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5,3
25.919
4
8 de octubre de 2015
8 de octubre de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película una de las cosas que se pueden afirmar, a mi entender, es que el cine de Amenábar, desde “Los otros”, sigue en franca regresión, si se me permite el juego de palabras. Después de una “Ágora” a la que no le vi ni el sentido ni el motivo para hacerla, al fin y al cabo lo temas tratados en ella estaban más que trillados y el film no le añadió nada nuevo al asunto que debía consistir, en esa película, según creo, en enfrentamiento entre religiones, culturas y sexos.
Pues ahora ha pasado igual. Histeria colectiva, poder del subconsciente y manipulación social y demonios internos y externos acuciándonos…..no es que ya se hayan tratado es que conviven con nosotros. ¿Para qué la película? ¿Cuál es el sentido? ¿Qué quería intentar? ¿Una nueva visión? No sé.
Sea lo que sea lo que haya querido intentar, todo lo que no sea una historia más de miedo, suspense y reflexiva sin fuerza habrá sido un fracaso. Pues eso es el film. Y además ambientado en USA, que podía haber hecho un esfuerzo y situarla en la Galicia de las meigas, la Andalucía profunda o la Catalunya de la Garrotxa. Al menos hubiese tenido el sabor nuestro y no de esta manera, que uno ha tenido la sensación durante toda la proyección de estar viendo una peli de TV de tarde de domingo. Porque aunque los USA son el paraíso de la manipulación mediática, nosotros también tenemos lo nuestro y en cuestión de histeria colectiva y obstruccionismo mental acercamos posiciones a ritmo preocupante.
Tuve a mi lado, durante la proyección, a un grupo que no dejo de cuchichear durante ella y que en ningún momento se sintió sobrecogido por la historia que se estaba no desmenuzando pero sí liando en la pantalla.
Una historia con un guión deslavazado, poco trabado, de ilación ilógica muchas veces, con un desarrollo a trompicones y un desenlace cuanto menos apresurado… pues resulta que el policía detenido lo sabía todo desde el principio… pero no lo había contado… no sé por qué. En fin que hay que hacer un esfuerzo para interpretar lo que Amenábar ha querido contar en esta película… pues en la historia está muy insuficientemente contado. El comienzo es tan confuso que me acordé de otro comienzo digno de un suspenso en cinematografía, me refiero al inicio de “Los abrazos rotos” de Almodóvar, no me recupere de él durante toda la proyección.
Podría haber sucedido que cuando Amenábar se puso a montar la peli cayese en la cuenta de que allí no veía lo que había andado buscando contar, y eso debe ser una putada tremenda, pues, imagínense, viene a ser como ponerse a hacer un rompecabezas y ver que te faltan piezas. No se puede volver a citar a todo el equipo y rodar de nuevo…eso es impracticable y una ruina…así que hay tirar con lo que se tiene…montar el rompecabezas con las piezas disponibles… lo que tiene como consecuencia que ya no es un rompecabezas… es un collage, un pastiche… pero no una buena película.
Podía haber sucedido eso…pero es que tampoco vi a Ethan Hawke metido en el papel, bueno ni a él, ni a la mayoría…y cuando eso pasa no es que sean malos actores es que…..bueno es que…
Brillan entre tanta falta de trabazón la abuela, los minutos que está, algo del hijo homosexual, un poquito el pederasta alcohólico y el instante en que Emma Watson pasa de ser la victima a ser el verdugo. Y pare usted de contar.
Y con todo he de aceptar que atreverse a rodar escenas de policías estadounidenses en una comisaria estadounidense… con todo lo que se lleva rodado y con tanto acierto es de tener una par de……. Y eso no se le puede negar a Amenábar… Viene a ser como ponerte a esculpir una estatua al lado de una de Miguel Ángel…
Aunque a lo mejor es que no tenía yo un buen día y vi la película rara… lejos de lo que esperaba. No sé.
Volveré a ver “Los otros” para pensar que Amenábar es un grandísimo guionista y director. Y a esperar.
PD: Para construir el papel del psicólogo no hubiera estado de más buscarse un asesoramiento profesional para darle al asunto un poco más de credibilidad….comienza a ser habitual eso de pensar que buscamos cuatro cosas en internet y ya está.
