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7
11 de septiembre de 2005
11 de septiembre de 2005
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Samira no es sólo la hija del prestigioso director iraní Mohsen Makhmalbaf. Ella ha conseguido con sólo tres películas (y su participación en 11'09''01) a sus 24 años, construir una sólida filmografía. Sus películas pueden ser ya consideradas como todo un referente a la hora de mostrar las precarias condiciones de vida de su país, y de los limítrofes con él.
"A las cinco de la tarde" nos muestra la realidad del Afganistán postalibán. Un país del que apenas se habla desde la invasión estadounidense. Un país totalmente en ruinas, donde la gente debe seguir conviviendo con la pobreza, y donde conviven dos mentalidades bien opuestas: los conservadores seguidores del antiguo régimen, y los jóvenes esperanzados con la llegada de la supuesta libertad.
Libertad ficticia, porque no basta con invadir y derrocar al Gobierno de turno. La democracia es algo que no se puede imponer, y en Afganistán hay pensamientos y sentimientos muy arraigados, que no son tan fáciles de eliminar de un plumazo.
"A las cinco de la tarde" nos muestra la realidad del Afganistán postalibán. Un país del que apenas se habla desde la invasión estadounidense. Un país totalmente en ruinas, donde la gente debe seguir conviviendo con la pobreza, y donde conviven dos mentalidades bien opuestas: los conservadores seguidores del antiguo régimen, y los jóvenes esperanzados con la llegada de la supuesta libertad.
Libertad ficticia, porque no basta con invadir y derrocar al Gobierno de turno. La democracia es algo que no se puede imponer, y en Afganistán hay pensamientos y sentimientos muy arraigados, que no son tan fáciles de eliminar de un plumazo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La historia se centra en una joven idealista, que sueña con ser presidenta de su nación, en un lugar en el que tiene que ir a escondidas a clase, porque su padre es uno de los muchos que todavía respetan las creencias talibanes. El mérito de la directora radica en no juzgar a ninguno de sus personajes. Ella es capaz de comprender el punto de vista de un anciano que ha crecido con una cultura y unas costumbres de las que ya resulta imposible deshacerse.
Con ese estilo de casi documental se nos muestra toda la crudeza de la desoladora vida afgana. La pobreza extrema, la vida entre ruinas, la represión a la que todavía son sometidas las mujeres, el absurdo de la actuación occidental...la única que pone algo de esperanza en todo este panorama es nuestra joven protagonista (y su amigo). Pero las ilusiones que se van despertando en ella por cambiar las cosas, van desapareciendo poco a poco, hasta que quedan aplastadas por el peso de la realidad.
Una película sin concesiones, con ese tono pausado del cine iraní, en la que se ataca a todos los que permiten que siga habiendo poblaciones enteras viviendo en una situación lamentable. Y lo peor de todo, que por mucho que haya gente que quiera cambiar las cosas, eso será imposible mientras su entorno siga siendo el que es. Y no parece que eso vaya a cambiar en un corto o medio plazo.
Con ese estilo de casi documental se nos muestra toda la crudeza de la desoladora vida afgana. La pobreza extrema, la vida entre ruinas, la represión a la que todavía son sometidas las mujeres, el absurdo de la actuación occidental...la única que pone algo de esperanza en todo este panorama es nuestra joven protagonista (y su amigo). Pero las ilusiones que se van despertando en ella por cambiar las cosas, van desapareciendo poco a poco, hasta que quedan aplastadas por el peso de la realidad.
Una película sin concesiones, con ese tono pausado del cine iraní, en la que se ataca a todos los que permiten que siga habiendo poblaciones enteras viviendo en una situación lamentable. Y lo peor de todo, que por mucho que haya gente que quiera cambiar las cosas, eso será imposible mientras su entorno siga siendo el que es. Y no parece que eso vaya a cambiar en un corto o medio plazo.

6,0
8.200
5
17 de abril de 2007
17 de abril de 2007
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El musical es un género que ha sido rejuvenecido en los últimos tiempos gracias a películas como “Moulin Rouge” o “Chicago”. Las viejas historias de siempre, puestas al día por nuevos directores, amigos de la estética videoclipera y que acercan este género al nuevo gran público.
El turno ahora le ha tocado a Bill Condon (un director con una filmografía de lo más variopinta), que dirige una versión de otro clásico de Broadway. Y por meter alguna variación, los protagonistas son de raza negra. Así nos sirve la película para meter un par de reivindicaciones sociales...y, de paso, nos ganamos al público afroamericano.
