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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
5
9 de julio de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Eso justamente me pregunto, leo críticas y alguno parecía estar esperando una reinvención del género o algo similar. Hagamos un recuento de los datos objetivamente:
-Trata de Mechas gigantes extraterrestres.
-Sale la típica tia buena, eso sí, en esta ocasión más buena que nunca.
-Género: Acción/aventura.
-Muchos efectos especiales.
-Es de Michael Bay.
Resultado: !Puro entretenimiento palomitero¡
Remitiendome al argumento, los robots buenos y los robots malos llegan a la Tierra en busca de un cubo con gran poder, el destino de la humanidad depende de ese trasto. En medio de esta vorágine de acontecimientos se encuentra un pardillo de instituto coladito por la buenorra de turno( ¿Donde había visto esto antes? !Ahh si¡ En cientos de películas...), el chico se ve inmerso en esta batalla por saber donde se haya el dichoso cubo.
Señores, no nos hagamos los tontos, en Transformers todos sabíamos antes de verla ante lo que estabamos. En mi caso, antes de ver esta película había visto The Fountain, El truco Final y Léolo, despues de eso se me apetecia ver simple entretenimiento sin complicaciones, precisamente lo que es esta película.
10 de junio de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael Haneke son palabras mayores cuando hablamos de cine, uno de los directores más personales, arriesgados y respetados del panorama internacional. Amado por muchos, entre los que me incluyo, y odiado por otros que no saben ver en su cine más que provocación infundada. Con ‘Amour’ ha tocado el cielo, ganadora de muchísimos premios entre ellos la Palma de Oro en Cannes y el Oscar a mejor película extranjera. Un crudo retrato del amor, la vejez y la enfermedad.

No es el austriaco precisamente un director fácil y asequible para todos los públicos, ni pretende serlo, es un autor en el sentido más preciso de la palabra. Para él el cine es la herramienta más poderosa para transmitir su arte, un arte que pone al servicio del intrincado ser humano al que analiza y despieza. Un arte implacable y arrollador, virulento, sin respiro ni concesiones hacia el espectador. Nos hace partícipe de su juego: en momentos de su cine se dirige a nosotros, nos cuestiona, nos guiña el ojo como en ‘Funny Games’ (Michael Haneke, 1997), sin remordimientos nos obliga a ser voyeurs de primera fila en ‘Caché’ (Michael Haneke, 2005), nos hace ser la cámara que todo lo filma en ‘El vídeo de Benny’ (Michael Haneke, 1992) , nos introduce en la intimidad de la escalofriante Isabelle Huppert en ‘La pianista’ (Michael Haneke, 2001)… su concepción del cine no concibe el entretenimiento gratuito sino el aprendizaje y la reflexión. Hay que estar predispuesto a entregarse e involucrarse; exige muchísimo a un espectador al que, como contraprestación, jamás tratará como estúpido.
Durante toda su carrera se ha marcado el objetivo de mostrarnos el horror de lo cotidiano, es el maestro de los miedos internos. Sus tramas son intimistas, desarrollándose habitualmente en un entorno familiar (más o menos estructurada); en su filmografía trata temas como la influencia de los medios de comunicación en las personas, la culpa, la vergüenza, el remordimiento, la violencia (inherente en su cine), el crecimiento en entornos represivos,… Desde luego el amor como tal nunca había sido tratado en su cine. De ahí la expectación causada por esta ‘Amour’, ¿Qué puede ofrecernos la personal visión del austriaco sobre el amor? Convencionalidad no, desde luego.

Georges (Jean-Luis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva) son un matrimonio de octogenarios que, tras una vida dedicada a la música clásica, viven tranquilamente en París. Siempre han sido un matrimonio feliz y compenetrado pero, un infarto que provoca la parálisis de la mitad del cuerpo de Anne, les llevara a ambos a límites inimaginables y pondrá a prueba esa consolidada relación.

