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Críticas ordenadas por utilidad
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7,1
100.996
6
12 de abril de 2009
12 de abril de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viena, a principios del siglo XX. Eisenheim, un prestigioso ilusionista, cautiva al público con números tan deslumbrantes que llaman la atención de Leopold, el príncipe heredero. Un día, éste acude a una de las representaciones de Eisenheim, acompañado de Sophie von Teschen, su prometida, que resulta ser el amor de la infancia del mago. Tras descubrir que Eisenheim se ha encontrado alguna vez con Sophie, el príncipe le encarga a un perspicaz inspector de policía que demuestre que los trucos de Eisenheim son un fraude.
Este thriller de época, cercano al cine fantástico y a la literatura gótica, es tan original, que resulta difícil encontrar similitudes con otras películas. Habrá que tener en cuenta a partir de ahora al desconocido Neil Burger, que hasta ahora sólo había dirigido Interview with the Assassin, inédita en España. Burger, también guionista, adapta un cuento de Steven Milhauser, escritor premiado con el Pulitzer. El cineasta hace suyo el relato, añadiéndole personajes y giros inesperados, compone una sugerente atmósfera, subraya los elementos románticos y aprovecha la inquietante ambientación de la época. Como siempre, Edward Norton realiza una excelente interpretación, aunque se luce más Giamatti, en un papel difícil. Sus esfuerzos y los del resto del reparto, hacen creíble un rompecabezas en el que todas las piezas encajan, hasta componer una sorprendente historia romántica, sobre la obsesión, los celos y la decadencia de la aristocracia.
Este thriller de época, cercano al cine fantástico y a la literatura gótica, es tan original, que resulta difícil encontrar similitudes con otras películas. Habrá que tener en cuenta a partir de ahora al desconocido Neil Burger, que hasta ahora sólo había dirigido Interview with the Assassin, inédita en España. Burger, también guionista, adapta un cuento de Steven Milhauser, escritor premiado con el Pulitzer. El cineasta hace suyo el relato, añadiéndole personajes y giros inesperados, compone una sugerente atmósfera, subraya los elementos románticos y aprovecha la inquietante ambientación de la época. Como siempre, Edward Norton realiza una excelente interpretación, aunque se luce más Giamatti, en un papel difícil. Sus esfuerzos y los del resto del reparto, hacen creíble un rompecabezas en el que todas las piezas encajan, hasta componer una sorprendente historia romántica, sobre la obsesión, los celos y la decadencia de la aristocracia.

5,7
15.385
7
12 de abril de 2009
12 de abril de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es ésta una de esas películas que obliga a suspender la incredulidad, tan disparatado es su punto de partida. Sin saber por qué, Jessica es secuestrada en su casa, y encerrada en un sótano. Los captores destrozan el teléfono que hay ahí pero ella, mañosa profesora de física, logra una conexión con el exterior, de un modo rudimentario, con el teléfono móvil de Ryan, un joven desconocido. Tras un intento fallido de avisar a la policía, Ryan toma las riendas de la situación, cual moderno caballero andante. Eso sí, debe hacer lo imposible para que no se interrumpa la llamada.
Acción trepidante, la necesaria tensión, y un buen reparto, sobre todo Kim Basinger,William H. Macy y Jason Statham. Son las bazas para evitar que el espectador se detenga un momento a pensar lo absurda que es la historia que discurre ante sus ojos. El argumento está pergeñado por Larry Cohen, quien también sacó punta a otra trama telefónica, ésta con hilos, en Última llamada
Acción trepidante, la necesaria tensión, y un buen reparto, sobre todo Kim Basinger,William H. Macy y Jason Statham. Son las bazas para evitar que el espectador se detenga un momento a pensar lo absurda que es la historia que discurre ante sus ojos. El argumento está pergeñado por Larry Cohen, quien también sacó punta a otra trama telefónica, ésta con hilos, en Última llamada

6,6
27.708
6
11 de abril de 2009
11 de abril de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carter y Edward tienen una sola cosa en común: a ambos les han diagnosticado un cáncer con muy mala pinta, que les lleva a compartir habitación en un hospital. Por lo demás, no pueden ser más diferentes. Carter es negro; su gran ilusión era ser profesor, pero circunstancias de la vida le llevaron a convertirse en modesto mecánico de un taller de automoción; tiene una familia estupenda, una mujer, tres hijos y un buen puñado de nietos, que le quieren de verdad. Mientras, el blanco y rico Edward tiene todo lo que el dinero puede comprar, y es un empresario de raza, además de propietario del hospital del que se ha convertido en involuntario paciente; en cambio en su vida personal arrastra tres divorcios y en la actualidad está solo; sólo se entiende con su eficaz secretario, lo más parecido que tiene a un amigo. Aunque al principio no congenian demasiado, la obligada convivencia y la enfermedad conduce a que Carter y Edward estrechen lazos. Y cuando el segundo descubre en un papel arrugado una lista de cosas que el otro querría hacer antes de morir, decide compartir esa lista y añadir otras metas propias. Lo que les lleva a iniciar juntos un viaje alrededor del mundo, y sobre todo al interior de sí mismos.
