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Críticas 89
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
27 de mayo de 2016 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentimientos, hermosura, paisajes, arte y mucho simbolismo. La fantasía y la realidad se entremezclan en las joyas cinematográficas de Studios Ghibli porque, sea cual sea el argumento, siempre consiguen explotar ideas nuevas, pulirlas, convertirlas en algo brillante, en algo que hipnotiza al espectador. Un emblemático cuadro plagado de matices y caminos, o un cuadro eterno inundado de colores y hermosura. O un libro, un diario, escondido detrás de una estantería.

"El recuerdo de Marnie" es una película que narra la llegada de Anna, una joven solitaria y torturada, a un pueblo rural junto con la familia Pegg, donde su madre espera que se recupere. Mientras los pensamientos torturan a la muchacha, incapaz de ser feliz, de encontrar su lugar, como si la vida en su misma esencia doliera, va impregnando las horas de un verano eterno escapándose al pantano, echando la vista a la mansión día tras día. Un hogar enorme que parece abandonado. Sin embargo, la luz de una de las habitaciones se enciende. Un día, se cruza con Marnie, una hermosa joven de cabellos rubios y voz tibia. Juntas, sin pensarlo, empezarán a compartir sus temores y su dolor, abrazándose con fuerza. Pero, en ocasiones, dejarse llevar por el corazón es peligroso.

La que, cabe la posibilidad, sea la última película de los célebres estudios que nos regalaron películas como "Mi vecino Totoro" o "La princesa Mononoke", es una auténtica maravilla en todos los sentidos. Un drama que ahonda en la difícil edad de la adolescencia y en los fantasmas grises que asolan los traumas de la infancia. Anna, la protagonista, es un personaje fascinante, complicado y muy bien definido. Su carácter hosco y tímido hace que, desde los primeros minutos, domine por completo la trama y envuelva al lector. En ella, y en su despertar personal, recae el absoluto peso del film. Era importante que fuera fuerte. Y así lo es.

Anna dibuja con insistencia, dibuja para liberarse, porque no conoce otra forma de vivir. Afila su lápiz y mira a la mansión. El mundo que creía conocer no existe y, en su lugar, se abre uno nuevo. Ella tan solo quiere que todos los días de su vida sean normales, pero algo lo impide. Algo muy fuerte que nace de sí misma, como una brecha a otros mundos a los que nadie más parece poder ir. Su cabello corto y sus ojos azules navegan en otro lugar paralelo... hermoso y aterrador.

Marnie se convertirá en su amiga, en su clavo ardiendo, en su obsesión. Marnie pasará a formar parte del núcleo de su existencia, sin que nada más importe. El desasosiego y el cariño se entremezclan en una amistad tan imparable como la marea del pantano. Ambas chicas, mantienen sus encuentros en secreto, como si fueran prohibidos. O como si fueran imposibles.

Y entre barcas que navegan, entre pintoras que se postran ante una mansión abandonada, entre el sol que se pone todos los días y los sueños perturbadores en la noche, avanza este film, con una banda sonora hermosa y un ritmo dulce y delicado. Hay amor, verdad y cariño en la forma de contar la historia de Anna y Marnie. Hay alma en cada fotograma.

Brillante, espectacular e inolvidable. Otra vez, los Studios Ghibli vuelven a emocionar. Y espero que no sea por última vez.
27 de marzo de 2016 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sarah, mientras habla por teléfono de manera bastante desesperada acerca de su hija, Kira, es testigo de cómo una mujer se suicida arrojándose a las vías del tren. Puede ver, perpleja, cómo esa chica es idéntica a ella misma. Dejándose llevar por su desesperada situación y su impulsivo carácter, se apropia del bolso que ha dejado abandonado en el andén y desaparece de la escena.

Sarah (una espectacular Tatiana Maslany) suplantará, entonces, su identidad: se convertirá en Beth Childs, una inspectora de policía con una jugosa cantidad en el banco y una vida aparentemente perfecta. Frente a ella, se empezarán a crear un laberinto lleno de mentiras, de intereses contrapuestos y de experimentos humanos, que pondrán a prueba el límite de la razón.

¿Dónde radica la brillantez de "Orphan Black"? Resulta complicado volver a disfrutar de una serie después de que Breaking Bad dejase un listón tan alto, pero creo que estamos ante una dignísima rival que nada tiene que desmerecerle. Tal vez, y es cierto, que podemos hablar de cierta previsibilidad en las acciones y unos cuantos clichés molestos. Pero no radica en un argumento original, que bebe de la Sci-Fi de culto y del cine de acción de mayor calidad, lo que la hace resultar tan sobresaliente. Es, precisamente, en Maslany sobre la que recae todo el mérito.

Hablamos de clones, como puede adivinarse fácilmente. Clones que, por supuesto, es esta única actriz que interpreta y da vida, forma y personalidades diferentes. Sarah, absoluta protagonista y dotada de una personalidad idónea para buscar problemas. Helena, una mujer de preciosa cabellera rubia e intenciones aterradoras. Cosima, brillante científica y puramente tierna. Alison, una energúmena y frívola ama de casa. Juntas, formarán una extraña familia en busca de la verdad que se esconde tras lo que realmente son.

Son precisamente ellas (que no deja de ser tan sólo ella, una única actriz interpretando múltiples roles) lo que otorgan tanta fuerza y grandiosidad a la trama. Porque sí, aunque genéticamente idénticas, cada cuál tiene una personalidad propia, una manera de hablar peculiar y un comportamiento individual y muy distinguido.