Parte desde la felicidad para terminar en la agonía. Es una película que duele, muy desesperanzadora, de las que te dejan con mal cuerpo y con sus escenas en la cabeza. Somos testigos de cómo la compenetración da paso al olvido, cómo esa mujer de tierna mirada (increíble ese primer plano de su cara inmóvil cuando tiene el primer achaque de la enfermedad) acaba degenerando en una persona dependiente y demente. Debe ser indescriptible el sentimiento de ver que la persona que te ha acompañado de por vida y a la que amas te ve como un extraño. Aquí es donde aparece el Amor de Haneke, y lo que da significado a la película, el amor incondicional de Georges en su faceta más desafortunada, el “en la salud y en la enfermedad” que algún día prometió en sus votos. Porque el amor se disfruta en plenitud, pero también subyace en la tragedia, el amor no sería tal si sólo perdurase en la azarosa virtud y no en el infortunio. Porque el verdadero amor no se cuestiona ante el sacrificio, ni se resquebraja ante el llanto, no se fractura de usarlo ni se pudre por los balbuceos de una mujer que no articula palabra, el amor perenne dirige sillas y cambia pañales, te distrae con sus historias y toca tu canción preferida al piano. Si no es que no es amor. Y es por eso que nos es cercana la historia, ¿Qué podría hacer, sino el amor, estremecer de esta manera? Haneke nos hace perder la fe poco a poco, ¿Qué nos queda si hasta el sentimiento más hermoso puede provocar el mayor de los sufrimientos? Es cierto que su visión sobre ciertos temas universales suele estar impregnada de pesimismo y sufrimiento, visión que ahuyenta a bastantes y es criticado por ello, pero a todos aquellos que les apasione el estudio de personajes y lo intrínseco a la condición humana sabrán valorarlo. Porque en esta película estamos ante una dosis de realidad, amarga como ninguna, pero realidad. El amor te da valor para lo impensable y lo más doloroso, el que haya visto la película sabrá a qué me refiero.

Entre tanto momento rescatable me gustaría hacer mención a la crítica que Haneke realiza al papel de los hijos en este tipo de menesteres. Anne y Georges tienen una hija (Isabelle Hupert), también dedicada a la música, que aparece en momentos puntuales para visitar a su madre. La postura que ésta toma ante la situación es la de cuestionar permanentemente las decisiones de su padre, instándole a tomar otras decisiones, a que la revise otro médico, a contratar a otras cuidadores, a llevarla a un asilo,…se pone en constante tela de juicio la capacidad de Georges como cuidador y bienhechor de Anne. En cierto modo, aunque nunca dicho así, se le tilda de inútil por el simple hecho de ser mayor. Se critica la visión general que tiene la sociedad sobre los ancianos.

Sigue en spoiler sin desvelar detalles de la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Las actuaciones son fastuosas, tanto de Emmanuelle Riva como de Jean – Luis Trintignant. Se dejan el cuerpo y el alma en sus personajes. Aunque la mayoría de elogios y la que ha sido destacada sobre el resto ha sido la entrañable Emmanuelle, merecidamente por su complicadísimo papel, me gustaría destacar y reivindicar a Jean Luis Trintignant. Considero su personaje mucho más complicado de interpretar, por mostrarnos tantos matices y contención en ciertos momentos, por su sobrada solvencia y, sobretodo, porque es el que soporta el peso dramático en la historia. Sobre él se sustenta el dolor y sufrimiento que va constantemente in crescendo durante el film. Están de Oscar ambos.

Adentrándonos en aspectos más técnicos. Llegamos a conocer la casa en la que se desarrollan los hechos sin haber estado en ella, si estuviésemos allí podríamos orientarnos y movernos sin divagar desde el salón hasta el cuarto de Anne, pasar por el servicio y hasta recorrer el pasillo que va hacia la cocina. Esto es gracias a un manejo de la cámara excepcional, Haneke es un maestro y lo demuestra en cada tramo, en cada escena, en cada giro de cámara, travelling y plano que nos ofrece de las habitaciones. Lo abarca todo. Desde los planos generales estáticos hasta meritorios planos secuencia (la escena de Georges con la paloma llegó a repetirse en 13 ocasiones hasta conseguirse el efecto deseado), pasando por asfixiantes primeros planos de ambos ancianos. Maneja el tempo a su gusto. Es un dios omnipotente manteniendo en constante control y perfección ese micromundo que podría considerarse la película; la sensación que nos transmite la cinta es de lentitud y de ritmo pausado pero, una vez termina y reflexiono sobre ella, no encuentro ninguna escena que sobre, nada ocurre porque sí. Cada detalle, pista y metáfora está por un motivo, como siempre en su cine. Michael comentó en una ocasión que las bandas sonoras son usadas por aquellos directores que no logran, por sí mismos, cargar las escenas de la dramaticidad necesaria; recurriendo a la música para ello. Consecuentemente, la BSO de ‘Amour’ consta sólo de piezas de Schubert, Beethoven y Sebastian Bach que sirven como aderezo y acompañamiento en momentos puntuales exigidos por el guión.
Es un orfebre, un cirujano, para el que les escribe el mejor director en activo de Europa.

