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7,1
1.521
8
18 de septiembre de 2024
18 de septiembre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
1. Las Manzanas de Adam (Adams æbler) Año: 2005
Director: Anders Thomas Jensen.
Género: Danesada.
Abrimos el fuego con esta película al ser la que de forma más certera refleja ese particular género cinematográfico denominado ‘danesada’. Su director es el realizador franquicia de este genuino y exclusivo género danés y cuela otras 3 ó 4 películas en las 30 mejores de la historia.
La película cuenta con todos los elementos característicos y diferenciadores de la buena danesada. Personajes estrafalarios dentro de una ‘dramedia’, tono aparentemente ligero con connotaciones trágicas, y un existencialismo subyacente en la trama en la que la redención desde un punto de vista religioso servirá de hilo conductor para que cada personaje encuentre su particular salvación.
Un neonazi, Adam, sale de la cárcel y es enviado a una iglesia de pueblo alejada de la urbe para realizar cursos de reinserción social. Allí le espera un peculiar sacerdote con un trastorno de la realidad que le lleva a episodios místicos que dejarían a la mismísima Santa Teresa de Jesús como una agnóstica. El neonazi coincide en la iglesia rural con un yihadista, un agresor sexual y una alcohólica embarazada que se debate entre abortar o no en la última semana de plazo legal, al existir un elevado riesgo de que el bebé nazca con síndrome de Down. ¿Qué puede salir mal?
En esta genial película aparecen dos de los más grandes actores daneses de todos los tiempos, el genial Mads Mikkelsen y el siempre sorprendente (actorazo) Nikolaj Lie-Kaas.
Director: Anders Thomas Jensen.
Género: Danesada.
Abrimos el fuego con esta película al ser la que de forma más certera refleja ese particular género cinematográfico denominado ‘danesada’. Su director es el realizador franquicia de este genuino y exclusivo género danés y cuela otras 3 ó 4 películas en las 30 mejores de la historia.
La película cuenta con todos los elementos característicos y diferenciadores de la buena danesada. Personajes estrafalarios dentro de una ‘dramedia’, tono aparentemente ligero con connotaciones trágicas, y un existencialismo subyacente en la trama en la que la redención desde un punto de vista religioso servirá de hilo conductor para que cada personaje encuentre su particular salvación.
Un neonazi, Adam, sale de la cárcel y es enviado a una iglesia de pueblo alejada de la urbe para realizar cursos de reinserción social. Allí le espera un peculiar sacerdote con un trastorno de la realidad que le lleva a episodios místicos que dejarían a la mismísima Santa Teresa de Jesús como una agnóstica. El neonazi coincide en la iglesia rural con un yihadista, un agresor sexual y una alcohólica embarazada que se debate entre abortar o no en la última semana de plazo legal, al existir un elevado riesgo de que el bebé nazca con síndrome de Down. ¿Qué puede salir mal?
En esta genial película aparecen dos de los más grandes actores daneses de todos los tiempos, el genial Mads Mikkelsen y el siempre sorprendente (actorazo) Nikolaj Lie-Kaas.

7,7
42.308
8
18 de septiembre de 2024
18 de septiembre de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
El tándem director-actor Vinterberg-Mads Mikkelsen nos ha dado auténticas obras maestras en este siglo XXI.
Y estamos ante una OBRA MAESTRA, digan lo que digan.
La película, grosso modo, nos cuenta cómo la corrección política y la IDEOLOGÍA DE GÉNERO, destruye vidas, estigmatiza para siempre al hombre sobre el que recae la acusación y los poderes ‘extrajudiciales’ le someten a un juicio paralelo en la que es culpable, de entrada. A ese hombre se le condena a una muerte social. Sobre él se ejerce una violencia invisible y prácticamente imperceptible al principio, pero igualmente devastadora. Las instituciones y mecanismos que creíamos justos y objetivos, van creando en torno a él una perversa envolvente de culpa y prejuicios y en un momento dado, toda la violencia inquisitorial de un sistema social dominado por ‘la ideología de género’ cae sobre el sentenciado sin piedad ni mesura.
