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Críticas 395
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
2 de diciembre de 2022
22 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me lo he pensado, pero creo que parte del comentario de “Tár” va en el espacio del “spoiler” porque quiero hablar de algunas de sus escenas. No quisiera destripar nada a los posibles espectadores y no quisiera sentirme responsable, aunque sospecho que tanto algún crítico profesional como aficionado lo van a hacer. Para mí ha supuesto, en líneas generales y ante tanta mediocridad, un balón de oxígeno. Me alegra que aún haya dosis de riesgo y se pueda llegar a producir, no sin muchos obstáculos en su producción, películas que estén claramente fuera de toda moda y que se acerquen, y mucho, a lo que es “cine de autor”. Tanto es así que su protagonista, Cate Blanchett, para tener un mayor control ante un posible e inesperado cambio de rumbo por parte de la productora, está implicada en su producción, cosa que ya había hecho anteriormente en su carrera.

Eso sí, seguro que “Tár” no va a contar con apoyo popular, no es una película para la masa, concretando, para un público palomitero el cual pueda acusarla falsamente de “gafapasta”. Así que quedan advertidos todos los “fans” de películas de acción y explosiones, que es una opción respetable, pero son de un gusto incompatible en esta ocasión. Tampoco es un espectáculo suntuoso de presupuesto como “Amadeus” ni tiene los trucos necesarios para enganchar al público mayoritario como en el caso de la sobrevalorada “Whiplash”.

Es una película muy bien planteada, muy pensada en su estructura y muy bien resuelta, pero sin falsas piruetas, pecando hasta de concisa.

A mí me salen unas diez nominaciones para el “Oscar”: película, director, guión, actriz principal, doble nominación para sus secundarias, banda sonora, fotografía, montaje y sonido. No sé si son demasiadas para un film tan “outsider”, quizás demasiado optimismo por mi parte, pero ya el año pasado me alegré de que “El poder del perro” tuviera tantas consideraciones aunque al final en premios, lógicamente, se quedara muy corta, cosa que con “Tár” se podría volver a repetir.

Me tendría que remontar al clásico denostado de Andrzej Wajda “El director de orquesta”, o más recientemente a “Sinfonía en soledad: Un retrato de Glenn Gould”, de François Girard (también director de “El violín rojo”) o “El último concierto”, de Yaron Zilberman, para encontrar un film que siga el tono que se aquí se plantea y gire de forma tan rigurosa y formada en torno a lo que es la música clásica, la orquesta, sus directores y su peculiar entorno, aunque el único nexo entre ellas sea que precisamente no fueron éxitos comerciales.

Nada nuevo que yo recomiende verla en su versión original subtitulada, pero es que aquí se salta de un idioma a otro, aunque sea en breves momentos, y todo eso se podría perder, aún desconociendo el doblaje que le puedan hacer.

Pues paso al “spoiler”, pero si deciden verla, no se formen ideas preconcebidas ni se creen expectativas. Con sus virtudes (que hay muchas) y algún “defecto” es un film, al menos para mí lo fue, muy disfrutable. Y tirón de orejas a ciertos críticos de cuarta que emplean términos, a la primera de cambio, que contagian a los más profanos, con eso de “drama que se cuece a fuego lento” y paparruchas de ese talante. Aquí todo lo que no sea sincopado es como “bajo de ritmo”, sin tener la más mínima sensibilidad que hay cosas, como en la vida, que son soterradas. Mera cuestión de formación y de no ver tanto cine obvio.
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SPOILER

Tras unos títulos de créditos iniciales que parecen finales, la película arranca con una espléndida secuencia: un auditorio abarrotado presencia la entrevista que el columnista del New York Times, Adam Gopnik, desgrana sentado frente a Lydia Tár su espléndido curriculum. Ella es una eminente compositora y directora de orquesta. Todo está absolutamente medido, tanto, que vemos a Francesca Lentini (Noémie Merlant), secretaria de Lydia y aspirante a directora de orquesta, en las sombras del auditorio, mover sus labios a la par que Gopnik va contando las alabanzas de sus logros.

Lydia es una EGOT (ganadora de Emmy, Grammy, Oscar y Tony) y se prepara para la quinta sinfonía de Mahler. Ha triunfado en la vida, ella es perfecta y sus conocimientos sobre música hacen de ella un ser sobrenatural.
Su vida personal es modélica: casada con Sharon (Nina Hoss, por la he sentido muchas veces justificada predilección) viven en feliz apariencia con Petra, su hija. Todo parece tranquilo.