Pues ahora ha pasado igual. Histeria colectiva, poder del subconsciente y manipulación social y demonios internos y externos acuciándonos…..no es que ya se hayan tratado es que conviven con nosotros. ¿Para qué la película? ¿Cuál es el sentido? ¿Qué quería intentar? ¿Una nueva visión? No sé.
Sea lo que sea lo que haya querido intentar, todo lo que no sea una historia más de miedo, suspense y reflexiva sin fuerza habrá sido un fracaso. Pues eso es el film. Y además ambientado en USA, que podía haber hecho un esfuerzo y situarla en la Galicia de las meigas, la Andalucía profunda o la Catalunya de la Garrotxa. Al menos hubiese tenido el sabor nuestro y no de esta manera, que uno ha tenido la sensación durante toda la proyección de estar viendo una peli de TV de tarde de domingo. Porque aunque los USA son el paraíso de la manipulación mediática, nosotros también tenemos lo nuestro y en cuestión de histeria colectiva y obstruccionismo mental acercamos posiciones a ritmo preocupante.
Tuve a mi lado, durante la proyección, a un grupo que no dejo de cuchichear durante ella y que en ningún momento se sintió sobrecogido por la historia que se estaba no desmenuzando pero sí liando en la pantalla.
Una historia con un guión deslavazado, poco trabado, de ilación ilógica muchas veces, con un desarrollo a trompicones y un desenlace cuanto menos apresurado… pues resulta que el policía detenido lo sabía todo desde el principio… pero no lo había contado… no sé por qué. En fin que hay que hacer un esfuerzo para interpretar lo que Amenábar ha querido contar en esta película… pues en la historia está muy insuficientemente contado. El comienzo es tan confuso que me acordé de otro comienzo digno de un suspenso en cinematografía, me refiero al inicio de “Los abrazos rotos” de Almodóvar, no me recupere de él durante toda la proyección.
Podría haber sucedido que cuando Amenábar se puso a montar la peli cayese en la cuenta de que allí no veía lo que había andado buscando contar, y eso debe ser una putada tremenda, pues, imagínense, viene a ser como ponerse a hacer un rompecabezas y ver que te faltan piezas. No se puede volver a citar a todo el equipo y rodar de nuevo…eso es impracticable y una ruina…así que hay tirar con lo que se tiene…montar el rompecabezas con las piezas disponibles… lo que tiene como consecuencia que ya no es un rompecabezas… es un collage, un pastiche… pero no una buena película.
Podía haber sucedido eso…pero es que tampoco vi a Ethan Hawke metido en el papel, bueno ni a él, ni a la mayoría…y cuando eso pasa no es que sean malos actores es que…..bueno es que…
Brillan entre tanta falta de trabazón la abuela, los minutos que está, algo del hijo homosexual, un poquito el pederasta alcohólico y el instante en que Emma Watson pasa de ser la victima a ser el verdugo. Y pare usted de contar.
Y con todo he de aceptar que atreverse a rodar escenas de policías estadounidenses en una comisaria estadounidense… con todo lo que se lleva rodado y con tanto acierto es de tener una par de……. Y eso no se le puede negar a Amenábar… Viene a ser como ponerte a esculpir una estatua al lado de una de Miguel Ángel…
Aunque a lo mejor es que no tenía yo un buen día y vi la película rara… lejos de lo que esperaba. No sé.
Volveré a ver “Los otros” para pensar que Amenábar es un grandísimo guionista y director. Y a esperar.
PD: Para construir el papel del psicólogo no hubiera estado de más buscarse un asesoramiento profesional para darle al asunto un poco más de credibilidad….comienza a ser habitual eso de pensar que buscamos cuatro cosas en internet y ya está.

