"Miracle Valley Recreation Area" lo denominan en la película. El campo de alubias se llama tal cual.
Joe Mondragón descubre -poco después de que le nieguen un empleo en la construcción de dicho resort- que el campo de su padre resulta sorprendentemente fértil cuando lo irriga con el agua "reservada". Ello removerá el "statu quo" de un pueblo de Nuevo México llamado Milagro, donde a priori no debía haber impedimentos para situar el complejo recreativo.

Hay mucho más que buenas intenciones, el culo de Sonia Braga, las sorna de Rubén Blades, una buena fotografía o una premiada banda sonora en esta deliciosa obra de Redford. Hay profundidad, progresión convincente, momentos impagables (como el de la vaca y los ancianos armados en la furgoneta); te lo pasas pipa, gana con cada visionado.
Y si porque recuerda que el agua es para beber y no para regar campos de golf, a alguno le toca decir que es maniquea; "pos fale".

Y parece una perogrullada pero es así: los milagros son para quienes creen en ellos.

Y plana. Qué aburrimiento. Qué guión más soso. Qué falta de sutileza. Qué poca gracia. ¡Qué timo!

Los personajes resultan muy poco creíbles pese a estar basados en una historia real. Lo lineal y acaramelado del desarrollo va de la mano con la poca consistencia y los topicazos en la denuncia de la segregación racial. Dirección mediocre y prácticamente nula rentabilización de la cuestión musical.
En resumen: decepcionante y soporífera. Si encima tenéis que sufrir el doblaje: ¡Preparaos!
Solo se salvan la fotografía y los diálogos en italiano.

No sé que es lo que ha fallado, pero me han vuelto a engañar. Que lo sepáis.

En su momento abandoné el cine a los 20 minutos por su agresividad hacia el espectador, al que trata como un idiota con recochineo mientras Kevin Kline va repitiendo constantemente "no me llames estúpido".
22 años después la estoy viendo por la televisión y no hay nada que revisar de la impresión inicial: una acumulación de chorradas sin ninguna gracia y cuyo único atractivo son las exhibiciones de ropa interior de la Jamie Lee. ¿Qué es lo que tiene tanto éxito y buenas críticas, incluso después de pasados los años? ¿Es que os pone lo de "háblame en italiano"?, ¿O lo del tartamudo? Misterio...

¿Mientras haya primer mundo habrá tercer mundo? ¿No tiene solución la cultura criolla?.
Aquí Bollaín entra fuerte desde buen principio y nos regala un filme que es una caña continua: enhebrando certeramente una película dentro de otra, el conflicto del agua -se pretendía incluso limitar el derecho a recoger el agua de lluvia, de ahí el título-, la injusticia estructural omnipresente, así como las angustias, los miedos y la ira de todos los implicados -siempre desde su desigual posición de salida-; llega a sumergirte y hacerte volar de un plano a otro de la ficción de una manera deliciosa.
Sin obviar la sutileza y a un ritmo trepidante, con fotografía "ad hoc" y una genial dirección de actores -incluso Karra Elejalde (Colón) está muy bién-; cada escena va abriendo nuevas y demoledoras perspectivas del problema que dejan al espectador clavado en la butaca hasta la inevitable resolución.
Ineludible. Y da gusto ver como todavía hay quien tiene ideas y como esta directora demuestra más oficio en cada nueva producción.

En rabioso blanco y negro, historia del Jazz en estado puro. Documental muy bien montado que nos transporta durante 2 horas al mundo, la música y el vitalismo de los años sesenta; encontraremos allí a James Dean, Charlie Parker, Alfred Hitchcock y muchos más. Con el hilo conductor del propio Chet Baker contando su vivencia y transmitiendo su amor por el jazz, incluyendo filmaciones de conciertos y "jam sessions" que no debeis perderos. Imprescindible.