Está claro que “Dreamgirls” es un producto (en el peor sentido de la palabra) en el que todo está medido al milímetro, para que la película se convierta en una “arrasapremios” (cosa que, por fortuna, no ocurrió del todo), a la vez que un gran éxito de público. El guión es un cliché tras otro. Repeticiones de personajes que ya habíamos visto en otras películas que a su vez nos recordaban a los de otras distintas. Por cierto, supongo que en la admiración general que ha despertado Eddie Murphy habrá influido sobremanera su carrera anterior (y posterior, no nos olvidemos de Norbitt). Porque el hombre no lo hace mal, pero de ahí a las excelencias que se hablan, media un abismo. Por cierto, que su compañera Hudson sí que consiguió el Oscar...es innegable el poderío de su voz, y la fuerza que derrocha cuando canta, pero tampoco es la mejor interpretación del año, ni mucho menos.
Sí me pareció atisbar algo de originalidad por parte de Condon a la hora de llevar a imágenes esta historia. Una especie de deseo de dejar algo de su impronta...pero la cosa se queda en agua de borrajas. La película es muy larga y las canciones excesivas (¿a qué viene ese empeño en decirlo todo cantando?), y cual musical clásico (o película de Disney) se aprovecha la menor coyuntura para cantarse las verdades...
Todo lo anterior hace que la gran ambientación, el magnífico vestuario, la brillante fotografía, etc, etc. sólo sirvan para que este producto no se venga abajo definitivamente.
El turno ahora le ha tocado a Bill Condon (un director con una filmografía de lo más variopinta), que dirige una versión de otro clásico de Broadway. Y por meter alguna variación, los protagonistas son de raza negra. Así nos sirve la película para meter un par de reivindicaciones sociales...y, de paso, nos ganamos al público afroamericano.
Está claro que “Dreamgirls” es un producto (en el peor sentido de la palabra) en el que todo está medido al milímetro, para que la película se convierta en una “arrasapremios” (cosa que, por fortuna, no ocurrió del todo), a la vez que un gran éxito de público. El guión es un cliché tras otro. Repeticiones de personajes que ya habíamos visto en otras películas que a su vez nos recordaban a los de otras distintas. Por cierto, supongo que en la admiración general que ha despertado Eddie Murphy habrá influido sobremanera su carrera anterior (y posterior, no nos olvidemos de Norbitt). Porque el hombre no lo hace mal, pero de ahí a las excelencias que se hablan, media un abismo. Por cierto, que su compañera Hudson sí que consiguió el Oscar...es innegable el poderío de su voz, y la fuerza que derrocha cuando canta, pero tampoco es la mejor interpretación del año, ni mucho menos.
Sí me pareció atisbar algo de originalidad por parte de Condon a la hora de llevar a imágenes esta historia. Una especie de deseo de dejar algo de su impronta...pero la cosa se queda en agua de borrajas. La película es muy larga y las canciones excesivas (¿a qué viene ese empeño en decirlo todo cantando?), y cual musical clásico (o película de Disney) se aprovecha la menor coyuntura para cantarse las verdades...
Todo lo anterior hace que la gran ambientación, el magnífico vestuario, la brillante fotografía, etc, etc. sólo sirvan para que este producto no se venga abajo definitivamente.

7,1
73.281
7
16 de julio de 2006
16 de julio de 2006
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Volver. Eso es lo que ha hecho Almodóvar en esta nueva entrega de su personalísimo mundo. Tras sus excelentes y maduras, Todo sobre mi madre y Hable con ella; y justo después de su fallida La mala educación, Almodóvar vuelve a un cine más costumbrista, en un drama impregnado de comedia; de auténtica comedia almodovariana.
Vuelve también Carmen Maura. Magnífica, perfecta en su rol de madre que también retorna. No podía haber sido más fructífero el reencuentro entre el director manchego y su pretérita musa. Entre ambos construyen un personaje de una enjundia y un carisma innegables. Al lado de Maura, una inmensa Portillo, todo un descubrimiento de la que menos cine había hecho del cuarteto protagonista.
Sin embargo, Dueñas y Cruz no convencen tanto. Lola Dueñas sólo convence en determinados momentos. Y a Penélope le pasa tres cuartos de lo mismo, con el agravante de tener varios momentos que estropean el resultado global de su interpretación. La primera secuencia en el cementerio es un claro ejemplo de falta de credibilidad y autenticidad en una película, que por otro lado, rebosa de estos atributos. Otra, es la ridícula y falsa interpretación musical (aunque eso sea culpa del autor y no de ella).
