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Críticas 96
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
27 de febrero de 2010
13 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
A todos los directores que no escriben les pasa lo mismo. De vez en cuando la cagan.
No la cagan porque sean malos, la cagan porque cuando la necesidad de buenas historias se prolonga, baja el nivel de exigencia. Y con él, uno se acaba poniendo al frente de un proyecto de menor calado del que uno merece. De menor calado del que Scorsese merece.
La historia de Dennis Lehane no daba para mucho. Daba para hacer una reflexión sobre la locura y sus tratamientos. Tampoco parece la mejor carne para un plato de Scorsese. En ella ni siquiera ha metido su obsesión por los efectos de la religión sobre la pérdida de la razón. Si la pluma de Paul Schrader hubiera estado metida, otro gallo le hubiera cantado.
Si al asumir una historia tan ajena como la de Infiltrados, ya asumía su no autoría, el genio italoamericano busca todos sus retos en lo visual. Y ahí deriva en un mal artesano y buen cinematógrafo. Ahí acaba siendo un regular narrador y un excelente fotógrafo. Ahí aparecen todas las alucinaciones y sueños del protagonista, que resultan tan desgarradoras y potentes como inútiles. Ahí aparecen todos sus giros, que convierten el metraje en entretenimiento pero nunca en reflexión. Ahí aparecen sus paisajes y faros del mejor Hitchcock, unido a sustillos de serie B.
Ahí aparece una salida digna para cualquiera e indigna para Martin Scorsese. No es una cagada como las de otros que no escriben, pero sigue siendo una cagada para él.
7 de febrero de 2011
12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que no os engañen. Que no os engañen ni las 7 nominaciones a los Oscar, ni los dos Globos de Oro. Que no os engañen los críticos nada sesudos ni los espectadores poligoneros que abarrotaban la sala.
The Fighter no es más que una ensalada de tópicos. No es más que una peliculita de boxeo. No es más que una historia convencional de superación. No es sino una peli más basada en hechos reales en la que nada de lo que sucede parece creíble.
Y lo peor no es que no te lo creas. Lo peor es que no te llega. Que no alcanza a generarte una mínima emoción.
Todo parte de un guión en el que lo único que sobresale son los dos estupendos personajes del hermano y la madre, de Christian Bale y de Melissa Leo. Ellos dos mantienen una trama en la que sólo sorprende la oda antifamiliar. Todo lo demás es convencional, es perfectamente predecible.
Y especialmente predecible es la dirección de un O'Russell que nunca fue el niño listo que le dijeron que era. Sus películas al fin siempre se caían. Aunque no la haya escrito, ésta es otra más de las que se caen.
Por eso que no os engañen. No vayáis a verla.
13 de julio de 2009
12 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo describir la euforia? ¿Cómo contar el placer supremo? ¿Cómo explicar mediante la razón algo que no es sino un gozo absoluto? ¿Cómo aplicar una lógica a las miles de risas vividas? No se puede.
Sólo se puede contar el hecho. Mi cine ha podido reírse unas 200 veces durante la peli. Mi cine ha podido carcajearse unas 100. Mi cine ha prorrumpido en aplausos espontáneos unas 10 veces. Mi cine ha ovacionado la peli al terminar como si se tratara del estreno en un festival de una obra maestra.
Y es que no era un festival, pero Brüno sí es una obra maestra. Una obra maestra absoluta, indiscutible, avasalladora. Un monumento a la risa que hace que uno no sea capaz de recordar las miles de situaciones y gags que le han hecho casi perder el sentido.
Porque te hace perder el sentido. Con su descomunal provocación, con su sangrante incorrección política, con su bestial vergüenza ajena, con su coherencia argumental y estílistica, con su apuesta hasta el final por la gamberrada documental.
Brüno es la obra de un maestro. No sé si el maestro es el sensacional Larry Charles o si sólo es Sacha Baron Cohen. Lo que queda claro es que el segundo no es sólo un actor descomunal, no es sólo un gran guionista. Lo que queda claro es que detrás de AliMcG y Borat, está el mejor cómico del siglo XXI. Alguien que consigue elevar la comedia gamberra a la categoría de arte. Alguien que consigue que sea imposible dar explicaciones. Alguien que consigue generar el placer absoluto. Alguien que consigue que no pasen veinte segundos seguidos sin que estallen carcajadas.
25 de octubre de 2010
10 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Héroes es una apuesta suicida. Porque sólo se le puede calificar así a una película que cuando elige ser mimética de alguien, no opta por El padrino o Eva al desnudo, sino por Los Goonies. Porque es entre Cuenta conmigo, Verano Azul y E.T. donde juega Freixas. En un ochenterismo que no sólo llega a la superficie de la excelsa dirección artística y la música, sino que alcanza la superficialidad de la trama y sus emociones.
Sus conflictos son de tal simplismo que sólo el humor paródico podía haber hecho que éstos crecieran. Y sin embargo, Pau Freixas (más que su guionista Espinosa) deja su huella al seguir apostando por el drama, por su propia peli. Al creer en él mismo, en su historia. Y es entonces cuando la peli se eleva, cuando toma su propio vigor, cuando empiezas a quererlos, cuando sientes que su verano es tan importante como el tuyo. Es entonces cuando en la parte final llega a hacer verdad lo que hasta entonces sólo era la película que quiso ser Los Goonies.
14 de octubre de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amenábar siempre ha querido ser Spielberg, siempre ha corrido el peligro de convertirse en Spielberg. Con Agora lo ha conseguido.

Es tal su admiración por el creador de megahits que película a película, género a género, ha ido acercándose más y más a él hasta tomar todos sus defectos.

Sus virtudes las traía de casa. Desde Tesis hasta Mar adentro, podía apreciarse en cualquier plano su grúa en movimiento de cámara circular, la espectacularidad de sus conflictos, la claridad de su puesta en escena. Sumó éstas a las que el propio Amenábar traía de su gusto por el guión: creación de unos personajes que alimenten la trama pero generen interés sobre sí mismos, golpes de efecto que eleven la intriga, imágenes tan potentes como metafóricas y búsqueda nada disimulada de la emoción.

El problema es que sus virtudes propias desaparecen en Agora, sólo quedan las de Spielberg. Y los defectos de Spielberg también aparecen. Aparece un tratamiento de personajes algo monocorde, un esquematismo absoluto en la trama, un mensaje claramente maniqueo y todo ello, lleva a una falta de emoción que acaba por alejar lo que tanto dinero ha intentado acercar.

Quizás de todos los defectos el que más pueda molestar es el del maniqueísmo. Su posicionamiento en un solo lado del conflicto llega a molestar hasta al más anticatólico. Un poco de pudor producto de una mirada ajena le podría haber salvado del ridículo en que en ocasiones cae.

Eso sí, lo mejor llega en las escenas de Hipatia y Aspasio, en las que se indaga en la investigación, en el conocimiento. Ahí, cuando se olvida de Spielberg y de su brocha gorda, aparece la verdadera magia de Amenábar. Y lo peor es que llega a notarse que las secuencias que verdaderamente le importaban a nuestro maestro, las que fueron fuente y fin del proyecto.

Quizá si Spielberg no existiera, Amenábar no existiría. Pero es seguro que si Spielberg no existiera, Agora trataría sólo de astronomía y sería una mucho mejor película.
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