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Críticas 71
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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20 de febrero de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los trágicos sucesos recientes me recordaron la existencia de este film de Gus Van Sant, estrenado en 2003, que tenía muchas ganas de ver desde hace tiempo y al que acudí en busca de entender, dentro de lo posible, lo ocurrido. El marco es muy similar, pues “Elephant” se basa en la matanza de Columbine, en 1999.

La película nos muestra las vidas de los estudiantes que sufrieron estos hechos, horas antes de que se desarrollen. Durante los dos primeros tercios somos testigos de su cotidianidad, mostrándonos su entorno y profundizando en sus aspiraciones, en sus relaciones personales o en sus preocupaciones. Y, al final, nos introduce en lo inevitable desde múltiples puntos de vista, incluyendo los de los asesinos.

La obra tiene un tono casi documental. La cámara se limita a mostrar, sin intervenir de ninguna forma en nuestra percepción de lo mostrado. Generalmente usa un plano frontal abierto que alarga sin temor alguno, como si no hubiese pasado por un proceso de montaje. Si tenemos que ver a un personaje recorriendo un pasillo, lo veremos íntegramente. Puede resultar algo tedioso -y lo es-, pero cumple una función: nos presenta el instituto, que se vuelve un protagonista más, y nos sumerge en el día a día de sus alumnos de una manera muy efectiva. Parece que viviéramos una jornada como otra cualquiera.

Su tono no se rompe tras el inevitable estallido, y toda la frialdad con la que trataba los momentos previos se transforma en crueldad, en incomprensión. Los disparos resuenan con fuerza y observamos muertes sin apenas cortes, dejándonos una sensación muy desagradable. La secuencia final se encuentra muy bien ejecutada, pero se levanta en unos cimientos muy inestables.

Y es que la presentación y el desarrollo de los personajes no me parecen muy efectivos. Es cierto que empatizas con ellos, y debo agradecer que el guion no caiga en dramatismos demasiado explícitos, pero quizá el director se ha quedado corto a la hora de escoger que parcela de las vidas mostrar y cómo hacerlo. Todos esos momentos silenciosos y vacíos podrían haber estado dedicados a reforzar nuestra relación con los personajes, a que los conozcamos mejor y a que empaticemos con más fuerza. De muchos tan solo conocemos algunos esbozos, muy precisos y bien introducidos, pero no lo suficientemente estables.

Por otro lado, me parece muy inteligente como se han gestionado las tramas paralelas, en un juego que nos permite recrear el recorrido de los personajes en nuestra mente y conocer en qué momento ocurre cada cosa. Cuando se rompe esta estructura, en los minutos dedicados a los asesinos, este juego se rompe y se presenta el momento más prescindible de la obra. Son un conjunto de escenas que pretenden “darle sentido” a la atrocidad, aportarle contexto, pero que rompe la coherencia narrativa del conjunto sin aportar realmente nada.

La película no me ha disgustado del todo, y me parece un ejercicio inteligente, pero se me ha quedado a medias en muchos aspectos. Me parece honorable que el autor haya querido aferrarse a la frialdad para contar su historia, en lugar de al sentimentalismo barato, pero esta decisión corre el riesgo de dejar un proyecto anecdótico y, en el caso de “Elephant”, es justamente lo que ocurre. Pero ya no se puede hacer nada por cambiarlo. Ha ocurrido eso, y solo queda vivir con ello.
7 de febrero de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La próxima gala de los premios Óscar se encuentra muy cerquita, y “El hilo invisible” se postula -ains, se postula- como una de las preferidas, con nominaciones tan jugosas como mejor película, mejor director, mejor actor o mejor sonora. Una situación muy similar a la que vivió hace diez años “Pozos de ambición”, y de la que escapó con un premio para el actor principal y otro para la fotografía. Bajo la idea de conocer un poco mejor al director me animé a verla, y debo decir que los reconocimientos obtenidos me parecen muy acertados.

