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7,2
33.887
9
16 de diciembre de 2019
16 de diciembre de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
HISTORIA DE UN MATRIMONIO (Marriage Story) 2019
Dirección: Noah Baumbach
Nominada recientemente como una de las cinco mejores películas del año, para la próxima entrega de los Globos de Oro, “Historia de un Matrimonio” es una comedia dramática acerca del intrincado tema del divorcio.
La crisis matrimonial de Charlie (Adam Driver), un talentoso director teatral, con Nicole (Scarlett Johansson) ha llegado a un punto que no tiene retorno. Viven en Nueva York con su hijo de ocho años Henry (Azhy Robertson). Nicole, una madre cariñosa pero algo insegura, se siente invadida por el hastío de vivir y trabajar como actriz bajo el ala de Charlie, imperturbable y meticuloso, que no quiere o no puede concederle su deseo de vivir en Los Ángeles, donde residen su madre y su hermana Cassie (Merritt Wever). Una oportunidad laboral para actuar en una serie, situación que ella misma define como un salvavidas, la impulsa a abandonar su hogar y a viajar con el niño hasta la casa de Sandra (Julie Hagerty), su madre. Hasta aquí el planteo de los primeros veinte minutos. A continuación, todo el rodaje sigue las alternativas del serpenteante y tortuoso trámite de divorcio y la puja por quedarse en la soleada California o regresar a Nueva York, como desea Charlie.
Demanda de divorcio mediante, toman protagonismo los abogados de las partes. Nora Fanshaw, interpretada por la espléndida Laura Dern, sagaz y seductora, representa a Nicole, y Charlie recurre inicialmente a Jay Marotta
(Ray Liotta), costosísimo e igualmente astuto, quien le advierte la diferencia entre los penalistas “que ven a los malos en su mejor momento” y los representantes legales de divorcios “que ven a los buenos en su peor momento”.
Irremediablemente, la relación de esta pareja, se deteriora aún más durante el proceso, donde se ventilan intimidades y reproches mutuos. Aman profundamente a su hijo, pero su espíritu competitivo es más fuerte y sus expectativas de futuro irreconciliables.
Scarlett Johansson y Adam Driver logran un ensamble perfecto en todas las escenas, con “acting” musical incluído y escenas hilarantes. Ella despliega todos sus encantos, pero Adam Driver es quien desempeña una calidad interpretativa emotiva y convincente, en un difícil rol, por las diferentes circunstancias que le impone la historia, hasta el final del film, sabiamente captadas por la cámara de Robbie Ryan, en primeros planos e interiores que hablan por sí mismos.
El director y guionista Noah Baumbach, compone este retrato de crisis familiar de manera equilibrada, sin descargar culpas ni prejuicios y con una visión humanista, de una problemática, que sin duda, cambia el curso de la vida de todos sus integrantes, en esta película de ritmo moderado, aunque sostenido. Quizás las palabras puestas en boca del gran Alan Alda, como el segundo abogado de Charlie, sean las que cierren el círculo en el que giran los personajes: “Divorciarse con un hijo, es como un muerto sin cadáver”.
Disponible en Netflix, 136 minutos.
Dirección: Noah Baumbach
Nominada recientemente como una de las cinco mejores películas del año, para la próxima entrega de los Globos de Oro, “Historia de un Matrimonio” es una comedia dramática acerca del intrincado tema del divorcio.
La crisis matrimonial de Charlie (Adam Driver), un talentoso director teatral, con Nicole (Scarlett Johansson) ha llegado a un punto que no tiene retorno. Viven en Nueva York con su hijo de ocho años Henry (Azhy Robertson). Nicole, una madre cariñosa pero algo insegura, se siente invadida por el hastío de vivir y trabajar como actriz bajo el ala de Charlie, imperturbable y meticuloso, que no quiere o no puede concederle su deseo de vivir en Los Ángeles, donde residen su madre y su hermana Cassie (Merritt Wever). Una oportunidad laboral para actuar en una serie, situación que ella misma define como un salvavidas, la impulsa a abandonar su hogar y a viajar con el niño hasta la casa de Sandra (Julie Hagerty), su madre. Hasta aquí el planteo de los primeros veinte minutos. A continuación, todo el rodaje sigue las alternativas del serpenteante y tortuoso trámite de divorcio y la puja por quedarse en la soleada California o regresar a Nueva York, como desea Charlie.
