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8,2
73.485
10
25 de enero de 2023
25 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hitchcock es un genio. Ahora lo sabemos todos, sí, pero hubo un tiempo en el que no era así y simplemente era un buen realizador que hacía cine de suspense. Tuvieron que venir unos franceses para decirnos, explicarnos y convencernos de que este londinense obeso, maniático y obsesivo era mucho más que eso: era un genio del cine.
Esta es considerada, durante décadas, la mejor película jamás filmada. Comparte ese honor con Ciudadano Kane. Y es que estamos ante una verdadera obra maestra.
Lo tiene todo: suspense, trama artificiosa y al tiempo hipnótica, interpretaciones magníficas (es la cumbre de James Stewart, eso es decir muchísimo) y un diseño de producción que trasciende el paso de las décadas.
Sueños, obsesiones malsanas, locura, roza también el cine de terror, Vértigo supone un antes y un después dentro del cine por su planificación, su estructura narrativa y su montaje, digno de ser estudiado en las escuelas de cine.
Además, el maestro sabe integrar una ciudad como San Francisco en esta trama fantasmagórica, que roza lo perverso, claustrofóbica a menudo pese a sus magníficos exteriores. Una película que roza a veces la necrofilia, tremendamente sexual sin ser, naturalmente, explícita para nada (estamos en la década de los cincuenta).
Volver a verla es siempre un placer, aguanta infinitas sesiones sin cansar ni defraudar, siempre hay algo que descubrir.
Esta es considerada, durante décadas, la mejor película jamás filmada. Comparte ese honor con Ciudadano Kane. Y es que estamos ante una verdadera obra maestra.
Lo tiene todo: suspense, trama artificiosa y al tiempo hipnótica, interpretaciones magníficas (es la cumbre de James Stewart, eso es decir muchísimo) y un diseño de producción que trasciende el paso de las décadas.
Sueños, obsesiones malsanas, locura, roza también el cine de terror, Vértigo supone un antes y un después dentro del cine por su planificación, su estructura narrativa y su montaje, digno de ser estudiado en las escuelas de cine.
Además, el maestro sabe integrar una ciudad como San Francisco en esta trama fantasmagórica, que roza lo perverso, claustrofóbica a menudo pese a sus magníficos exteriores. Una película que roza a veces la necrofilia, tremendamente sexual sin ser, naturalmente, explícita para nada (estamos en la década de los cincuenta).
Volver a verla es siempre un placer, aguanta infinitas sesiones sin cansar ni defraudar, siempre hay algo que descubrir.
24 de enero de 2023
24 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la magnifica obra de Fernán Gómez, ya vista hace décadas por este que escribe y que, revisitada ahora, resulta un tanto decepcionante, no en la concepción de la obra, no en las magníficas interpretaciones (Agustín González se hace eterno aquí) y tampoco en unos diálogos castizos y magníficamente adaptados por un Chávarri al que se le nota el cariño y respeto que tiene al original.
El problema de la películas es que no tiene apenas exteriores y cuando se trata de narrar tres años de guerra, bombardeos y situar a Madrid casi como un personaje más, esa carencia se hace grande, más ahora, en este siglo XXI en el que cualquier simulación es factible usando tecnología.
Resulta un tanto desolador asistir a un bombardeo en el que no hay bombas ni apenas estallidos, asistir a una marcha de milicianos que se pretende multitudinaria y que queda bastante minimizada en pantalla, es una película sin efectos especiales y casi teatral en su realización, prácticamente en un 90% de interiores.
Si nos abstraemos de estos detalles, importantes, eso sí, y nos situaos en los años ochenta del pasado siglo cuando la película fue concebida, podremos disfrutar de Marisa Paredes, Aurora Redondo, Soler Leal, el mencionado Agustín González y unos casi niños Victoria Abril y Gabino Diego. Casi nada.