Es ésta una de esas películas que se interrogan acerca de cuáles son las cosas importantes de la vida, capaces de dar la felicidad; y que invita a dar los pasos necesarios para conseguirlas. En efecto, se distinguen los caprichos e ilusiones que están bien, pero no son para tanto (la caída libre, conducir un par de cochazos...), con la contemplación de la belleza del mundo, y así, de modo ascendente, llegar al amor de las personas, o a la consideración de lo que nos aguarda después de la muerte. En ese sentido es muy emotiva la conversación ante las grandes pirámides de Egipto, en que se habla de las ideas egipcias sobre el más allá y una suerte de juicio para acceder a la vida eterna; también destaca el panegírico final.
Aunque la trama ideada por Justin Zackham sea previsible, se agradece la humanidad con que encara un tema tan serio como la muerte, conjugando sonrisas y lágrimas, incluido cierto toque de ingenio y pillería: ¿cómo definir, si no, el momento en que una atractiva mujer intenta seducir a Carter invitándolo a su habitación mientras dice "ya sé que esto está muy manido, pero...", un modo de decir, 'vale, esto es un tópico, y para que no quede ninguna duda lo digo'? Eso sí, agotan un poco las continuas demostraciones de conocimientos de cultura general del aficionado a los concursos televisivos Carter, demasiado recurrentes.
Es ésta una de esas películas que se interrogan acerca de cuáles son las cosas importantes de la vida, capaces de dar la felicidad; y que invita a dar los pasos necesarios para conseguirlas. En efecto, se distinguen los caprichos e ilusiones que están bien, pero no son para tanto (la caída libre, conducir un par de cochazos...), con la contemplación de la belleza del mundo, y así, de modo ascendente, llegar al amor de las personas, o a la consideración de lo que nos aguarda después de la muerte. En ese sentido es muy emotiva la conversación ante las grandes pirámides de Egipto, en que se habla de las ideas egipcias sobre el más allá y una suerte de juicio para acceder a la vida eterna; también destaca el panegírico final.
Aunque la trama ideada por Justin Zackham sea previsible, se agradece la humanidad con que encara un tema tan serio como la muerte, conjugando sonrisas y lágrimas, incluido cierto toque de ingenio y pillería: ¿cómo definir, si no, el momento en que una atractiva mujer intenta seducir a Carter invitándolo a su habitación mientras dice "ya sé que esto está muy manido, pero...", un modo de decir, 'vale, esto es un tópico, y para que no quede ninguna duda lo digo'? Eso sí, agotan un poco las continuas demostraciones de conocimientos de cultura general del aficionado a los concursos televisivos Carter, demasiado recurrentes.

5,9
9.971
4
11 de abril de 2009
11 de abril de 2009
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sam Foster, un prestigioso psiquiatra, intenta convencer a uno de sus pacientes, Henry Lethem, de que no se suicide. Éste se encuentra completamente desesperado, porque sufre terroríficas alucinaciones. Pero Sam también empieza a ver cosas extrañas, lo que enturbia su relación con Lila, su novia, una antigua paciente.
Marc Forster, responsable de Monster's Ball y Descubriendo Nunca Jamás, se adentra en el territorio del thriller psicológico. Aunque el cineasta filma con un impactante estilo visual, y cuenta con un reparto de "agárrate y no te menees", el film no tuvo el éxito esperado en su estreno en cines, quizá por el esfuerzo intelectual que exige.
