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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
22 de marzo de 2022 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente, me ha dado por revisitar a ciertos autores y ciertas películas que me impactaron en su momento. Comprobar el paso del tiempo, no sólo en las películas sino también en ti mismo, puede ser un ejercicio un tanto desconcertante, ya que algunas opiniones y algunos recuerdos permanecen extrañamente inmutables mientras que otros se han modificado de manera radical o directamente se han desvanecido.

En este punto estoy con el cine de Visconti, un “autor” en toda la extensión de la palabra con todo lo que eso conlleva. Y aunque es verdad que sigo apreciando ciertos aspectos de verdadera genialidad en su cine, también observo ciertas dosis de ampulosidad e histrionismo con los que no termino de conectar del todo.

Sin duda, es culpa mía. Me estoy haciendo viejo.

Noches blancas de Dostoyevski es uno de esos relatos que han cincelado mi educación emocional. Lo he releído en multitud de ocasiones y creo haber llegado a entender muy bien la esencia y los matices de la historia y los personajes. Llegué a él, paradójicamente, a través de la recomendación de un amigo y del visionado de esta película. Recuerdo el impacto que me produjo y como al día siguiente compré la edición publicada por Alianza editorial en donde se incluía este relato junto con “El pequeño héroe” y “Un episodio vergonzoso”. De alguna forma he completado un extraño círculo de ida y vuelta, que ha cambiado, en parte, mi opinión acerca de esta película.

Creo que pocos autores han diseccionado el alma humana y sus pulsiones más profundas con tanta compasión y tanta elegancia como Dostoyevski. Adaptarle no es sencillo, aunque sea tentador. Y es que, aunque hay algo de cinematográfico en su literatura, que permite trasladar a imágenes de manera más o menos fiel los elementos básicos de sus relatos, lo verdaderamente importante de sus obras no está en su argumento, sino en el dolor que atraviesa a sus personajes. Ese mundo emotivo es transitado por los propios personajes y por el lector con intensidad pero también son sutileza.

Y de aquí viene mi pequeña decepción con este revisionado de la película de Visconti. Creo que le falta sutilidad y delicadeza. Ya sé que una película y una obra literaria tienen lenguajes diferentes y que las adaptaciones aspiran a tener una vida propia. Lo entiendo y lo acepto, pero eso no quiere decir que me tenga que alinear o me tengan que gustar ciertos cambios que afecten a la propia esencia de dicha obra.

Para empezar, creo que Noches Blancas es una obra difícilmente extraíble de la época en la que se escribió. Es un texto de mediados del siglo XIX que recrea una manera de entender la vida muy concreta y totalmente contextualizada a esa época. En 1848, las decisiones que se tomaban en la vida tenían un peso específico: los trabajos eran para toda la vida, coger cualquier resfriado te podía costar la vida y encontrar el amor también se convertía en una decisión de por vida. Es decir, la vida tenía un cierto componente trágico asociado a la irrevocabilidad de las circunstancias.
Sacar a la obra de ese contexto y trasladarlo a la Italia contemporánea es un riesgo artístico que desvirtúa, en cierta medida, el peso existencial que encierra este pequeño y maravilloso relato.

Tampoco me parece acertada la elección de Mastroianni para el papel protagonista. No siento una especial simpatía por este actor (es cosa mía) pero más allá de eso, creo que, objetivamente, no es el actor indicado para interpretar a un personaje caracterizado por la timidez, la melancolía y la soledad.

Maria Schell está correcta, sin más. Tampoco es una actriz que me entusiasme, tengo que decir, y quizás su actuación es un poco exagerada también, casi expresionista, al modo que tenían que ser las actuaciones (por ejemplo) en el cine mudo. Hay algo extraño en su personaje y en su actuación que no me terminan de convencer, pero, sin duda, es capaz de trasladarme y hacerme conectar mucho mejor con la inocencia y fragilidad de su réplica literaria de lo que lo hace Mastroianni con la suya.

Tampoco conecto con la teatralidad de la puesta en escena, ni con la introducción de ciertos elementos como la cargante escena del bar y todo ese “momento baile” que me sacan completamente de la historia.

Digamos, por sintetizar, que los primeros 80 minutos de este revisionado me han parecido erróneos, cargantes y superfluos...

...Pero entonces es cuando se produce el milagro...

Pasa algo un tanto inexplicable en ese final de tintes excesivos y melodramáticos que me llevan a la más pura emoción. Visconti consigue, con ese final, redimirse y atrapar la esencia misma del relato jugando con elementos narrativos y expresivos completamente distintos a los que utiliza Dostoyevski.

