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6
18 de octubre de 2011
18 de octubre de 2011
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película “El Proyecto de la Bruja de Blair” siempre me recordará a Raulito (el nombre no es el verdadero, por si acaso). Cuando se estrenó la película, yo tendría unos trece años, lo que significa que andaba por 1º o 2º de ESO. Para ilustraros un poco, os diré que Raulito era una mole de chaval, famoso por tener en su haber grandes hitos reseñables. En una ocasión, acojonó a media primaria contando que por las noches se le aparecía un fantasma que le profetizaba las muertes de la gente, incluso la suya propia, suceso que provocó numerosas quejas de algunos padres sin demasiadas neuronas y una charla de lo más surrealista a los alumnos sobre “los peligros de la ouija” (te cagas). Mítico.
Un buen día, Raulito llegó al colegio visiblemente emocionado. Nos habló de una película que se iba a estrenar en cines y cuyas imágenes eran, ni más ni menos, que las grabaciones reales de un grupo de chicos que había desaparecido en los bosques de Burkittsville. El tío estaba súper contento ¡Por fin existían evidencias de un suceso paranormal! Él ya sabía que estas cosas sobrenaturales eran muy reales. Lo sabía porque su familia tenía un don especial. Raulito había viajado por el triangulo de las bermudas, su mejor amigo crucificaba perros en su barrio, conocía al tío del amigo de un amigo al que habían asesinado colgándole de las tripas, goteando sangre en la bañera, como aquella historia de “los asesinos también saben lamer”, tenía una película snuff que “algún día” nos enseñaría y había visto el programa de Ricky Martin, la niña, el perro y la nocilla. En definitiva, Raulito carecía de una cantidad ingente de vitaminas. Aunque generalmente todos dábamos rienda suelta a sus gilipolleces, recuerdo que un servidor intentó hacerle comprender que “El Proyecto de la Bruja de Blair” no podía ser real por mil y un motivos. Su respuesta jamás se me olvidará. Con una seriedad abrumadora, puso su mano sobre mi hombro y me dijo: Sito; Tú no sabes de lo que son capaces los americanos.
Por supuesto, fui al cine a ver “El Proyecto…” con un grupo de amiguetes. Sin Raulito. Porque Raulito molaba un pegote, pero solo para un rato.
(Al spoiler sin spoiler)
Un buen día, Raulito llegó al colegio visiblemente emocionado. Nos habló de una película que se iba a estrenar en cines y cuyas imágenes eran, ni más ni menos, que las grabaciones reales de un grupo de chicos que había desaparecido en los bosques de Burkittsville. El tío estaba súper contento ¡Por fin existían evidencias de un suceso paranormal! Él ya sabía que estas cosas sobrenaturales eran muy reales. Lo sabía porque su familia tenía un don especial. Raulito había viajado por el triangulo de las bermudas, su mejor amigo crucificaba perros en su barrio, conocía al tío del amigo de un amigo al que habían asesinado colgándole de las tripas, goteando sangre en la bañera, como aquella historia de “los asesinos también saben lamer”, tenía una película snuff que “algún día” nos enseñaría y había visto el programa de Ricky Martin, la niña, el perro y la nocilla. En definitiva, Raulito carecía de una cantidad ingente de vitaminas. Aunque generalmente todos dábamos rienda suelta a sus gilipolleces, recuerdo que un servidor intentó hacerle comprender que “El Proyecto de la Bruja de Blair” no podía ser real por mil y un motivos. Su respuesta jamás se me olvidará. Con una seriedad abrumadora, puso su mano sobre mi hombro y me dijo: Sito; Tú no sabes de lo que son capaces los americanos.
Por supuesto, fui al cine a ver “El Proyecto…” con un grupo de amiguetes. Sin Raulito. Porque Raulito molaba un pegote, pero solo para un rato.
(Al spoiler sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aunque muchos argumenten que la película es una mierda (cierto es que buena, no es) a mi me resulta muy difícil no juzgarla en parte por el mérito que supuso su concepción y por el interesante revuelo que montó y que invitaba, cuanto menos, a soñar un poco. Estamos hablando de una de las películas más rentables de la historia del cine, llamada a sentar precedente sobre las falsas campañas por internet y el conocido marketing viral. Técnica que a mí, que empiezo a ser viejo, me toca bastante las narices. Como falso documental “El proyecto…” funcionó muy bien, y yo la recuerdo como una de las propuestas más originales de la época. Después de su estreno, nadie ha conseguido hacer pasar una película por real con tanto éxito. Ahora puede parecer increíble, pero muchos medios llegaron a tomar “El Proyecto…” como algo auténtico. Antes, ya lo había conseguido la película “Holocausto Caníbal” (1989) de Ruggero Deodato, apareciendo un artículo en la revista Interviú de lo más rigurosamente… ingenuo. Voy a contaros un secreto: Yo no sé si existen las brujas o los fantasmas, pero, joder, los Raulitos son muy, pero que muy reales. A veces los veo. Están por todas partes. Sólo ven lo que quieren ver. No saben que son Raulitos.