El protagonista de esta historia es sometido a un proceso inquisitorial que se inicia por una acusación peor que falsa, INDUCIDA. Pedofilia. La niña, la pequeña, ni tan siquiera tiene conciencia de mentir, o de inventar. Los ‘equipos de trabajo, expertos, pedagogos, psicólogos’ se encargarán de emitir ‘informes’ que bajo la apariencia de ‘técnicos’, esconden toda la basura moral de una ideología de género que, como comprobamos en tiempo real, excarcela a pedófilos de verdad y condena a hombres inocentes.
Película danesa de TERROR SOCIAL, impensable en el ecosistema podrido y sectario del ‘cine español’.
Y estamos ante una OBRA MAESTRA, digan lo que digan.
La película, grosso modo, nos cuenta cómo la corrección política y la IDEOLOGÍA DE GÉNERO, destruye vidas, estigmatiza para siempre al hombre sobre el que recae la acusación y los poderes ‘extrajudiciales’ le someten a un juicio paralelo en la que es culpable, de entrada. A ese hombre se le condena a una muerte social. Sobre él se ejerce una violencia invisible y prácticamente imperceptible al principio, pero igualmente devastadora. Las instituciones y mecanismos que creíamos justos y objetivos, van creando en torno a él una perversa envolvente de culpa y prejuicios y en un momento dado, toda la violencia inquisitorial de un sistema social dominado por ‘la ideología de género’ cae sobre el sentenciado sin piedad ni mesura.
El protagonista de esta historia es sometido a un proceso inquisitorial que se inicia por una acusación peor que falsa, INDUCIDA. Pedofilia. La niña, la pequeña, ni tan siquiera tiene conciencia de mentir, o de inventar. Los ‘equipos de trabajo, expertos, pedagogos, psicólogos’ se encargarán de emitir ‘informes’ que bajo la apariencia de ‘técnicos’, esconden toda la basura moral de una ideología de género que, como comprobamos en tiempo real, excarcela a pedófilos de verdad y condena a hombres inocentes.
Película danesa de TERROR SOCIAL, impensable en el ecosistema podrido y sectario del ‘cine español’.

6,9
18.251
8
16 de febrero de 2025
16 de febrero de 2025
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor que se puede decir del director y guionista Sean Baker es que tiene un estilo propio. Al igual que, por ejemplo, Tarantino sus películas son perfectamente reconocibles, éstas siguen un patrón concreto convertido en fórmula.
Baker sería al cine lo que el impresionismo a la pintura. Él comienza con situaciones y personajes en primerísimo plano. A partir de ahí utiliza su particular técnica 'del trazo suelto' para ir dándole forma completa a su cuadro, alejando muy despacio la cámara del foco para que el espectador tenga una perspectiva global de la situación, de la historia, de los distintos personajes que pivotan alrededor del principal, en este caso una escort que tiene la suerte, o la desgracia, de saber ruso. Y a través de pinceladas, detalles, a veces tachones, vamos conociendo a la protagonista.
Lo que nos ofrece Baker en esta película es una Odisea de Homero, absolutamente sui géneris. Vamos a asistir a un viaje, a un itinerario (físico, geográfico, vital) lleno de pruebas, trampas, ardides, maldad. También a una búsqueda. Un 'Sin Noticias de Gurb' pero con la oligarquía rusa haciendo de las suyas. En esa búsqueda Anora, no descubrirá porque ya lo sabe, tomará conciencia de su realidad y del modo que ha elegido de relacionarse con el mundo.
Baker tiene preferencia por personajes que pertenecen al mundo de la prostitución, el comercio sexual y el lumpen asociado. No los juzga, caricaturiza, margina ni etiqueta. Su cámara es sólo el 'eye witness' que se limita a plasmar situaciones, aparentemente sin posicionarse, pero en realidad su mirada siempre es condescendiente y comprensiva para con ellos.
Otra característica del cine de Baker que me gusta y constituye 'pattern' son sus finales abruptos, repentinos. Los vimos en The Florida Project, tambien en Red Rockett, e igualmente en esta Odisea de la desdichada Anora.
La luz y el color, y el tratamiento de estos a través de la fotografía, al igual que en el impresionismo, juegan un papel esencial en la película. Espectacular.
Aparecen muchos rusos en la película, que tampoco son juzgados severamente, alguno muestra una enorme humanidad por cierto, por lo que no sé si será reconocida como debe en ese estercolero cultural y moral en que se ha convertido Hollywood.
