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Críticas ordenadas por utilidad
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6,6
304
8
23 de agosto de 2024
23 de agosto de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Exponer la visión desencantada de América y de su idílico “way of living” (su manera de vivir), se empieza a poner de moda en la década de los 60 del siglo pasado, uno de los más convulsos a nivel mundial. Hay una generación de cineastas que abre brecha y que en la década siguiente, alcanza mayor apogeo desde diferentes ópticas, poniendo en tela de juicio su sistema político, social, educativo o laboral. Dentro de esas visiones realistas, pudiendo ser más descarnadas o simplemente desmitificadoras al mostrar sus consecuencias, se podría enmarcar, quizás en el segundo grupo, “Harry y Tonto”, película que en España ha caído en el olvido, entre otras razones porque se estrenó medio de tapadillo dos años después de ser estrenada en Estados Unidos, en circuitos restringidos solamente en versión original, y no tuvo gran resonancia por parte del público, aunque sí fue saludada con aceptación por parte de la crítica más especializada.
“Harry y Tonto” fue nominada a dos “Oscars”, (guion y actor), a lo mínimo que le podían nominar, ya que bajo su aparente inocencia, hoy día sería considerada un film políticamente incorrecto, y a veces, hasta incómodo por la Academia de cine de Hollywood, cada día con la piel más fina. De hecho, tanto en Estados Unidos como Reino Unido, para evitar que fuese prohibida a menores, se tuvo que limar asperezas, censurando escollos en su vocabulario. Hay que tener en cuenta que por aquel entonces eran más estrictos o estrechos que hoy, al menos oficialmente. Su fórmula, mejor aliñada y más edulcorada, luego ha dado películas “familiares” más inofensivas y populares como “En el estanque dorado”, por ejemplo.
He leído en más de una ocasión que ese año, no sólo en esta web, si no en libros supuestamente especializados, como en el tomo II de la Enciclopedia ilustrada de los Oscar de Notorius Ediciones que firman Balmori, Manero y Rodríguez en el que aseguran que: “Para sorpresa de todos, y total hecatombe y boicot de las quinielas cinéfilas, la estatuilla fue a parar a un buen actor de segunda fila, de los que se suelen contentar con la nominación, y gracias (...) Esas son las imprevisibles carambolas de los Oscar”. Pero ¡qué atrevida es la ignorancia! ¡Qué paletez! Vale, los tres actores en cuestión han tenido extensas carreras en cine y son más famosos, pero no por ello se debe despreciar a Cartney.
Para empezar aclarar que el ganador del Globo de Oro al mejor actor en el apartado de comedia o musical fue Cartney, por cierto, es el único que de ese apartado logra entrar en la terna de los Oscars, y quitando al actor británico Albert Finney, los otros tres nominados: Hoffman, Nicholson y Pacino, adoraban a Cartney, porque le conocían personalmente y adoraban su trayectoria, célebre años atrás por trabajos en radio, teatro y televisión. De hecho su compañero de reparto, Herbert Berghof que hace el papel de Rivetowski, era un eminente actor teatral, fundador de HB Studio, la mejor escuela de interpretación de Nueva York junto al Actors Studio a la cual estaba estrechamente vinculada, que Cartney apoyaba y por la que pasaron no solamente los tres actores americanos mencionados, si no casi todo el “Star System” de Hollywood. Cartney, excelente actor, de gran sensibilidad e íntegro en su vida privada, fue uno de los pioneros en defender que no se estigmatizara a actores que necesitaran ayuda en cuanto a salud mental se refiere, cosa que no muchos saben. ¿Que no es un “famosito” de cine? Que le pregunten a las nuevas generaciones (y no tan nuevas) si conocen o han visto algo de Irene Gutiérrez Caba, Lola Herrera, Jose María Rodero o Carlos Hipólito, que es el más “joven” de todos ellos, por poner un ejemplo.
El personaje de Harry, cierto es que se escribió para que lo hiciera James Cagney, pero se negó, volviendo al cine pocos años después con Milos Forman en “Ragtime” con un espléndido trabajo ignorado por Hollywood. El papel dio más vueltas. La Fox se lo ofreció Cary Grant, que no quiso volver a rodar nunca más, y a Laurence Olivier, mientras Mazursky apostaba inteligentemente por Cartney, que mostró al principio sus dudas y aceptó, aunque acababa de pasar un gran bache en su vida personal, y pronosticando su director, desde los primeros días de rodaje, que su labor sería recompensada con un “Oscar”.
