You must be a loged user to know your affinity with Gonso
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

7,2
120.808
8
15 de marzo de 2007
15 de marzo de 2007
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este ha sido el año definitivo del cine mexicano, gracias a Alfonso Cuarón (“Hijos de los hombres”), Alejandro González Iñárritu (“Babel”) y Guillermo del Toro. Éste último es el realizador de esta fábula franquista con una simpática niña (que ganó el Goya) como protagonista de una historia con comedia, terror, ciencia-ficción y unas aventuras ejemplares. El reparto incluye actores de la talla de Maribel Verdú, Álex Angulo o un terrorífico Sergi López encarnando a un fascista cercano al diablo. Podría parecer por el tráiler una historia para toda la familia, pero no se confundan: el tratamiento del fascismo y algunas sangrientas secuencias dejarán a los niños más traumatizados que Joselito.

7,6
111.411
7
9 de marzo de 2007
9 de marzo de 2007
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sorpresa cinematográfica del pasado año, frente superproducciones varias, fue esta pequeña joya independiente galardonada (y con todas las de la ley) con dos Oscar e innumerables premios (miento, se pueden numerar y son 28). Es un retrato de una familia disfuncional, con unas personalidades tan dispares como originales y emotivas. Ninguno se salva de su grado de locura, pero a ninguno les falta ese corazón necesario para amar a una familia. Un viaje de tres días hacia el Oeste en la mítica Volkswagen hippie les hará sentirse más unidos que nunca. Leíso así suena a manida cursilada, pero realmente no podrán evitar la sonrisa permanente con los grandes gags del abuelo o el padre (el siempre estupendo Greg Kinnear) y los llantos justos y necesarios.
8
14 de enero de 2018
14 de enero de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
BoJack Horseman, primera serie de animación para adultos de Netflix, en España todavía es desconocida para el gran público pese a sus cuatro temporadas. Bajo una capa de ácido humor negro, se sumerge en uno de los mejores tratamientos sobre la soledad y la depresión vistos en pantalla. Y sí, el protagonista es un caballo.
La depresión es una de las enfermedades mentales más extendidas del mundo y con un mayor crecimiento. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), en 2017 ya afecta a 322 millones de personas a nivel global y a casi 2,5 millones solo en España. Además, el número de personas que vive con esta patología ha aumentado casi un 20% en los últimos diez años. BoJack Horseman
Debido a la importancia de esta realidad, el cine a lo largo de su historia ha tratado de mostrar este trastorno del estado de ánimo mediante el lenguaje audiovisual. Así, obras como Las Horas (2002), Prozac Nation (2001), Helen (2009), Un hombre Soltero (2009) o la “trilogía de la depresión” de Lars Von Trier, conformada por Anticristo (2009), Melancolía (2011) y Nymphomaniac (2013), entre otras muchas, ahondan en la depresión y sus ramificaciones, como son la soledad, la tristeza, la disminución de la autoestima o, en última desesperada instancia, el suicidio.
Pero una de las grandes ventajas de una ficción seriada frente al largometraje es la posibilidad de profundizar sobre los personajes de una forma pausada, natural y evolutiva. Durante horas de visionado, el espectador puede ver cómo los protagonistas cambian en base a los acontecimientos que les van sucediendo, bien en presente, o bien mediante flashbacks. Y esto es lo que pasa en BoJack Horseman, una de las primeras series de animación que, en lugar de estar conformada por capítulos autoconclusivos, opta por desarrollar un hilo narrativo serializado.
BoJack Horseman cuenta la historia de un caballo antropomorfo (con la voz de Will Arnett, conocido por su papel de Gob en la maravillosa serie Arrested Development) que, tras triunfar como actor en una sitcom en los noventa (estilo Padres Forzosos), ve cómo su ser va decayendo conforme su fama se desvanece. Sumido en un mundo de drogas y alcohol, su vida se basa en añorar otros tiempos en los que los flashes y las fiestas de Hollywood eran su pan de cada día.
La escritora Diane Nguyen (Alison Brie, conocida por Mad Men y Community) propone a BoJack redactar su biografía para que, de esta forma, su nombre vuelva a estar en boca de todo el mundo. Otros personajes secundarios relevantes son la exnovia de BoJack, Princess Carolyne (Amy Sedaris), una gata agente de actores, su compañero de piso Todd Chávez (Aaron Paul, el gran Jesse Pinkman en Breaking Bad) y su amigo Mr. Peanutbutter (Paul F. Tomkins), un labrador, novio de Diane y también actor.
