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6,7
20.575
4
30 de octubre de 2005
30 de octubre de 2005
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Carcajada inteligente? ¿Divertida y corrosiva?¿Lo mejor de Bill Murray?
Desde luego, o yo tenía el día tonto o la sombra de la SEMINCI es demasiado alargada, pero lo cierto es que Flores rotas se me ha hecho tediosa hasta más no poder, y por más que me he esforzado (sobre todo al principio, no quería tirar tan pronto la toalla) no le he encontrado la gracia ni el mérito por ninguna parte.
No me ha gustado el argumento, ni el personaje protagonista, ni los personajes secundarios, ni la fotografía, ni el ritmo de la narración (es una presunta road movie pero a paso de tortuga). Se puede pedir más?
Realmente alguien puede creerse que un tipo tan inexpresivo, apático y dejado como este tal Don Johnston, que se pasa la vida sentado o dormido, con un horrible chándal, en el sofá de su casa, puede haber sido un Casanova en su juventud, que conserva una variada colección de amantes que todavía le recuerdan?
Por si todo lo anterior no fuera poco, el final ya es que te deja sin palabras.
Lo mejor: durante la hora y media que dura la película puedes dedicarte a intentar arreglar tu vida.
Lo peor: la oscuridad de la fotografía no te permite ver cuánto tiempo queda para el final.
Desde luego, o yo tenía el día tonto o la sombra de la SEMINCI es demasiado alargada, pero lo cierto es que Flores rotas se me ha hecho tediosa hasta más no poder, y por más que me he esforzado (sobre todo al principio, no quería tirar tan pronto la toalla) no le he encontrado la gracia ni el mérito por ninguna parte.
No me ha gustado el argumento, ni el personaje protagonista, ni los personajes secundarios, ni la fotografía, ni el ritmo de la narración (es una presunta road movie pero a paso de tortuga). Se puede pedir más?
Realmente alguien puede creerse que un tipo tan inexpresivo, apático y dejado como este tal Don Johnston, que se pasa la vida sentado o dormido, con un horrible chándal, en el sofá de su casa, puede haber sido un Casanova en su juventud, que conserva una variada colección de amantes que todavía le recuerdan?
Por si todo lo anterior no fuera poco, el final ya es que te deja sin palabras.
Lo mejor: durante la hora y media que dura la película puedes dedicarte a intentar arreglar tu vida.
Lo peor: la oscuridad de la fotografía no te permite ver cuánto tiempo queda para el final.

7,1
6.745
8
25 de octubre de 2005
25 de octubre de 2005
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca había visto una película de los hermanos Dardenne, así que L´enfant constituye la única referencia que tengo de su filmografía. Al parecer, existen una serie de constantes en sus películas, una especie de marca de la casa, basada en el interés por los personajes marginales que viven dentro de la sociedad del bienestar, la filmación cámara en mano, y la ausencia de mensajes dirigidos al espectador, de forma que sea cada uno el que se construya su propia reflexión acerca de lo que se ha visto.
Con estos puntos de partida, el argumento que arranca con el padre adolescente que vende a su hijo no sabemos si para hacer negocio, para evitarse problemas, o tal vez simplemente para seguir subsistiendo sin dar un palo al agua, es lo suficientemente impactante como para que desde las primeras secuencias te sientas del todo implicado en las desventuras de esta pareja. Enseguida se nos muestra que la inconsciencia únicamente sigue vigente en el padre, que es incapaz del menor gesto de cariño hacia el bebé, al que conoce cuando cuenta ya con una semana de vida, ya que la joven madre se ha hecho cargo desde el principio de las responsabilidades que se le han venido encima, con agrado, incluso. Y a partir de aquí, cada uno se busca la vida como puede, sin apartarse de las decisiones tomadas acerca del modo de vida elegido, o al menos eso es lo que parece.
El espectador, a estas alturas ya involucrado hasta la médula, tiene el estómago encogido por la tensión derivada tanto del propio dinamismo y desarrollo de la acción, como del nivel de algunas secuencias, hiperrealistas hasta el extremo, entre las que yo destacaría las que tienen lugar en el apartamento pero también otras que aparentemente no tienen tanta carga emocional, como la del niño con hipotermia.
De todas formas, el futuro no es siempre tan negro. A veces aquello que en un principio se desprecia, o no se valora lo suficiente, acaba por convertirse en la más firme de las ataduras.