Precioso homenaje a sus raíces y a las mujeres, “Volver” es una muy buena película porque es capaz de conjuntar el realismo más auténtico con un surrealismo no menos auténtico. “Volver” es una muy buena película porque hila muy fino en sus notas humorísticas (que se nos quedan un poco cortas, siempre queremos más). Y “Volver” es una gran película, porque tiene una resolución digna de un maestro (y de la que era difícil salir, tras el berenjenal en que se había metido previamente).
Volver no es redonda, precisamente por eso, por ese berenjenal, en el que se cae por su propio peso que durante buena parte del metraje el personaje de Lola Dueñas no pida ningún tipo de explicación (y tampoco el espectador la tenga). Volver no es redonda porque la trama que envuelve al personaje de Pe y su marido está a años-luz, en cuanto a interés, de la trama principal. Y no es redonda, como ya hemos dicho, por algunas interpretaciones (o parte de ellas).
Con sus defectos, y sin llegar a la altura de sus obras cumbres, “Volver” nos deja un muy buen sabor de boca y una muy agradable sensación. Y ahora, a recoger premios por doquier.
Vuelve también Carmen Maura. Magnífica, perfecta en su rol de madre que también retorna. No podía haber sido más fructífero el reencuentro entre el director manchego y su pretérita musa. Entre ambos construyen un personaje de una enjundia y un carisma innegables. Al lado de Maura, una inmensa Portillo, todo un descubrimiento de la que menos cine había hecho del cuarteto protagonista.
Sin embargo, Dueñas y Cruz no convencen tanto. Lola Dueñas sólo convence en determinados momentos. Y a Penélope le pasa tres cuartos de lo mismo, con el agravante de tener varios momentos que estropean el resultado global de su interpretación. La primera secuencia en el cementerio es un claro ejemplo de falta de credibilidad y autenticidad en una película, que por otro lado, rebosa de estos atributos. Otra, es la ridícula y falsa interpretación musical (aunque eso sea culpa del autor y no de ella).
Precioso homenaje a sus raíces y a las mujeres, “Volver” es una muy buena película porque es capaz de conjuntar el realismo más auténtico con un surrealismo no menos auténtico. “Volver” es una muy buena película porque hila muy fino en sus notas humorísticas (que se nos quedan un poco cortas, siempre queremos más). Y “Volver” es una gran película, porque tiene una resolución digna de un maestro (y de la que era difícil salir, tras el berenjenal en que se había metido previamente).
Volver no es redonda, precisamente por eso, por ese berenjenal, en el que se cae por su propio peso que durante buena parte del metraje el personaje de Lola Dueñas no pida ningún tipo de explicación (y tampoco el espectador la tenga). Volver no es redonda porque la trama que envuelve al personaje de Pe y su marido está a años-luz, en cuanto a interés, de la trama principal. Y no es redonda, como ya hemos dicho, por algunas interpretaciones (o parte de ellas).
Con sus defectos, y sin llegar a la altura de sus obras cumbres, “Volver” nos deja un muy buen sabor de boca y una muy agradable sensación. Y ahora, a recoger premios por doquier.

6,3
7.079
6
28 de septiembre de 2007
28 de septiembre de 2007
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como en sus películas anteriores, en "Mataharis", las mujeres vuelven a ser protagonistas, vuelven las relaciones de pareja, vuelven los hombres en un importante segundo plano, y vuelve la temática social. Pero en esta ocasión, se abre un pequeño abismo entre el tratamiento de unos temas y otros. Como ejemplo, sirva la historia más jugosa de las tres. La protagonizada por Eva (Najwa Nimri), que atraviesa una crisis de confianza en su matrimonio con Iñaki (Tristán Ulloa), un personaje superado por las circunstancias. Bollain consigue volar muy alto a la hora de retratar sus problemas conyugales. Hila muy fino para conseguir la adecuada verosimilitud en todas y cada una de las situaciones (cada aparición de la hija es un portento de naturalidad), y la relación está contada con exquisita sutilidad, plagada de pequeños detalles que la hacen tremendamente cercana y reconocible. Sin embargo, esa sutilidad desaparece cuando se trata de hablar del problema que tiene Eva para conseguir conciliar vida laboral y familiar. Esa denuncia se hace demasiado explícita y no encaja del todo bien con el resto del conflicto de la pareja.
La otra temática de índole social que nos muestra el filme, se presenta en la historia que protagoniza Inés, interpretada por una María Vázquez llena de naturalidad y sencillez. Aquí también tenemos historia de amor, pero se reduce a mera excusa argumental, para hablar de los conflictos laborales de una fábrica. Y, sobretodo, para hablar del conflicto interno que sufre la detective, que debe elegir entre sus aspiraciones profesionales y su ética personal. Pero esta lucha interna queda finalmente desdibujada, dentro de un contexto de disputa laboral muy esquematizado. Quizás se haya quedado algo coja debido al material que quedó en la sala de montaje...
