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4,4
19.106
3
19 de mayo de 2009
19 de mayo de 2009
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sueño de toda muchacha es casarse de blanco y por la iglesia, ahora ya no es necesario que su virgo esté intacto hasta la noche de bodas, pero el hombre que la espere en el altar ha de ser un caballero guapo y simpático (es obvio que ha de tener dinero). Si se cumplen estos requisitos y no eres feliz córtate las venas, según esta película la vida de toda mujer se resume en eso.
Christina es una chica mala que juega con los hombres hasta que deja sus corazones hechos pedazos. Los conoce en las discotecas, tontea, se hace la coqueta y si le piden el teléfono te da el del horóscopo o dice que ya te llamará ella, pero te olvida para siempre. Esto es divertido hasta que se da cuenta que es esclava de su rutina. Es un acontecimiento trascendental, definitivo, ha llegado el momento de echar el ancla y atracar en un puerto tranquilo. Por eso el primero que se cruza con ella le vale para idealizarlo hasta convertirlo en el hombre perfecto y bueno que le proporcione sexo oral y helado sin calorías. Al principio no se percata, pero en una película de hora y media si eso ocurre en los primeros veinte minutos nunca es tarde para ir tras él y que la cámara la siga. Y así se llena la cinta, con eso y un par de amigas alocadas que den lugar a situaciones graciosas han hecho “La cosa más dulce”. Por supuesto el ritmo narrativo está controlado adecuadamente y los gags introducidos provocan la risa del espectador. En películas de este tipo la estructura interna de la trama se ha repetido tantas veces que todo nos resulta familiar (por no decir ya visto), así que estamos como en casa.
Desde la irrupción de los hermanos Farrely la comedia americana ha dejado atrás el glamour de sus protagonistas para adentrarse en el maravilloso mundo de lo obsceno. Claro que no es lo mismo hacerlo por primera vez y con crueldad que limitarse a repetir los aspectos más superficiales cuando ya se ha comprobado la excelente aceptación por parte del público. Así tenemos una escena clavada a la vista en “Algo pasa con Mary”, si en la original el protagonista se coge el miembro con la cremallera del pantalón aquí a una de las secundarias se le engancha el pene con piercing de su acompañante a la campanilla mientras le hace una mamada. Añádele la escena de la tintorería, el número musical en el restaurante chino y al viejo que no echa de menos a la abuela y obtendrás risitas, satisfacción, autocomplacencia... Así que ya sabes niña, consigue un vestido blanco, un ramo de flores y pon la fotografía en el portaretratos de plata para mantener el recuerdo.
Christina es una chica mala que juega con los hombres hasta que deja sus corazones hechos pedazos. Los conoce en las discotecas, tontea, se hace la coqueta y si le piden el teléfono te da el del horóscopo o dice que ya te llamará ella, pero te olvida para siempre. Esto es divertido hasta que se da cuenta que es esclava de su rutina. Es un acontecimiento trascendental, definitivo, ha llegado el momento de echar el ancla y atracar en un puerto tranquilo. Por eso el primero que se cruza con ella le vale para idealizarlo hasta convertirlo en el hombre perfecto y bueno que le proporcione sexo oral y helado sin calorías. Al principio no se percata, pero en una película de hora y media si eso ocurre en los primeros veinte minutos nunca es tarde para ir tras él y que la cámara la siga. Y así se llena la cinta, con eso y un par de amigas alocadas que den lugar a situaciones graciosas han hecho “La cosa más dulce”. Por supuesto el ritmo narrativo está controlado adecuadamente y los gags introducidos provocan la risa del espectador. En películas de este tipo la estructura interna de la trama se ha repetido tantas veces que todo nos resulta familiar (por no decir ya visto), así que estamos como en casa.
Desde la irrupción de los hermanos Farrely la comedia americana ha dejado atrás el glamour de sus protagonistas para adentrarse en el maravilloso mundo de lo obsceno. Claro que no es lo mismo hacerlo por primera vez y con crueldad que limitarse a repetir los aspectos más superficiales cuando ya se ha comprobado la excelente aceptación por parte del público. Así tenemos una escena clavada a la vista en “Algo pasa con Mary”, si en la original el protagonista se coge el miembro con la cremallera del pantalón aquí a una de las secundarias se le engancha el pene con piercing de su acompañante a la campanilla mientras le hace una mamada. Añádele la escena de la tintorería, el número musical en el restaurante chino y al viejo que no echa de menos a la abuela y obtendrás risitas, satisfacción, autocomplacencia... Así que ya sabes niña, consigue un vestido blanco, un ramo de flores y pon la fotografía en el portaretratos de plata para mantener el recuerdo.