En definitiva, estamos ante uno de los cúlmenes de la filmografía de Michael Haneke. Una película impecable tanto en la forma como en el contenido, rodada con maestría y de una sensibilidad palpable. Pero eso sí, de las que se te clavan y retuercen. En la vida no todo es agradable y de color de rosa, pero detrás del sufrimiento aquí queda el amor. Ese amor que ha durado lo que dura una vida y que no se olvida, el amor contradictorio que es capaz de otorgarnos los mejores momentos y los más amargos, irracionalidad y euforia. No utilizo este término con asiduidad pero en este caso es difícil no hacerlo: obra maestra.
11 de septiembre de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cielo. El cielo no entiende de razones, no atiende a impulsos, no arremete de rabia. No responde ante nada, ahí permanece, cubriéndolo todo, como si nada dependiera de él. Te sobrecoge y empequeñece. Se muestra de un azul peremne, a veces, manchado por motas blancas, otras, de capas grises y negras. El viento mueve sus nubes, al azar, realizando nuevas formas y a la vez destruyendo otras, a su antojo.
Senderos. Trazan caminos bifurcados, opciones previamente establecidas sobre las que no te preguntaron. Nadie opta por el camino de la maleza, por lo intratable; camino cargado de incertidumbre...el inicial "¿Estaré haciendo lo correcto?" sustituido por la indiferencia a los demás, la Euforia.

Pavel y Vera no saben si es correcto lo que hacen, pero hacen lo que quieren. Tras una relación de miradas Pavel se declara a Vera, la relación entre ellos fluye de manera natural y parecen mimetizarse con el río que comunica sus casas, con las inmensas estepas que los aislan, con los atardeceres de un lugar único...que sirve de cómplice a esta relación furtiva a espaldas del marido de Vera. El amor como único remo de esta barca abocada a la tragedia, ¿Qué podría hacer, sino el amor, estremecer de esta manera? Su embriaguez no nos permite dislumbrar la tragedia...cómo si en el momento importase. Amor como frenesí, como Euforia.

Vyrypayev, en su ópera prima, nos introduce en una ambientación única, que hipnotiza. Con un posterior montaje preciosista, donde la excelente música (usada con tremenda inteligencia) introduce las escenas, que acaban en varios fundidos negros. Utiliza los giros y movimientos de cámara para impregnarnos más de los paisajes y su simbolismo. En conjunto, con los recursos a su alcanze, consigue encadilarnos con una historia dura, pero esperanzadora. Cine ruso de categoría, poesía en movimiento.
2 de diciembre de 2014 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La importancia de saber manejar el fondo y la forma en el cine es tan crucial como en la vida misma, de nada sirve saber el mejor chiste del mundo si a la hora de contarlo tartamudeas cada tres palabras. La sensación que me queda tras la visualización de ‘La hamaca paraguaya’ solo es comparable a la ingesta desmesurada de somníferos, he luchado contra el sueño para evitar la pereza de tener que retomarla unas horas después al despertarme, no me gusta eternizar los malos tragos. Y aun así miento, me acompaña otra sensación, una sensación amarga de lo que pudo ser y no fue; de ver cómo la forma estropeó tan estimable fondo. La película guarda un interesante y, en cierto modo, precioso mensaje (aunque no termina de desarrollarse) que queda totalmente solapado por una ausencia total de ritmo y una falta de acontecimientos alarmantes que eterniza los escasos 70 minutos que dura la película.

La trama nos sitúa en el año 1935, en plena Guerra del Chaco. Cándida y Ramón son un matrimonio de ancianos campesinos cuyo hijo partió como soldado en la guerra, las jornadas sin saber nada de él se suceden y esperan su llegada. El día a día pasa entre tareas recolectoras propias de cualquier pueblo que subsiste por su agricultura y largas conversaciones entre el matrimonio, sentados en una hamaca a la sombra de la arboleda. Sus caracteres difieren mucho pero, tienen algo en común, se dedican a esperar. A esperar que las altas temperaturas cesen, que la lluvia aparezca, que la perra deje de ladrar y que su hijo vuelva.
Lo primero que habría que destacar es que no estamos ante una película convencional, no es recomendable sino para aquellos curiosos que busquen en el cine cierta expresión artística. Podrá gustar más o menos, en mi caso nada, pero es innegable el reconocimiento de cierta gallardía al realizar esta película, pues es muy arriesgada. Quien haya leído alguna de mis críticas sabe que soy un apasionado de los sentimientos en el cine y de las motivaciones de los personajes, de ahí que la temática en principio me guste; estamos ante un par de ancianos en el último tramo de sus vidas que se dedican a esperar. Aquí es donde aparece la incertidumbre de quien no sabe qué acontecerá y la reacción que dicha espera provoca en los personajes, da igual que ésta sea provocada por nimiedades o asuntos más relevantes, lo interesante es que conocemos la manera de ser de dichos personajes a través de sus reacciones ante la espera.
La crítica a la guerra es sutil pero existe, haciéndonos ver como la guerra es capaz de alterar micromundos que, en principio, son ajenos al conflicto. El punto negativo es que estos temas se tratan de manera tan superficial que terminan sin aportar ningún tipo de conclusión ni enriquecimiento al espectador. Los minutos en el metraje pasan y la única sensación que queda es la de estar viendo un pretencioso y vacío sinsentido.
Tiene temas interesantes que no se terminan de desarrollar por un guión totalmente carente de interés en el que nada sucede.