Lydia, cumple con su apretada agenda y acude a la emblemática escuela de Juilliard a dar su “clase magistral” a estudiantes. La primera secuencia y esta última, la filmada en Juilliard y rodada para colmo en una meritoria única toma, duran alrededor de diez minutos. Nada más que por ambas secuencias en las que Blanchett deslumbra a más no poder se debería ver la película.

Puede que al espectador medio le parezcan normales, pero no lo son. Para cualquiera que tenga nociones de interpretación (o sensibilidad) podrá apreciar que es impresionante el dominio de Blanchett, que es brutal, como en todo el largometraje, donde se va viendo que su personaje esconde fisuras, que nos va a hacer ver su lado más oscuro y que ese ser tan “perfecto”, con tanta sabiduría, es despreciable, narcisista y que no duda en aplastar cabezas, más que por ejemplo Bach, como en la escena de la Juilliard donde debate con un alumno acerca de la “ética” del compositor. Lydia, en su vorágine de proseguir caprichosamente sin pagar peaje, además empieza a sentir atracción por Olga, pero lleva escondida una historia sin resolver con Krista...

El único pero de esto, como ya indicaba en el comentario de “Carol”, son las operaciones y arreglos a los que Blanchett se está aficionando, cambiándole el rostro peligrosamente. Y es una pena, pero ella sabrá. Por lo demás, impecable. Ella perfeccionó sus nociones de piano (nadie la dobla) y habla un perfecto alemán, y, además de componer, encima condujo la Dresden Orchestra con gran profesionalidad. No sé si le darán otro “Oscar”, colocándola en lugar de privilegio con Streep. Quizás el personaje malsano (y lesbiana) que interpreta igual no es del gusto de los conservadores académicos/as y le juega una mala pasada, pero dudo que ninguna actriz este año le pueda hacer sombra.

Todo el reparto (en el que la chelista Sophie Kauer debuta como actriz en el papel de Olga), así como su fría fotografía o su personal banda sonora (que alterna temas clásicos con composiciones opacas de la estupenda Hildur Guonadóttir) son notables.

El espacio que me queda me reservo el comentar algún fleco suelto que queda, porque merece más halagos que reprimendas, que ya les llegarán, aunque ya veremos los argumentos de los que quieran esgrimirlas. Estamos ante una de las mejores del año y esa Copa Volpi que ganó Blanchett en el Festival de Venecia fue merecida. Todd Field, su guionista y director no se equivocó: sin Blanchett tenía claro que no habría película.
30 de abril de 2018
18 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto de que inviten al cine tiene sus riesgos. En este caso no creo que alguien se pueda llevar a engaño. Nadie podría llegar a pensar que, de entrada, se trataba de un buen film, lo que pasa es que para mí tampoco se trata de un film intrascendente para pasar el rato. Muchas lucecitas verdes, demasiadas, por parte de la crítica “especializada” le daban su aprobación de manera inexplicable. ¿Entienden por esta birria que sea, no ya un pasatiempo, si no una comedia que les ha hecho gracia? ¿Ese es el nivel que tienen? Ya que han desperdiciado un tiempo irrecuperable, si hubieran tenido que pasar por taquilla y pagar, ¿opinarían igual?


El mayor error es que “Noche de juegos” para colmo es calificada como comedia negra... y eso sí que me parece un mal chiste que salta a la vista. Carece de mala leche y desaprovecha las situaciones que podrían haber sido más hirientes. Su clima es “naif” y se basa en chistes y situaciones en su mayoría ya conocidos tanto por películas como por series. Los giros en su narración se producen por la cara, muchos son forzados, y quizás de lo más desafortunado es que, la mayoría de los actores que integran este pobre vodevil, se consideran que frente a la cámara están graciosos, que es lo peor que puede ocurrir en una comedia. Eso lo juzgará el público, pero el pretender ser “gracioso” en una situación cómica es como cuando ves teatro del malo, habitualmente de aficionados, o una serie “potativa” con risas enlatadas. Y eso parece que le gusta al “gran público” pero creo, al menos en mi caso, habría que precisar qué es comedia o qué es lo que a cada cual le puede divertir.


Rachel McAdams junto a Sharon Horgan están más soportables que los protagonistas masculinos, Jason Bateman y Kyle Chandler. Lamorne Morris y Kylie Bunbury, la pareja de color, son quizás los más cargantes. Billy Magnussen, como Ryan y Jesse Plemons, como el inquietante y desaprovechado Gary cumplen mejor, aunque es Olivia, la perrita que encarna a Bastian la mejor del reparto. No lo digo como insulto, es que sale en las escenas más logradas aunque no estén tampoco del todo rematadas.