7,2
7.033
9
30 de junio de 2017
30 de junio de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un melodrama con tintes románticos sirve a François Ozon para elaborar una película estupendamente ambientada en los meses siguientes del final de la Primera Guerra Mundial en un pueblecito alemán. Entre la pesadumbre, la tristeza y la frustración por la derrota, la peli en blanco y negro, unos personajes se dejan arrastrar por el paso de los días, hasta que un misterioso francés aparece en el pueblo, a visitar la tumba de un joven soldado alemán caído en la contienda y François Ozon comienza a jugar con el espectador. Dando pistas, adelantando apariencias, mostrando indicios y elaborando un guión denso, con certezas, que ni siquiera al final se transforman en realidades. Típico del director, al que le gusta dejar siempre una puerta abierta a la incertidumbre.
¿Pasa lo que nos dice que pasa? ¿O lo que hemos sospechado? ¿O ninguna de las dos cosas? Ninguno de los personajes de la historia sabe todo lo que está sucediendo, pero ¿Y nosotros?
Mucho me temo que si atendemos al final del film, tampoco.
Frantz es una historia sobre la necesidad de acomodar la vida propia a la realidad de los demás, para tener al menos una coartada de que no estamos soñando. Para hacernos perdonar algo que a veces no sabemos si de verdad es perdonable, pero que necesita de la mirada de los otros para su tangibilidad.
Ozon hace malabarismos con varias líneas narrativas, tejiendo un fresco que pasa por el amor familiar, el amor romántico, la amistad, el sentimiento de culpa, la necesidad de creer para sobrevivir y la de engañarse contra viento y marea aderezado con la mentira, el egoísmo y los sueños. En fin, un tapiz lo suficientemente resistente para soportar los embates de la vida que es como un tren que quizás no coge nunca velocidades supersónicas pero que nunca para.
Un acierto narrativo y visual completo. El cine como arte.
Los actores absolutamente plegados a los deseos del director no podían haberlo hecho mejor si hubiesen sido personajes de tinta y papel. Acierto del director que lo tiene clarísimo y de los actores que se escriben sin exuberancias y sin manchurrones.
¿Pasa lo que nos dice que pasa? ¿O lo que hemos sospechado? ¿O ninguna de las dos cosas? Ninguno de los personajes de la historia sabe todo lo que está sucediendo, pero ¿Y nosotros?
Mucho me temo que si atendemos al final del film, tampoco.
Frantz es una historia sobre la necesidad de acomodar la vida propia a la realidad de los demás, para tener al menos una coartada de que no estamos soñando. Para hacernos perdonar algo que a veces no sabemos si de verdad es perdonable, pero que necesita de la mirada de los otros para su tangibilidad.
Ozon hace malabarismos con varias líneas narrativas, tejiendo un fresco que pasa por el amor familiar, el amor romántico, la amistad, el sentimiento de culpa, la necesidad de creer para sobrevivir y la de engañarse contra viento y marea aderezado con la mentira, el egoísmo y los sueños. En fin, un tapiz lo suficientemente resistente para soportar los embates de la vida que es como un tren que quizás no coge nunca velocidades supersónicas pero que nunca para.
Un acierto narrativo y visual completo. El cine como arte.
Los actores absolutamente plegados a los deseos del director no podían haberlo hecho mejor si hubiesen sido personajes de tinta y papel. Acierto del director que lo tiene clarísimo y de los actores que se escriben sin exuberancias y sin manchurrones.

7,1
12.703
9
27 de marzo de 2017
27 de marzo de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El humor argentino, debido seguramente a los avatares históricos, es un cóctel de finísimo y a la vez brusco e incisivo filo que se nutre de aromas hispanos, italianos y ese poso salvaje, que podía parecer provenir de la proximidad de los ingleses en las Malvinas pero que yo creo que es producto oriundo de las cepas inmensas y despobladas de la Pampa que al espíritu debe sentarle como la represión victoriana inglesa. Un humor que no deja pasar oportunidad de explicarnos lo ruines y cabrones que podemos ser.
Y con ese humor se ha construido esta reflexión del papel no ya del escritor laureado, como es el caso de la película, sino de cualquier personaje celebre que se escapa del rebaño y al que el rebaño vitorea, halaga, homenajea sin por ello dejar pasar la oportunidad de señalarle que el rebaño ya no está por él.
La mediocridad apesta pero es cálida. Como los pedos.