Demanda de divorcio mediante, toman protagonismo los abogados de las partes. Nora Fanshaw, interpretada por la espléndida Laura Dern, sagaz y seductora, representa a Nicole, y Charlie recurre inicialmente a Jay Marotta
(Ray Liotta), costosísimo e igualmente astuto, quien le advierte la diferencia entre los penalistas “que ven a los malos en su mejor momento” y los representantes legales de divorcios “que ven a los buenos en su peor momento”.
Irremediablemente, la relación de esta pareja, se deteriora aún más durante el proceso, donde se ventilan intimidades y reproches mutuos. Aman profundamente a su hijo, pero su espíritu competitivo es más fuerte y sus expectativas de futuro irreconciliables.
Scarlett Johansson y Adam Driver logran un ensamble perfecto en todas las escenas, con “acting” musical incluído y escenas hilarantes. Ella despliega todos sus encantos, pero Adam Driver es quien desempeña una calidad interpretativa emotiva y convincente, en un difícil rol, por las diferentes circunstancias que le impone la historia, hasta el final del film, sabiamente captadas por la cámara de Robbie Ryan, en primeros planos e interiores que hablan por sí mismos.
El director y guionista Noah Baumbach, compone este retrato de crisis familiar de manera equilibrada, sin descargar culpas ni prejuicios y con una visión humanista, de una problemática, que sin duda, cambia el curso de la vida de todos sus integrantes, en esta película de ritmo moderado, aunque sostenido. Quizás las palabras puestas en boca del gran Alan Alda, como el segundo abogado de Charlie, sean las que cierren el círculo en el que giran los personajes: “Divorciarse con un hijo, es como un muerto sin cadáver”.
Disponible en Netflix, 136 minutos.

6,4
3.167
8
4 de junio de 2020
4 de junio de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
En algún lugar de los Andes colombianos comienza “Monos”, la tercera película de Alejandro Landes, después de “Porfirio” y el documental “Cocalero” acerca de la figura de Evo Morales.
En estas alturas, un comando-guerrilla está encargado de custodiar a una mujer secuestrada a quien llaman “la doctora” (Julianne Nicholson). Estos ocho jóvenes adolescentes tienen nombres de guerra: Rambo (Sofía Buenaventura), Lobo (Julián Giraldo), Leidi (Karen Quintero), Sueca (Laura Castrillón), Pitufo (Deibi Rueda), Perro (Raúl Cubides), Bum Bum (Sneider Castro) y Patagrande (Moises Arias). Todos ellos realizan un entrenamiento espartano en destreza de lucha y supervivencia, bajo las órdenes de un superior.
La historia del propio Landes, también como guionista, no especifica hechos ni lugares donde ha ocurrido la guerrilla colombiana. En este caso, la guerrilla es el telón de fondo para narrar, y casi analizar, el comportamiento de este grupo heterogéneo en aislamiento. Cuando uno de ellos mata accidentalmente a la vaca que les habían confiado, se desencadenan diferentes reacciones de acuerdo al perfil de cada uno de ellos, que incluso va cambiando a medida que avanza el film. Flota la idea del secuestrador-secuestrado, en una desesperada búsqueda de liberación, a toda acción y suspenso, ambientada con los acordes de la música original de Mica Levy, que amalgama con los sonidos de la naturaleza del paisaje.
El grupo de muchachos y chicas, salvo Moises Arias, no son actores profesionales, e interpretan, en alternancia, escenas de sensual erotismo con otras, donde se palpita una violencia extrema, todas con gran espontaneidad.
Además de las logradas actuaciones, el film cuenta con la dirección de fotografía de Jasper Wolf, en magníficas postales de la cordillera, la selva y el río Samaná, un ecosistema que se curiosamente mantuvo virgen mientras duró la guerra de guerrillas en Colombia. En los créditos finales, la película hace referencia a esto y al Páramo de Chingaza, que provee agua a Bogotá. Un mensaje ecologista, más que un mensaje político.