La historia habla de un petrolero que, junto a su hijo adoptivo, encuentra una zona muy rica que explotar. Sus ganas de hacer dinero le destruirán poco a poco, y nosotros podremos observar cada una de las etapas de esta destrucción gracias al buen hacer de Daniel Day-Lewis, el actor que lo interpreta. Es un gusto escuchar su marcado acento inglés, detenerse a estudiar cada una de sus expresiones o los movimientos de su cuerpo. Poco a poco, Daniel (comparten nombre actor y personaje) se va transformando en un monstruo, mezquino y trastornado; y lleva al protagonista por esos caminos de forma transparente, haciendo gala de un ejercicio de introspección digno de uno de los mejores actores del método. Comentan por ahí que se encuentra algo sobreactuado, pero desde mi punto de vista únicamente trata de destacar la locura a la que se acaba enfrentando el petrolero. Otro de los actores, Paul Dano, se encuentra maravilloso dentro de su papel de “joven turbio que te provoca lástima y repelús al mismo tiempo”. Recuerda mucho a su interpretación en “Prisioners”, pero no lo tendré en cuenta por que “Pozos de ambición” fue antes.

El premio a mejor dirección de fotografía también es muy comprensible. Se encuentra a cargo de un tal Robert Elswit, y supone un trabajo muy sólido que sabe captar la extraña belleza de los entornos protagonistas. La iluminación es maravillosa, compuesta principalmente por luces cálidas y tenues que destacan el lado tenebroso de la historia. Incluso tiene algunas imágenes que me parecen una auténtica virguería técnica, muestra del buen hacer del departamento. PERO -y sé que esto no lo debería hacer por que no tiene sentido ninguno- ese mismo año se encontraba un señor llamado Roger Deakins nominado por DOS películas: “No es país para viejos”, que no está nada mal en ese apartado; y una de mis películas favoritas de la historia, “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”, que si de mi dependiera, habría ganado.