Nuestro escritor que lleva cuarenta años fuera de Argentina, que ha recibido el premio Nobel de literatura y que desde entonces no ha escrito nada decide aprovechar una invitación del alcalde de su pueblo natal, Salas, para recibir el nombramiento de “ciudadano ilustre” y participar en algunos actos que se han montado con motivo de las fiestas populares.
Evidentemente lleva la intención de recargar pilas para poder seguir escribiendo y nutrirse de nuevo de aquello que le puso a escribir y que tantos éxitos le ha dado.
Todos en el pueblo le están “esperando”.
Desde el admirador sincero al que se finge admirador para sacarle algo, pasando por el político oportunista, el terrateniente nacionalista, el antiguo amor, el amigo que se quedó para siempre en el pueblo, la joven admiradora que lo contempla como una plataforma de huida, tienen su factura preparada.
¿Qué tiene el rebaño y el redil que tanto interesa al emigrante que un día se fue y pugna por encontrar algo que nadie de los que se quedaron sabe qué es?
Aciertos de la película son esos planos de los ciudadanos estáticos que contemplan el paso del “ciudadano ilustre”, esos “móviles” que sostienen a tipos que graban las cascaruja del personaje, pues a buen seguro no han leído un libro suyo en su vida o la constante pugna del personaje por ir andando a los sitios frente al solicito vecino que lo quiere transportar y que no entiende “ese afán por andar entre casuchas, polvo y árboles esquifidos de este pueblo de mierda”
Oscar Martínez transmite de manera brillante con su rostro, mirada y sonrisa toda la perversidad, sinceridad, determinación y algún sentimiento más del personaje que según dice el mismo “un día se fue del pueblo para no volver mientras que sus personajes no pueden salir”.
Impagable, a pesar de un leve histrionismo, la interpretación de Dady Brieva en el papel del amigo que se quedó con su novia, la del escritor, de toda la vida. Una gozada.
En fin, una película que reflexiona sobre la paradoja que supone que muchos de los “ciudadanos ilustres” de muchas sociedades sean personas que huyen precisamente de esas sociedades que los encumbran y de las que abominan por su hipocresía y vulgaridad y de la que, sin embargo, no pueden prescindir.
Un amor/odio que es correspondido por la misma sociedad, que lo mismo te levanta una estatua que te tomatea.
Aquello de que nadie es profeta en su tierra. Y es que quizás para ser profeta como para el amor, lo ideal es no saberlo todo… del profeta o del objeto de nuestro amor.
Siempre hay un aporte de la imaginación y de nuestros deseos que el conocimiento hace papilla.
Un lio.
La película, más que notable.
Y con ese humor se ha construido esta reflexión del papel no ya del escritor laureado, como es el caso de la película, sino de cualquier personaje celebre que se escapa del rebaño y al que el rebaño vitorea, halaga, homenajea sin por ello dejar pasar la oportunidad de señalarle que el rebaño ya no está por él.
La mediocridad apesta pero es cálida. Como los pedos.
Nuestro escritor que lleva cuarenta años fuera de Argentina, que ha recibido el premio Nobel de literatura y que desde entonces no ha escrito nada decide aprovechar una invitación del alcalde de su pueblo natal, Salas, para recibir el nombramiento de “ciudadano ilustre” y participar en algunos actos que se han montado con motivo de las fiestas populares.
Evidentemente lleva la intención de recargar pilas para poder seguir escribiendo y nutrirse de nuevo de aquello que le puso a escribir y que tantos éxitos le ha dado.
Todos en el pueblo le están “esperando”.
Desde el admirador sincero al que se finge admirador para sacarle algo, pasando por el político oportunista, el terrateniente nacionalista, el antiguo amor, el amigo que se quedó para siempre en el pueblo, la joven admiradora que lo contempla como una plataforma de huida, tienen su factura preparada.
¿Qué tiene el rebaño y el redil que tanto interesa al emigrante que un día se fue y pugna por encontrar algo que nadie de los que se quedaron sabe qué es?
