandiosa actuación de Jennifer Jason Leigh por ninguna parte tal y como se lee por aquí. Me sobra la recreación de la felación maricona en la nieve. Pero no me sobra Bruce Dern como personaje cojín. Como en la propia película se dice: “da el toque al ambiente”. La fotografía está bien pero quizás me esperaba más. O puede que no tenga mucho sentido rodar en Panavision 70mm cuando vas a encerrar a los personajes durante más de dos horas y media entre cuatro paredes. La misma sensación que con la BSO de Ennio Morricone. Se le había dado tanto bombo que me ha dejado frío sin significar esto que sea mala pues tiene grandes momentos. No entiendo la división por capítulos porque no creo que fuera necesario. La forma de cerrar la puerta de la mercería tiene gracia la primera vez pero no las siguientes cuatrocientas veces. Los actores están bien. Mucho se habla de Samuel L. Jackson y Kurt Russell pero quizás yo me quede con Walton Goggins como nuevo sheriff de Red Rock.

No quiero dar la sensación de querer atizar a Tarantino gratuitamente. Simplemente pienso que es un director más entre tantos importantes pero que para mí no tiene ese “algo” que pueda clasificarlo entre los especiales o grandes aportadores al cine como sus incondicionales nos quieren hacer ver. Tan solo creo que es un director que ha caído en gracia y de pie igual que otros parece que todo lo que hacen es basura sin serlo (Brian de Palma, Walter Hill, etc). Película reconociblemente tarantiniana al cien por cien que sin embargo encuentra en el empacho y en la repetición de gags, chistes y metodología cinematográfica su talón de Aquiles.
20 de marzo de 2014
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Descomunal obra de Alan Parker con guión de Roger Waters que viene a inmortalizar en forma de película uno de los trabajos más importantes en la historia del rock de uno de los grupos más influyentes de todos los tiempos: Pink Floyd y su imponente The Wall.

El realizador británico de importantes obras como El expreso de medianoche o Arde Mississippi consigue realizar un feroz musical con una potencia visual sobrecogedora con una serie de imágenes que quedan grabadas en la retina y que perduran a lo largo del tiempo. Realidad y ficción van a caballo para transportarte a los submundos de Pink repletos de excesos, traumas, represiones y efervescente locura. La sugerente animación tan desconcertante como necesaria para entender mejor la historia y la propia realidad de nuestro protagonista resulta sobresaliente a la hora de darle a la película una mayor dimensión casi extrasensorial.

Déjate encerrar por los ladrillos del muro cargados de miedos, inseguridades y turbaciones para derribarlo a base de punzantes notas musicales que ya son parte de la historia del cine y de la música en un apoteósico final que te deja satisfactoriamente derrotado.

P.D: Mi modesto consejo es que no escatime en el número de decibelios cuando se decida a ver esta imprescindible obra maestra.
Sintiéndolo mucho
Documental
España2022
6,4
2.283
Documental, Intervenciones de: Joaquín Sabina, Fernando León de Aranoa, Leiva ...
9
18 de noviembre de 2022
33 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Han sido muchos los años de calma tensa desde que se anunció un documental sobre Sabina hasta que definitivamente ha visto la luz y la espera ha merecido mucho la pena. Fernando León de Aranoa es la garantía de que un proyecto así se sepa de antemano que será de calidad y es que el artífice de obras como El buen patrón, Los lunes al sol o Barrio, es un grandísimo cineasta con todo lo que conlleva el significado de ese término, mientras que Joaquín Sabina es simplemente una leyenda viva de la música y las letras a la altura de los más grandes entre los que podrían destacarse sus siempre admirados Bob Dylan o Leonard Cohen.