Volviendo al tema que nos ocupa, que es comentar “Pozos de ambición”, debo decir que en general estamos hablando de una buena película. Pese a sus dos horas y media y su ritmo pausado, es difícil aburrirse con ella por toda la información que ofrece al espectador, e incluso cuenta con algunos momentos de tensión realmente logrados y muy bien ubicados que aceleran el pulso de manera magistral. Me evoca al cine de Scorsese, muy centrado en el diálogo como principal muestra del desarrollo de los personajes. Aunque los diálogos no son negativos, no he logrado notar un trabajo narrativo más complejo, y tengo la sensación de haberme perdido muchos matices por culpa de un exceso de sutileza a la hora de comunicar lo que se quiere transmitir. Continuando con los aspectos negativos, la trama se introduce en cuestiones que disipan la idea principal de la cinta, con algunos arcos secundarios que no aportan demasiado y que dejan sensación de confusión. “Pozos de ambición” es una obra algo hermética, de aquellas que se disfrutan con los siguientes visionados debido a la complejidad del fondo, no de la forma; pero que se podría haber preocupado por mantener cierta unidad temática.
10 de mayo de 2018 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Les demons” es una película canadiense de 2015 dirigida por Phillippe Lesage. Narra el proceso de crecimiento de un chiquillo residente en un pacífico pueblecillo, y se supone que pone el foco en los distintos temores que se manifiestan a esas edades y como éstos sirven de preludio del paso a la vida adulta. El trailer prometía una cinta que explora sin complejos ni tabues la complicada psique preadolescente, bañada de la sensibilidad del cine francés -sé que no es francesa, pero creedme que tiene mucho que ver- y adornada con frases prometedoras tipo “gratificante y reflexiva” o “digna de Haneke”.
La historia abre con un aviso para las personas más susceptibles: aquí se va a mirar a la infancia con otros ojos, y va a ser mezclada con temas que pueden incomodar al espectador que piense que ciertas cuestiones son inexplorables. LUEGO NO ES TANTO, y aunque la obra cuenta con ese rollito burdamente sutil del cine independiente y nos deja momentos que si pueden llegar a causarnos una intencional sensación desagradable, otros muchos confían en exceso en su contenido y fallan el tiro al creer que vamos a volvernos locos con lo que nos está mostrando, cuando no es así.
La confianza en su contenido viene dada por que “Les demons” no explora en exceso el lenguaje audiovisual, la que sería su forma. En la obra dominan los planos abiertos y frontales de carácter teatral sostenidos durante toda la escena, que parecen querer que el espectador ruegue clemencia sin conseguirlo. Es un juego que resulta excesivamente pretencioso y simplista, más fruto de la mala imitación que de la necesidad. Sin embargo, cabe destacar ciertos momentos en los que esta filosofía cumple con su función, y nos deja secuencias muy bien planteadas y ejecutadas. De tanto repetir alguna vez funcionará, ¿no?
Luego es importante hablar de cómo “Les demons” trata su discurso, y aquí viene lo fuertecito. Durante la primera mitad se abordan varios temores del pequeño protagonista, pero el foco está ubicando en los que afectan a su identidad sexual. Todo lo demás no tiene repercusión directa sobre la trama ni sobre el personaje, ni se pueden catalogar siquiera de “matices” de su personalidad ni nada por el estilo. Llegados a cierto punto, la película concluye de manera forzada una de las tramas principales… y continúa. Pero continúa MAL. La segunda mitad nos presenta un personaje que NO es necesario en una historia que NO es necesaria, que rompe con agresividad el tono de la obra, que descentra el foco y que emborrona su mensaje. PERO el autor no quiere desprenderse del todo de su personaje protagonista, y decide volver con él en un final con tintes de terror psicológico que no aporta NADA a la conclusión que ya presentó en la mitad del metraje.
Es aquí cuándo me cuestiono la intencionalidad real del director. ¿Es una historia basada en su propia experiencia? ¿Un estudio sobre los temores infantiles? ¿O sobre la sexualidad infantil? ¿O sobre un mal enfoque de la sexualidad infantil? ¿Una mala interpretación de lo que es una película “densa y profunda”? ¿Una producción destinada a saciar un conjunto de filias? Todo es posible, pero si yo fuera Lesage me habría preocupado de no dejar tanto espacio a la imaginación para evitarme problemas varios.
Por otro lado, y aunque se haya errado totalmente el tiro, hay que agradecer que existan propuestas tan valientes como ésta. Vamos a ver, no me malinterpretéis: no es una revolución ni su estreno marcó una nueva corriente de pensamiento social; pero si estoy seguro de que hace muy poco tiempo cualquier productor habría tirado esta propuesta a la basura poco antes de los 10 primeros folios. Además, la sexualidad infantil es un tema que llevamos tiempo ignorando, pero que debe ser tratado con urgencia para mejorar la situación de cientos de niños y niñas que viven calvarios “por que están confundidos”.
En general, no diré que el visionado sea desagradable ni denso, pues se puede considerar que tiene bastante ritmo; pero tampoco creo que cuente con la suficiente fuerza como para enganchar a quién no esté interesado en el tema. Aunque tiene sus cosas buenas, sus aires y su inexactitud merma el resultado final y me hace imposible recomendarla.
6 de marzo de 2018 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Animales nocturnos” QUIERE ser una película diferente. Inicia con imágenes de mujeres mayores con obesidad, ataviadas únicamente con botas altas de tacón color rojo y algunos elementos típicos de majorette -el gorro y alguna banda que les cruza el cuerpo, no penséis que os vais a librar-. Bailan delante de un gran telón, y la cámara lenta destaca el movimiento de su cuerpo, de sus pechos y de la piel colgandera de sus brazos. Hay a quienes les resultará desagradable, a quienes les parecerá precioso –me incluyo-; pero, independientemente de eso, te avisa de que vas a ver algo diferente, atrevido y fuera de los cánones convencionales.