“Monos” triunfó como Mejor Largometraje en la edición 63ra. del BFT (London Film Festival) y obtuvo el Premio Especial del Jurado (drama) en el Sundance Film Festival. Es, sin duda, una potente experiencia cinematográfica.
Duración: 102 minutos. Disponible en Netflix.
En estas alturas, un comando-guerrilla está encargado de custodiar a una mujer secuestrada a quien llaman “la doctora” (Julianne Nicholson). Estos ocho jóvenes adolescentes tienen nombres de guerra: Rambo (Sofía Buenaventura), Lobo (Julián Giraldo), Leidi (Karen Quintero), Sueca (Laura Castrillón), Pitufo (Deibi Rueda), Perro (Raúl Cubides), Bum Bum (Sneider Castro) y Patagrande (Moises Arias). Todos ellos realizan un entrenamiento espartano en destreza de lucha y supervivencia, bajo las órdenes de un superior.
La historia del propio Landes, también como guionista, no especifica hechos ni lugares donde ha ocurrido la guerrilla colombiana. En este caso, la guerrilla es el telón de fondo para narrar, y casi analizar, el comportamiento de este grupo heterogéneo en aislamiento. Cuando uno de ellos mata accidentalmente a la vaca que les habían confiado, se desencadenan diferentes reacciones de acuerdo al perfil de cada uno de ellos, que incluso va cambiando a medida que avanza el film. Flota la idea del secuestrador-secuestrado, en una desesperada búsqueda de liberación, a toda acción y suspenso, ambientada con los acordes de la música original de Mica Levy, que amalgama con los sonidos de la naturaleza del paisaje.
El grupo de muchachos y chicas, salvo Moises Arias, no son actores profesionales, e interpretan, en alternancia, escenas de sensual erotismo con otras, donde se palpita una violencia extrema, todas con gran espontaneidad.
Además de las logradas actuaciones, el film cuenta con la dirección de fotografía de Jasper Wolf, en magníficas postales de la cordillera, la selva y el río Samaná, un ecosistema que se curiosamente mantuvo virgen mientras duró la guerra de guerrillas en Colombia. En los créditos finales, la película hace referencia a esto y al Páramo de Chingaza, que provee agua a Bogotá. Un mensaje ecologista, más que un mensaje político.
“Monos” triunfó como Mejor Largometraje en la edición 63ra. del BFT (London Film Festival) y obtuvo el Premio Especial del Jurado (drama) en el Sundance Film Festival. Es, sin duda, una potente experiencia cinematográfica.
Duración: 102 minutos. Disponible en Netflix.

6,7
16.725
9
22 de agosto de 2020
22 de agosto de 2020
Sé el primero en valorar esta crítica
Algunos segundos de metraje documental en blanco y negro dan inicio al último film del director inglés Joe Wright, seguramente recordado por “Orgullo y Prejuicio” (2005) y “Atonement” (2007).
La figura central es el primer ministro británico Winston Churchill (Gary Oldman), y su desempeño político durante algunos días, en la primavera de 1940, o sea el apogeo de la ofensiva nazi en Europa occidental. Decisiones cruciales que definieron un cambio de la política defensiva del gabinete de Lord Chamberlain (Ronald Pickup) hacia una rotunda, terminante y patriótica ofensiva liderada por Churchill. Seguir luchando hasta el final, aunque esto implique un salto al vacío.
Con seis nominaciones para los premios Oscar, la película mantiene un ritmo acelerado con travellings, primeros planos de Oldman en rojo encendido, en lograda edición. Algo más de cien minutos de cine de la mejor calidad. La dirección de fotografía es de Bruno Delbonnel y la banda sonora de Darío Marianelli. Atención: no levantarse de la butaca antes, pues vale la pena escucharla hasta el fin!
Darkest Hour es ese tipo de películas donde todo el elenco es brillante. Desde luego Gary Oldman se lleva todos los premios, construyendo el personaje con realismo, convicción y mucho maquillaje. El guión de Anthony McCarten le brinda parlamentos memorables, como su diálogo con el rey Jorge VI (Ben Mendelsohn). Lo notable es que al inicio del film, se deja ver todo lo desagradable que tenía el carácter del auténtico Churchill, para luego, poco a poco, la figura del primer ministro resulte admirable. Merecido premio Oscar para él, como mejor actor en rol protagónico. Kristin Scott Thomas, como Clementine Churchill, exquisita como siempre, luce su perfecta dicción y feminidad.