La composición casi pictórica de esta secuencia, junto con las actuaciones de Schell y Mastroianni (que aquí sí están inmensos) terminan de construir uno de los finales más bellos y desgarradores de la historia del cine.

Gracias a ese final, recordé porque me había fascinado esta película en su momento.

Y es que hay veces que la parte da sentido al todo.

Simplemente por eso y porque al fin y al cabo, nuestra mente tiene una extraña obsesión por almacenar aquellos instantes que te dejan una huella emocional, pongo un notable a esta película fallida e irregular pero profundamente conmovedora.
27 de agosto de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa e irrepetible.

A pesar de lo accidentado de su gestación (la idea inicia de Allen no tenía nada que ver con lo que al final resultó ser), Annie Hall es probablemente la mejor película de Woody Allen (y eso es decir mucho).
A partir de esta película empezó a edificarse lo que entendemos por “cine de Woody Allen” (casi un genero en sí mismo); hasta ese momento, el genial director nos había regalado películas de una comicidad mucho más visual y directa. Es a partir de Annie Hall dónde su obra da un salto y se establecen los códigos temáticos, estilísticos y narrativos sobre los que se construirían la mayor parte de sus películas:
Esos paseos por Nueva York filmando diálogos entre neuróticos y surrealistas. Esos flashbacks a la infancia del director. Esa presencia de temas que serían absolutamente recurrentes como el psicoanálisis, la inseguridad y el neuroticismo, los chistes y los gags por su condición de judío, las continuas, normalizadas y civilizadísimas rupturas sentimentales, la presencia de la cultura como elemento dinamizador de las relaciones personales…

Pero Annie Hall no es sólo eso, Annie Hall es una maravillosa historia de amor repleta de momentos inolvidables, divertidísimos diálogos y tronchantes soliloquios, y una curiosa estructura temporal no lineal que lejos de liar al espectador, nos mete de lleno en una relación no convencional de una manera no convencional (spoiler).

La facilidad que tiene Allen de reírse de las angustias, obsesiones y miedos ancestrales del ser humano, es absolutamente genial y un ejercicio muy sano de autoayuda en según que momentos.

En resumen, una auténtica maravilla, una película deliciosa e irrepetible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La primera aparición en pantalla de Annie se produce cuando la relación con Alvy no va bien. Alvy (W. Allen) la está esperando para ir al cine y Annie llega tarde, motivo por el cual empiezan a discutir. Es decir, la película no empieza con el habitual chico conoce chica, eso llegará más tarde, la película empieza con una discusión de pareja, eso sí, una discusión divertidísima, como toda la película.

La mítica escena de las langostas, está presente en otro detalle de la película. Mientras Woody Allen está cogiendo las langostas, Diane Keaton le está haciendo fotos. Esas fotos (delirantes) aparecen en una escena posterior colgadas en el apartamento de Annie.
23 de agosto de 2019 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenido y contenido thriller rural de los hermanos Coen, elevado a la categoría de clásico de culto por parte de la crítica y del innumerable fandom de estos autores.

El habitual universo de los Coen, plagado de personajes patéticos o directamente estúpidos, queda encapsulado, en esta ocasión, en un guion eficaz y una dirección sorprendentemente sobria.
Eso no nos libera del todo de algunos de sus habituales recursos o “gags”, consistentes en mostrar el analfabetismo o, directamente, el retraso mental de lo que ellos entienden por americano medio.
Sin embargo, hay un grado de contención en la película. El surrealismo habitual está presente pero no llega a desmadrarse ni a tomar del todo las riendas de la función.

Ese surrealismo controlado, permite a “Fargo” elevarse muy por encima de la mayoría de la filmografía de estos autores, demasiado autoconscientes (a mi modo de ver) de tener un universo propio que encandila a toda una legión de fans incondicionales, entre los que yo no me incluyo.

Aunque Frances McDormand está correcta como esa especie de teniente Colombo de pueblo, los que se adueñan de la pantalla son William H Macy como el pusilánime yerno fracasado y Steve Buscemy haciendo de ex-presidiario y secuestrador semi-oligofrénico.

La película sabe mantener el pulso a lo largo de todo el metraje, consiguiendo incluso algunas escenas de tensión remarcables y algún que otro momento gore bien resuelto.

En resumen, película apta para todos los públicos; es decir, que si no eres fan de los Coen también la puedes ver y pasar un buen rato sin apenas irritarte con sus ocurrencias habituales.

Notable.
26 de diciembre de 2019 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es evidente que Martin Scorsese es uno de los directores de cine más importantes de los últimos 40 años. Sus películas son auténticos acontecimientos culturales, esperados con auténtica voracidad por cualquier aficionado al cine y es citado como una de las principales referencias artísticas por gran número de directores noveles y no tan noveles.