De las películas en liza para el Oscar a tal categoría, me ha parecido la mejor con diferencia (a falta de ver el biopic de Bob Dylan)
PD. La protagonista del filme, Mikey Madison, es 'una chica Tarantino', por cierto.
Baker sería al cine lo que el impresionismo a la pintura. Él comienza con situaciones y personajes en primerísimo plano. A partir de ahí utiliza su particular técnica 'del trazo suelto' para ir dándole forma completa a su cuadro, alejando muy despacio la cámara del foco para que el espectador tenga una perspectiva global de la situación, de la historia, de los distintos personajes que pivotan alrededor del principal, en este caso una escort que tiene la suerte, o la desgracia, de saber ruso. Y a través de pinceladas, detalles, a veces tachones, vamos conociendo a la protagonista.
Lo que nos ofrece Baker en esta película es una Odisea de Homero, absolutamente sui géneris. Vamos a asistir a un viaje, a un itinerario (físico, geográfico, vital) lleno de pruebas, trampas, ardides, maldad. También a una búsqueda. Un 'Sin Noticias de Gurb' pero con la oligarquía rusa haciendo de las suyas. En esa búsqueda Anora, no descubrirá porque ya lo sabe, tomará conciencia de su realidad y del modo que ha elegido de relacionarse con el mundo.
Baker tiene preferencia por personajes que pertenecen al mundo de la prostitución, el comercio sexual y el lumpen asociado. No los juzga, caricaturiza, margina ni etiqueta. Su cámara es sólo el 'eye witness' que se limita a plasmar situaciones, aparentemente sin posicionarse, pero en realidad su mirada siempre es condescendiente y comprensiva para con ellos.
Otra característica del cine de Baker que me gusta y constituye 'pattern' son sus finales abruptos, repentinos. Los vimos en The Florida Project, tambien en Red Rockett, e igualmente en esta Odisea de la desdichada Anora.
La luz y el color, y el tratamiento de estos a través de la fotografía, al igual que en el impresionismo, juegan un papel esencial en la película. Espectacular.
Aparecen muchos rusos en la película, que tampoco son juzgados severamente, alguno muestra una enorme humanidad por cierto, por lo que no sé si será reconocida como debe en ese estercolero cultural y moral en que se ha convertido Hollywood.
De las películas en liza para el Oscar a tal categoría, me ha parecido la mejor con diferencia (a falta de ver el biopic de Bob Dylan)
PD. La protagonista del filme, Mikey Madison, es 'una chica Tarantino', por cierto.

7,3
651
8
6 de junio de 2025
6 de junio de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya ocurría con la obra maestra Rebel (https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/625470/417896.html), hay que fijarse en los nombres del director y los actores que componen el elenco de la película. Efectivamente, todos son de ascendencia magrebí, por lo tanto nacidos, crecidos y educados en una ‘islamovisión’ que les hace conocedores de forma nativa, y en primera persona, de esa misma y peculiar cosmovisión religiosa, política, social que es el Islam. De otro modo serían tachados de ‘islamófobos’, pero los que miran hacia otro lado ante lo que está sucediendo en Europa no pueden utilizar el recurrente lugar común, en esta ocasión. Tampoco con la película Rebel.
¿Y qué está pasando en Europa?
Si Rebel nos mostraba, por primera vez, cómo opera el Estado Islámico desde dentro, en esta obra del belga –marroquí Jawad Rhalib se nos muestra la manera en la que el virus del yihadismo se inocula en una de las arterias principales de las democracias occidentales: la docencia.
Los musulmanes, en Europa, no deberían haber pasado de grupo anecdótico como lo son, por ejemplo, los testigos de Jehová o los mormones. Ocurre que cuando ese grupo social adquiere una relevancia notoria se convierte en ‘actor político’ capaz de influir en legislaciones, regulaciones, parlamentos y hasta resultados electorales.
Los principios que se defienden en El Corán, como en la vida del profeta Mahoma o en la Ley islámica o Sharia, son absolutamente incompatibles con los valores occidentales. Contra el legado europeo construido desde la filosofía griega, el derecho romano y la tradición judeo – cristiana.
