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España España · Ponferrada (Leon)
Críticas de Antonio
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
6
18 de mayo de 2011
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pitfall es una película muy prestigiosa entre varios círculos críticos del director André de Toth (bastante dotado para westerns de serie B). En su primera parte queda demasiado esquemática y con una dirección un tanto desganada y apagada. A partir de la atracción sentimental que se establece entre el agente de seguros y la modelo, la trama cobra interés y dinamismo completada con un detective corrupto y un estafador que se encuentra en la cárcel.

De alguna manera, se pone en entredicho el día a día de este americano medio con una vida rutinaria y monótona hasta que aparece una seductora mujer en su camino. El desencanto marca toda la narración aunque se ve perjudicada por ese tono moralizante muy presente para salvaguardar su honor y esos valores familiares que es preciso mantener con su mujer e hijo. Esa coletilla de la doble moralidad era habitual en esos años y la censura imponía sus directrices.

Dick Powell encaja una vez más como ese actor contenido y taciturno a pesar de ser poco reconocido dentro del género. Sin embargo, comparto escaso entusiasmo por la actriz Lizabeth Scott, inexpresiva y artificial. Es curioso que en las fotos que observa el protagonista tiene gran fotogenia pero cuando aparece en pantalla o desfila como modelo, pierde todo ese atractivo. El actor Raymond Burr es seguramente uno de los villanos imprescindibles de la Serie B (Desperate, Justa venganza, Alarma en la frontera o Las fronteras del crimen, entre otras) y que tanto valoró Hitchcock para elegirlo como el antagonista de La ventana indiscreta.

Otro título curioso más a añadir dentro de la serie B en la fimografía de este director de origen húngaro que complementa esa otra película tan valorada como Crime Wave con Sterling Hayden y que también requiere una inmediata recuperación.
Antonio
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2
17 de febrero de 2008
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez vista, ¿Y tú quién eres? me queda la impresión de que Antonio Mercero ha realizado su peor película. Reconozco que la tarea no era fácil al tratar un tema duro y delicado como es la enfermedad de Alzheimer y todo lo que conlleva. Sin embargo, el resultado final es de lo más simplón, vulgar y un cúmulo de despropositos. El director ha optado por el camino más visto, lleno de lugares comunes y estereotipos. Nada es creible en la evolución de los personajes y los clichés son constantes. En todo momento, ha buscado el ternurismo y la sensibleria combinándola con varias escenas cómicas de una forma desigual y sin gracia. También, hay diálogos que son ridiculos por conservadores y tradicionales. En relación a los personajes, tan solo Alexandre logra conmovernos con su mirada ausente y su andar cansino a pesar de ser uno de sus trabajos más desaprovechados. José Luis López Vázquez compone otra vez un papel amanerado y excesivo que resulta patético con tanta mueca reiterativa. Cristina Brondo, como nieta cariñosa y afectiva, es demasiado llorona y tiende a la sobreactuación. Tal vez, lo peor sea el retrato de los hijos del protagonista interpretados por Álvaro de Luna y Ángeles Macua que ven a su padre como una carga y deciden ingresarlo lo antes posible en una Residencia para quitárselo de encima. Se llega a un maniqueismo tremendo de cara a que el espectador se posicione a favor de una de las partes. Ojalá tengamos de cara al futuro mejores muestras de lo que supone esta enfermedad sin caer en lo lacrimógeno y qué sepan combinar de verdad la comedia y el drama con inteligencia.
Antonio
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6
29 de enero de 2008
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver MARTA Y ALREDEDORES y debo reconocer que me ha resultado una curiosidad a tener en cuenta dentro del panorama actual del Cine Español. Es cierto que historias como ésta, tan sencilla y cotidiana, que refleja los problemas, ilusiones y expectativas de un grupo de amigos que han superado los 30 años es poco habitual en nuestro Cine y, además, está narrada con frescura y correción. Hay que destacar el buen trabajo interpretativo de todos los actores en un reparto coral y variado en el cual brilla especialmente una genial Lola Dueñas, una actriz espléndida que borda un personaje manipulador y lleno de impulsos y también Marta Belaustegui que encaja perfectamente como una chica reprimida y cargada de frustacciones y miedos. La película contiene varios diálogos y conversaciones entre los amigos muy creibles y sinceras que captan su realidad, el desencanto ante el mundo laboral, las ganas de emanciparse o el plantearse ser padres. Aquí es donde reside el encanto de esta opera prima que pasó desapercibida en su momento y demuestra que es conveniente, de vez en cuando, acercarse a la realidad de la juventud de hoy en día, a sus ilusiones y sus fracasos. Es una lástima que los últimos 15 minutos pierdan intensidad y ritmo, con algunas situaciones de enredo algo alargadas e innecesarias. Esto me confirma que este guión hubiera sido más apropiado para realizar un cortometraje concentrando el interés de todos los personajes en menos tiempo de duración. Aún asi, una de las sorpresas agradables y a recomendar de un Cine Español actual carente de guiones atractivos que conecten facilmente con el espectador.
Antonio
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3
22 de diciembre de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una propuesta tan disparatada y extrema como la que plantea De la Iglesia es preciso entrar en su juego, dejarse llevar y tomárselo poco en serio. En mi caso, he de reconocer que no lo ha logrado porque su visionado me ha resultado una experiencia agotadora.