Buscar una cierta equidistancia en la película es ahora fácil, supongo que en su momento se llevaba la reconciliación entre los dos bandos de la maldita guerra: ninguno sale bien parado aquí, aunque los vencedores son más señalados, con un final tan dramático como poco esperanzador. Hacer ahora este tipo de cine con ese mensaje supongo que sería prácticamente imposible, son tiempos revisionistas en los que precisamente no se busca la reconciliación y sí el ajuste de cuentas.
Una película a la que el paso del tiempo ha dañado en parte pero que se ve con mucha satisfacción.
El problema de la películas es que no tiene apenas exteriores y cuando se trata de narrar tres años de guerra, bombardeos y situar a Madrid casi como un personaje más, esa carencia se hace grande, más ahora, en este siglo XXI en el que cualquier simulación es factible usando tecnología.
Resulta un tanto desolador asistir a un bombardeo en el que no hay bombas ni apenas estallidos, asistir a una marcha de milicianos que se pretende multitudinaria y que queda bastante minimizada en pantalla, es una película sin efectos especiales y casi teatral en su realización, prácticamente en un 90% de interiores.
Si nos abstraemos de estos detalles, importantes, eso sí, y nos situaos en los años ochenta del pasado siglo cuando la película fue concebida, podremos disfrutar de Marisa Paredes, Aurora Redondo, Soler Leal, el mencionado Agustín González y unos casi niños Victoria Abril y Gabino Diego. Casi nada.
Buscar una cierta equidistancia en la película es ahora fácil, supongo que en su momento se llevaba la reconciliación entre los dos bandos de la maldita guerra: ninguno sale bien parado aquí, aunque los vencedores son más señalados, con un final tan dramático como poco esperanzador. Hacer ahora este tipo de cine con ese mensaje supongo que sería prácticamente imposible, son tiempos revisionistas en los que precisamente no se busca la reconciliación y sí el ajuste de cuentas.
Una película a la que el paso del tiempo ha dañado en parte pero que se ve con mucha satisfacción.

6,6
9.240
8
23 de enero de 2023
23 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Revisitando películas españolas, aprovechando que mi hija debe visionarlas para un trabajo de fin de carrera (El Retiro madrileño como plató de películas), vuelvo a tener el placer de disfrutar de, seguramente, la mejor película del gran Vicente Aranda.
Un director quizás poco recordado ahora pero que tuvo la influencia de introducir el cine de suspense, con toques de cine negro clásico, en un cine español ochentero que apenas había explorado este género, además de hacerlo añadiendo lugares icónicos que parecen personajes y que resultan muy reconocibles (el policía corrupto de Fanny Pelopaja, la Barcelona de Si te dicen que caí, ese barrio de Tetuán de las Victorias o Burgos y su catedral gótica en esta Amantes).
Además, Aranda supo adaptar la obra literaria de Juan Marsé como nadie ha hecho ni, creo, será capaz de hacerlo en un hipotético futuro: El Amante Bilingüe, la magnífica e icónica La Muchacha de las Bragas de Oro, la antes mencionada y también magnífica Si te dicen que caí.
Su cine está lleno de personajes marginales, de mucha sensualidad, a veces incluso sexualidad, es un cine que podríamos denominar realista, muy urbano, lleno de sombras y negro, casi siempre, muy negro.
Amantes está en mi lista de 20 mejores películas españolas de la historia, sin duda. Verla después de varias décadas no defrauda: Victoria Abril lo borda, está inmensa, con una Verdú en la que ya se adivina una grandísima actriz y un Sanz eficaz y cumplidor, con un retrato de una España de estraperlo, hambre, militares, modistillas, criadas internas, pueblos rurales y frío, mucho, mucho frío.
Con un fondo de Nochebuena y villancicos, Aranda nos muestra a una mujer fatal que finalmente no lo es tanto, una viuda de vida disipada y fuera de la ley, metida en negocios sucios con gente todavía más sucia, capaz de enamorar mediante sus artes en la cama a un jovenzuelo que acaba de dejar el servicio militar y al que le gusta la vida contemplativa y rehúye del trabajo.