Y en el momento en el que los diferentes sistemas educativos que pretenden inculcar ‘códigos morales’ de igualdad, dignidad del ser humano, tolerancia, inclusividad, respeto por las minorías y la identidad sexual de las personas, CONSIENTEN que una mujer ataviada con el velo integral, el hiyab o el burka lleve a sus hijos al colegio sin que intervengan, acto seguido, los poderes públicos, servicios sociales y Policía, todos esos principios rectores se vienen abajo revelándose como una gigantesca mentira.
Y esa gran mentira es la que se refleja en la película, en donde la protagonista será, precisamente, una profesora de ascendencia magrebí que es testigo directo de cómo se inocula el veneno del odio y el radicalismo en su propia aula, sin que los diferentes sistemas de control y seguimiento ‘democráticos’ puedan hacer nada, o quieran hacer algo al respecto.
La dejación de funciones, el mirar para otro lado, el consentir la ignominia o caer en el ‘relativismo cultural’ traerán trágicas consecuencias para los distintos protagonistas de esta historia, que ya se ha convertido en habitual.
Asistimos, anestesiados, a la realidad cotidiana de permitir clases de religión islámica e interpretación del Corán, tanto en centro docentes en horario lectivo como fuera de los colegios, mediante opacas asociaciones culturales fuertemente subvencionadas por los poderes públicos (con dinero público), en donde las niñas se cubren con el velo islámico, llegándose a conformar un sistema educativo paralelo al legalmente establecido. ¿Qué discursos se están desplegando en esos ‘centros religiosos islámicos?, ¿Qué valores se inculcan a niños y niñas, estas últimas cubiertas con el hiyab, a las que se les recuerda, Corán en mano, que no pueden mirar fijamente a los ojos de un varón? Es un tema tabú y su cuestionamiento no ha querido ser abordado por las fuerzas políticas progresistas, cobardes, temerosas y colaboracionistas. La comunidad musulmana se ha convertido, repetimos, en actor político, y dentro de la misma se ocultan y operan agentes yihadistas bajo el disfraz de imanes o profesores de religión, que operan con total y absoluta libertad, IMPUNIDAD.
Esta película, valiente, desafiante, nos cuenta una situación tan incuestionable como ocultada, deliberadamente.
Desde el punto de vista de una profesora de ascendencia magrebí, Amal, y con un tono documental, en donde el sentido de desasosiego, tensión, desequilibrio, emocional y del propio sistema educativo, se refleja en un continuo movimiento oscilante de cámara a la hora de filmar diálogos y situaciones, el metraje nos va introduciendo de modo casi divulgativo, metódico, en la forma en la que el yihadismo opera e influye en los jóvenes que se infectan del mismo.
Adolescentes, aún en proceso de madurez y formación intelectual, tendrán contacto directo con la esencia misma del odio, que adoptará la forma de ‘pureza de los conceptos islámicos’. Conceptos puros y perfectos para cuerpos y mentes aún en formación. Sin matices.
La película retrata y señala la cobardía y el colaboracionismo de las sociedades que renuncian a defender valores democráticos innegociables, y que consideran que la tolerancia debe manifestarse evitando ofender a ese islamismo radical e intransigente ‘para que no vaya a más’. Total, viven en sus guetos y son sus reglas.
Las consecuencias de mirar para otro lado y caer en la cobarde corrección política se verán reflejadas a lo largo de esta historia.
El hecho de que los propios musulmanes, europeos de ascendencia magrebí y, muy importante, desde un punto de vista laico (¿existe el Islam laico?), denuncien esta realidad apodíctica, - que su propia comunidad acoge y ampara a cripto yihadistas que adoptan la forma de docentes -, utilizando las únicas armas que tienen a su alcance, en este caso el cine, resulta doblemente meritorio. Porque estamos ante una película ‘ideológica’, su contenido pretende despertar conciencias, la de los cobardes y colaboracionistas, y además adopta la forma correcta. Estamos pues ante una gran película, en fondo y forma.
Mención especial para la deslumbrante interpretación de la actriz protagonista, Lubna Azabal (quien también aparecía en la obra maestra Rebel)
PD: El personaje del profesor de religión musulmana provoca auténtico terror, terror yihadista.
¿Y qué está pasando en Europa?