El reparto entero era medio colegas de Mazursky o amigos de amigos, desempeñando todos sus roles de reparto encantados (ya que Harry y el precioso gato Tonto son los verdaderos protagonistas) y están estupendos, fueran profesionales o no, como la breve intervención de la taxista, Muriel Beerman, taxista en la vida real. Ellen Burstyn, que el año anterior se hizo mundialmente conocida por “El exorcista” y este año logra el Oscar por “Alicia ya no vive aquí”, acepta encantada el papel porque quería coincidir de nuevo con Mazursky y aparecer junto a Cartney en una película. De hecho, confesó la propia actriz, que cuando Cartney gana su “Oscar” ella ansiaba ganar el suyo para posar con él en las fotos de rigor.
También “Harry y Tonto” es el despegue definitivo del compositor Bill Conti con el que anteriormente había trabajado, haciendo una notable y apropiada labor. Posteriormente volverían a coincidir, pero tras este film ya se haría mundialmente célebre por “Rocky”.
Prosigo en la zona del spoiler por falta de espacio sin destripar nada.
“Harry y Tonto” fue nominada a dos “Oscars”, (guion y actor), a lo mínimo que le podían nominar, ya que bajo su aparente inocencia, hoy día sería considerada un film políticamente incorrecto, y a veces, hasta incómodo por la Academia de cine de Hollywood, cada día con la piel más fina. De hecho, tanto en Estados Unidos como Reino Unido, para evitar que fuese prohibida a menores, se tuvo que limar asperezas, censurando escollos en su vocabulario. Hay que tener en cuenta que por aquel entonces eran más estrictos o estrechos que hoy, al menos oficialmente. Su fórmula, mejor aliñada y más edulcorada, luego ha dado películas “familiares” más inofensivas y populares como “En el estanque dorado”, por ejemplo.
He leído en más de una ocasión que ese año, no sólo en esta web, si no en libros supuestamente especializados, como en el tomo II de la Enciclopedia ilustrada de los Oscar de Notorius Ediciones que firman Balmori, Manero y Rodríguez en el que aseguran que: “Para sorpresa de todos, y total hecatombe y boicot de las quinielas cinéfilas, la estatuilla fue a parar a un buen actor de segunda fila, de los que se suelen contentar con la nominación, y gracias (...) Esas son las imprevisibles carambolas de los Oscar”. Pero ¡qué atrevida es la ignorancia! ¡Qué paletez! Vale, los tres actores en cuestión han tenido extensas carreras en cine y son más famosos, pero no por ello se debe despreciar a Cartney.
Para empezar aclarar que el ganador del Globo de Oro al mejor actor en el apartado de comedia o musical fue Cartney, por cierto, es el único que de ese apartado logra entrar en la terna de los Oscars, y quitando al actor británico Albert Finney, los otros tres nominados: Hoffman, Nicholson y Pacino, adoraban a Cartney, porque le conocían personalmente y adoraban su trayectoria, célebre años atrás por trabajos en radio, teatro y televisión. De hecho su compañero de reparto, Herbert Berghof que hace el papel de Rivetowski, era un eminente actor teatral, fundador de HB Studio, la mejor escuela de interpretación de Nueva York junto al Actors Studio a la cual estaba estrechamente vinculada, que Cartney apoyaba y por la que pasaron no solamente los tres actores americanos mencionados, si no casi todo el “Star System” de Hollywood. Cartney, excelente actor, de gran sensibilidad e íntegro en su vida privada, fue uno de los pioneros en defender que no se estigmatizara a actores que necesitaran ayuda en cuanto a salud mental se refiere, cosa que no muchos saben. ¿Que no es un “famosito” de cine? Que le pregunten a las nuevas generaciones (y no tan nuevas) si conocen o han visto algo de Irene Gutiérrez Caba, Lola Herrera, Jose María Rodero o Carlos Hipólito, que es el más “joven” de todos ellos, por poner un ejemplo.
El personaje de Harry, cierto es que se escribió para que lo hiciera James Cagney, pero se negó, volviendo al cine pocos años después con Milos Forman en “Ragtime” con un espléndido trabajo ignorado por Hollywood. El papel dio más vueltas. La Fox se lo ofreció Cary Grant, que no quiso volver a rodar nunca más, y a Laurence Olivier, mientras Mazursky apostaba inteligentemente por Cartney, que mostró al principio sus dudas y aceptó, aunque acababa de pasar un gran bache en su vida personal, y pronosticando su director, desde los primeros días de rodaje, que su labor sería recompensada con un “Oscar”.