Frente a la experimentada y volcánica viuda, la virginal criada que encarna Verdú ponen en un brete al joven y en este triángulo que forman fluye el cine negro de Aranda, en la línea de Perdición, El cartero siempre llama dos veces o Fuego en el cuerpo, con todos los maravillosos clichés del cine negro americano más canónico (la mujer fatal, el desenlace terrible, la ambición, el sexo y la mentira).
En el pero, quizás adolece de diálogos más potentes, de sentencias habladas que este género demanda y que quizás le hubieran venido algo grandes a Sanz (no es ni Lancaster, ni Mitchum ni mucho menos Bogart) pero que creo hubiera defendido muy bien Victoria Abril (grande siempre) como si fuera Ava Gardner, Joan Bennet o cualquier otra grande del género).
Una muy buena película que no ha perdido calidad con los años.
Un director quizás poco recordado ahora pero que tuvo la influencia de introducir el cine de suspense, con toques de cine negro clásico, en un cine español ochentero que apenas había explorado este género, además de hacerlo añadiendo lugares icónicos que parecen personajes y que resultan muy reconocibles (el policía corrupto de Fanny Pelopaja, la Barcelona de Si te dicen que caí, ese barrio de Tetuán de las Victorias o Burgos y su catedral gótica en esta Amantes).
Además, Aranda supo adaptar la obra literaria de Juan Marsé como nadie ha hecho ni, creo, será capaz de hacerlo en un hipotético futuro: El Amante Bilingüe, la magnífica e icónica La Muchacha de las Bragas de Oro, la antes mencionada y también magnífica Si te dicen que caí.
Su cine está lleno de personajes marginales, de mucha sensualidad, a veces incluso sexualidad, es un cine que podríamos denominar realista, muy urbano, lleno de sombras y negro, casi siempre, muy negro.
Amantes está en mi lista de 20 mejores películas españolas de la historia, sin duda. Verla después de varias décadas no defrauda: Victoria Abril lo borda, está inmensa, con una Verdú en la que ya se adivina una grandísima actriz y un Sanz eficaz y cumplidor, con un retrato de una España de estraperlo, hambre, militares, modistillas, criadas internas, pueblos rurales y frío, mucho, mucho frío.
Con un fondo de Nochebuena y villancicos, Aranda nos muestra a una mujer fatal que finalmente no lo es tanto, una viuda de vida disipada y fuera de la ley, metida en negocios sucios con gente todavía más sucia, capaz de enamorar mediante sus artes en la cama a un jovenzuelo que acaba de dejar el servicio militar y al que le gusta la vida contemplativa y rehúye del trabajo.
Frente a la experimentada y volcánica viuda, la virginal criada que encarna Verdú ponen en un brete al joven y en este triángulo que forman fluye el cine negro de Aranda, en la línea de Perdición, El cartero siempre llama dos veces o Fuego en el cuerpo, con todos los maravillosos clichés del cine negro americano más canónico (la mujer fatal, el desenlace terrible, la ambición, el sexo y la mentira).
En el pero, quizás adolece de diálogos más potentes, de sentencias habladas que este género demanda y que quizás le hubieran venido algo grandes a Sanz (no es ni Lancaster, ni Mitchum ni mucho menos Bogart) pero que creo hubiera defendido muy bien Victoria Abril (grande siempre) como si fuera Ava Gardner, Joan Bennet o cualquier otra grande del género).
Una muy buena película que no ha perdido calidad con los años.

6,0
1.207
5
23 de noviembre de 2022
23 de noviembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un descubrimiento el que he hecho con el canal de Movistar que emite películas españolas y solo españolas y que además parece discernir entre cuáles merece la pena emitir y cuáles no.