Si Rebel nos mostraba, por primera vez, cómo opera el Estado Islámico desde dentro, en esta obra del belga –marroquí Jawad Rhalib se nos muestra la manera en la que el virus del yihadismo se inocula en una de las arterias principales de las democracias occidentales: la docencia.
Los musulmanes, en Europa, no deberían haber pasado de grupo anecdótico como lo son, por ejemplo, los testigos de Jehová o los mormones. Ocurre que cuando ese grupo social adquiere una relevancia notoria se convierte en ‘actor político’ capaz de influir en legislaciones, regulaciones, parlamentos y hasta resultados electorales.
Los principios que se defienden en El Corán, como en la vida del profeta Mahoma o en la Ley islámica o Sharia, son absolutamente incompatibles con los valores occidentales. Contra el legado europeo construido desde la filosofía griega, el derecho romano y la tradición judeo – cristiana.
Y en el momento en el que los diferentes sistemas educativos que pretenden inculcar ‘códigos morales’ de igualdad, dignidad del ser humano, tolerancia, inclusividad, respeto por las minorías y la identidad sexual de las personas, CONSIENTEN que una mujer ataviada con el velo integral, el hiyab o el burka lleve a sus hijos al colegio sin que intervengan, acto seguido, los poderes públicos, servicios sociales y Policía, todos esos principios rectores se vienen abajo revelándose como una gigantesca mentira.
Y esa gran mentira es la que se refleja en la película, en donde la protagonista será, precisamente, una profesora de ascendencia magrebí que es testigo directo de cómo se inocula el veneno del odio y el radicalismo en su propia aula, sin que los diferentes sistemas de control y seguimiento ‘democráticos’ puedan hacer nada, o quieran hacer algo al respecto.
La dejación de funciones, el mirar para otro lado, el consentir la ignominia o caer en el ‘relativismo cultural’ traerán trágicas consecuencias para los distintos protagonistas de esta historia, que ya se ha convertido en habitual.
Asistimos, anestesiados, a la realidad cotidiana de permitir clases de religión islámica e interpretación del Corán, tanto en centro docentes en horario lectivo como fuera de los colegios, mediante opacas asociaciones culturales fuertemente subvencionadas por los poderes públicos (con dinero público), en donde las niñas se cubren con el velo islámico, llegándose a conformar un sistema educativo paralelo al legalmente establecido. ¿Qué discursos se están desplegando en esos ‘centros religiosos islámicos?, ¿Qué valores se inculcan a niños y niñas, estas últimas cubiertas con el hiyab, a las que se les recuerda, Corán en mano, que no pueden mirar fijamente a los ojos de un varón? Es un tema tabú y su cuestionamiento no ha querido ser abordado por las fuerzas políticas progresistas, cobardes, temerosas y colaboracionistas. La comunidad musulmana se ha convertido, repetimos, en actor político, y dentro de la misma se ocultan y operan agentes yihadistas bajo el disfraz de imanes o profesores de religión, que operan con total y absoluta libertad, IMPUNIDAD.
Esta película, valiente, desafiante, nos cuenta una situación tan incuestionable como ocultada, deliberadamente.
Desde el punto de vista de una profesora de ascendencia magrebí, Amal, y con un tono documental, en donde el sentido de desasosiego, tensión, desequilibrio, emocional y del propio sistema educativo, se refleja en un continuo movimiento oscilante de cámara a la hora de filmar diálogos y situaciones, el metraje nos va introduciendo de modo casi divulgativo, metódico, en la forma en la que el yihadismo opera e influye en los jóvenes que se infectan del mismo.
Adolescentes, aún en proceso de madurez y formación intelectual, tendrán contacto directo con la esencia misma del odio, que adoptará la forma de ‘pureza de los conceptos islámicos’. Conceptos puros y perfectos para cuerpos y mentes aún en formación. Sin matices.
La película retrata y señala la cobardía y el colaboracionismo de las sociedades que renuncian a defender valores democráticos innegociables, y que consideran que la tolerancia debe manifestarse evitando ofender a ese islamismo radical e intransigente ‘para que no vaya a más’. Total, viven en sus guetos y son sus reglas.
Las consecuencias de mirar para otro lado y caer en la cobarde corrección política se verán reflejadas a lo largo de esta historia.