El reparto entero era medio colegas de Mazursky o amigos de amigos, desempeñando todos sus roles de reparto encantados (ya que Harry y el precioso gato Tonto son los verdaderos protagonistas) y están estupendos, fueran profesionales o no, como la breve intervención de la taxista, Muriel Beerman, taxista en la vida real. Ellen Burstyn, que el año anterior se hizo mundialmente conocida por “El exorcista” y este año logra el Oscar por “Alicia ya no vive aquí”, acepta encantada el papel porque quería coincidir de nuevo con Mazursky y aparecer junto a Cartney en una película. De hecho, confesó la propia actriz, que cuando Cartney gana su “Oscar” ella ansiaba ganar el suyo para posar con él en las fotos de rigor.
También “Harry y Tonto” es el despegue definitivo del compositor Bill Conti con el que anteriormente había trabajado, haciendo una notable y apropiada labor. Posteriormente volverían a coincidir, pero tras este film ya se haría mundialmente célebre por “Rocky”.
Prosigo en la zona del spoiler por falta de espacio sin destripar nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Prosigo en la zona del spoiler por falta de espacio sin destripar nada.
Película bien cuidada, que desprende ese aire entre el naturalismo y el realismo que requería pero que, de ahí su acierto, nunca carga las tintas, ni en sus mensajes ni en sus momentos más ácidos, evitando llegar a ser lacrimógena ni manipular, porque podía haberlo hecho, pero nunca cae en ello.
La historia del anciano Harry con su gatito Tonto que va de un lado a otro porque le expulsan de su apartamento, ya que es el único superviviente del bloque que van a derribar como consecuencia de la gentrificación, hace que siga siendo actualísima, incluso más que en su día visto lo que está pasando en muchos sitios, sobre todo en nuestro país, y en mi ciudad, tampoco me he de ir tan lejos. Y lo que continúa en su historia, desgraciadamente tampoco ha perdido vigencia. Harry ha de encontrar su lugar en el mundo, ya que no solamente es un viaje físico y experimentar el entorno que le rodea, tanto de ciudades o parajes que pueda recorrer como de personas que se relacionen con él, es un viaje interior del ser humano con el objetivo de no perder ni su libertad ni su dignidad.
Aunque la carrera de su director tiene ciertos films no muy logrados, sin embargo tiene otros muy relevantes, como el caso presente o “Una mujer descasada”, que son las más acertadas, aunque Mazursky como director jamás obtuviera el reconocimiento que merecía.
BREVE SPOILER
Ahora incluyo un breve SPOILER y si no has visto la película mejor que dejes de leer aquí.
SPOILER
Por cierto, la escena en la que se dirigen Harry y la prostituta de lujo (Barbara Rhoades) colina arriba en coche mientras suena el oscarizado tema “Love is a Many- Splendored Thing”, ¿serviría quizás para inspirar el comienzo de la película “Grease” que se rodó pocos años más tarde?
Película bien cuidada, que desprende ese aire entre el naturalismo y el realismo que requería pero que, de ahí su acierto, nunca carga las tintas, ni en sus mensajes ni en sus momentos más ácidos, evitando llegar a ser lacrimógena ni manipular, porque podía haberlo hecho, pero nunca cae en ello.
La historia del anciano Harry con su gatito Tonto que va de un lado a otro porque le expulsan de su apartamento, ya que es el único superviviente del bloque que van a derribar como consecuencia de la gentrificación, hace que siga siendo actualísima, incluso más que en su día visto lo que está pasando en muchos sitios, sobre todo en nuestro país, y en mi ciudad, tampoco me he de ir tan lejos. Y lo que continúa en su historia, desgraciadamente tampoco ha perdido vigencia. Harry ha de encontrar su lugar en el mundo, ya que no solamente es un viaje físico y experimentar el entorno que le rodea, tanto de ciudades o parajes que pueda recorrer como de personas que se relacionen con él, es un viaje interior del ser humano con el objetivo de no perder ni su libertad ni su dignidad.
Aunque la carrera de su director tiene ciertos films no muy logrados, sin embargo tiene otros muy relevantes, como el caso presente o “Una mujer descasada”, que son las más acertadas, aunque Mazursky como director jamás obtuviera el reconocimiento que merecía.
BREVE SPOILER
Ahora incluyo un breve SPOILER y si no has visto la película mejor que dejes de leer aquí.
SPOILER
Por cierto, la escena en la que se dirigen Harry y la prostituta de lujo (Barbara Rhoades) colina arriba en coche mientras suena el oscarizado tema “Love is a Many- Splendored Thing”, ¿serviría quizás para inspirar el comienzo de la película “Grease” que se rodó pocos años más tarde?