Adentrándonos en aspectos más técnicos y en tareas de dirección nos encontramos con el descalabro absoluto y el gran lastre de ésta película, desprende pretenciosidad por los cuatro costados. Cuenta con largos planos secuencia en los que vemos a dos ancianos en una hamaca sentado o labrando los cultivos, nada más sucede. Conversaciones en off sin ninguna enjundia, planos estáticos, el fallido recurso de impersonificar a los protagonistas para universalizar sus problemas…unos recursos al servicio de la nada y que incrementan aún más la falta de interés del espectador. Un tostón, hace maldecir el momento en que uno se decidió a ver la película. Pienso que la película tiene un enfoque totalmente equivocado, hay miles de ejemplos de películas que reflexionan y no provocan tantísimo aburrimiento. Creo que es la línea que un buen director no puede traspasar, la de provocar tedio y la total desconexión entre el espectador y la película.

Para concluir, un experimento fallido. Es preocupante que una película que dura 70 minutos termine eternizándose de esta manera. Un trabajo de dirección y guión nefasto, que no interesa al espectador en ningún momento. Cuenta con un trasfondo que podría haber llegado a ser interesante si se hubiese profundizado en él, quizás el formato de cortometraje/mediometraje le hubiera sentado algo mejor. Una lástima que mi primera toma de contacto con el cine paraguayo haya sido así, seguro que cuenta con películas muy estimables que intentaré descubrir en el futuro.
25 de abril de 2013 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué iba a mentir un niño? Es más, ¿Por qué un niño mentiría, especialmente, en un tema tan escabroso? Todos creeríamos a un pequeño que afirma haber sido víctima de abusos sexuales. Tú, yo,…Todos lo creeríamos. O, ¿Acaso confiaríamos en el cuidador de estos niños? Incluso aunque lo conociésemos y en el fondo sepamos que no es capaz de hacerlo, aunque no haya pruebas, una simple acusación es capaz de echarlo todo por tierra. La difamación, el boca a boca, las miradas de desprecio, los cuchicheos,… seríamos partícipes de ello, de la degradación de una persona que verdaderamente puede que no haya hecho nada. El germen de la mentira, del rumor que se extiende cual enfermedad e intoxica todo lo que toca, sin piedad, sin ningún atisbo de duda.
Sobre éste interesante tema nos hace reflexionar Vinterberg en su última película que por fin llega a los cines españoles, tras triunfar en el festival de Cannes y en los Premios del Cine Europeo.

Lucas es buena persona, es el calificativo que mejor lo define. Acaba de superar un difícil divorcio, acrecentado por la presencia de su hijo Marcus, se disputan su tutela y el régimen de visitas. Esto no le impide seguir con su vida, es una persona respetada y querida en su comunidad. Cuenta con un círculo de buenos amigos, un trabajo cuidando niños que le satisface y empieza a rehacer su vida con una nueva chica. Su esperanzadora situación se trunca por un comentario desacertado de una de las niñas a las que cuida, una mentira que desencadena el calvario que Lucas acabará viviendo.

Vinterberg conduce la película de manera excelente. Con el acierto de transmitirnos desde un comienzo la inocencia del protagonista, pero también haciéndonos partícipes del asombro inicial del resto del pueblo que acabará derivando en la marginación y vejación hacia Lucas. Incluso podemos llegar a entender la actitud de la comunidad porque, tristemente, todos dudaríamos en un caso así y probablemente nos dejaríamos llevar por la histeria colectiva.
Logra crear una atmósfera opresiva y fría. Hay escenas de una tensión palpable, muy incómodas y viscerales que se quedan grabadas punzantemente; logrando transmitir al espectador un sentimiento de profunda indignación e impotencia.
Lucas se ve señalado por una sociedad inquisidora, que ya ha dictado su propia sentencia sobre él y que lo acorralan como si fuera la presa de una partida de caza.

Durante todo el metraje la película se sostiene sobre la actuación de un inconmensurable Mads Mikkelsen, que se aleja aquí de sus habituales interpretaciones de personajes violentos y fríos (es un habitual de Nicolas Winding Refn, por ejemplo). Encarna a un tipo entrañable que se ve superado por una situación que intenta esclarecer para recuperar su dignidad como persona. Destacar también a Thomas Bo Larsen y a la pequeña Annika Wedderkopp.

Una película para remover consciencias. El director pretende, y consigue, que reflexionemos sobre la película, además de criticar el papel de la sociedad en este tipo de situaciones y de los juicios paralelos que se crean.
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