La película arranca con unos bonitos logos de su productoras, pero es al final cuando aparecen sus créditos, cuyo diseño no está mal y que el público asistente ni se quedó a verlos, como suele ocurrir. Es normal ver cómo se marchan del cine antes de tiempo. Cuando den pases por televisión de esta película no creo que pongan todos sus créditos, así que no creo que vean lo que se perdieron, pero cuando concluyen la película continúa e incluye una escena sorpresa, quizás lo más gracioso de este batiburrillo. Eso es como ir al teatro y no quedarse a aplaudir o ir a un concierto y marcharse corriendo, perdiendo sus posibles bises. Merecido se lo tienen por no saber comportarse y quedarse hasta el final.


Cliff Martinez a la banda sonora hace su trabajo, sin más. Es un compositor interesante pero en esta ocasión se ha limitado a lavar y marcar. El resto del equipo técnico hace también lo mismo, porque tampoco se requería más.
John Francis Daley y Jonathan Goldstein dirigen más preocupados por lo técnico más que por lo artístico, que de eso había poco.


El guión de Marc Perez nace del estilo de la saga de “Aterriza como puedas”, aunque no parta de ninguna parodia y su resultado no sea tan gracioso. Es como un intento de refinar cualquier secuela de “Scary Movie” o cualquier sandez de ese tipo, añadiéndole citas cinematográficas actuales en sus diálogos, incluyendo algún que otro spoiler sin importancia, pero donde no hay contraste de personajes, donde todos insisten en caer bien y nada les afecta “en serio”. Puede que lo peor sea su mensaje final que lanza la pareja protagonista, revestido de un aspecto de inofensivo, como de comedia romántica, pero que es asqueroso y se adentra en el género más conservador de la peor calaña.


No creo que sea de lo peor que he visto, pero más que me pretendan vender la moto, no se trata más que de una irregular comedia que a duras penas me hizo sonreír, y ojo, como viene siendo habitual en la mayoría de las películas “mainstream”, con un primer final abierto antes de los créditos, por si se puede hacer una segunda parte, y una tercera y todas las que hagan falta mientras les proporcionen dinero.
31 de octubre de 2011
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hay una pandemia, la alarma mundial salta, se investiga qué clase de virus es el que afecta a la población y se intenta evitar que cunda el pánico, mientras las desalmadas industrias farmacéuticas luchan entre sí para obtener un antídoto y así obtener pingües beneficios. Desgraciadamente ya eso todos lo sabemos. Y este es casi el guión de “Contagio” exactamente eso, nada más, y se adereza, eso sí, con un reparto de rostros conocidos y rodaje a lo ancho y largo del planeta, para imprimirle grandilocuencia.Caritas de preocupación (porque el tema es serio), escenas de laboratorios con mascarillas (más de un actor se habrá escondido tras ellas con el ánimo de no ser más reconocido), muchos botecitos, charletas, escenas familiares (porque también se sufre en casa y en las calles), una labor de montaje meritoria que trocea constantemente la acción para darle algo de vidilla y unos flash backs inútiles para que parezca que durante el transcurso de la película se nos va a desvelar en ellos algo importante, cosa que tampoco ocurre. Se nos facilitan datos y horas en todo momento e incluso la” acción” se divide en días, empezando por el día 2, luego el día 3, el 4, y así hasta el veintitantos pero haciendo trampas y saltando días. Bueno, vale. Pero del día al 29 se salta al 131, supongo porque les vendría bien al que firma el “guión” y luego, sin concluir ninguna historia ni decir nada más, se salta al día 1 y te cuentan cómo se inició todo. Punto pelota, no hay más. Tanto es así que a uno de los espectadores de la sala se le oyó decir al finalizar : “Esto es que piensan hacer la segunda parte, pero la a ver su padre”. No sé cuáles eran las oscuras intenciones de su productora, para mí que era hacer caja y poco más. Han intentado hacer una peli como reflexiva y les ha salido un mojón. No irrita, pero aburre mucho, y es el antídoto ideal para el insomnio y la solución para echar una siesta en un día estresante. Por ejemplo, la reciente “Estallido”, que era también de armas tomar, al menos divertía a momentos, con esos virus en formas de pelotas de ping pong entrando en las bocas de los espectadores de un cine, por ejemplo. Aquí solo hay “seriedad” y asepsia. Rodada como hace su director desde “Traffic”, alternando tonos fríos con tonos cálidos (pero aquí porque sí) y dirigida de una manera rutinaria, al menos cuenta con una entrañable banda sonora que recuerda a composiciones de Jarre o Goldsmith pero sobre fondo de sintetizadores dignos de Kraftwerk o Vangelis, ideal para escuchar en una discoteca a la hora del cierre y donde haya humo de hielo carbónico, aumentado por el look setentero de su fotografía. “Contagio” no es ni para estudiantes de enfermedades ni consejera en protocolos de este tipo. No es un thriller, ni de aventuras, ni un publi-reportaje soso. Tanto es así que Jude Law se ha puesto una prótesis dental para hacer su personaje. Sería un aliciente para pasárselo mejor, porque da la sensación que se han debido aburrir como ostras.
27 de septiembre de 2024
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que cada vez desconfío más de la crítica “especializada”. Increíble que se cargue o se ignoren películas que merecerían más relevancia, que ante cualquier engendro se sea benevolente, quizás por pertenecer a un gran estudio vinculado a otras industrias/negocios, y que cuando nos llegan productos descaradamente mediocres con tufo televisivo, como sí es el caso presente, se lancen las campanas al vuelo. No sé si es porque Netflix ha apostado duro con el fin de aparecer por las listas de cualquier premio o si es porque se sigue la moda (que parece ser que en este año es lo que se lleva) de “hablar” sobre la muerte digna y el cuidado del enfermo. “Hablar” entre comillas, porque quien habla y no se adentra en lo que plantea, puede ser bien por ineptitud, porque ni se ha informado o porque, sencillamente, no lo ha vivido en primera persona.