El hecho de que los propios musulmanes, europeos de ascendencia magrebí y, muy importante, desde un punto de vista laico (¿existe el Islam laico?), denuncien esta realidad apodíctica, - que su propia comunidad acoge y ampara a cripto yihadistas que adoptan la forma de docentes -, utilizando las únicas armas que tienen a su alcance, en este caso el cine, resulta doblemente meritorio. Porque estamos ante una película ‘ideológica’, su contenido pretende despertar conciencias, la de los cobardes y colaboracionistas, y además adopta la forma correcta. Estamos pues ante una gran película, en fondo y forma.
Mención especial para la deslumbrante interpretación de la actriz protagonista, Lubna Azabal (quien también aparecía en la obra maestra Rebel)
PD: El personaje del profesor de religión musulmana provoca auténtico terror, terror yihadista.
12 de octubre de 2024
12 de octubre de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniel Rye era un fotógrafo danés que en el año 2013 fue capturado en Siria por el Estado Islámico y permaneció secuestrado 398 días, hasta que finalmente y previo pago de un rescate aproximado de 2 millones de euros, fue liberado en junio de 2014.
Estamos ante la dramatización de un hecho real. Se trata de la magnífica y rigurosa adaptación del libro de la periodista danesa Puk Damsgard ‘¿Ves la luna, Daniel?’ en el que de manera minuciosa se desglosan los casi 400 días de cautiverio del joven danés.
Daniel Rye una vez secuestrado fue trasladado a la ciudad de Raqqa en donde coincidió con otros cautivos, entre ellos dos españoles, los periodistas Marc Marginedas y Javier Espinosa. Entre los secuestrados se encontraba el tristemente recordado periodista estadounidense James Foley. Foley, recordarán, fue decapitado en directo y en streaming para todo el mundo mientras se encontraba de rodillas vestido con un mono naranja al estilo Guantánamo mientras su verdugo blandía un cuchillo de grandes dimensiones y soltaba soflamas varias.
La película es rigurosa a la hora de narrar los hechos, respetuosa para con los protagonistas de aquella terrible experiencia y abre varias polémicas.
Una vez los familiares de Daniel tuvieron noticia de su secuestro por el Daesh, tanto el gobierno danés como el Ministerio de Asuntos Exteriores del país escandinavo dejaron muy claro que no iban a pagar ningún rescate y que su política, inamovible, era la de no negociar nunca con terroristas.
En la película Daniel comparte cautiverio con hombres de diversas nacionalidades: franceses, polacos, USA, españoles…
España, por ejemplo, tiene una política de pagar. De pagar mucho, rápido y sin chistar y además pidiendo a los medios de comunicación que por favor, que se abstengan de airearlo o sacar a la luz los pormenores, que ya les llegará ‘lo suyo’. Bien. Es una opción. Los distintos gobiernos españoles han soltado auténticas morteradas cada vez que cualquier español/a ha sido secuestrado, bien por piratas somalíes, grupos yihadistas de variopinto pelaje, Estado Islámico, talibanes…en Afganistán el gobierno de España pagaba incluso ‘preventivamente’, o sea, ‘antes de…’ para que los talibanes, equivocada o premeditadamente se abstuvieran de atentar contra las tropas españolas allí desplegadas.
La película abre un debate interesante: ¿Debe el Gobierno representante de un Estado soberano, pagar una millonada a terroristas por el rescate de un nacional que, de manera particular, privada, fuera de cualquier misión o asignación oficial/estatal, decide libre y voluntariamente colocarse en una situación de riesgo pese a las advertencias dadas desde organismos nacionales, acudiendo a un país en conflicto en donde acaba siendo secuestrado?
Países como EEUU o Dinamarca lo tienen claro y la respuesta es NO. España, independientemente de gobiernos PSOE o Pepé también: SÍ rotundo, rotundísimo. El matiz es importante, secuestro de un nacional que libre y voluntariamente se encontraba en el lugar sin estar obligado a ello.