Marc Forster, responsable de Monster's Ball y Descubriendo Nunca Jamás, se adentra en el territorio del thriller psicológico. Aunque el cineasta filma con un impactante estilo visual, y cuenta con un reparto de "agárrate y no te menees", el film no tuvo el éxito esperado en su estreno en cines, quizá por el esfuerzo intelectual que exige.

7,2
114.775
7
14 de abril de 2009
14 de abril de 2009
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Extraordinaria película de los hermanos Joel y Ethan Coen, quizá la mejor de su valiosa filmografía, y prueba de la plena madurez que han alcanzado como cineastas. No es que antes hubieran dejado de demostrar su talento, allí están títulos tan redondos como Muerte entre las flores o Fargo. Pero es cierto que les podía su vertiente gamberra, se hacían demasiado reconocibles con sus bromas y su estilo visual. En la obra del escritor Cormac McCarthy han encontrado temas y personajes con los que pueden identificarse, y con los que, en efecto, se han identificado. Así que se benefician de la gran humanidad con que McCarthy pinta a sus personajes de la frontera, tipos lacónicos, habituados a la vida dura; y de algún modo depuran lo que en otros de sus filmes resulta exagerado. Y la combinación Coen-McCarthy resulta perfecta. Porque hablar de una historia con asesinos pasados de rosca (estupendo Javier Bardem, y también Woody Harrelson, con menos presencia), y tipos duros, supervivientes natos (los personajes de los magníficos Josh Brolin y Tommy Lee Jones, uno al que atrae el dinero, pero que tiene un código moral que le lleva, por ejemplo, a llevar agua a un tipo al que dejó malherido, el otro con un claro sentido de la justicia, pero cansado de ver cómo el mal y la crueldad dominan con frecuencia el mundo), es hablar claramente del universo Coen; pero la aproximación por la senda McCarthy ayuda sobremanera a la credibilidad de lo narrado. Y no sólo en los protagonistas, sino también en tipos humanos de la América profunda, un vendedor, el encargado de un motel... Gente corriente y moliente, que se suelen ver poco en las películas, y a la que los Coen ya se habían acercado en títulos como Fargo.
Resulta increíble la impecable caligrafía cinematográfica que presenta este trabajo de los Coen. La historia salta de uno a otro personaje con naturalidad, y la tensión del "duelo", por así decir, entre Llewelyn y Anton, alcanza niveles altísimos, ya sea en medio del desierto, esa dinámica persecución hasta el río; en el motel de carretera; o en México. Hay violencia, dura e impactante, desagradable si se quiere, aunque tampoco se busca el regodeo. Funciona muy bien la sobriedad de los personajes, e incluso el que se prestaba más al histrionismo, el de Bardem, está contenido en su justo punto. Hay reflexiones apuntadas, sobre la libertad y la responsabilidad (esa moneda caprichosa de Anton no le exime de lo que es una crueldad salvaje y deliberada), el anhelo de un hogar tranquilo, y la implantación de un orden justo que no llega. Incluso se alude al universal deseo del encuentro con Dios en la vida de uno, del que se aguarda a veces a que haga su aparición cuando uno ya es de edad avanzada, quizá olvidando que ese encuentro tiene algo de búsqueda, que no puede dejarse a la pura providencia, aunque ésta cuente, y mucho.
Resulta increíble la impecable caligrafía cinematográfica que presenta este trabajo de los Coen. La historia salta de uno a otro personaje con naturalidad, y la tensión del "duelo", por así decir, entre Llewelyn y Anton, alcanza niveles altísimos, ya sea en medio del desierto, esa dinámica persecución hasta el río; en el motel de carretera; o en México. Hay violencia, dura e impactante, desagradable si se quiere, aunque tampoco se busca el regodeo. Funciona muy bien la sobriedad de los personajes, e incluso el que se prestaba más al histrionismo, el de Bardem, está contenido en su justo punto. Hay reflexiones apuntadas, sobre la libertad y la responsabilidad (esa moneda caprichosa de Anton no le exime de lo que es una crueldad salvaje y deliberada), el anhelo de un hogar tranquilo, y la implantación de un orden justo que no llega. Incluso se alude al universal deseo del encuentro con Dios en la vida de uno, del que se aguarda a veces a que haga su aparición cuando uno ya es de edad avanzada, quizá olvidando que ese encuentro tiene algo de búsqueda, que no puede dejarse a la pura providencia, aunque ésta cuente, y mucho.
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