El problema fundamental que ocurre con “Las tres hijas”, es que se ha creado bajo fórmula teatral (en su sentido peyorativo) pero, para colmo, sin tener ni (…) idea de teatro, creando una función de final de curso tras un taller de aficionados, con unos personajes dibujados con grueso trazo, casi sin progresión dramática, instalados en sus diferencias que se reiteran constantemente, con diálogos torpes, sin cambio de tonalidades ni intenciones y sin el más mínimo sentido del humor, que en alguna ocasión podía haber aprovechado su guionista. Todo se reduce a las discusiones entre la pija intransigente, la cohibida que pretende conciliar y la porreta. Si hubieran sido adolescentes podía tener más sentido, pero son demasiado adultas para ese perfil tan simple.

Para colmo la dirección no les ayuda en absoluto. Las actrices literalmente están vendidas. Sobre todo carecen de lo que en el medio interpretativo se conoce como actividad: no hacen nada, deambulan, hacen como que cocinan, cambian de sitio al sentarse y gesticulan, pero podían haberse puesto a coser o hacerse la manicura, incluso una hace estiramientos, porque daba igual por todo lo dicho, porque interiormente no hay una progresión, no bullen sentimientos, no hay reacciones y tampoco les hace variar de posición a sus compañeras de reparto porque nada les pasa. Hablan y resoplan, poco más.

Azazel Jacobs, que hoy cumple 52 años, (pensé que era más joven porque me transmitía cierta inexperiencia) es el responsable de la dirección y el guion, ya podía haberse nutrido de trabajos anteriores para haberle dado cierto empaque a su propuesta, porque ejemplos hay muchos y diferentes, pero está a miles de años luz de obras de Chéjov, por ejemplo, cualquiera de las versiones de L. May Alcott y su “Mujercitas”, o dramas de Bergman, Allen, Téchiné o incluso de adaptaciones teatrales como la infravalorada “Crímenes del corazón”, de Bruce Beresford, cuyo punto de partida es el mismo que aquí copian, pero con resultado opuesto: se reúne también a tres hermanas en el pueblo, en la casa del padre que está enfermo.

Las actrices hacen lo que pueden: Carrie Coon, cuya solvencia demostró por ejemplo en la serie “La edad dorada”, aquí está anquilosada, como Elizabeth Olsen, que en algunos momentos intenta zafarse de su monotonía, pero no lo logra al carecer de una buena dirección. Natasha Lyone, que algunos planos nos recuerda a Susan Sarandon, cuenta con una voz estupenda para su personaje, pero, ay, lástima, le traiciona su mirada, demasiado limpia, transparente, para estar todo el día fumando marihuana.