7,1
25.945
5
26 de julio de 2013
26 de julio de 2013
10 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera reflexión que se me viene a la cabeza es que si esta película fuera de producción española, ¿también nos parecía buena o haría enfurecer a un amplio sector de profesionales como en su día ocurrió por ejemplo con “Los otros” o “Lo imposible”? ¿Pondría en tela de juicio nuestra cinematografía o nuestra validez? Sirva al menos de lección para futuras producciones nacionales protagonizadas por actores extranjeros, no rodadas en español, si al menos sabemos, como espectadores, valorarlas fuera de todo prejuicio, como en concreto ocurre con esta “La mejor oferta” con trece nominaciones y seis galardones de la academia de cine de Italia, que ha contado una buena acogida por parte de la prensa y del público. Otra cosa es, al menos en este caso, si está justificada. Y creo que no. El célebre director de “Cinema Paradiso” (que creo sigue siendo su película más emotiva y lograda) nos trae en esta ocasión un film que en principio se mueve entre el thriller y el drama romántico. Su primer tercio, muy cuidado, es el más conseguido, ya que en su segundo tercio del metraje su director (también guionista) parece haber extinguido su capacidad visual, ciñéndose meramente al guión, guión que por otra parte, y llegados al tercio final, se va desmoronando cual castillo de arena, una lástima, porque Tornatore parece no terminar de decidirse si llevarlo al género inicial o al romántico. Como obra de intriga es superflua, con cabos sueltos, pero sin duda como pieza romántica carece de verosimilitud. Evidentemente queda al menos, en este devaneo, un ejercicio audiovisual cuidado en sus aspectos formales, aunque no tanto en otros fundamentales, como su guión, cogido con pinzas, con procesos de personajes injustificados o mal contados, dónde además no se sabe exactamente dónde se desarrolla la acción. Sus actores cumplen sus cometidos con resultados dispares, aunque sin duda el rey de la función es Geoffrey Rush, con un papel que le va como un guante y que saca adelante por su gran capacidad. El mítico Ennio Morricone a cargo de la banda sonora alterna temas que son fieles a sí mismos, con su estilo y que ya nos suena a Morricone en sus primeros acordes frente a otros temas, que para aumentar la sofisticación requerida, se los ha trabajado en otra línea no tan identificables ni previsibles, apoyado por coros. Al menos en mi opinión y para concluir, tampoco hay nada ni de Hitchcock ni de De Palma como otros han querido ver en esta “La mejor oferta”, que ya me hubiera gustado. Y echo en falta más estrenos europeos en la cartelera. Hoy no he ido a ver la de Bertolucci porque no se ha estrenado, al parecer, en todas las ciudades. Y no hace tanto podíamos hacer balances anuales con el cine italiano que nos llegaba. Entre que las multinacionales no dejan hueco nada más que para “comercialadas” y entre que ya no abundan directores que eran maestros con mayúsculas, nos dejan algo huérfanos, y de lo que nos llega nos acaba sabiendo a poco, por mucho que algunos echen las campanas al vuelo.
3
1 de mayo de 2020
1 de mayo de 2020
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchas veces se tiene la esperanza de encontrar, aunque sea por casualidad, lo que es un “hallazgo”: alguna película o documental, bien que haya pasado desapercibida en su momento, o ni siquiera eso, que igual ni se llegara a estrenar, pero que con el paso del tiempo se hubiera ganado el derecho a ser valorada en su justa medida.
Con “Cada ver es...” creí que iba a producir uno de esos casos, al comprobar que había algunos usuarios que la defendían con entusiasmo. Cuanto menos será curiosa, pensé erróneamente. Pues no. Es más, me llama la atención que un producto tan defectuoso y aburrido haya acaparado estos elogios.
Quizás porque me he visto documentales efectistas catalogados como “películas mondo” y que en su día muchos fueron clasificados “S”, como el caso presente, documentales cruentos o suficientes películas “gore”. La clasificación “S” surgió a finales de la década de los setenta en España, durante pocos años y en muchos casos injustificados, como posible reclamo comercial a películas que incluían escenas eróticas “subidas de tono” o violencia extrema. Luego dieron paso a las “X”, cuyo “furor” duró menos y que resultaron ser un fiasco comercial en las salas comerciales.
“Cada ver es...” es un documental que ronda la hora y cuarto con un único protagonista vivo, Juan Espada del Coso, y varios cadáveres que él irá manipulando y que fueron donados al Hospital Universitario de Valencia. Al principio su director, Ángel del Val, y de manera gratuita, nos muestra imágenes de internos recluidos en un centro psiquiátrico, supongo que con el oscuro fin de impresionar a los que nunca hayan puesto un pie en un psiquiátrico, ya que luego comprobaremos que no había justificación para ello. En la década de los ochenta un psiquiátrico era un lugar que nada tiene que ver con los que existen actualmente, y que al menos yo sí pude ver “en vivo” por razones que no vienen al caso.