En los últimos años el cine ha reelaborado la realidad histórica del mismo acontecimiento desde dos ópticas diferentes. “Dunquerque” de Christopher Nolan y “Las horas más oscuras” de Joe Wright. Vale la pena ver las dos.
Género: Drama histórico, 114 minutos.
La figura central es el primer ministro británico Winston Churchill (Gary Oldman), y su desempeño político durante algunos días, en la primavera de 1940, o sea el apogeo de la ofensiva nazi en Europa occidental. Decisiones cruciales que definieron un cambio de la política defensiva del gabinete de Lord Chamberlain (Ronald Pickup) hacia una rotunda, terminante y patriótica ofensiva liderada por Churchill. Seguir luchando hasta el final, aunque esto implique un salto al vacío.
Con seis nominaciones para los premios Oscar, la película mantiene un ritmo acelerado con travellings, primeros planos de Oldman en rojo encendido, en lograda edición. Algo más de cien minutos de cine de la mejor calidad. La dirección de fotografía es de Bruno Delbonnel y la banda sonora de Darío Marianelli. Atención: no levantarse de la butaca antes, pues vale la pena escucharla hasta el fin!
Darkest Hour es ese tipo de películas donde todo el elenco es brillante. Desde luego Gary Oldman se lleva todos los premios, construyendo el personaje con realismo, convicción y mucho maquillaje. El guión de Anthony McCarten le brinda parlamentos memorables, como su diálogo con el rey Jorge VI (Ben Mendelsohn). Lo notable es que al inicio del film, se deja ver todo lo desagradable que tenía el carácter del auténtico Churchill, para luego, poco a poco, la figura del primer ministro resulte admirable. Merecido premio Oscar para él, como mejor actor en rol protagónico. Kristin Scott Thomas, como Clementine Churchill, exquisita como siempre, luce su perfecta dicción y feminidad.
En los últimos años el cine ha reelaborado la realidad histórica del mismo acontecimiento desde dos ópticas diferentes. “Dunquerque” de Christopher Nolan y “Las horas más oscuras” de Joe Wright. Vale la pena ver las dos.
Género: Drama histórico, 114 minutos.

6,0
4.222
7
30 de diciembre de 2020
30 de diciembre de 2020
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en el bestseller homónimo escrito por J.D Vance, el film estrenado por Netflix, narra la historia en primera persona de su autor, quien en su perfil de Twitter se define como “cristiano, esposo y padre”. El libro se subtitula como “una memoria de familia y cultura en crisis”.
La película abre en la comarca rural de Jackson, Kentucky, cuando los lugareños escuchan una comunicación radial de su pastor acerca de la fortaleza necesaria para elevarse, con la ayuda de la gracia de Dios. Ese mensaje de superación atraviesa todo el film y su protagonista será el depositario de esa luz divina, a pesar de todas las dificultades por las que atraviesa desde su niñez.
Esta vez el veterano director de “El Código Da Vinci” o “Apolo 13” por citar dos de sus tantos éxitos, apuesta a un relato ligado a retratar la clase trabajadora o sector social postergado de la población norteamericana de áreas rurales, que como votantes republicanos, siguen promesas políticas de salvación con miras a esa elevación tan anhelada. Justamente esa vulnerabilidad deviene fácilmente en frustración, adicción, abuso doméstico y bullying. Todo esto es lo que tiene que enfrentar el joven J.D. interpretado por Owen Asztalos, en su adolescencia.
Ya adulto vemos a J.D. (Gabriel Basso) en franco camino de resiliencia, como estudiante de abogacía en la Universidad de Yale, a punto de conseguir un trabajo digno a sus esfuerzos, cuando recibe un llamado de su hermana Lindsay (Haley Bennett) por que su madre ha sido internada por sobredosis. Y así el film va y viene en el tiempo, entre sus recuerdos de adolescente, en los veranos de Jackson y su situación actual, en 2011.