La serie comienza poniéndonos en situación desde un prisma cómico. El humor negro es el género imperante durante los primeros cinco capítulos (los más irregulares), pero a partir del sexto comienzan los mazazos a la psique del espectador, que no se espera un drama tan profundo en una serie de este tipo. Tengan paciencia, porque en esta obra lo mejor está siempre por llegar. BoJack es un personaje complejo, condicionado por el comportamiento de sus padres (reflejado magistralmente en el 4×11, uno de sus mejores episodios) y autodestructivo, con tendencia a minar cada oportunidad que surge para que salga adelante. Por otra parte, el Hollywood que nos retrata su creador, Raphael Bob-Waksberg, lleno de hipocresías, falsas esperanzas e intereses, tampoco ayuda a que nuestro protagonista logre progresar.
BoJack Horseman no es buena persona. De hecho, muchas de sus acciones provocan malestar en el espectador, que se esfuerza en crear una empatía hacia el personaje y este se resiste a dejarse querer. Pero, poco a poco, consigue que nos encariñemos con su imperfección, ya que, al fin y al cabo, el ser humano es eso, un complejo conjunto de buenas y malas acciones. Además, en su cuarta temporada hace aparición su hija, que él desconocía hasta ese momento, y se crea un paulatino vínculo que da un nuevo sentido al existencialismo de nuestro protagonista. BoJack ve reflejada parte de su personalidad en ella, y no le gusta. Empieza a darse cuenta de que la base para lograr la felicidad está en dar, no en recibir, en ayudar al prójimo para así encontrar su bienestar personal.
Aunque los premios que ha cosechado a lo largo de sus cuatro temporadas se pueden contar con los dedos de una mano (¿cuánta gente en la industria hollywoodiense se habrá sentido ofendida por verse tan sinceramente reflejada?), la crítica a estas alturas resulta unánime, siendo considerada por multitud de periodistas como la mejor serie del año durante varias temporadas consecutivas. El prestigioso portal Rotten Tomatoes, que aúna la opinión de cientos de críticos, valora la segunda y tercera temporada con un 100% de críticas positivas (la primera con un 60% y la cuarta con un 96%). Resumiendo, es una experiencia audiovisual que no deben perderse.
Más críticas en: https://eldebatedehoy.es/autor/gfuentes/
La depresión es una de las enfermedades mentales más extendidas del mundo y con un mayor crecimiento. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), en 2017 ya afecta a 322 millones de personas a nivel global y a casi 2,5 millones solo en España. Además, el número de personas que vive con esta patología ha aumentado casi un 20% en los últimos diez años. BoJack Horseman
Debido a la importancia de esta realidad, el cine a lo largo de su historia ha tratado de mostrar este trastorno del estado de ánimo mediante el lenguaje audiovisual. Así, obras como Las Horas (2002), Prozac Nation (2001), Helen (2009), Un hombre Soltero (2009) o la “trilogía de la depresión” de Lars Von Trier, conformada por Anticristo (2009), Melancolía (2011) y Nymphomaniac (2013), entre otras muchas, ahondan en la depresión y sus ramificaciones, como son la soledad, la tristeza, la disminución de la autoestima o, en última desesperada instancia, el suicidio.
Pero una de las grandes ventajas de una ficción seriada frente al largometraje es la posibilidad de profundizar sobre los personajes de una forma pausada, natural y evolutiva. Durante horas de visionado, el espectador puede ver cómo los protagonistas cambian en base a los acontecimientos que les van sucediendo, bien en presente, o bien mediante flashbacks. Y esto es lo que pasa en BoJack Horseman, una de las primeras series de animación que, en lugar de estar conformada por capítulos autoconclusivos, opta por desarrollar un hilo narrativo serializado.
BoJack Horseman cuenta la historia de un caballo antropomorfo (con la voz de Will Arnett, conocido por su papel de Gob en la maravillosa serie Arrested Development) que, tras triunfar como actor en una sitcom en los noventa (estilo Padres Forzosos), ve cómo su ser va decayendo conforme su fama se desvanece. Sumido en un mundo de drogas y alcohol, su vida se basa en añorar otros tiempos en los que los flashes y las fiestas de Hollywood eran su pan de cada día.