4,1
62
3
14 de julio de 2010
14 de julio de 2010
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera media hora de "To Kako" es un tostón. Mientras vemos la aburrida presentación de unos personajes que nos dan igual se suceden ridículas transformaciones en zombies. Esto consiste en escuchar un ruido de pedo y que el "infectado" ponga los ojos en blanco, como si tuviese una cagalera brutal.
Una vez que el grupo de supervivientes está reunido se desarrolla la mejor secuencia de la película. El comedor de un restaurante se convierte en el escenario de un festival de muertes estúpidas. Palos de escobas, troncos de árboles, candelabros con velas y otros objetos absurdos se convierten en armas peligrosas mientras una karateka se empeña en matar zombies a patadas.
Después de esta divertida secuencia, la historia decae de nuevo, las persecuciones se vuelven rutinarias y la banda sonora se hace insoportable. Toda la música de "To Kako" parece un ritmo pregrabado de los teclados Casio. En definitiva, esta película griega de zombies se olvidaría fácilmente si no fuese por su sorprendente plano final.
Una vez que el grupo de supervivientes está reunido se desarrolla la mejor secuencia de la película. El comedor de un restaurante se convierte en el escenario de un festival de muertes estúpidas. Palos de escobas, troncos de árboles, candelabros con velas y otros objetos absurdos se convierten en armas peligrosas mientras una karateka se empeña en matar zombies a patadas.
Después de esta divertida secuencia, la historia decae de nuevo, las persecuciones se vuelven rutinarias y la banda sonora se hace insoportable. Toda la música de "To Kako" parece un ritmo pregrabado de los teclados Casio. En definitiva, esta película griega de zombies se olvidaría fácilmente si no fuese por su sorprendente plano final.
7
12 de febrero de 2010
12 de febrero de 2010
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los zombis son una casta de seres fantásticos que está evolucionando. En las últimas aportaciones al género, dejaron de ser torpes resucitados para convertirse en infectados rabiosos. Siguen siendo idiotas, pero ahora son rápidos. Persecucións y vísceras es un cocktail que los espectadores bebemos con fruición. A ese combinado sólo hay que añadirle las víctimas propicias para lograr un bonito espectáculo. En la miniserie "Dead Set" los que tienen que combatir a los zombis son los concursantes del "Big Brother". La lucha de cerebros no podía estar más igualada. La esperanza de la humanidad son unos tipos que al salir de la casa-plató y descubrir el apocalipsis en las calles son capaces de preguntar “¿eso significa que nosotros ya no salimos en la televisión?”. Estupidez y carne fresca. El que quiera elegancia que vea una de vampiros. Aquí se ofrece diversión a bocados y una metáfora para el recuerdo: un zombi observa con curiosidad una cámara de televisión mientras otro zombi lo mira fascinado a través de una pantalla.

5,1
70
6
21 de mayo de 2014
21 de mayo de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una amable comedia romántica con un punto exótico, que nos acerca a una realidad poco frecuentada en el cine: la de los "emigrantes" norteamericanos que son desplazados a los países subdesarrollados donde sus empresas deslocalizan el trabajo. En este caso el protagonista es un abogado neoyorquino que, debido a sus rasgos asiáticos, es enviado a Shanghai para hacerse cargo del nuevo centro de negocios de su compañía. Allí no pierde ocasión de comportarse como un perfecto idiota colonialista, que ni siquiera intenta integrarse en su nuevo entorno. Tras sufrir las consecuencias del choque cultural y recibir la llamada del amor, verá como se tambalean sus convicciones capitalistas y decide replantearse su forma de vida. Sin ser una película extraordinaria, resulta un curioso entretenimiento que se aleja de los caminos más trillados en este tipo de historias. Recomendable para pasar el rato sin demasiadas exigencias.
7
27 de junio de 2010
27 de junio de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Good Hair" es un documental sorprendente para todos aquellos que desconozcan los tratamientos capilares a los que se someten las mujeres afroamericanas.
El negocio de exportación de cabello humano y las similitudes con el tráfico de drogas resulta divertido y trágico al mismo tiempo.
Partiendo de un tema que podría parecer insignificante, Chris Rock logra hacernos reflexionar con humor sobre la idiosincrasia y los complejos de los negros norteamericanos.
El negocio de exportación de cabello humano y las similitudes con el tráfico de drogas resulta divertido y trágico al mismo tiempo.
Partiendo de un tema que podría parecer insignificante, Chris Rock logra hacernos reflexionar con humor sobre la idiosincrasia y los complejos de los negros norteamericanos.
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