Sin duda, un film dinámico, rápido, al uso, vaya. Hay buenos sentimientos y malos de corazón. Un mensaje claramente progresista. Pero detrás de tanta espectacularidad al servicio del buen ciudadano no parece haber más que un cúmulo de coincidencias que en la mente del guionista devienen causa-efecto.
A fin de cuentas, la película perfecta para salir aliviados del cine: no en vano, el rápido ritmo no permite que la historia deje poso. Y es que todos nos consideramos mejores personas que los racistas y retorcidos villanos de Crash.
Me quedo con la interpretación de Matt Dillon... Y si de hablar de las casualidades se trata, del destino como un juego de espejos donde todos estamos predestinados, pero no obligados, me quedo con otro Paul, Auster. A Paul Haggis le queda mucho camino por recorrer y si es con algo menos de estrépito mejor para el cine.