La escritora Diane Nguyen (Alison Brie, conocida por Mad Men y Community) propone a BoJack redactar su biografía para que, de esta forma, su nombre vuelva a estar en boca de todo el mundo. Otros personajes secundarios relevantes son la exnovia de BoJack, Princess Carolyne (Amy Sedaris), una gata agente de actores, su compañero de piso Todd Chávez (Aaron Paul, el gran Jesse Pinkman en Breaking Bad) y su amigo Mr. Peanutbutter (Paul F. Tomkins), un labrador, novio de Diane y también actor.
La serie comienza poniéndonos en situación desde un prisma cómico. El humor negro es el género imperante durante los primeros cinco capítulos (los más irregulares), pero a partir del sexto comienzan los mazazos a la psique del espectador, que no se espera un drama tan profundo en una serie de este tipo. Tengan paciencia, porque en esta obra lo mejor está siempre por llegar. BoJack es un personaje complejo, condicionado por el comportamiento de sus padres (reflejado magistralmente en el 4×11, uno de sus mejores episodios) y autodestructivo, con tendencia a minar cada oportunidad que surge para que salga adelante. Por otra parte, el Hollywood que nos retrata su creador, Raphael Bob-Waksberg, lleno de hipocresías, falsas esperanzas e intereses, tampoco ayuda a que nuestro protagonista logre progresar.
BoJack Horseman no es buena persona. De hecho, muchas de sus acciones provocan malestar en el espectador, que se esfuerza en crear una empatía hacia el personaje y este se resiste a dejarse querer. Pero, poco a poco, consigue que nos encariñemos con su imperfección, ya que, al fin y al cabo, el ser humano es eso, un complejo conjunto de buenas y malas acciones. Además, en su cuarta temporada hace aparición su hija, que él desconocía hasta ese momento, y se crea un paulatino vínculo que da un nuevo sentido al existencialismo de nuestro protagonista. BoJack ve reflejada parte de su personalidad en ella, y no le gusta. Empieza a darse cuenta de que la base para lograr la felicidad está en dar, no en recibir, en ayudar al prójimo para así encontrar su bienestar personal.
Aunque los premios que ha cosechado a lo largo de sus cuatro temporadas se pueden contar con los dedos de una mano (¿cuánta gente en la industria hollywoodiense se habrá sentido ofendida por verse tan sinceramente reflejada?), la crítica a estas alturas resulta unánime, siendo considerada por multitud de periodistas como la mejor serie del año durante varias temporadas consecutivas. El prestigioso portal Rotten Tomatoes, que aúna la opinión de cientos de críticos, valora la segunda y tercera temporada con un 100% de críticas positivas (la primera con un 60% y la cuarta con un 96%). Resumiendo, es una experiencia audiovisual que no deben perderse.
Más críticas en: https://eldebatedehoy.es/autor/gfuentes/
Serie

7,7
24.566
8
14 de enero de 2018
14 de enero de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los siete capítulos que componen la miniserie de HBO desglosan un fiel retrato de varias personalidades femeninas frente al machismo occidental del siglo XXI, con un asesinato (que no se desvela hasta el final) como nexo dramático. Big Little Lies ganó cinco premios Emmy en la última ceremonia, y bien merecidos.
Cuando uno se sienta a ver Big Little Lies y pasan los primeros minutos, parece que versa sobre un grupo de mujeres de clase alta, que viven en mansiones de lujo con vistas al mar y disfrutan de preciosos atardeceres, mientras beben copas de Romanée-Conti y se preocupan de los que parecen ser “problemas del primer mundo”. El universo opuesto de la vida en Sudán, Burundi o El Congo, donde la preocupación diaria es encontrar comida. Pero, precisamente, el valor de la trama creada por David E. Kelley (Ally McBeal, Boston Legal) y dirigida por Jean-Marc Vallée (Dallas Buyer Club, Alma Salvaje y ganador del Emmy por su labor en la serie), curiosamente dos hombres, es precisamente que nos importen, y mucho, el devenir de cada una de esas féminas, las entendamos y queramos que nos acompañen el mayor tiempo posible.
