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Críticas ordenadas por utilidad
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5,9
10.889
4
31 de enero de 2010
31 de enero de 2010
10 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta noche no podía dormir así que me preparé una pócima y allá me fui. A 1994 (para evitar que alguien no se acordase de la película, o que hubiese muertos, o seniles), a darme un paseo por algunos bonitos pueblos de la geografía de Francia para hacer una visita al equipo creador de Los visitantes.
Me abstendré de contar pequeños incidentes que acontecieron durante mi viaje, para no resultar cansino, y me quedaré en lo esencial.
Lo esencial fue que me hice con un par de guías y conseguí llegar a los domicilios que me interesaban.
Era de noche, claro, así que cuando apreté el timbre de la casita de Christian Clavier, el hombre me abrió la puerta en pijama y, acto seguido, intentó pegarme.
-Vengo por la película que ha escrito usted el año pasado -le dije, cuando se calmó.
-¿Cuál de ellas?
-Los visitantes.
-Yo sólo corregí las faltas de ortografía -declaró.
Me cerró la puerta en las narices. Volví a llamar, y se repitió la escena. Cuando se calmó, le dije:
-Vengo por la película que ha coprotagonizado usted el año pasado.
-¿Cuál de ellas?
-Los visitantes.
-¿Es usted el de antes?
-Joder, pues sí. ¿No me reconoce?
-Es que viene mucha gente a decirme lo mismo que usted. A ver, diga, qué pasa.
-A decir verdad, supongo que la culpa de que su actuación sea la de un payaso no es suya.
-No, no es mía.
Me cerró la puerta en las narices de nuevo. No quise volver a llamar, pero sí que le grité que cuando viese a Jean Reno le comunicase lo que yo acababa de decirle.
Me costó encontrar la vivienda del compositor de la banda sonora.
Éste fue muy amable, tanto que le felicité por algunos momentos de su partitura, pero tuve que ponerme serio y ser cruelmente directo al decirle:
-Te tomaste tan en serio tu trabajo, cuando no debías, que parece de coña, que es como tenía que estar. Piensa en ello.
Abandoné a un Eric Levi cabizbajo tras darle unas palmaditas en el hombro.
Grande fue mi sorpresa cuando llegué al piso de Le Mener (encargado de la fotografía) y me abrió quien resultó ser el montador. No sé qué hacían aquellos dos hombres despiertos a las tantas y, aparentemente, algo borrachos, juntos. Quizá sólo estaban allí coincidencialmente para facilitarme la crítica, quizá estaban allí por otras cosas que no les pregunté.
-Señor Le Mener -dije tras comentar que había venido a hablar de Los visitantes-, siento decirle que su trabajo es cutre. Telefílmico casi en su totalidad. Cuasi casero. Y esos primeros planos de Christian Clavier comiendo con las manos como una rata me repugnan.
(Prosigue sin spoiler)
Me abstendré de contar pequeños incidentes que acontecieron durante mi viaje, para no resultar cansino, y me quedaré en lo esencial.
Lo esencial fue que me hice con un par de guías y conseguí llegar a los domicilios que me interesaban.
Era de noche, claro, así que cuando apreté el timbre de la casita de Christian Clavier, el hombre me abrió la puerta en pijama y, acto seguido, intentó pegarme.
-Vengo por la película que ha escrito usted el año pasado -le dije, cuando se calmó.
-¿Cuál de ellas?
-Los visitantes.
-Yo sólo corregí las faltas de ortografía -declaró.
Me cerró la puerta en las narices. Volví a llamar, y se repitió la escena. Cuando se calmó, le dije:
-Vengo por la película que ha coprotagonizado usted el año pasado.
-¿Cuál de ellas?
-Los visitantes.
-¿Es usted el de antes?
-Joder, pues sí. ¿No me reconoce?
-Es que viene mucha gente a decirme lo mismo que usted. A ver, diga, qué pasa.
-A decir verdad, supongo que la culpa de que su actuación sea la de un payaso no es suya.
-No, no es mía.
Me cerró la puerta en las narices de nuevo. No quise volver a llamar, pero sí que le grité que cuando viese a Jean Reno le comunicase lo que yo acababa de decirle.
Me costó encontrar la vivienda del compositor de la banda sonora.
Éste fue muy amable, tanto que le felicité por algunos momentos de su partitura, pero tuve que ponerme serio y ser cruelmente directo al decirle:
-Te tomaste tan en serio tu trabajo, cuando no debías, que parece de coña, que es como tenía que estar. Piensa en ello.