Aciertos de la película son esos planos de los ciudadanos estáticos que contemplan el paso del “ciudadano ilustre”, esos “móviles” que sostienen a tipos que graban las cascaruja del personaje, pues a buen seguro no han leído un libro suyo en su vida o la constante pugna del personaje por ir andando a los sitios frente al solicito vecino que lo quiere transportar y que no entiende “ese afán por andar entre casuchas, polvo y árboles esquifidos de este pueblo de mierda”
Oscar Martínez transmite de manera brillante con su rostro, mirada y sonrisa toda la perversidad, sinceridad, determinación y algún sentimiento más del personaje que según dice el mismo “un día se fue del pueblo para no volver mientras que sus personajes no pueden salir”.
Impagable, a pesar de un leve histrionismo, la interpretación de Dady Brieva en el papel del amigo que se quedó con su novia, la del escritor, de toda la vida. Una gozada.
En fin, una película que reflexiona sobre la paradoja que supone que muchos de los “ciudadanos ilustres” de muchas sociedades sean personas que huyen precisamente de esas sociedades que los encumbran y de las que abominan por su hipocresía y vulgaridad y de la que, sin embargo, no pueden prescindir.
Un amor/odio que es correspondido por la misma sociedad, que lo mismo te levanta una estatua que te tomatea.
Aquello de que nadie es profeta en su tierra. Y es que quizás para ser profeta como para el amor, lo ideal es no saberlo todo… del profeta o del objeto de nuestro amor.
Siempre hay un aporte de la imaginación y de nuestros deseos que el conocimiento hace papilla.
Un lio.
La película, más que notable.

7,3
61.131
9
27 de septiembre de 2016
27 de septiembre de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto muchas películas de vampiros, incluida aquella tan divertida de Polanski, y debo decir que esta es la que más me ha gustado. Claro que igual es porque no es tan de vampiros como parece o por lo menos no de vampiros de la Transilvania rumana.
Dos temas sostienen la historia que en este film se nos narra. Dos temas que se tocan: El acoso escolar y la imposibilidad de encajar en la sociedad. Y el acierto es el conseguir que uno de los temas sea el grano que supura del otro.
A una persona que sufre acoso le resulta imposible acomodarse al entorno aunque el rechazo no es total. Sólo un grupo de acosadores vertebran ese aislamiento y el resto, o no se entera, o no quiere enterarse, o enterado no puede hacer nada. ¿Qué sucede entonces? Pues puede suceder que el acosado hasta llegue a suicidarse. Ha habido unos cuantos. En la película no sucede eso porque nuestro protagonista acosado se encuentra con un aliado que ya se “suicidó”, que ya no forma parte de la humanidad y que por lo tanto está como suele decirse vulgarmente “de vuelta”. Sin posibilidades de reintegrarse entre los humanos, sin esperanza y sin deseos conmueve ver a este ser de “los infiernos” caer rendido ante la bondad y la inocencia que muestra el joven acosado.
Pero con todo y estar el guión muy trabajado es de destacar la gran labor de escenificación de la historia que transcurre en el barrio desangelado y deshumanizado de una gélida ciudad ¿sueca? en el que las relaciones humanas son primarias cuando no inexistentes y en el trabajo realizado con los personajes, algunos patéticos, y que encuentra su cenit en la torpeza del acompañante de la niña vampira que una y otra vez fracasa en el intento de llevarle sangre fresca a ¿su hija?, hasta que al final termina como cualquier padre impotente ante la demanda de sus hijos sacrificándose él mismo. Como la vida misma. Y no la de los vampiros. Hay mucha gente chupando sangre ahora mismo, aunque sea de día.
El gran éxito de esta película como de otras obras de arte que han perdurado es la múltiple lectura que se puede hacer de la historia y el valor simbólico de lo que en ella sucede. Dejen que los conceptos de vampiros y humanos fluctúen y verán como la riqueza de significados crece.
La banda sonora que podía tener esas resonancias de los bosques de Drácula se mueve en el tono sosegado de la historia cotidiana y a veces romanticona de nuestra vida. Para que no nos despistemos demasiado.
El permiso que necesita la niña vampiro para entrar en cualquier casa, tradúzcase cualquier intimidad, es un aviso de lo poco que respetamos lo más intimo de cada uno y las consecuencias de actuar sin ese permiso…..muy ilustrativas.
Una gran película porque no es lo que parece y sugiere mucho más de lo que muestra.