Con estos puntos de partida, el argumento que arranca con el padre adolescente que vende a su hijo no sabemos si para hacer negocio, para evitarse problemas, o tal vez simplemente para seguir subsistiendo sin dar un palo al agua, es lo suficientemente impactante como para que desde las primeras secuencias te sientas del todo implicado en las desventuras de esta pareja. Enseguida se nos muestra que la inconsciencia únicamente sigue vigente en el padre, que es incapaz del menor gesto de cariño hacia el bebé, al que conoce cuando cuenta ya con una semana de vida, ya que la joven madre se ha hecho cargo desde el principio de las responsabilidades que se le han venido encima, con agrado, incluso. Y a partir de aquí, cada uno se busca la vida como puede, sin apartarse de las decisiones tomadas acerca del modo de vida elegido, o al menos eso es lo que parece.
El espectador, a estas alturas ya involucrado hasta la médula, tiene el estómago encogido por la tensión derivada tanto del propio dinamismo y desarrollo de la acción, como del nivel de algunas secuencias, hiperrealistas hasta el extremo, entre las que yo destacaría las que tienen lugar en el apartamento pero también otras que aparentemente no tienen tanta carga emocional, como la del niño con hipotermia.
De todas formas, el futuro no es siempre tan negro. A veces aquello que en un principio se desprecia, o no se valora lo suficiente, acaba por convertirse en la más firme de las ataduras.
23 de octubre de 2005
23 de octubre de 2005
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de Mi vida sin mí, los seguidores de Isabel Coixet esperábamos algo más, y ciertamente La vida secreta de las palabras no está a la altura de las expectativas.
La historia de la enfermera y el herido entre los que poco a poco va surgiendo algo más que una relación profesional ha sido tratada en numerosas ocasiones, sin que esta última sea tampoco la más original. Ni siquiera el hecho de situar la acción en una plataforma petrolífera contribuye a incrementar el interés o aportar nuevos puntos de vista. Los personajes secundarios no están bien construidos y la vida en la plataforma está narrada de forma muy lineal y con mucha distancia. La banda sonora, con excepción de la canción de Antony and the Johnsons, sin duda alguna uno de los aciertos de la película, también resulta muy dispersa y a veces incluso consigue interrumpir el ritmo de la narración. Lo mejor, sin ninguna duda, la interpretación de Tim Robbins, seguida de la de Sarah Polley, y también es interesante la revisión que se lleva a cabo de las víctimas de conflictos olvidados y las consecuencias de los mismos. Pero ni siquiera este hecho ha sido del todo aprovechado en beneficio del guión, o al menos no con la suficiente eficacia.
El final, muy previsible.
La historia de la enfermera y el herido entre los que poco a poco va surgiendo algo más que una relación profesional ha sido tratada en numerosas ocasiones, sin que esta última sea tampoco la más original. Ni siquiera el hecho de situar la acción en una plataforma petrolífera contribuye a incrementar el interés o aportar nuevos puntos de vista. Los personajes secundarios no están bien construidos y la vida en la plataforma está narrada de forma muy lineal y con mucha distancia. La banda sonora, con excepción de la canción de Antony and the Johnsons, sin duda alguna uno de los aciertos de la película, también resulta muy dispersa y a veces incluso consigue interrumpir el ritmo de la narración. Lo mejor, sin ninguna duda, la interpretación de Tim Robbins, seguida de la de Sarah Polley, y también es interesante la revisión que se lleva a cabo de las víctimas de conflictos olvidados y las consecuencias de los mismos. Pero ni siquiera este hecho ha sido del todo aprovechado en beneficio del guión, o al menos no con la suficiente eficacia.
El final, muy previsible.

6,1
21.400
5
15 de octubre de 2005
15 de octubre de 2005
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La descripción de 48 horas de la vida de un adolescente, que además procede de un bario marginal, y que acaba de obtener un permiso en un centro de menores es un argumento original donde los haya. En 7 Vírgenes, además, se demuestra claramente insuficiente para servir de hilo argumental con la consistencia necesaria. Posiblemente por este motivo, constantemente se va forzando la trama para dar cabida a todos los elementos que se supone el público espera ver en una película de este tipo: los colegas, la coca, vómitos, borracheras, la disco, el colgao del barrio, la madre autista, unos porritos, un polvo, y mucha desorientación generalizada, todo ello porque sí.