El resto del documental gira en torno a este señor, de vida poco interesante, que alardea que las pituitarias las tiene a las tres de la tarde y carece de la capacidad de poder oler, que ve menos que tres en un burro, más “freaky” que persona a descubrir, con primitivo sentido del humor y reiterativo, lo que demuestra, una vez más, que un documental bueno lo hace un buen director o directora que sepa de cine y del tema a tratar, además de que el personaje central tenga algo que aportar, cosa que aquí no se da y, confiar en que las imágenes de los cadáveres aporten el impacto necesario para mantener la atención, es un error de principiantes, porque no entiendo ni la utilidad ni el entretenimiento que supone el visionar un documental tan pobre como este.
Mucho pasillo, luces que no terminan de iluminar, humedades, grifos mohosos que gotean... hubiera sido mejor que hubiesen optado por la denuncia y las condiciones de trabajo o la pésima conservación del laboratorio a la que nunca se hace referencia.
Por último, antes de pasar al "spoiler", el cutre cartón con rótulos que aparece al final con los compositores de la música que utilizan ¡hasta viene mal escrito el apellido de Bernard Herrmann! Lo dicho, la escasez de talento en este caso se equipara a la escasez de interés y de medios. Mugrienta y pesada.
Con “Cada ver es...” creí que iba a producir uno de esos casos, al comprobar que había algunos usuarios que la defendían con entusiasmo. Cuanto menos será curiosa, pensé erróneamente. Pues no. Es más, me llama la atención que un producto tan defectuoso y aburrido haya acaparado estos elogios.
Quizás porque me he visto documentales efectistas catalogados como “películas mondo” y que en su día muchos fueron clasificados “S”, como el caso presente, documentales cruentos o suficientes películas “gore”. La clasificación “S” surgió a finales de la década de los setenta en España, durante pocos años y en muchos casos injustificados, como posible reclamo comercial a películas que incluían escenas eróticas “subidas de tono” o violencia extrema. Luego dieron paso a las “X”, cuyo “furor” duró menos y que resultaron ser un fiasco comercial en las salas comerciales.
“Cada ver es...” es un documental que ronda la hora y cuarto con un único protagonista vivo, Juan Espada del Coso, y varios cadáveres que él irá manipulando y que fueron donados al Hospital Universitario de Valencia. Al principio su director, Ángel del Val, y de manera gratuita, nos muestra imágenes de internos recluidos en un centro psiquiátrico, supongo que con el oscuro fin de impresionar a los que nunca hayan puesto un pie en un psiquiátrico, ya que luego comprobaremos que no había justificación para ello. En la década de los ochenta un psiquiátrico era un lugar que nada tiene que ver con los que existen actualmente, y que al menos yo sí pude ver “en vivo” por razones que no vienen al caso.
El resto del documental gira en torno a este señor, de vida poco interesante, que alardea que las pituitarias las tiene a las tres de la tarde y carece de la capacidad de poder oler, que ve menos que tres en un burro, más “freaky” que persona a descubrir, con primitivo sentido del humor y reiterativo, lo que demuestra, una vez más, que un documental bueno lo hace un buen director o directora que sepa de cine y del tema a tratar, además de que el personaje central tenga algo que aportar, cosa que aquí no se da y, confiar en que las imágenes de los cadáveres aporten el impacto necesario para mantener la atención, es un error de principiantes, porque no entiendo ni la utilidad ni el entretenimiento que supone el visionar un documental tan pobre como este.
Mucho pasillo, luces que no terminan de iluminar, humedades, grifos mohosos que gotean... hubiera sido mejor que hubiesen optado por la denuncia y las condiciones de trabajo o la pésima conservación del laboratorio a la que nunca se hace referencia.
Por último, antes de pasar al "spoiler", el cutre cartón con rótulos que aparece al final con los compositores de la música que utilizan ¡hasta viene mal escrito el apellido de Bernard Herrmann! Lo dicho, la escasez de talento en este caso se equipara a la escasez de interés y de medios. Mugrienta y pesada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SPOILER
Lo único tremendo para mí, las secuencias del cadáver del bebé. Y la única referencia cinéfila de verdad no es la furtiva inclusión de algunos fotogramas de “Los pájaros”, para las que no pidieron permiso y por eso se ven peor que las imágenes del documental, sino la desaprovechada ventana del sótano en el que se vislumbran las piernas de los viandantes. Si se hubiera sido más “truffautniano” a eso lo hubieran sacado partido, pero sólo han estado pendientes de los cadáveres y de las escasas ocurrencias de su protagonista. Una oportunidad perdida.
