Por completo de acuerdo con Sololon. La corrección política y el ultra feminismo rampante se cargan en la segunda temporada una serie que podría haber sido espléndida.
Si me lee alguien que vaya por los primeros capítulos le aconsejo que se quede en el final de la primera temporada. Claro que sí es espectadorA y muy de izquierdas a lo mejor prefiere seguir: disfrutará.

Cuando el protagonista de una película es además el productor y director hay que desconfiar del resultado y más si el caballero ( como se dice ahora) es un actor en baja.
Y la desconfianza se convierte en decepción. Además de una trama confusa y una dirección premiosa se hacen difícil de soportar las muecas de Norton aunque las trate de justificar el guión.
Total, cine noir no, como mucho gris y aburrido

Como en mi critica de la pretenciosa y ridícula Doce monos la califiqué de muy mala y no me la publicaron a la biutiful la dejaré en mala, a ver si hay suerte.
Desgracia tras desgracia, mugre, perfil de Bardem, otra desgracia, más mugre, perfil de Bardem (siempre el izquierdo, fijaos), mugre, niños desnutridos, interiores cochambrosos, perfil de Bardem.
Los desdichados personajes farfullan frases ininteligibles y el fantasma final ¿quien o qué es? Aaahhhh.
La verdad es que la contemplación de esta cosa resultará consoladora para cualquier persona que esté un poco por encima de la miseria.

Me había resistido a ver esta serie, pero por fin decidí ver que era y empecé por esta que creo es la segunda.
Debo decir que me ha impresionado la escena, la fotografía, los efectos especiales... y la fantasia, hasta que su exceso llega a agotar.
Es fácil si se dispone de los medios adecuados hacer películas en las que puede pasar CUALQUIER cosa en todo momento. La carencia de lógica depara diversión y espectativas, pero también despreocupación al no estar contemplando seres reales sino muñecos fantasmagóricos.
No creo tampoco que en el fondo, como afirman algunos, sea una buena alegoría sobre el bien prevaleciendo sobre el mal pues es todo tan deliberadamente exagerado y surrealista que en la retina y en la mente no queda más que un espectáculo atronador de luz y sonido.

Bien rodada y con buenos intérpretes, pero demasiado compleja y con personajes confusos.
Se mezclan conflictos y, a partir de cierto momento, épocas. Parece que el autor de la serie sigue los pasos del escritor inglés.
Le Carre "humanizó" a los espías a costa de la acción y en esta serie a veces se echa de menos a FLEMING y su inequívoco 007.
En la segunda temporada la serie mejora mucho y se gana puntuación. Quizás lo menos verosimil es el atractivo bisexual de Héctor.
Y, claro, los malos son los nazis, al no serlo traficantes de coca o yihadistas.
Pero bien.