Poco después, nuestro Raulito comenzó a vestirse de forma un poco rara, se dejó el pelo a lo fregona y un buen día se puso en pie y le dijo al cura del colegio que no creía en Dios ni en la patria porque él era anarquista. Luego se hizo rapero.
Yo acabé abandonando aquella ciudad sin nombre donde comencé mi adolescencia, corriendo mil y una aventuras, y creciendo... Pero siempre que hablo de cine y sale a relucir algún comentario sobre “El proyecto de la bruja de Blair”, pienso para mis adentros:
"Me cago en la leche. ¿Qué coño habrá sido de Raulito?"
Poco después, nuestro Raulito comenzó a vestirse de forma un poco rara, se dejó el pelo a lo fregona y un buen día se puso en pie y le dijo al cura del colegio que no creía en Dios ni en la patria porque él era anarquista. Luego se hizo rapero.
Yo acabé abandonando aquella ciudad sin nombre donde comencé mi adolescencia, corriendo mil y una aventuras, y creciendo... Pero siempre que hablo de cine y sale a relucir algún comentario sobre “El proyecto de la bruja de Blair”, pienso para mis adentros:
"Me cago en la leche. ¿Qué coño habrá sido de Raulito?"

5,2
21.853
5
18 de agosto de 2011
18 de agosto de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Resident Evil III: Extinción”, es un ejemplo perfecto de cómo sacar a flote (y nada más) una saga que estaba más hundida que un submarino descapotable. Después de la inaudita “REII: Apocalipsis” y su Némesis carnavalero de zapatos pelota, parecía complicado ver algo medianamente decente en futuras entregas de la franquicia. Sin embargo, es de justicia reconocer que esta tercera parte insufla el suficiente aire como para generar un mínimo de atención, y aunque sólo sea por eso, se merece entrar en el rango de “películas aceptables”.
El guión es una pura gansada “Made In Paul”, al estilo de las otras dos, solo que aquí tenemos al veterano Russell Mulcahy al frente de la dirección, un tipo que al menos tiene antecedentes rodando escenas de acción. No es que esto diga mucho, pero se nota, sobre todo después de la experiencia Alexander Witt. Con esta tercera entrega se alcanza un aspecto visual interesante y se añade el carácter vertiginoso necesario para conseguir el objetivo: Puro artificio, ni más ni menos. Es decisión del espectador si traga o no con ello. Pero si uno se relaja y se deja llevar por las flipadas de la Jovovich, las atractivas escenas de acción, la música a todo trapo y los atrayentes efectos visuales, la cosa funciona. Lo hace en ese ámbito concreto donde los giros arguméntales se incrustan a martillazos para desarrollar todo a un ritmo frenético, sin lugar para la lógica y rebosando incongruencias y tonterías varias. Sigue siendo comida basura, no hay valor nutricional alguno y, probablemente, muchos alegarán que daña la salud y la eliminarán totalmente de su dieta. Comprensible. Pero a mi esta ración me supo bien y la verdad, me quitó el hambre al menos por un rato. Un Bic Mac de vez en cuando no puede ser tan malo.
Habrá que ver que hace el señor Paul con su mujer (o mujeres) en “Ultratumba”. ¿No?
Tendré que tener cuidado, a ver si voy a engordar.
El guión es una pura gansada “Made In Paul”, al estilo de las otras dos, solo que aquí tenemos al veterano Russell Mulcahy al frente de la dirección, un tipo que al menos tiene antecedentes rodando escenas de acción. No es que esto diga mucho, pero se nota, sobre todo después de la experiencia Alexander Witt. Con esta tercera entrega se alcanza un aspecto visual interesante y se añade el carácter vertiginoso necesario para conseguir el objetivo: Puro artificio, ni más ni menos. Es decisión del espectador si traga o no con ello. Pero si uno se relaja y se deja llevar por las flipadas de la Jovovich, las atractivas escenas de acción, la música a todo trapo y los atrayentes efectos visuales, la cosa funciona. Lo hace en ese ámbito concreto donde los giros arguméntales se incrustan a martillazos para desarrollar todo a un ritmo frenético, sin lugar para la lógica y rebosando incongruencias y tonterías varias. Sigue siendo comida basura, no hay valor nutricional alguno y, probablemente, muchos alegarán que daña la salud y la eliminarán totalmente de su dieta. Comprensible. Pero a mi esta ración me supo bien y la verdad, me quitó el hambre al menos por un rato. Un Bic Mac de vez en cuando no puede ser tan malo.