El final, añade algo de emoción a la cinta, pero igualmente parece introducido para conseguir que el fin de semana en el barrio culmine con algún golpe de efecto contundente.
Entre los aciertos destaca sin ninguna duda Jesús Carroza, (¿cómo han podido premiar a Juan José Ballesta?), en un papel que le viene como anillo al dedo. El resto de los colegas resultan igualmente convincentes, tal vez porque no hay forma de enterarse de lo que dicen, por lo que realmente parece que estamos asistiendo a una reunión de bandas callejeras colombianas. La fotografía y la música también colaboran para ootorgar a la cinta la ambientación adecuada
En resumen, El Bola se ha hecho mayor. Pero El Vaquilla era otra cosa.
El final, añade algo de emoción a la cinta, pero igualmente parece introducido para conseguir que el fin de semana en el barrio culmine con algún golpe de efecto contundente.
Entre los aciertos destaca sin ninguna duda Jesús Carroza, (¿cómo han podido premiar a Juan José Ballesta?), en un papel que le viene como anillo al dedo. El resto de los colegas resultan igualmente convincentes, tal vez porque no hay forma de enterarse de lo que dicen, por lo que realmente parece que estamos asistiendo a una reunión de bandas callejeras colombianas. La fotografía y la música también colaboran para ootorgar a la cinta la ambientación adecuada
En resumen, El Bola se ha hecho mayor. Pero El Vaquilla era otra cosa.

7,2
5.039
10
13 de diciembre de 2005
13 de diciembre de 2005
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una pequeña comunidad canadiense en la que todos sus habitantes se conocen, se desencadena una tragedia en el mes de diciembre de 1995. Mucho tiempo atrás, un hombre tuvo que viajar hacia un hospital con su hija pequeña en su regazo, y una navaja en su mano, por si tenía que practicarle una traqueotomía de urgencia. La niña era muy rubia y muy dulce. Nunca ha podido olvidarlo.
En un avión viajan dos pasajeros, uno de ellos necesita unos auriculares para escuchar la película, y su compañera de asiento se los presta. Es amiga de su hija. Su hija está bien.
Nicole entretiene a dos hermanos pequeños mientras su padre se encuentra con una vecina en el Motel, leyendo a los niños El flautista de Hamelin.
Nicole es una buena cantante, y su padre le ha prometido, entre las velas, que hará lo posible para que llegue muy lejos.
Un abogado aparece de repente en la Comunidad, pidiendo autorización para encauzar la ira de los afectados, pero no todos los vecinos se dejan convencer por sus argumentos. Una de las supervivientes del accidente es la que tiene la última palabra.
Mientras todo esto sucede, la nieve sigue cayendo sobre el pueblo, el flautista sigue arrastrando a los niños con su música, el tiempo sigue avanzando hacia atrás y hacia delante, a veces también vuelve al presente, los personajes nos miran a los ojos y nos descubren con frialdad sus sentimientos, su desolación, su verdad, su mentira, sus silencios, y sus reproches. Todos intentan dejar atrás el pasado y alcanzar a su manera ese dulce porvenir.
En un avión viajan dos pasajeros, uno de ellos necesita unos auriculares para escuchar la película, y su compañera de asiento se los presta. Es amiga de su hija. Su hija está bien.
Nicole entretiene a dos hermanos pequeños mientras su padre se encuentra con una vecina en el Motel, leyendo a los niños El flautista de Hamelin.
Nicole es una buena cantante, y su padre le ha prometido, entre las velas, que hará lo posible para que llegue muy lejos.
Un abogado aparece de repente en la Comunidad, pidiendo autorización para encauzar la ira de los afectados, pero no todos los vecinos se dejan convencer por sus argumentos. Una de las supervivientes del accidente es la que tiene la última palabra.
Mientras todo esto sucede, la nieve sigue cayendo sobre el pueblo, el flautista sigue arrastrando a los niños con su música, el tiempo sigue avanzando hacia atrás y hacia delante, a veces también vuelve al presente, los personajes nos miran a los ojos y nos descubren con frialdad sus sentimientos, su desolación, su verdad, su mentira, sus silencios, y sus reproches. Todos intentan dejar atrás el pasado y alcanzar a su manera ese dulce porvenir.
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