El test de Bechdel, de 1985, es un método para evaluar si una narración (sea película, serie, obra literaria…) evita la brecha de género. Y es que, pese a que las mujeres son la mitad de la población mundial, no están lo suficientemente representadas en la ficción. Para poder pasar dicho test, debe haber al menos dos personajes femeninos, que en algún momento hablen entre sí y que esa conversación no trate sobre un personaje masculino. Por sorprendente que parezca, muchísimas obras no pasan este sencillo test. Por ejemplo, de los 108 filmes nominados al Oscar a la Mejor Película entre 2000 y 2016, tan solo el 55% superó la prueba. Pero Big Little Lies la pasa con creces, y provoca una comprensión y empatía en el espectador con los personajes femeninos pocas veces vista en la pequeña o la gran pantalla.
La historia comienza con un flashfoward de un nocturno asesinato, luces de la Policía, caras sorprendidas y llantos desconsolados. Durante toda la narración, se intercalará un interrogatorio sobre el delito a diferentes personajes de la ciudad, con la historia de tres protagonistas: Jane, Celeste y Madeline. Jane (Shailene Woodley, conocida por su papel de Beatrice Prior en la trilogía Divergente) es una joven madre soltera que acaba de llegar a la ciudad huyendo de su pasado. Celeste (Nicole Kidman, en lo que a mi parecer es el mejor papel al que se ha enfrentado en su extensa carrera, de ahí su merecido Emmy) es la más elegante y comedida del grupo de amigas, una mujer con una vida familiar teóricamente perfecta y un esposo “ejemplar”. Finalmente, Madeline (Reese Witherspoon, que ha sabido exprimir óptimamente su eterno papel de pija metida en problemas, y aquí le va como anillo al dedo) es una líder nata, amante de la popularidad, pero que debe lidiar con su exmarido y la hija adolescente que comparten. Las tres formarán una alianza en una población llena de hipocresías, máscaras y formalidades sociales. Esta es Monterrey, en California, que casi se puede erigir como un cuarto personaje, con sus preciosos paseos, sus kilométricas playas y lujo, mucho lujo. El reparto lo completan Alexander Skarsgard, como marido de Celeste, y Laura Dern (ambos ganadores del Emmy como mejores actores secundarios), entre otros muchos personajes.
La miniserie está basada en la novela Pequeñas Mentiras, escrita en 2014 por la australiana Liane Moriarty, y tiene ciertas reminiscencias con la serie Mujeres Desesperadas (2004-2012), aunque tratando los temas con una mayor profundidad y madurez, desprendiéndose prácticamente del humor y abordando asuntos tan escabrosos como la violencia machista física y psicológica, en una sociedad de apariencias y falsedades en la cual la sonrisa de las féminas debe ser perenne. Además, es poco habitual encontrarse en Hollywood personajes femeninos de más de treinta años y aquí casi todas sobrepasan la cuarentena, ofreciendo un prisma más maduro y profundo de la mujer actual en la sociedad occidental.
Finalmente, otro de los grandes valores de Big Little Lies es que huye de la victimización, esa corriente que advierte a la mujer de los peligros del hombre (“no dejes que te maltraten”, “protégete contra el acosador”), en lugar de demonizar al agresor. Todo esto queda plasmado en la miniserie, pero no ahondo más para evitar spoilers. Y es que el problema no está en una falda corta o en un maquillaje exuberante, sino en la mirada irrespetuosa y lasciva del que se encuentra delante.
Más críticas en: https://eldebatedehoy.es/autor/gfuentes/
Cuando uno se sienta a ver Big Little Lies y pasan los primeros minutos, parece que versa sobre un grupo de mujeres de clase alta, que viven en mansiones de lujo con vistas al mar y disfrutan de preciosos atardeceres, mientras beben copas de Romanée-Conti y se preocupan de los que parecen ser “problemas del primer mundo”. El universo opuesto de la vida en Sudán, Burundi o El Congo, donde la preocupación diaria es encontrar comida. Pero, precisamente, el valor de la trama creada por David E. Kelley (Ally McBeal, Boston Legal) y dirigida por Jean-Marc Vallée (Dallas Buyer Club, Alma Salvaje y ganador del Emmy por su labor en la serie), curiosamente dos hombres, es precisamente que nos importen, y mucho, el devenir de cada una de esas féminas, las entendamos y queramos que nos acompañen el mayor tiempo posible.
El test de Bechdel, de 1985, es un método para evaluar si una narración (sea película, serie, obra literaria…) evita la brecha de género. Y es que, pese a que las mujeres son la mitad de la población mundial, no están lo suficientemente representadas en la ficción. Para poder pasar dicho test, debe haber al menos dos personajes femeninos, que en algún momento hablen entre sí y que esa conversación no trate sobre un personaje masculino. Por sorprendente que parezca, muchísimas obras no pasan este sencillo test. Por ejemplo, de los 108 filmes nominados al Oscar a la Mejor Película entre 2000 y 2016, tan solo el 55% superó la prueba. Pero Big Little Lies la pasa con creces, y provoca una comprensión y empatía en el espectador con los personajes femeninos pocas veces vista en la pequeña o la gran pantalla.