Habrá que ver que hace el señor Paul con su mujer (o mujeres) en “Ultratumba”. ¿No?
Tendré que tener cuidado, a ver si voy a engordar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Llaman la atención varios guiños cinéfilos, sobre todo el referente a “El Día de los Muertos” (1985) de Romero. La escena del zombi manso reconociendo un teléfono es un calco absolutamente bestial.
Aunque no faltan referencias al videojuego, yo recomendaría enfrentar la película como si fuera algo totalmente independiente.
Aunque no faltan referencias al videojuego, yo recomendaría enfrentar la película como si fuera algo totalmente independiente.

6,5
29.662
7
25 de febrero de 2012
25 de febrero de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llegará el día en que los relamidos que han puesto de moda detestar el cine de Ford, Hitchcock, Wilder o Wyler (esos que constantemente se rasgan las vestiduras ante el mainstream del buen gusto y las moralinas baratas) se sienten frente a la pantalla de su televisor sólo con el objetivo de entretenerse y pasar un buen rato. Entonces Spielberg no estará, y le echarán de menos.
Una agradable y buena película.
Una agradable y buena película.

5,8
38.169
5
12 de agosto de 2011
12 de agosto de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No llegué a disfrutar de la primera parte del videojuego, pero sí me agencié con la versión de Resident Evil 2 para PC, la cual disfruté como el enano que era. Recuerdo que la historia tenía lugar en una comisaría de policía, y que la cosa estaba bastante lograda para la época. Posteriormente, y antes de mi retirada definitiva del mundo de los videojuegos (quizá algún día regrese), pude jugar un poco a la tercera entrega, titulada Némesis, en una PlayStation que me cayó del cielo (me tocó en una rifa después de haber participado en una carrera popular - Ou yeah -). Así pues, con las suficientes horas de experiencia acumulada en el mundillo de Raccoon City, un servidor fue a los Cines Lido de Madrid, en Bravo Murillo, para asistir al estreno de la versión cinematográfica.
Debo admitir que aunque la película entretenía, me decepcionó bastante por las pocas similitudes que mantenía con la historia original. Las referencias se limitaban a: Raccoon City, Umbrella, Virus-T, un par de perros zombis, la aparición forzada de un Licker y a una frase final [“Quiero incluirlo en el programa Némesis”] que podía interpretarse, ipso facto, como un descarado anuncio de la secuela. Pero todos estos conceptos aparecían apelmazados, no como elementos de un guión consistente. Además, para crispación del espectador que había ido a ver una película de zombis, los protagonistas tenían que vérselas con un ordenador malote que controlaba la seguridad de un edificio-laboratorio subterráneo (La Colmena). Este argumento eclipsaba por completo la temática zombi, centrándose en una serie de escenas de acción en las que nuestros camaradas infectados ni siquiera aparecían. De hecho, tardamos casi media película en ver a los no-muertos, que aparecen de forma poco estelar y con un protagonismo bastante insustancial. Por tanto, si hemos de valorar Resident Evil como adaptación, no podemos sino afirmar que estamos ante una grandísima decepción. Pero como película palomitera, liviana e indiferente, no aburre demasiado. Podemos destacar una buena elección de la música y un plano final bastante resultón.
Debo admitir que aunque la película entretenía, me decepcionó bastante por las pocas similitudes que mantenía con la historia original. Las referencias se limitaban a: Raccoon City, Umbrella, Virus-T, un par de perros zombis, la aparición forzada de un Licker y a una frase final [“Quiero incluirlo en el programa Némesis”] que podía interpretarse, ipso facto, como un descarado anuncio de la secuela. Pero todos estos conceptos aparecían apelmazados, no como elementos de un guión consistente. Además, para crispación del espectador que había ido a ver una película de zombis, los protagonistas tenían que vérselas con un ordenador malote que controlaba la seguridad de un edificio-laboratorio subterráneo (La Colmena). Este argumento eclipsaba por completo la temática zombi, centrándose en una serie de escenas de acción en las que nuestros camaradas infectados ni siquiera aparecían. De hecho, tardamos casi media película en ver a los no-muertos, que aparecen de forma poco estelar y con un protagonismo bastante insustancial. Por tanto, si hemos de valorar Resident Evil como adaptación, no podemos sino afirmar que estamos ante una grandísima decepción. Pero como película palomitera, liviana e indiferente, no aburre demasiado. Podemos destacar una buena elección de la música y un plano final bastante resultón.