Lo único tremendo para mí, las secuencias del cadáver del bebé. Y la única referencia cinéfila de verdad no es la furtiva inclusión de algunos fotogramas de “Los pájaros”, para las que no pidieron permiso y por eso se ven peor que las imágenes del documental, sino la desaprovechada ventana del sótano en el que se vislumbran las piernas de los viandantes. Si se hubiera sido más “truffautniano” a eso lo hubieran sacado partido, pero sólo han estado pendientes de los cadáveres y de las escasas ocurrencias de su protagonista. Una oportunidad perdida.

5,1
13.614
1
25 de mayo de 2013
25 de mayo de 2013
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
He escogido como título del comentario (“El niño es nuestro”) una película de Summers, ya que este thriller con tintes infantiles se podía haber titulado también así. Es curioso ver como cada año va degenerando más y más el cine de acción. Sus tramas cada vez son más pueriles, con personajes que no pueden ser catalogados ni como tales ya que son más bien meros distintivos, sin más fondo, planos, como si se tratase de un video juego más que de cine: el bueno, el malo, la mujer florero, etc. Pero dentro de una combinación que argumentalmente es de lo más previsible, y que en las escenas de acción, a pesar de contar con muchos efectos de sonido, montaje y aliñado con mucha hemoglobina, no son creíbles y todo parece destinado a adolescentes agresivos más que para un público adulto. De hecho, lo que “interpreta” Clive Owen se asemeja a Tadeo Jones, que no a Indiana Jones, ni por asomo, carece de esa madurez, sino más bien lo dicho, Tadeo Jones, un mero dibujo animado que mueve a la risa por su patetismo en un contexto supuestamente adulto. Paul Giamatti borda con punto de cruz el peor papel de su vida. La Bellucci, muy mona ella, es un anexo, la concubina de la historia, casi un pegote irrelevante que simplemente está ante el reclamo de los más testosterónicos, como ocurre en estos productos desde hace décadas, donde la mujer no desempeña ningún rol con peso y casi sin ninguna lógica, simplemente presta su presencia al protagonista. En este caso con el agravante de que no se enseña carnaza y la única escena donde se dan un revolcón es vergonzosa no ya porque se vea poca carne, sino por lo que en ella ocurre y que no vamos a contar. Si hubiera habido al menos una exhibición gratuita y vistosa de sus anatomías lo hubiéramos entendido todo, pero tampoco ha sido así, como también es habitual: violencia toda la que quepa, pero mucho pudor en cuanto al sexo. No hay sudor, ni química, ni nervio, solo coreografías para que todo quede vistoso y demostrando, una vez más, que un mal actor en manos de un buen director se puede salvar pero en caso contrario, como los presentes, un buen actor se hunde en manos de un mal director. Al menos su protagonista, Owen, no acepta que a ni animales ni a los niños se les mate o se les haga sufrir, que eso le enoja mucho, y sus mensajes, además de obvios son positivos, aunque volátiles, ya que enseguida se nos olvida cuando va asesinando a todo el que se tercie, como si se tratase de un mal cómic. Su duración no llega a la hora y media y parece que dure más… Y, lo siento, me niego a seguir hablando de este subproducto tan estúpido como inútil que ni siquiera vale para “matar” el tiempo.

6,7
31.888
7
11 de febrero de 2017
11 de febrero de 2017
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Proyectada en varios festivales de prestigio, como por ejemplo los de Nueva York, Toronto, Roma o Chicago y a dos semanas que quedan para la ceremonia de los Oscars, se estrena en nuestro país “Moonlight”, que ha sido nominada en ocho categorías, a pesar de tratarse de una producción independiente, pero que ha encontrado el respaldo necesario, sobre todo entre la crítica especializada.
Barry Jenkins, director negro que nace del mundo del cortometraje, es de esa nueva generación que podría suponer no solo el relevo sino la renovación de la industria en sí, todo un soplo de aire fresco. “Moonlight” entra de lleno en esa clase de películas atípicas, que habla, entre otros asuntos, de la homosexualidad, pero desde una óptica nunca tratada, quizás porque el mundo marginal de color, exceptuando estereotipos, nunca ha tocado este tema al ser tabú.