La historia comienza con un flashfoward de un nocturno asesinato, luces de la Policía, caras sorprendidas y llantos desconsolados. Durante toda la narración, se intercalará un interrogatorio sobre el delito a diferentes personajes de la ciudad, con la historia de tres protagonistas: Jane, Celeste y Madeline. Jane (Shailene Woodley, conocida por su papel de Beatrice Prior en la trilogía Divergente) es una joven madre soltera que acaba de llegar a la ciudad huyendo de su pasado. Celeste (Nicole Kidman, en lo que a mi parecer es el mejor papel al que se ha enfrentado en su extensa carrera, de ahí su merecido Emmy) es la más elegante y comedida del grupo de amigas, una mujer con una vida familiar teóricamente perfecta y un esposo “ejemplar”. Finalmente, Madeline (Reese Witherspoon, que ha sabido exprimir óptimamente su eterno papel de pija metida en problemas, y aquí le va como anillo al dedo) es una líder nata, amante de la popularidad, pero que debe lidiar con su exmarido y la hija adolescente que comparten. Las tres formarán una alianza en una población llena de hipocresías, máscaras y formalidades sociales. Esta es Monterrey, en California, que casi se puede erigir como un cuarto personaje, con sus preciosos paseos, sus kilométricas playas y lujo, mucho lujo. El reparto lo completan Alexander Skarsgard, como marido de Celeste, y Laura Dern (ambos ganadores del Emmy como mejores actores secundarios), entre otros muchos personajes.
La miniserie está basada en la novela Pequeñas Mentiras, escrita en 2014 por la australiana Liane Moriarty, y tiene ciertas reminiscencias con la serie Mujeres Desesperadas (2004-2012), aunque tratando los temas con una mayor profundidad y madurez, desprendiéndose prácticamente del humor y abordando asuntos tan escabrosos como la violencia machista física y psicológica, en una sociedad de apariencias y falsedades en la cual la sonrisa de las féminas debe ser perenne. Además, es poco habitual encontrarse en Hollywood personajes femeninos de más de treinta años y aquí casi todas sobrepasan la cuarentena, ofreciendo un prisma más maduro y profundo de la mujer actual en la sociedad occidental.
Finalmente, otro de los grandes valores de Big Little Lies es que huye de la victimización, esa corriente que advierte a la mujer de los peligros del hombre (“no dejes que te maltraten”, “protégete contra el acosador”), en lugar de demonizar al agresor. Todo esto queda plasmado en la miniserie, pero no ahondo más para evitar spoilers. Y es que el problema no está en una falda corta o en un maquillaje exuberante, sino en la mirada irrespetuosa y lasciva del que se encuentra delante.
Más críticas en: https://eldebatedehoy.es/autor/gfuentes/

5,9
2.421
4
2 de julio de 2006
2 de julio de 2006
17 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un producto facilón, con interpretaciones y personajes vacíos, una copia casi literal de Pulp Fiction sin demasiada gracia, se hace larga y algunos personajes dan tirria pero...
La historia está bastante elaborada y bien montada, hay muchas alusiones a otros films (clerks, forrest gump, reservoir dogs, asesinos natos, nell...) sólo entendibles entre cinéfilos y algunos gags, aunque repetitivos, tienen su gracia...
En conclusión no es un filme recomendable, válgame dios, pero no es tan terrorífico como este servidor esperaba. Además dura menos de hora y media y finaliza intercalando los créditos con tomas falsas, que siempre te dejan con una sonrisa en la cara.
La historia está bastante elaborada y bien montada, hay muchas alusiones a otros films (clerks, forrest gump, reservoir dogs, asesinos natos, nell...) sólo entendibles entre cinéfilos y algunos gags, aunque repetitivos, tienen su gracia...
En conclusión no es un filme recomendable, válgame dios, pero no es tan terrorífico como este servidor esperaba. Además dura menos de hora y media y finaliza intercalando los créditos con tomas falsas, que siempre te dejan con una sonrisa en la cara.
Más sobre Gonso
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here