Al final, se convierte en una tópica historia de venganza y de continúas persecuciones con un tono excesivo, explícito, carente del humor negro y socarrón habitual de su director. Un batiburrillo de imágenes sin apenas coherencia donde nada cobra sentido ante personajes tan patéticos y llenos de sadismo. El amor es una simple excusa para sacar a relucir todos los demonios posibles. Los actores defienden como pueden personajes tan al límite de la caricatura o la parodia. En este sentido, sale bien parado Carlos Areces que cumple con creces en su arriesgado papel de payaso triste por encima del propio Antonio de la Torre como payaso alegre. La presencia de Carolina Bang tiene cierto magnetismo físico en un papel lineal y sin matices expresivos. El resto de personajes caen directamente en los clichés habituales como el Coronel Salcedo de Sancho Gracia o en el humor infantil del Motorista fantasma de Alejandro Tejería, sin olvidar ese cameo entre amigos de Raúl Arevalo en una secuencia ridícula.

Es preciso reconocer su talento visual en algunas secuencias como los títulos de crédito del principio con esa marcha procesional alternada con imágenes de archivo, la fuga del payaso triste por los alcantarillados o esa entrada en el cine con la canción de Rafael, donde por primera vez sentimos empatía con un destino marcado por la tragedia. No obstante, son solo cuentagotas en un director dotado de un especial dominio técnico aunque, en esta ocasión, los efectos especiales utilizados no destacan especialmente.

En líneas generales, es un ejercicio de muchas referencias e influencias cinematográficas que van desde la película “Freaks, la parada de los monstruos”, pasando por homenajear al propio Hitchcock para rematar con varios toques tipo Tarantino con una violencia grotesca. Sin duda, un cóctel bastante revuelto y de difícil digestión. Me quedo con ese De la Iglesia esperpéntico y más controlado en una película tan simpática y perversa al mismo tiempo como “La Comunidad”,
Antonio
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6
28 de junio de 2011
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mil ojos tiene la noche de John Farrow (director con otros títulos interesantes del género como Donde habita el peligro o El reloj asesino, entre otros) constituye una película muy extraña y rara para la época en que fue rodada con elementos de parapsicología, telepatía, clarividencia e hipnotismo a través de un adivino-mentalista que siente premoniciones de lo que ocurrirá en el futuro, la mayoría de los casos, desgracias y catástrofes.

Como punto de partida es una propuesta inusual y prometedera pero, la resolución es poco afortunada en su última parte por unos diálogos forzados y una puesta en escena tan teatral. Sin duda, va de más a menos con la entrada de la investigación policial y pierde mucha fuerza en su desenlace. A su favor una atmósfera cargada de pesimismo y como mayor inconveniente, el uso de la voz en off resulta repetitiva en los diferentes flashbacks.

Edward G. Robinson en sus mejores años como un personaje atormentado y atrapado por el destino en la línea de La mujer del cuadro de Lang. Gail Russell (inolvidable en Moonrise) tiene una presencia magnética y radiante aunque en un papel menor y sin apenas evolución dramática.

Esta película queda como una grata curiosidad por una temática que oscila entre el cine negro y el fantástico, a pesar de sus deficiencias de guión.
Antonio
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