A pesar de la sutilidad empleada y no cebarse en escenas escabrosas, supongo que habrá sido mal digerida por la comunidad heterosexual de color, siempre más preocupada por su imagen “varonil” al uso más que por el tema moral, es decir, se han acostumbrado a ver tíos que despiden testosterona por todos sus poros, heterosexuales y con “empleos” de dudosa honorabilidad aunque no por ello les rechazaban, pero poner a tíos más grandes que armarios que puedan ser homosexuales, en barrios deprimidos y no en clave de comedia, podría generar un cisma en algunos sectores. Por ello era un film necesario y que puede abrir puertas, no me refiero ya a nuevos géneros y personajes más creíbles, lo cual ya es una ventaja para todos, si no a la vida real, puede ser una ayuda para “normalizar”, con el paso del tiempo indudablemente, para una integración social y derribar ciertas barreras.
Por ello “Moonlight”, aunque sea un buen film, tiene otros méritos añadidos, que la convierten en un paso al frente, con más valor del que en principio pueda parecer. Y no nos estamos refiriendo ya al tema de la homosexualidad. La violencia, las drogas o los maltratos, sean físicos o psíquicos, están tratados con tacto, con cierta poesía, y que no significa en absoluto que hayan sido edulcorados por miedo, que es otro concepto diferente. Su propósito así también le podrá llegar a más público aunque no por ello convierte a “Moonlight” en un film abiertamente comercial de sentimentalismo fácil.
Su factura es modesta pero tiene su valía y su mérito, sobre todo en la fotografía, que intenta acercarse a un estilo de “cinema verité” muy coherente con lo que se cuenta y esquivando sombras o reflejos de cámara, agilizados por un diestro montaje y sin olvidar otro punto fuerte, su banda sonora. No es casualidad que estos aspectos hayan logrado ser también nominados con toda justicia.
En su plantel han conseguido que un actor y una actriz sean nominados como secundarios: Mahershala Ali y Naomi Harris. El reparto completo cumple de sobra, incluyendo los más pequeños, pero considero que a quien tenían que haber nominado en todo caso tendría que haber sido Ashton Sanders como el joven Chiron, aunque le auguramos que ya tendrá otras oportunidades.
Nos alegramos porque “Moonlight” se haya hecho un hueco importante entre las películas del año, y que sin la resonancia de los Oscars, posiblemente hubiera quedado relegada a un segundo plano, sin ni siquiera saber si hubiera llegado a estrenarse entre nosotros.
Especulando lo que se ya se pronostica que podrá ocurrir en el reparto de premios Oscars según sopla el viento, mucho nos tememos, o mejor dicho, nos alegraremos, que si no fallan los augurios, más que recordada por el número exagerado de “Oscars” que recaerán sobre “La, la, Land” con la intención de igualarla con “West Side Story” o “Gigi”, será a la larga recordada por otros motivos más razonables: que si un premio para el guión original de “Manchester frente al mar” (en el que no vamos a entrar si lo merece o no), que si otro premio para el guión adaptado para “Moonlight”, que si otro premio para la secundaria Viola Davis (que es la única actriz de color que ha conseguido con “Fences” ser nominada en tres ocasiones), que si algún que otro premio para “La llegada”, incluyendo la fotografía realizada por un operador de color, que nunca la Academia, dicho sea de paso, había premiado en este apartado hasta la fecha a alguien que fuera negro, o el Oscar como film extranjero para Farhadi, que serviría de guantazo sin mano a ese ser tan horrendo que es Donald Trump con sus pretensiones de vetar la entrada en territorio americano a quien le sale del culo. En definitiva, el triunfo de la variedad de razas y del cine independiente. Algo así ya ocurrió cuando con “Gigi” se volvieron locos y le otorgaron los nueve Oscars a los que estaba nominada, y que sus contrincantes, algunas sin premio o nominadas en menos categorías, la han sobrevivido con el paso del tiempo, incluso se han revalorizado dándoles miles de vueltas, como por ejemplo: “La gata sobre el tejado de zinc”, “¡Quiero vivir!”, “Fugitivos”, “Mesas separadas”, “Horizontes de grandeza”, la sublimada “Vértigo (De entre los muertos)” o incluso “Como un torrente”, un dramón colosal que dirigiera Vincente Minnelli, casualmente el director de “Gigi”, y que la propia Academia relegó a cinco nominaciones sin incluirla ni como director ni película.
Barry Jenkins, director negro que nace del mundo del cortometraje, es de esa nueva generación que podría suponer no solo el relevo sino la renovación de la industria en sí, todo un soplo de aire fresco. “Moonlight” entra de lleno en esa clase de películas atípicas, que habla, entre otros asuntos, de la homosexualidad, pero desde una óptica nunca tratada, quizás porque el mundo marginal de color, exceptuando estereotipos, nunca ha tocado este tema al ser tabú.