Bueno, pues no. En cuestión de unos minutos, la cinta vuelve a los cauces del cine comercial y para cuando salta al nudo ya te encuentras en una trama como otra cualquiera. Entremedias existe un trecho desagradable, pensado para presentar algunos personajes y formado por una sucesión de conversaciones expositivas y densas. Después, llegará el cliffhanger que nos saque junto a la protagonista, Amy Adams, de la rutina de su matrimonio muerto.
En ese momento, la película ya te ha convencido con una de las mejores secuencias que tiene. Una secuencia tensa y brillantemente ejecutada, dura, estéticamente opuesta al entorno que nos ha presentado, pero no por ello menos cuidada. Quizá es arriesgado contar con una escena tan potente tan pronto, y es cierto que a la obra le cuesta levantarse, pero lo que resta en ningún momento llega a resultar aburrido ni prescindible. Simplemente, no es tan genial.
La estructura mezcla varias tramas que se desarrollan de forma paralela. Tom Ford, el autor absoluto de la obra, pasa de una a otra con inteligencia y buen gusto, aunque sean tan diferentes entre sí que parecen películas distintas. Es cierto que la ubicada en el pasado es muchísimo menos interesante que el resto, pero entiendo su existencia. Al final, desembocan en un clímax correcto y satisfactorio, pero que se olvida de ofrecer ninguna conclusión al espectador sobre lo que acaba de ver. Sin las virguerías de guion que nos presenta, este apartado habría quedado bastante flojo, ya que incluso tira de ciertos “golpes bajos” para forzar algunas situaciones.
Los actores se encuentran muy bien dirigidos, pero la obra tiene muchas dudas sobre quién es más importante. Sí: Amy Adams es la protagonista sobre el papel, pero la historia sigue al personaje de Gyllenhaal y el que más cariño ha recibido es el de Michael Shannon. Lo cierto es que todos y todas merecen un fuerte aplauso, aunque Gyllenhaal me sorprende por su capacidad de transformación. Es alucinante ver como este hombre puede interpretar a un varón blanco de edad media de tantas formas diferentes.
La dirección de Tom Ford también se encuentra a un gran nivel. Sabe jugar con la narrativa, sin grandes momentos emocionales –no los necesita-, pero sabiendo introducirnos en la psique de los personajes. Habiéndome metido en su Wikipedia, debo señalar que se nota MUCHO su pasado como “director creativo de Gucci e Yves Saint Laurent” por la ENORME potencia visual que tiene. Si algo destaca en “Animales nocturnos” es su imagen, que nos deja estampas asombrosas en cada una de las ambientaciones que presenta. Y lo hace sin resultar contradictorio o chocante, uno de los peligros más grandes a la hora de mezclar la estética minimalista moderna con la américa más rural. El mérito se lo daría al director de foto, un tal Seamus McGarvey, pero dado el caso no me cabe duda de que ha tenido mucho que ver el mundo de la moda.
En vestuario no me puedo meter mucho, la verdad… En general se encuentra muy bien integrado en la imagen, y sorprende ver como es capaz de rejuvenecer y cambiar la mentalidad de Amy Adams con la parte superior y par de toques de peluquería. Lo que está claro es que nunca es negativo.
Por concluir, cuándo le pregunté a un amigo qué le pareció “Animales nocturnos” en su día, me respondió que “buena…”. No existe mejor resumen: nos encontramos ante una película buena, entretenimiento de calidad CON MAYUSCULAS, pero carente de la emoción que me exigiría volver a ella en un futuro. Ahora mismo, me asalta la duda de si esta obra podría haber alcanzado ese honor, o si ha sido lo mejor hecha posible. Y creo que la respuesta correcta es la primera.
8 de octubre de 2018 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Criticar películas de culto siempre es difícil, pero noto que la dificultad se incrementa con “Donnie Darko”. No es la primera vez que veo esta peli, y debo advertir que nunca la he sentido inaccesible o difícil de entender, por lo que creo que mi cariño hacia ella es menor. A ver, claro que hay cosillas que se me escapaban, pero basta con saber en qué puntos conviene fijarse para hablar en su mismo idioma. Y una vez la entiendes, tiene poco que decir…
Lo primero que me gustaría criticar es que no entra por los ojos. Sin ser TAN vieja, creo que “Donnie Darko” ha envejecido especialmente mal, y nos deja una imagen fea en la que el diseño de producción brilla por su ausencia, con un departamento de vestuario que no se encuentra especialmente acertado y una malísima gestión del departamento de fotografía, que realiza un trabajo paupérrimo que no es capaz de destacar las bondades del entorno -y mira que era sencillo… en general, todos estos elementos parecen haber sido escogidos al azar, y siendo benévolo, por alguien con mal gusto.
Sin embargo, el bueno de Donnie no necesita nada de esto… “Donnie Darko” quiere destacar por su historia. Su autor, Richard Kelly, quiere tambalear nuestro mundo y nuestra cordura, que dudemos sobre la realidad que observamos. Mediante un relato que toquetea con el surrealismo del mismísimo Lynch, vamos metiéndonos en la compleja psique de Donnie y vamos conociendo al resto del elenco, un conjunto de individuos de personalidad muy definida que me encantaría conocer más a fondo, pero de desarrollo más bien escaso. La obra prefiere centrarse en la consecución de sus hechos y en sus interacciones con el protagonista, que sí sufre un conflicto muy interesante y velado, al mismo tiempo.
Pero sin lugar a dudas, lo mejor de esta obra es su potencial expresivo. Sé que sueno contradictorio, pues antes he dicho que se me hace bola la estética, pero “Donnie Darko” no se ha convertido en una película de culto por la gracia del señor. El conjunto de sus elementos, desde el popular conejo hasta otros detalles más “anecdóticos”, han logrado colarse en el imaginario colectivo gracias a su personalidad. No hay más que ver la cantidad de fan art que corre por la red, incluso a día de hoy. Crear un universo tan influyente tiene mucho mérito, y eso hay que saber reconocerlo como se debe.
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