23 de agosto de 2011
23 de agosto de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues eso. Es tan mala que tenía que ser de ultratumba (y en 3D) para reivindicarse a sí misma. Desde luego lo consigue, porque este bodrio está entre las veinte películas más taquilleras de 2010 (por la cola, eso si).
Definitivamente "Resident Evil 4" vuelve a hundir la saga en la más profunda miseria. El guión nunca importó, pero al menos esperaba ver escenas divertidas y visualmente atractivas. Nada de eso. Esta entrega es técnicamente indecorosa, repleta de tiempos bala absurdos para explotar el 3D. A mí esto no me parecería mal del todo si no fuera porque las escenas están sumamente desaprovechadas y, además, causan desesperación. El tiempo bala se concibió para mostrar una hecho relevante que transcurre tan rápido que no es percibido por el ojo humano, no para disimular la ineptitud de Paul W.S. Anderson rodando escenas de acción. En el cine hay varios ejemplos que explotan esta técnica acertadamente: Spiderman esquivando las cuchillas del duende verde en “Spiderman (2002)” o Neo salvando a Morpheo justo cuando el camión impacta en “The Matrix Reloaded (2003)”. Son algunos ejemplos en donde, al menos, la técnica se justifica. Luego tenemos los tiempos bala inútiles y coñazo, como el de Leónidas arrojando al emisario persa al pozo en “300 (2007)”. Y oye, tampoco queda mal del todo una escena de estas, pero cuando llenas toda la puta película, realmente irritas al espectador. Y si no, explicadme a qué viene un tiempo bala (más bien una imagen congelada) de 25 segundos (los he contado) de un accidente de helicóptero en el que nada ocurre. ¡A santo de qué tanto tiempo bala de gente andando! En el segundo caso es evidente que la intención es causar un impacto visual con música de fondo. Estamos en lo mismo, si se usa con cierta inteligencia y moderación se consiguen momentos resultones como el de Bruce Willis y sus hombres, enfundados en los míticos trajes butanito, dirigiéndose al trasbordador espacial en “Armageddon (1998)”. Pero si lo montamos todo solamente con estas escenitas, lo único que podemos obtener como resultado es un video clip. En el caso de Resident Evil 4, un video clip muy malo.
No tengo mucho más que decir, salvo que me aburrí, y que al principio de la película pensé que me había equivocado y había puesto una canción de Björk.
Definitivamente "Resident Evil 4" vuelve a hundir la saga en la más profunda miseria. El guión nunca importó, pero al menos esperaba ver escenas divertidas y visualmente atractivas. Nada de eso. Esta entrega es técnicamente indecorosa, repleta de tiempos bala absurdos para explotar el 3D. A mí esto no me parecería mal del todo si no fuera porque las escenas están sumamente desaprovechadas y, además, causan desesperación. El tiempo bala se concibió para mostrar una hecho relevante que transcurre tan rápido que no es percibido por el ojo humano, no para disimular la ineptitud de Paul W.S. Anderson rodando escenas de acción. En el cine hay varios ejemplos que explotan esta técnica acertadamente: Spiderman esquivando las cuchillas del duende verde en “Spiderman (2002)” o Neo salvando a Morpheo justo cuando el camión impacta en “The Matrix Reloaded (2003)”. Son algunos ejemplos en donde, al menos, la técnica se justifica. Luego tenemos los tiempos bala inútiles y coñazo, como el de Leónidas arrojando al emisario persa al pozo en “300 (2007)”. Y oye, tampoco queda mal del todo una escena de estas, pero cuando llenas toda la puta película, realmente irritas al espectador. Y si no, explicadme a qué viene un tiempo bala (más bien una imagen congelada) de 25 segundos (los he contado) de un accidente de helicóptero en el que nada ocurre. ¡A santo de qué tanto tiempo bala de gente andando! En el segundo caso es evidente que la intención es causar un impacto visual con música de fondo. Estamos en lo mismo, si se usa con cierta inteligencia y moderación se consiguen momentos resultones como el de Bruce Willis y sus hombres, enfundados en los míticos trajes butanito, dirigiéndose al trasbordador espacial en “Armageddon (1998)”. Pero si lo montamos todo solamente con estas escenitas, lo único que podemos obtener como resultado es un video clip. En el caso de Resident Evil 4, un video clip muy malo.
No tengo mucho más que decir, salvo que me aburrí, y que al principio de la película pensé que me había equivocado y había puesto una canción de Björk.
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