Amy Adams interpreta a Bev Vance, la madre de J.D., una mujer emocionalmente inestable, con crudos recuerdos de su niñez y que se ha dejado vencer. Su arco dramático varía de la exasperación, producto de su conducta errática, a la profunda tristeza, con la solvencia que la caracteriza en todos sus personajes. Glen Close, casi irreconocible y despojada de su belleza habitual, encarna a la abuela “Mamaw” que salva al joven J.D., brindándole a su manera la contención necesaria para seguir adelante y superarse.
Completan el conjunto Maryse Alberti en la dirección de fotografía y el “score” de David Fleming y Han Zimmer.
“Hillbilly Elegy” es una postal de un paisaje montañés donde las raíces permanecen firmes, aunque la tempestad derribe el follaje.
Género: drama. Duración: 115 minutos. Disponible en Netflix.
La película abre en la comarca rural de Jackson, Kentucky, cuando los lugareños escuchan una comunicación radial de su pastor acerca de la fortaleza necesaria para elevarse, con la ayuda de la gracia de Dios. Ese mensaje de superación atraviesa todo el film y su protagonista será el depositario de esa luz divina, a pesar de todas las dificultades por las que atraviesa desde su niñez.
Esta vez el veterano director de “El Código Da Vinci” o “Apolo 13” por citar dos de sus tantos éxitos, apuesta a un relato ligado a retratar la clase trabajadora o sector social postergado de la población norteamericana de áreas rurales, que como votantes republicanos, siguen promesas políticas de salvación con miras a esa elevación tan anhelada. Justamente esa vulnerabilidad deviene fácilmente en frustración, adicción, abuso doméstico y bullying. Todo esto es lo que tiene que enfrentar el joven J.D. interpretado por Owen Asztalos, en su adolescencia.
Ya adulto vemos a J.D. (Gabriel Basso) en franco camino de resiliencia, como estudiante de abogacía en la Universidad de Yale, a punto de conseguir un trabajo digno a sus esfuerzos, cuando recibe un llamado de su hermana Lindsay (Haley Bennett) por que su madre ha sido internada por sobredosis. Y así el film va y viene en el tiempo, entre sus recuerdos de adolescente, en los veranos de Jackson y su situación actual, en 2011.
Amy Adams interpreta a Bev Vance, la madre de J.D., una mujer emocionalmente inestable, con crudos recuerdos de su niñez y que se ha dejado vencer. Su arco dramático varía de la exasperación, producto de su conducta errática, a la profunda tristeza, con la solvencia que la caracteriza en todos sus personajes. Glen Close, casi irreconocible y despojada de su belleza habitual, encarna a la abuela “Mamaw” que salva al joven J.D., brindándole a su manera la contención necesaria para seguir adelante y superarse.
Completan el conjunto Maryse Alberti en la dirección de fotografía y el “score” de David Fleming y Han Zimmer.
“Hillbilly Elegy” es una postal de un paisaje montañés donde las raíces permanecen firmes, aunque la tempestad derribe el follaje.
Género: drama. Duración: 115 minutos. Disponible en Netflix.

6,7
10.392
8
11 de febrero de 2021
11 de febrero de 2021
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Minari” es una de los cinco filmes nominados para los Golden Globes, como Mejor Película en lengua extranjera. Esto generó algunas controversias pues a pesar de que el 70% del film es hablado en coreano, fue producido por compañías americanas (A24 y Plan B, con Brad Pitt como productor ejecutivo). Por lo tanto, muchos consideraron que la película es más americana que extranjera, teniendo en cuenta además que su director es hijo de inmigrantes coreanos, pero nacido y formado en Estados Unidos.
Dejando atrás las polémicas, “Minari” es una hermosa película, escrita y dirigida por Lee Isaac Chung, que narra la historia de una familia que se instala en Arkansas en la década del 80, seducida por el sueño americano de prosperidad y éxito.