Dos temas sostienen la historia que en este film se nos narra. Dos temas que se tocan: El acoso escolar y la imposibilidad de encajar en la sociedad. Y el acierto es el conseguir que uno de los temas sea el grano que supura del otro.
A una persona que sufre acoso le resulta imposible acomodarse al entorno aunque el rechazo no es total. Sólo un grupo de acosadores vertebran ese aislamiento y el resto, o no se entera, o no quiere enterarse, o enterado no puede hacer nada. ¿Qué sucede entonces? Pues puede suceder que el acosado hasta llegue a suicidarse. Ha habido unos cuantos. En la película no sucede eso porque nuestro protagonista acosado se encuentra con un aliado que ya se “suicidó”, que ya no forma parte de la humanidad y que por lo tanto está como suele decirse vulgarmente “de vuelta”. Sin posibilidades de reintegrarse entre los humanos, sin esperanza y sin deseos conmueve ver a este ser de “los infiernos” caer rendido ante la bondad y la inocencia que muestra el joven acosado.
Pero con todo y estar el guión muy trabajado es de destacar la gran labor de escenificación de la historia que transcurre en el barrio desangelado y deshumanizado de una gélida ciudad ¿sueca? en el que las relaciones humanas son primarias cuando no inexistentes y en el trabajo realizado con los personajes, algunos patéticos, y que encuentra su cenit en la torpeza del acompañante de la niña vampira que una y otra vez fracasa en el intento de llevarle sangre fresca a ¿su hija?, hasta que al final termina como cualquier padre impotente ante la demanda de sus hijos sacrificándose él mismo. Como la vida misma. Y no la de los vampiros. Hay mucha gente chupando sangre ahora mismo, aunque sea de día.
El gran éxito de esta película como de otras obras de arte que han perdurado es la múltiple lectura que se puede hacer de la historia y el valor simbólico de lo que en ella sucede. Dejen que los conceptos de vampiros y humanos fluctúen y verán como la riqueza de significados crece.
La banda sonora que podía tener esas resonancias de los bosques de Drácula se mueve en el tono sosegado de la historia cotidiana y a veces romanticona de nuestra vida. Para que no nos despistemos demasiado.
El permiso que necesita la niña vampiro para entrar en cualquier casa, tradúzcase cualquier intimidad, es un aviso de lo poco que respetamos lo más intimo de cada uno y las consecuencias de actuar sin ese permiso…..muy ilustrativas.
Una gran película porque no es lo que parece y sugiere mucho más de lo que muestra.

6,2
2.762
6
15 de abril de 2016
15 de abril de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fruto del éxito que han tenido las series históricas en las televisiones ha nacido esta película que narra los hechos que acaecieron tras la muerte de Isabel de Castilla.Fernando de Aragón, su esposo, y el yerno de ambos, Felipe El Hermoso, se disputan la corona de Castilla. El primero, como esposo de la fallecida y padre de la heredera, Doña Juana de Castilla, La loca. Y el segundo como esposo de la misma. En medio el cardenal Cisneros. Hace un tiempo fue el cardenal Tarancón, salvando las distancias. Y antes de ayer era el cardenal Rouco. Ahora no sé quién es….y está bien que así sea.
Estos son unos hechos que dan para una esplendida tragedia shakesperiana con Doña Juana como figura principal. Reina entre los años 1504 y 1555, entrando y saliendo de castillos en los que era recluida, o bien por su padre, Fernando de Castilla, o bien por su marido, Felipe el hermosos, o bien por su hijo Carlos I. Una mujer que al parecer no fue muy devota de Dios en un tiempo que hasta las piedras y los árboles se arrodillaban cuando pasaba una sotana. Una mujer que reinó tras la muerte de sus dos hermanos que le antecedían en la línea sucesoria. Quizás una mujer que no había resuelto bien la atracción de las hijas por los padres y que después sublimó en su marido. En un tiempo en que ya hacían su aparición las primeras rebeliones del pueblo en la figura de “Los comuneros”. Y porque no, los primeros indicios de liberación de la mujer. O sea, una loca.
Ingredientes hay.