A pesar de la sutilidad empleada y no cebarse en escenas escabrosas, supongo que habrá sido mal digerida por la comunidad heterosexual de color, siempre más preocupada por su imagen “varonil” al uso más que por el tema moral, es decir, se han acostumbrado a ver tíos que despiden testosterona por todos sus poros, heterosexuales y con “empleos” de dudosa honorabilidad aunque no por ello les rechazaban, pero poner a tíos más grandes que armarios que puedan ser homosexuales, en barrios deprimidos y no en clave de comedia, podría generar un cisma en algunos sectores. Por ello era un film necesario y que puede abrir puertas, no me refiero ya a nuevos géneros y personajes más creíbles, lo cual ya es una ventaja para todos, si no a la vida real, puede ser una ayuda para “normalizar”, con el paso del tiempo indudablemente, para una integración social y derribar ciertas barreras.
Por ello “Moonlight”, aunque sea un buen film, tiene otros méritos añadidos, que la convierten en un paso al frente, con más valor del que en principio pueda parecer. Y no nos estamos refiriendo ya al tema de la homosexualidad. La violencia, las drogas o los maltratos, sean físicos o psíquicos, están tratados con tacto, con cierta poesía, y que no significa en absoluto que hayan sido edulcorados por miedo, que es otro concepto diferente. Su propósito así también le podrá llegar a más público aunque no por ello convierte a “Moonlight” en un film abiertamente comercial de sentimentalismo fácil.
Su factura es modesta pero tiene su valía y su mérito, sobre todo en la fotografía, que intenta acercarse a un estilo de “cinema verité” muy coherente con lo que se cuenta y esquivando sombras o reflejos de cámara, agilizados por un diestro montaje y sin olvidar otro punto fuerte, su banda sonora. No es casualidad que estos aspectos hayan logrado ser también nominados con toda justicia.
En su plantel han conseguido que un actor y una actriz sean nominados como secundarios: Mahershala Ali y Naomi Harris. El reparto completo cumple de sobra, incluyendo los más pequeños, pero considero que a quien tenían que haber nominado en todo caso tendría que haber sido Ashton Sanders como el joven Chiron, aunque le auguramos que ya tendrá otras oportunidades.
Nos alegramos porque “Moonlight” se haya hecho un hueco importante entre las películas del año, y que sin la resonancia de los Oscars, posiblemente hubiera quedado relegada a un segundo plano, sin ni siquiera saber si hubiera llegado a estrenarse entre nosotros.
Especulando lo que se ya se pronostica que podrá ocurrir en el reparto de premios Oscars según sopla el viento, mucho nos tememos, o mejor dicho, nos alegraremos, que si no fallan los augurios, más que recordada por el número exagerado de “Oscars” que recaerán sobre “La, la, Land” con la intención de igualarla con “West Side Story” o “Gigi”, será a la larga recordada por otros motivos más razonables: que si un premio para el guión original de “Manchester frente al mar” (en el que no vamos a entrar si lo merece o no), que si otro premio para el guión adaptado para “Moonlight”, que si otro premio para la secundaria Viola Davis (que es la única actriz de color que ha conseguido con “Fences” ser nominada en tres ocasiones), que si algún que otro premio para “La llegada”, incluyendo la fotografía realizada por un operador de color, que nunca la Academia, dicho sea de paso, había premiado en este apartado hasta la fecha a alguien que fuera negro, o el Oscar como film extranjero para Farhadi, que serviría de guantazo sin mano a ese ser tan horrendo que es Donald Trump con sus pretensiones de vetar la entrada en territorio americano a quien le sale del culo. En definitiva, el triunfo de la variedad de razas y del cine independiente. Algo así ya ocurrió cuando con “Gigi” se volvieron locos y le otorgaron los nueve Oscars a los que estaba nominada, y que sus contrincantes, algunas sin premio o nominadas en menos categorías, la han sobrevivido con el paso del tiempo, incluso se han revalorizado dándoles miles de vueltas, como por ejemplo: “La gata sobre el tejado de zinc”, “¡Quiero vivir!”, “Fugitivos”, “Mesas separadas”, “Horizontes de grandeza”, la sublimada “Vértigo (De entre los muertos)” o incluso “Como un torrente”, un dramón colosal que dirigiera Vincente Minnelli, casualmente el director de “Gigi”, y que la propia Academia relegó a cinco nominaciones sin incluirla ni como director ni película.
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