Bien, finalmente la solución intermedia a la que accedió el gobierno danés fue el de permitir a la familia realizar una especie de ‘crowfunding’ o recolecta masiva de dinero en la que haría la vista gorda sin inspeccionar cómo y quién llevaba a cabo las donaciones económicas ni cómo se trasladaría el dinero, su ruta, persona encargada, etc, etc…
La película como hemos dicho, es rigurosa en extremo en cuanto a la descripción del cautiverio de Daniel, incidiendo en su relación con James Foley con el que entablaría una sincera e intensa amistad. Evita el efectismo tremendista pero no obvia los episodios de violencia extrema, humillaciones, vejaciones, condiciones insalubres e inhumanas de vida durante el cautiverio, y tampoco la naturaleza de sus captores, a quienes los secuestrados ‘bautizaron’ ‘Los Beatles’, ya que, increíblemente, se trataba de 4 británicos de ascendencia árabe, musulmanes o musulmanizados, que en un perfecto acento de Oxford o ‘londoner’, llevaron a cabo los actos más monstruosos que se puedan imaginar. Cuatro psicópatas con gravísimos trastornos mentales que encontraron en el Islam y en la violencia explícita del Coran la vía de escape para dar rienda suelta a su sadismo y psicopatía. Cada uno tenía su propio nombre de pila: John (El Shafee el Sheij), Paul (Mohamed Emwazi), George (Abdel Bari) y Ringo (Alexanda Kotey). John fue el autor material de la decapitación filmada y retransmitida en streaming mundial de James Foley.
Episodios de miedo, pérdida de dignidad, recuperación de la dignidad en mitad del terror, ejecuciones públicas, ejecuciones ficticias teatralizadas, decapitaciones, humillaciones, están presentes a lo largo del metraje. Y al final para darnos cuenta de que toda la parafernalia del Estado Islámico, sus soflamas, puesta en escena hollywoodense, sus ejecuciones en prime time filmadas a lo Michael Bay, todo eso era (y es) cuestión de DINERO, no de pureza religiosa, ni venganza, ni Guerra Santa. NO. Una nueva forma de Organización criminal llevando la violencia hasta límites no desplegados hasta entonces CON FINES LUCRATIVOS, sin más. Pagas: vives. No pagas. Mueres. De hecho la consigna clave era que al rehén por el que se recibía rescate no se le mataba porque entonces, corría la noticia y la familia o el Estado (España sin ir muy allá) dejarían de pagar y el negocio se acabaría.
Desde el punto de vista formal, el guion firmado por Thomas Jensen es sobresaliente y la película toma el registro de un Paul Greengrass, para entendernos. Montaje trepidante, tensión de conjunto, cámara ‘temblequeante’ para incidir en ese desasosiego e hiperrealismo.
Que una de las mejores películas de secuestros de lo que llevamos de siglo XXI haya pasado prácticamente desapercibida sólo puedo atribuirlo a que resulta muy ‘incómoda’, para gobiernos occidentales y para ese Islam que no tiene cabida ni en Siria ni en Dinamarca
Estamos ante la dramatización de un hecho real. Se trata de la magnífica y rigurosa adaptación del libro de la periodista danesa Puk Damsgard ‘¿Ves la luna, Daniel?’ en el que de manera minuciosa se desglosan los casi 400 días de cautiverio del joven danés.
Daniel Rye una vez secuestrado fue trasladado a la ciudad de Raqqa en donde coincidió con otros cautivos, entre ellos dos españoles, los periodistas Marc Marginedas y Javier Espinosa. Entre los secuestrados se encontraba el tristemente recordado periodista estadounidense James Foley. Foley, recordarán, fue decapitado en directo y en streaming para todo el mundo mientras se encontraba de rodillas vestido con un mono naranja al estilo Guantánamo mientras su verdugo blandía un cuchillo de grandes dimensiones y soltaba soflamas varias.
La película es rigurosa a la hora de narrar los hechos, respetuosa para con los protagonistas de aquella terrible experiencia y abre varias polémicas.
Una vez los familiares de Daniel tuvieron noticia de su secuestro por el Daesh, tanto el gobierno danés como el Ministerio de Asuntos Exteriores del país escandinavo dejaron muy claro que no iban a pagar ningún rescate y que su política, inamovible, era la de no negociar nunca con terroristas.