Sin embargo la película es esquemática y da unos indicios de todo lo que acabo de señalar, contentándose con seguir las intrigas palaciegas por el reino de Castilla. Un filme televisivo que pretende pasar a la pantalla añadiéndole efectismo y parafernalia medievalista que está muy bien. Son estupendos algunos encuadres de los personajes, algunas imágenes coloristas propias de la época y la fotografía es sobresaliente pero eso sólo es un envoltorio, además muy poco equilibrado. Esas procesiones nocturnas con antorchas y hábitos frailunos, monjiles terminan cansando.
Los actores cumplen su papel, casi todos. Me sorprendió en algunos momentos Rodolfo Sancho que está muy equilibrado y creíble. Además sospecho que Irene Escolar podía haber dado mucho más de lo que se le pidió. En algunos momentos daba la sensación de poder meterle más intensidad al momento. Todo lo contrario del actor que hacía de su marido, Raúl Mérida, que en ningún momento convence. Y menos cuando se pone al lado de José Coronado que cada vez parece menos José Coronado, cuando actúa, que es lo mejor que se puede decir de un actor. Hay algunos secundarios destacables y un Eusebio Poncela de Cisneros, que para él es un papel digamos que para hacer con los ojos cerrados.
Me quedo con lo instructiva que es y con que puede servir de acicate para que algunos de los espectadores se animen a bucear en una época tan apasionante de nuestra historia….y que ya era hora de que saliera masivamente a las pantallas.
Los americanos han llenado el mundo del cine con la Conquista del Oeste, que viene a ser como una pelea de colegio comparado con nuestra historia, mientras que nosotros……..
La fotografía, muy cuidada, un paseo por un museo de pintura renacentista.
Estos son unos hechos que dan para una esplendida tragedia shakesperiana con Doña Juana como figura principal. Reina entre los años 1504 y 1555, entrando y saliendo de castillos en los que era recluida, o bien por su padre, Fernando de Castilla, o bien por su marido, Felipe el hermosos, o bien por su hijo Carlos I. Una mujer que al parecer no fue muy devota de Dios en un tiempo que hasta las piedras y los árboles se arrodillaban cuando pasaba una sotana. Una mujer que reinó tras la muerte de sus dos hermanos que le antecedían en la línea sucesoria. Quizás una mujer que no había resuelto bien la atracción de las hijas por los padres y que después sublimó en su marido. En un tiempo en que ya hacían su aparición las primeras rebeliones del pueblo en la figura de “Los comuneros”. Y porque no, los primeros indicios de liberación de la mujer. O sea, una loca.
Ingredientes hay.
Sin embargo la película es esquemática y da unos indicios de todo lo que acabo de señalar, contentándose con seguir las intrigas palaciegas por el reino de Castilla. Un filme televisivo que pretende pasar a la pantalla añadiéndole efectismo y parafernalia medievalista que está muy bien. Son estupendos algunos encuadres de los personajes, algunas imágenes coloristas propias de la época y la fotografía es sobresaliente pero eso sólo es un envoltorio, además muy poco equilibrado. Esas procesiones nocturnas con antorchas y hábitos frailunos, monjiles terminan cansando.
Los actores cumplen su papel, casi todos. Me sorprendió en algunos momentos Rodolfo Sancho que está muy equilibrado y creíble. Además sospecho que Irene Escolar podía haber dado mucho más de lo que se le pidió. En algunos momentos daba la sensación de poder meterle más intensidad al momento. Todo lo contrario del actor que hacía de su marido, Raúl Mérida, que en ningún momento convence. Y menos cuando se pone al lado de José Coronado que cada vez parece menos José Coronado, cuando actúa, que es lo mejor que se puede decir de un actor. Hay algunos secundarios destacables y un Eusebio Poncela de Cisneros, que para él es un papel digamos que para hacer con los ojos cerrados.
Me quedo con lo instructiva que es y con que puede servir de acicate para que algunos de los espectadores se animen a bucear en una época tan apasionante de nuestra historia….y que ya era hora de que saliera masivamente a las pantallas.
Los americanos han llenado el mundo del cine con la Conquista del Oeste, que viene a ser como una pelea de colegio comparado con nuestra historia, mientras que nosotros……..
La fotografía, muy cuidada, un paseo por un museo de pintura renacentista.
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