Quien haya seguido una pizca la vida de Sabina podrá comprobar que realmente en Sintiéndolo mucho no se nos va a descubrir un Sabina que no conociésemos ya: sus primeros años en Úbeda, su paso por Granada, su pasión por el mundo mariachi y taurino, sus excesos, sus problemas de salud, sus miedos y sus fobias, sus putas, su amor por la literatura, su ciudad de Madrid, su veneración en toda Latinoamérica, su admiración por otros músicos, sus amistades, su pensamiento, sus bromas, su caos, en definitiva, su vida. Y sin embargo, sí que nos permite conocer al Joaquín más personal, sincero, el que nada tiene que ocultar ni que perder, el que duda y se muestra vulnerable, el que muere y vuelve a resurgir de sus cenizas, el que reflexiona sobre su pasado, comprende su presente y mira de reojo al futuro.

Alegra ver este tipo de trabajos sobre un artista tan bien realizados que destilan respeto y admiración a partes iguales y, principalmente y contra todo pronóstico, estando el maestro vivo y en plena actividad. Más allá de un producto cinematográfico puede tomarse como un homenaje merecido a una personalidad que tanto ha aportado al mundo de la música y la literatura, al arte en general, y por supuesto que los reconocimientos en vida adquieren una mayor dimensión de justicia para con el protagonista.

Durante todo el recorrido de dos horas hay momentos para la risa, la tensión, la emoción, la preocupación o la diversión. Por momentos adquiere dimensiones que son estados emocionales en estado puro. Y es que, como más o menos se sugiere en un momento del documental, las letras del genio de Úbeda pueden suponer un retrato de sus vivencias si se escuchan es un orden cronológico. Hasta los propios títulos de sus canciones podrían dar pie a este juego si las usamos como hilo conductor:

“Quien más, quien menos”, “Cuando era más joven” y transita “Con un par” entre “Arenas movedizas” y “Donde habita el olvido” a lomos de un “Caballo de cartón” como “Peces de ciudad”, se pregunta “¿Quién me ha robado el mes abril?” Uno vaga “Sin pena ni gloria” con un “Manual para Héroes o canallas” jurando “Amores eternos” a “Mujeres fatal” y viviendo de “Contrabando” y siempre en “Números rojos”. Pero cuando por fin salió de esos “Círculos viciosos”, pensó que «Yo me bajo en Atocha» y sin abandonar su “Doble vida”, “Partido a partido”, se convirtió en el rey de “El rocanrol de los idiotas” teniendo siempre presentes a los “Nacidos para perder”. Ahora, “Tan joven y tan viejo” y «A mis cuarenta y diez» bien pasados, podría preguntarse “¿Qué estoy haciendo aquí?”, y si ya todo no es “Agua pasada”. “Y sin embargo”, aún grita «Yo también sé jugarme la boca», mantiene un “Pacto entre caballeros”, está en “Pie de guerra”, da “Besos en la frente” e “Incluso en estos tiempos”, a pesar de confesar que se le resiste “La canción más hermosa del mundo”, “Cuando aprieta el frío” y se acomoda junto “A la orilla de la chimenea”, tiene “Ganas de…” pasar “Esta noche contigo”, “Princesa”. “Es mentira” que ya no tenga “Motivos de un sentimiento”, que no se pierda por “El bulevar de los sueños rotos”, que no haya gozado de los encantos de las “Malas compañías” que siempre son las mejores, que no sueñe con “Medias negras”, que no se acuerde de ti cuando ve “Una de romanos”, cuando llegan las “Rebajas de enero” o que hayas dejado de ser su “Rubia de la cuarta fila”. Y es que “El hombre del traje gris”, ese que canta “Pongamos que hablo de Madrid”, hace mucho tiempo que abandonó “Calle Melancolía” y ahora tiene “Más de cien mentiras” y una cuantas “Lágrimas de plástico azul” para seguir “Pasándolo bien” y decir aquello de “Esta boca es mía”. “Resumiendo”, sin prisa de que nadie deposite “Siete crisantemos” sobre su tumba, ha hecho “Inventario” y tras más de “19 días y 500 noches”, puede decir: «Sintiéndolo mucho… Lo niego todo».
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