Sin embargo, dicho esto, Scorsese no es perfecto ni infalible, me atrevería a decir que incluso es un director irregular, capaz de películas absolutamente sobresalientes, icónicas e imprescindibles, pero también capaz de filmar películas fallidas y también (y aquí está el traje del emperador) alguna mala película.

“Malas calles”, pertenece a este último género, es un film con un ritmo absolutamente irregular, una historia previsible, fruto de un guion deslavazado y descuidado, que va dando tumbos como un boxeador al borde del KO. Las histriónicas personalidades que desarrollaría con maestría Scorsese en futuros proyectos, aquí son bocetos irritantes, personajes que no generan interés y que resultan antipáticos y molestos. La dirección es nerviosa en el mal sentido y el montaje no ayuda a perfilar estas aristas, sino que contribuye de manera activa al caos.

También se nota una excesiva influencia del cine europeo; hay un intento bastante evidente en algunas secuencias, de plasmar esa frescura en la puesta en escena muy en la línea de la nouvelle vague y también en esa relación a tres entre Johnny boy, Charlie y Teresa que me ha hecho retrotraerme (y no precisamente con placer, aquí no soy nada objetivo) a películas como Jules y Jim.

Esto no quiere decir que “Malas calles”, esté totalmente desprovista de cierto interés como ejercicio cinéfilo y de rastreo arqueológico del “proto-Scorsese”. Se empiezan a atisbar esos elementos tan característicos del director neoyorquino que eclosionarían de una forma brutal en esa gran obra maestra que es “Taxi Driver”; ese manejo tan personal de la violencia, esa efervescencia callejera en los diálogos, esa puesta en escena abrasiva…esos elementos pueden apreciarse en “Malas calles”, pero en formato experimental, a modo de esbozo, sin mezclar ni matizar. Todo está exagerado y muy poco pulido.

“Malas calles” es un experimento de un artista que arriesga y que está buscando un lenguaje y un estilo propio, pero que todavía no sabe muy bien lo que quiere plasmar en una pantalla, aunque empiece a intuirlo. Este ejercicio de experimentación y riesgo es absolutamente comprensible y loable, pero eso no hace de Malas calles una buena película, ni mucho menos.

Y este es el problema de las malas películas de los grandes directores, que siempre tienen una tendencia, un sesgo a ser sobrevaloradas bien por agradecimiento a los grandes ratos que nos han hecho pasar, bien por esnobismo o bien por una cierta timidez relacionada con la aceptación cinéfila.

En resumen, “Malas calles” está recomendada exclusivamente a fanáticos del director, Es un 4 siendo genereosos. Una mala película de un gran director.
21 de agosto de 2019 Sé el primero en valorar esta crítica
Tremenda película alemana sobre los últimos días del nazismo.
A través de una interpretación portentosa de Bruno Ganz y una puesta en escena impresionante, vamos viviendo todas las miserias de aquellos que llevaron al mundo hacia la mayor barbarie jamás conocida.

El patetismo de los personajes se mezcla con el terror más puro (spoiler). Desde la lealtad al desprecio, pasando por el miedo, la incomprensión, la pena o la compasión, los personajes van desplazándose por todas las emociones posibles en un agónico y lento final que inexorablemente les llevará a una humillante capitulación o a la muerte.

Esas imágenes de una ciudad desolada, contrapuestas a la gigantesca maqueta de un monumental Berlín, capital de un imaginario y todopoderoso 3er Reich. O esa fiesta en el búnker a ritmo de swing, mientras van cayendo las bombas soviéticas. O esos niños, comportándose como mayores queriendo morir por una patria y un imperio que se cae a pedazos. La película se alza como un monumento colosal a la devastación y a la sinrazón del ser humano.

En el aspecto técnico la película es intachable, consiguiendo trasladar nuestros sentidos a la devastación, al polvo de ladrillo y al barro.

Me ha gustado también, el inicio y el epílogo; necesarios para contextualizar el estado mental de aquellos personajes secundarios que no tuvieron el valor o la lucidez de plantearse si todo lo que estaba pasando estaba bien o mal.

En resumen, gran película de imprescindible visionado, por el momento histórico que relata, por la caracterización y profundidad psicológica de los personajes y por su indiscutible calidad cinematográfica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El momento en donde la Sra Goebbles asesina a sus hijos obligándoles a tomar la píldora de cianuro y acto seguido se pone a jugar a un solitario, ante la indescifrable mirada de su marido, es de las cosas más escalofriantes que he visto en una pantalla.
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