El resto de los factores, como el apartado técnico, no tiene relevancia ninguna. Incluso el apartamento donde se desarrolla la acción, parece que lo encontraron cinco minutos antes de rodar y se intenta dar un aire de cine “indi”, pero es una pose. Es tan impersonal como el proyecto.

Telefilm para mí olvidable y aburrido, con escaso atractivo. Y ahora pasamos al espacio del “spoiler”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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SPOILER
En inglés se titula “Las tres hijas de él”, cuyo traducción, en este caso, implicaría menos “spoiler” y sería más adecuado.

La parte final no está justificada en absoluto. Que salga el padre es una suerte para el actor Jay O. Sanders, acostumbrado a otro tipo de papeles y que por su breve intervención, podría valerle alguna merecida nominación tras su larga trayectoria, de esas interpretaciones que por unos cuantos minutos se puede lucir más que en muchos títulos de su carrera. Lo que ocurre es que su aparición, ¿es una alucinación colectiva? Y si no es así, ¿por qué lo vemos? ¿Quién se lo imagina y por qué? No deja de ser un pegote, aunque él esté bien y sirva para justificar de boquilla al espectador algunos cabos sueltos, como dejar claro el nexo de unión con Rachel.

Y lo peor: el cambio empalagoso que dan las hermanas, todas en el sofá, abrazadas y llorosas, bañadas en amor y armonía. Y como diría mi madre, ¡con los pies en el sofá! Tan pija con modales tan vulgares, aunque tal ordinariez sea muy común.
20 de junio de 2015
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas, como el caso presente, que abre con una secuencia impactante, tanto, que puede condicionar el resto del metraje, sobre todo si se barajan varios géneros durante su primera mitad, para luego centrarse de nuevo con lo que se sugería en su inicio. Aunque nada tengan que ver entre sí y sin entrar en valoraciones que no vienen al caso, me recordó al principio de “Abre los ojos” de Amenábar, y esto no es “spoiler”, con un plano impresionante del centro de Budapest totalmente desierto, con una chica pedaleando en su bicicleta. Incluso vemos un coche abierto con el intermitente puesto, parece que ha sido abandonado, todo tiene cierto aire apocalíptico. De hecho es la secuencia promocional y de donde se ha sacado el propio cartel promocional, afiches… En fin, es casi de lo mejor del film.
Aunque no todo tenga ese nivel me ha parecido interesante. La verdad es que tenía curiosidad por ver esta película húngara, cinematografía que desde hace décadas se prodiga poco por España, realizada en coproducción con Suecia y Alemania. Además tenía menciones y galardones, como el considerado por algunos como uno de los premios “off” en Cannes, el de Certain Regard.
Pero curiosamente no he reconocido el cine húngaro de antaño, aunque vaya dedicada a Miklós Jancsó. Tiene su identidad y está rodada en Hungría, pero está algo estandarizada, supongo que con el fin lógico de venderla con mayor facilidad y sacar mayor tajada, cosa que afecta cada vez más al cine no americano. Y digo que tiene su personalidad, porque Kornél Mundruczó la ha dirigido con nervio, incluso saltándose esa “recomendación” que daba Hitchcock de nunca rodar con niños o animales, curioso, ya que su final, al menos para mí, me parece casi un homenaje a “Los pájaros”, y que precisamente es otra de las secuencias impactantes. Su principio y recta final lo mejor. De por medio se nos van entrelazando la historia con los humanos, protagonizada por una joven adolescente, Zsófia Psotta y la que nos mantiene el corazón en un puño, la de las desventuras del perro Hagen, encarnada maravillosamente por los perros Body y Luke, no con intención buñueliana, si no para dar mayor verosimilitud a la historia y a su proceso de transformación. Edulcorada hasta la saciedad podría pasar como una historia de la factoría Disney, pero “White God (Dios blanco)” ni se aproxima a esa intención. Su factura es muy buena, sobre todo en su montaje, sonido y maquillaje, y por supuesto el indispensable trabajo de los casi veinte entrenadores para poder trabajar con un centenar de perros de diferentes razas, es admirable. Quizás si se hubieran centrado más en el mundo perruno, mostrarnos más de “su mundo”, desarrollar mejor esa posibilidad tan curiosa, y quizás justa, de rebelarse ante la sociedad humana, su clima apocalíptico y fantasmal se hubiera mantenido todo el tiempo. Por último dejar claro que ningún animal sufrió daño alguno (es que para los que respetamos a los animales la película tiene un trago) y que además todos han contado con protección económica de la productora. Un esfuerzo loable para una causa justa.
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