Eso sí, hablando de montaje, hay que destacar la inmensa labor realizada para entrelazar las tres historias, sin que se resienta el ritmo en ningún momento. Técnicamente, la película posee una madurez que mejora notablemente a sus precedentes. Lo que no cambia es la magnífica dirección de actores. Todos rayan a un nivel altísimo, sobresaliendo (también porque tienen los mejores personajes) Nimri y Ulloa, que recuperan un nivel que hacía tiempo no les veíamos. Pero como digo, perfectamente acompañados por el resto del reparto. Y por la magnífica partitura compuesta por Lucio Godoy, una delicia, para una película que eleva bastante el nivel de cine español estrenado este año. A pesar de sus defectos.
La otra temática de índole social que nos muestra el filme, se presenta en la historia que protagoniza Inés, interpretada por una María Vázquez llena de naturalidad y sencillez. Aquí también tenemos historia de amor, pero se reduce a mera excusa argumental, para hablar de los conflictos laborales de una fábrica. Y, sobretodo, para hablar del conflicto interno que sufre la detective, que debe elegir entre sus aspiraciones profesionales y su ética personal. Pero esta lucha interna queda finalmente desdibujada, dentro de un contexto de disputa laboral muy esquematizado. Quizás se haya quedado algo coja debido al material que quedó en la sala de montaje...
Eso sí, hablando de montaje, hay que destacar la inmensa labor realizada para entrelazar las tres historias, sin que se resienta el ritmo en ningún momento. Técnicamente, la película posee una madurez que mejora notablemente a sus precedentes. Lo que no cambia es la magnífica dirección de actores. Todos rayan a un nivel altísimo, sobresaliendo (también porque tienen los mejores personajes) Nimri y Ulloa, que recuperan un nivel que hacía tiempo no les veíamos. Pero como digo, perfectamente acompañados por el resto del reparto. Y por la magnífica partitura compuesta por Lucio Godoy, una delicia, para una película que eleva bastante el nivel de cine español estrenado este año. A pesar de sus defectos.

6,1
6.607
6
12 de octubre de 2006
12 de octubre de 2006
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para su retorno a la dirección, tras un paréntesis de siete años, José Luis Cuerda ha escogido este cuento de hadas. Porque sólo como relato mágico se puede entender esta película, a la que no cabe exigirle ningún realismo.
Sólo hay que fijarse en los retratos de los cuatro protagonistas, buenísimas personas todos ellos, hasta decir basta. Incluso tenemos a dos o tres “malos” retratados de forma gruesa. Pero es el juego que nos propone la película...otra historia es que entremos en él o no.
Lo mismo ocurre con las idílicas relaciones que se establecen entre los protagonistas (con excepción de la madre, que oculta hasta el final las razones de su extraño comportamiento). Entrañable vínculo el que se establece entre el personaje de Ricardo Darín (magnífico buenazo) y el niño (un tanto repelente, eso sí) , entre los que se cuela el personaje de Bebe (más que correcta). Personajes llenos de sentimientos, frustraciones, esperanzas...y que Cuerda retrata con notable honestidad.
Es cierto que en ningún momento consigue el cine de gran altura que firmó, por ejemplo, son su última obra. Es cierto que el desenlace resulta algo forzado. Y es cierto que tanta bondad puede llegar a cansar. Pero también es cierto, que estamos ante una bonita película y que se ve con agrado, a pesar de sus defectos.
Sólo hay que fijarse en los retratos de los cuatro protagonistas, buenísimas personas todos ellos, hasta decir basta. Incluso tenemos a dos o tres “malos” retratados de forma gruesa. Pero es el juego que nos propone la película...otra historia es que entremos en él o no.
Lo mismo ocurre con las idílicas relaciones que se establecen entre los protagonistas (con excepción de la madre, que oculta hasta el final las razones de su extraño comportamiento). Entrañable vínculo el que se establece entre el personaje de Ricardo Darín (magnífico buenazo) y el niño (un tanto repelente, eso sí) , entre los que se cuela el personaje de Bebe (más que correcta). Personajes llenos de sentimientos, frustraciones, esperanzas...y que Cuerda retrata con notable honestidad.
Es cierto que en ningún momento consigue el cine de gran altura que firmó, por ejemplo, son su última obra. Es cierto que el desenlace resulta algo forzado. Y es cierto que tanta bondad puede llegar a cansar. Pero también es cierto, que estamos ante una bonita película y que se ve con agrado, a pesar de sus defectos.
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