En la película Daniel comparte cautiverio con hombres de diversas nacionalidades: franceses, polacos, USA, españoles…
España, por ejemplo, tiene una política de pagar. De pagar mucho, rápido y sin chistar y además pidiendo a los medios de comunicación que por favor, que se abstengan de airearlo o sacar a la luz los pormenores, que ya les llegará ‘lo suyo’. Bien. Es una opción. Los distintos gobiernos españoles han soltado auténticas morteradas cada vez que cualquier español/a ha sido secuestrado, bien por piratas somalíes, grupos yihadistas de variopinto pelaje, Estado Islámico, talibanes…en Afganistán el gobierno de España pagaba incluso ‘preventivamente’, o sea, ‘antes de…’ para que los talibanes, equivocada o premeditadamente se abstuvieran de atentar contra las tropas españolas allí desplegadas.
La película abre un debate interesante: ¿Debe el Gobierno representante de un Estado soberano, pagar una millonada a terroristas por el rescate de un nacional que, de manera particular, privada, fuera de cualquier misión o asignación oficial/estatal, decide libre y voluntariamente colocarse en una situación de riesgo pese a las advertencias dadas desde organismos nacionales, acudiendo a un país en conflicto en donde acaba siendo secuestrado?
Países como EEUU o Dinamarca lo tienen claro y la respuesta es NO. España, independientemente de gobiernos PSOE o Pepé también: SÍ rotundo, rotundísimo. El matiz es importante, secuestro de un nacional que libre y voluntariamente se encontraba en el lugar sin estar obligado a ello.
Bien, finalmente la solución intermedia a la que accedió el gobierno danés fue el de permitir a la familia realizar una especie de ‘crowfunding’ o recolecta masiva de dinero en la que haría la vista gorda sin inspeccionar cómo y quién llevaba a cabo las donaciones económicas ni cómo se trasladaría el dinero, su ruta, persona encargada, etc, etc…
La película como hemos dicho, es rigurosa en extremo en cuanto a la descripción del cautiverio de Daniel, incidiendo en su relación con James Foley con el que entablaría una sincera e intensa amistad. Evita el efectismo tremendista pero no obvia los episodios de violencia extrema, humillaciones, vejaciones, condiciones insalubres e inhumanas de vida durante el cautiverio, y tampoco la naturaleza de sus captores, a quienes los secuestrados ‘bautizaron’ ‘Los Beatles’, ya que, increíblemente, se trataba de 4 británicos de ascendencia árabe, musulmanes o musulmanizados, que en un perfecto acento de Oxford o ‘londoner’, llevaron a cabo los actos más monstruosos que se puedan imaginar. Cuatro psicópatas con gravísimos trastornos mentales que encontraron en el Islam y en la violencia explícita del Coran la vía de escape para dar rienda suelta a su sadismo y psicopatía. Cada uno tenía su propio nombre de pila: John (El Shafee el Sheij), Paul (Mohamed Emwazi), George (Abdel Bari) y Ringo (Alexanda Kotey). John fue el autor material de la decapitación filmada y retransmitida en streaming mundial de James Foley.
Episodios de miedo, pérdida de dignidad, recuperación de la dignidad en mitad del terror, ejecuciones públicas, ejecuciones ficticias teatralizadas, decapitaciones, humillaciones, están presentes a lo largo del metraje. Y al final para darnos cuenta de que toda la parafernalia del Estado Islámico, sus soflamas, puesta en escena hollywoodense, sus ejecuciones en prime time filmadas a lo Michael Bay, todo eso era (y es) cuestión de DINERO, no de pureza religiosa, ni venganza, ni Guerra Santa. NO. Una nueva forma de Organización criminal llevando la violencia hasta límites no desplegados hasta entonces CON FINES LUCRATIVOS, sin más. Pagas: vives. No pagas. Mueres. De hecho la consigna clave era que al rehén por el que se recibía rescate no se le mataba porque entonces, corría la noticia y la familia o el Estado (España sin ir muy allá) dejarían de pagar y el negocio se acabaría.
Desde el punto de vista formal, el guion firmado por Thomas Jensen es sobresaliente y la película toma el registro de un Paul Greengrass, para entendernos. Montaje trepidante, tensión de conjunto, cámara ‘temblequeante’ para incidir en ese desasosiego e hiperrealismo.
Que una de las mejores películas de secuestros de lo que llevamos de siglo XXI haya pasado prácticamente desapercibida sólo puedo atribuirlo a que resulta muy ‘incómoda’, para gobiernos occidentales y para ese Islam que no tiene cabida ni en Siria ni en Dinamarca
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