Abandoné a un Eric Levi cabizbajo tras darle unas palmaditas en el hombro.
Grande fue mi sorpresa cuando llegué al piso de Le Mener (encargado de la fotografía) y me abrió quien resultó ser el montador. No sé qué hacían aquellos dos hombres despiertos a las tantas y, aparentemente, algo borrachos, juntos. Quizá sólo estaban allí coincidencialmente para facilitarme la crítica, quizá estaban allí por otras cosas que no les pregunté.
-Señor Le Mener -dije tras comentar que había venido a hablar de Los visitantes-, siento decirle que su trabajo es cutre. Telefílmico casi en su totalidad. Cuasi casero. Y esos primeros planos de Christian Clavier comiendo con las manos como una rata me repugnan.
(Prosigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-Que te den.
Después me dirigí al otro, y le comenté:
-Su trabajo no favorece al de su... amigo. Hay escenas en las que el montaje parece aleatorio, y el momento del regreso al pasado (lo de la flecha y tal) por su culpa y por la de otros no tiene puto sentido.
Quedaba Jean-Marie Poiré. Éste vivía en una casaza, por lo que tardó un cuarto de hora en abrirme la puerta desde que dijo "voy". Iba en pijama, pero su reacción no había sido violenta, como la de Christian, más bien era resentida.
-Señor Poiré, vengo a criticarle.
-Adelante.
-Su película es una chusta.
-¿Cómo?
-Que sí. Primero, la historia le ha salido mal, porque una premisa como la que ha explotado es tropecientasmil veces más explotable. Caballeros medievales en el S.XX, cómo podía molar, y cómo lo ha desperdiciado. Usted se ha limitado a traducir la inadaptación que podrían sufrir los dos hombres venidos del pasado a un cúmulo de escatologías o destrucciones de cosas que ponen de manifiesto la infantil torpeza de los protagonistas.
Jean-Marie se frotó los ojos y, mientras bostezaba, preguntó:
-¿Acaso no le ha divertido mi película?
-No.
-¡Pero si es una exitosa comedia de enredo!
-Será de enredo, pero no es una comedia. Y será disparatada, pero más de lo mismo. No porque todos los personajes se pasen una puta hora preguntándose qué ocurre, y todos se pongan muy superalterados y suelten tacos, va a estar haciendo usted una comedia. Cree que por el mero hecho de que exista una situación ya ha de tener gracia, cuando para arrancar carcajadas se requiere un mínimo de esfuerzo o un talento sobrenatural, cosas que no he visto por ninguna parte.
-Expláyese.
-¿Más?
-Sí.
-A ver. Que la película adolece de conformarse con tener una idea inicial decente, para después ni siquiera esforzarse por explotarla. Dentro del conflicto que supone que los intrépidos caballeros se hayan equivocado de época, poco más hay aparte de un conjunto de situaciones que pretenden ser hilarantes. Pero recurrir a lo esperpéntico olvidándose del verdadero trabajo no le ha dado resultado. ¿Porque salga Jean Reno luciendo la mejor de sus coquillas, o dando vueltas por un hotel ridículamente disfrazado, ya tiene que ser gracioso su producto, pobre en forma y fondo? Pues no.
-Habla usted como si tuviera escrito lo que está diciendo.
Me encogí de hombros ante aquella intervención.
-Bueno -dijo él-, acabe que ya me ha quedado claro el concepto, tengo sueño, y me estoy aburriendo.
-Vale. Pues que remitiéndome a todo lo que he hecho esta noche, puedo decir que su película es bastante deficiente. Bueno, se deja ver por momentos porque entretiene y tal, pero yo no quiero películas que se dejen ver. Quiero películas que inciten a ser vistas.
PD. Rogaría a los validadores, humildemente, un poco más de rigor a la hora de desempeñar su función.
Después me dirigí al otro, y le comenté:
-Su trabajo no favorece al de su... amigo. Hay escenas en las que el montaje parece aleatorio, y el momento del regreso al pasado (lo de la flecha y tal) por su culpa y por la de otros no tiene puto sentido.
Quedaba Jean-Marie Poiré. Éste vivía en una casaza, por lo que tardó un cuarto de hora en abrirme la puerta desde que dijo "voy". Iba en pijama, pero su reacción no había sido violenta, como la de Christian, más bien era resentida.