El matrimonio coreano de Jacob (Steven Yeun) y Mónica (Han Ye-ri) habían trabajado en California como sexadores de pollos, separándolos por género, por cierto una tarea monótona y frustrante, cuando deciden, junto a sus dos hijos Anne (Noel Kate Cho) y David (Alan Kim), nacidos en Estados Unidos, mudarse a Arkansas, con el proyecto de hacer producir una enorme granja con toda clase de vegetales de origen asiático. La exultante y prometedora naturaleza que los recibe, magníficamente fotografiada por Lachlan Milne, entusiasma a Jacob, pero también muestra sus reveses, como el tornado o la desesperada búsqueda de napas subterráneas de agua para los cultivos. La llegada de la abuela Soonja (Youn Yuh-jung) completa este círculo familiar, que con sus desavenencias, frustraciones y espíritu de sacrificio, trata de integrarse a la población local, con la esperanza de sobrellevar el aislamiento de la vida de campo.
Todas las interpretaciones son convincentes. Steven Yeun, a quien recordamos como el villano de “Burning” de Lee Chang-dong, demuestra todo el tesón de este granjero inmigrante, dispuesto a enfrentar todas las adversidades, muchas veces discutiendo con su esposa, que prefiere dejar atrás el proyecto y volver a la ciudad. El dúo de la abuela y el nieto David es grandioso. Con sutil humor, mantienen un vínculo de amor y rechazo a la vez. David se queja porque su abuela “huele a coreana”, blasfema y prefiere jugar a las cartas en vez de hacer galletas y Soonja, con pícara sabiduría, soporta sus travesuras y lo protege, cuando su nieto se siente enfermo. El veterano actor Will Patton, como Paul, un pintoresco granjero muy religioso, que los domingos carga una cruz por el sendero, emulando a Jesús, le insufla a Jacob el empuje optimista que necesita.
“Minari” no es una película más sobre inmigrantes, sino que tiene muchos recuerdos entrañables de su director, como descendiente de coreanos, que escaparon de las penurias de su tierra natal, y los convirtió en un retrato conmovedor y tierno, muy disfrutable para ver.
Género: Drama. Duración: 115 minutos. Disponible en Amazon Prime.
Dejando atrás las polémicas, “Minari” es una hermosa película, escrita y dirigida por Lee Isaac Chung, que narra la historia de una familia que se instala en Arkansas en la década del 80, seducida por el sueño americano de prosperidad y éxito.
El matrimonio coreano de Jacob (Steven Yeun) y Mónica (Han Ye-ri) habían trabajado en California como sexadores de pollos, separándolos por género, por cierto una tarea monótona y frustrante, cuando deciden, junto a sus dos hijos Anne (Noel Kate Cho) y David (Alan Kim), nacidos en Estados Unidos, mudarse a Arkansas, con el proyecto de hacer producir una enorme granja con toda clase de vegetales de origen asiático. La exultante y prometedora naturaleza que los recibe, magníficamente fotografiada por Lachlan Milne, entusiasma a Jacob, pero también muestra sus reveses, como el tornado o la desesperada búsqueda de napas subterráneas de agua para los cultivos. La llegada de la abuela Soonja (Youn Yuh-jung) completa este círculo familiar, que con sus desavenencias, frustraciones y espíritu de sacrificio, trata de integrarse a la población local, con la esperanza de sobrellevar el aislamiento de la vida de campo.
Todas las interpretaciones son convincentes. Steven Yeun, a quien recordamos como el villano de “Burning” de Lee Chang-dong, demuestra todo el tesón de este granjero inmigrante, dispuesto a enfrentar todas las adversidades, muchas veces discutiendo con su esposa, que prefiere dejar atrás el proyecto y volver a la ciudad. El dúo de la abuela y el nieto David es grandioso. Con sutil humor, mantienen un vínculo de amor y rechazo a la vez. David se queja porque su abuela “huele a coreana”, blasfema y prefiere jugar a las cartas en vez de hacer galletas y Soonja, con pícara sabiduría, soporta sus travesuras y lo protege, cuando su nieto se siente enfermo. El veterano actor Will Patton, como Paul, un pintoresco granjero muy religioso, que los domingos carga una cruz por el sendero, emulando a Jesús, le insufla a Jacob el empuje optimista que necesita.
“Minari” no es una película más sobre inmigrantes, sino que tiene muchos recuerdos entrañables de su director, como descendiente de coreanos, que escaparon de las penurias de su tierra natal, y los convirtió en un retrato conmovedor y tierno, muy disfrutable para ver.
Género: Drama. Duración: 115 minutos. Disponible en Amazon Prime.
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