En esta película de Garci encuentro a actores de primera talla, algunos algo olvidados de forma injusta, como Bódalo, Encarna Paso o Víctor Valverde. Y la historia, metacine puro, es muy interesante, mezclando la relación entre dos cinéfilos puros y duros que atraviesan un momento crucial en la madurez de sus vidas mientras intentan sacar adelante una película.
Es en esa relación donde la película quizás se resiente más del paso del tiempo y de un exceso de elocuencia en los protagonistas, especialmente en un Marsillach demasiado teatral (nada extraño siendo quien es) y unos diálogos en exceso elaborados, de esos que al espectador le suenan poco naturales y es que, verdaderamente, son muy impostados.
Con todo, la película, si te gusta el cine, si te gusta Garci, se deja ver, aunque sí es cierto que ha envejecido peor que algunas de las otras (EL CRACK o LAS VERDES PRADERAS, sin ir más lejos).
En esta película de Garci encuentro a actores de primera talla, algunos algo olvidados de forma injusta, como Bódalo, Encarna Paso o Víctor Valverde. Y la historia, metacine puro, es muy interesante, mezclando la relación entre dos cinéfilos puros y duros que atraviesan un momento crucial en la madurez de sus vidas mientras intentan sacar adelante una película.
Es en esa relación donde la película quizás se resiente más del paso del tiempo y de un exceso de elocuencia en los protagonistas, especialmente en un Marsillach demasiado teatral (nada extraño siendo quien es) y unos diálogos en exceso elaborados, de esos que al espectador le suenan poco naturales y es que, verdaderamente, son muy impostados.
Con todo, la película, si te gusta el cine, si te gusta Garci, se deja ver, aunque sí es cierto que ha envejecido peor que algunas de las otras (EL CRACK o LAS VERDES PRADERAS, sin ir más lejos).

6,3
2.006
6
26 de julio de 2022
26 de julio de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta especie de ejercicio de metacine homenajea al cineasta sueco más celebrado de la historia y pasea al espectador por el refugio que encontró en la isla de Faro, al norte de Gotland.
Con dos intérpretes tan solventes como Roth y, sobre todo, Vicky Krieps, acompañados por secundarios de la altura de Mia Wasikowska, la historia transcurre de manera más que fluida, atrapando la atención del espectador sin demoras, desde el inicio mismo del film.
El problema es que se precisa de un espectador avisado, algo mitómano y, por supuesto, cinéfilo, que sea capaz de encontrar las referencias al cine del maestro sueco que se hacen en la película y que Mia Hansen-Love va desgranando, a veces de una forma un tanto atropellada. En el caso de plantarnos ante esta película sin conocer la obra de Bergman y sin tener una idea aproximada de sus inquietudes, de sus obsesiones, la película pasará por nosotros como una historia de dos creadores,los personajes interpretados por Roht y Krieps, que dialogan sobre la dificultad de concebir un proyecto partiendo de la temida hoja en blanco.
Una película interesante pero minoritaria, me temo.
Con dos intérpretes tan solventes como Roth y, sobre todo, Vicky Krieps, acompañados por secundarios de la altura de Mia Wasikowska, la historia transcurre de manera más que fluida, atrapando la atención del espectador sin demoras, desde el inicio mismo del film.
El problema es que se precisa de un espectador avisado, algo mitómano y, por supuesto, cinéfilo, que sea capaz de encontrar las referencias al cine del maestro sueco que se hacen en la película y que Mia Hansen-Love va desgranando, a veces de una forma un tanto atropellada. En el caso de plantarnos ante esta película sin conocer la obra de Bergman y sin tener una idea aproximada de sus inquietudes, de sus obsesiones, la película pasará por nosotros como una historia de dos creadores,los personajes interpretados por Roht y Krieps, que dialogan sobre la dificultad de concebir un proyecto partiendo de la temida hoja en blanco.
Una película interesante pero minoritaria, me temo.
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