-Señor Poiré, vengo a criticarle.
-Adelante.
-Su película es una chusta.
-¿Cómo?
-Que sí. Primero, la historia le ha salido mal, porque una premisa como la que ha explotado es tropecientasmil veces más explotable. Caballeros medievales en el S.XX, cómo podía molar, y cómo lo ha desperdiciado. Usted se ha limitado a traducir la inadaptación que podrían sufrir los dos hombres venidos del pasado a un cúmulo de escatologías o destrucciones de cosas que ponen de manifiesto la infantil torpeza de los protagonistas.
Jean-Marie se frotó los ojos y, mientras bostezaba, preguntó:
-¿Acaso no le ha divertido mi película?
-No.
-¡Pero si es una exitosa comedia de enredo!
-Será de enredo, pero no es una comedia. Y será disparatada, pero más de lo mismo. No porque todos los personajes se pasen una puta hora preguntándose qué ocurre, y todos se pongan muy superalterados y suelten tacos, va a estar haciendo usted una comedia. Cree que por el mero hecho de que exista una situación ya ha de tener gracia, cuando para arrancar carcajadas se requiere un mínimo de esfuerzo o un talento sobrenatural, cosas que no he visto por ninguna parte.
-Expláyese.
-¿Más?
-Sí.
-A ver. Que la película adolece de conformarse con tener una idea inicial decente, para después ni siquiera esforzarse por explotarla. Dentro del conflicto que supone que los intrépidos caballeros se hayan equivocado de época, poco más hay aparte de un conjunto de situaciones que pretenden ser hilarantes. Pero recurrir a lo esperpéntico olvidándose del verdadero trabajo no le ha dado resultado. ¿Porque salga Jean Reno luciendo la mejor de sus coquillas, o dando vueltas por un hotel ridículamente disfrazado, ya tiene que ser gracioso su producto, pobre en forma y fondo? Pues no.
-Habla usted como si tuviera escrito lo que está diciendo.
Me encogí de hombros ante aquella intervención.
-Bueno -dijo él-, acabe que ya me ha quedado claro el concepto, tengo sueño, y me estoy aburriendo.
-Vale. Pues que remitiéndome a todo lo que he hecho esta noche, puedo decir que su película es bastante deficiente. Bueno, se deja ver por momentos porque entretiene y tal, pero yo no quiero películas que se dejen ver. Quiero películas que inciten a ser vistas.
PD. Rogaría a los validadores, humildemente, un poco más de rigor a la hora de desempeñar su función.
Episodio

7,3
1.722
5
13 de abril de 2011
13 de abril de 2011
10 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
El acierto de El televisor reside en reflexionar -de manera hiperbólica- sobre lo que le da título. Reflexión de vigencia posiblemente eterna; notable como reflexión pero insuficiente como médula espinal de una película tan pobre argumentalmente como esta.
Los 72 minutos podían haber sido la mitad, pues son el continente de un in crescendo que empieza tarde, muy tarde, y que antes de consumarse se consume. "Suerte" que el actor principal no lo hace mal y que durante unos cinco octavos del metraje carga bastante bien con todo el peso de la película, ayudado porque la premisa sea buena como premisa (está mal desarrollada sin duda, daba para más, más y más) y en su arranque robe un pedacito de interés.
Pero mayor pecado que la insolvencia del guión -y de la incapacidad de la técnica para cubrirla lo suficiente- me parece la mentira. No voy a decir que sea una película para dormir, porque no lo es y aunque lo fuera el cutre y obvio juego de palabras atentaría contra mi honor, pero NO es una película para no dormir. El terror ni desborda la pantalla ni asoma a ella.
Los 72 minutos podían haber sido la mitad, pues son el continente de un in crescendo que empieza tarde, muy tarde, y que antes de consumarse se consume. "Suerte" que el actor principal no lo hace mal y que durante unos cinco octavos del metraje carga bastante bien con todo el peso de la película, ayudado porque la premisa sea buena como premisa (está mal desarrollada sin duda, daba para más, más y más) y en su arranque robe un pedacito de interés.
Pero mayor pecado que la insolvencia del guión -y de la incapacidad de la técnica para cubrirla lo suficiente- me parece la mentira. No voy a decir que sea una película para dormir, porque no lo es y aunque lo fuera el cutre y obvio juego de palabras atentaría contra mi honor, pero NO es una película para no dormir. El terror ni desborda la pantalla ni asoma a ella.
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