Mención especial a los secundarios, importantes e imprescindibles. En especial a Felix, hermano de acogida de Sarah, que se convertirá en el fiel escudero de todas y cada una de estas "hermanas". También a Art, inspector de policía, compañero de la fallecida Beth, que aportará cierto toque de seria comicidad a la trama.

Adictiva, para diversos gustos y con un ritmo inmejorable. Desde luego que Maslany es una digna rival de Cranston.
16 de enero de 2016 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es complicado posicionarse de un lado o de otro cuando considero que películas como "La dama danesa" son necesarias y casi obligatorias de ver en nuestros días. El cine de las grandes pantallas, con atisbos de compromiso social y acercándonos historias extraordinarias es más bien escaso. Normalmente para ver un film sobre la transexualidad hay que conformarse con cine independiente, que a veces no cuentan con la calidad que nos gustaría. Así que es digno de tener en cuenta que los diarios de Einar Wegener se hayan adaptado al sector cinematográfico más potente.

Es difícil para mí, pues, encontrarme en la tesitura de ver que dicha película es un "Sí... pero no", casi avergonzante y de un tono bello que roza la frivolidad y escapa del realismo. Y no, tampoco es necesario que todas estas secuencias formen parte del cine de autor costumbrista, por supuesto, pero la verosimilitud y cierto compromiso social serían dignos de tener en cuenta, ¿o no queremos incomodar a nadie? Ya. No olvidemos que esto es Hollywood, juguemos a ser atrevidos... pero no. Huyamos de las críticas controvertidas y de hacer que nadie se sienta afligido por reflejar algo demasiado crudo.

¿Cómo suavizamos el tema? Con una exasperante relación de amor entre Einar y Gerda que se alarga durante los primeros cuarenta minutos, en un tono dulzón y, lo peor de todo, repetitivo. Y además, con una fotografía delicada y espectacular, casi tanto como soporífera. Los personajes siempre reflejan un aspecto impoluto, con trajes limpios y radiantes, incluso cuando se hayan encerrados en su cuarto de pintura durante días.

No tarda en ser palpable que la interpretación de Eddie Redmayne se va a quedar ensombrecida por la espectacular Alicia Vikander, la auténtica protagonista del film sin lugar a dudas. Y es que el actor que dio vida a Stephen Hawkings sobre actúa demasiado con sonrisitas repentinas y miradas al vacío que es difícil saber interpretar. Vikander no se lo come, lo devora absolutamente. Es ella la que realmente logra empatizar con el público cuando debe enfrentarse a la radical metamorfosis de Einar en Lili.

No sé si este enfoque del sufrimiento de la esposa de Einar es premeditado o surgió sin más, pero resulta molesto que el drama se centre en cómo Gerda pierde a su marido en lugar de la dureza y valentía que tiene que asumir el pintor al verse atrapado en un cuerpo que no es el suyo. Sí, lo dicho. Que si, pero que no. Que la película es atrevida, pero no tanto... no tanto cómo podría ser.

El melodrama dulce tiene a destacar algunas escenas que podría clasificar de brillantes de las que esperaba que fuera a estar plagado. Eddie hace una interpretación sublime durante un puñado de minutos en las que contempla su cuerpo desnudo (a duras penas podemos ver sus partes íntimas, eso sí) buscando los rasgos femeninos que tanto anhela. Pero es Gerda la que nos sobrecoge con coraje, con emotividad y con fuerza, algo que no es discutible.

En resumen, "La dama danesa" es una película que pretendía ser arriesgada pero se sitúa en una tesitura cómoda y poco comprometida. Exasperadamente decorada, pretendiendo buscar la perfección, no cumple con lo que promete. Aún así, es un film necesario y casi obligatorio para ayudar al público general a la concienciación (aunque de forma suave).
7 de julio de 2015 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crudo retrato, muy gélido, sobre Alice: una prestigiosa profesora de psicología cognitiva que en uno de los momentos más dulces de su vida comienza a sufrir los vestigios de una silenciosa pero fulminante enfermedad: Alzheimer precoz.

Por desgracia, es una situación que más de cerca o más de lejos, todos hemos tenido a nuestro alrededor y que conocemos bien. Una enfermedad que afecta a la personalidad, a los recuerdos, a la vida. Una enfermedad, la enfermedad del olvido, que borra nuestros recuerdos, que elimina nuestra persona, que convierte en humo nuestros logros y nuestros sueños cumplidos. Alice, una mujer que lo tenía todo, empieza a perder sin poder hacer nada por evitarlo. Lo que fue, todo lo que alcanzó, se desploma en su mente como un castillo de naipes. Escalofriante e imposible de asimilar.

Me ha parecido una película bien enfocada, a pesar de cierta frialdad. Si bien es cierto que el guion no consigue desembarazarse de los filtros y tópicos típicos de este tipo del films estadounidenses, la historia contada en sí es tan trágica y tan profunda que el espectador puede dejarse atrapar sin temor. Es ahogante, como un gran lazo que se ancla alrededor de nuestro cuello. Y lacrimógena, por supuesto.

Julianne Moore, la hermosa actriz que se ha llevado el Oscar por su interpreación como Alice y que últimamente se siente más cómoda en el cine indie que en el comercial, hace alarde de sus grandes dotes interpretativos. Atrapada por el olvido, el vacío de sus ojos, sus expresiones y sus lágrimas son tan reales que es fácil olvidarse de que lo que estamos viendo 'tan solo es una película'. Semeja ser la pura realidad que, en parte, lo es.

Cabe destacar la interpretación de Kristen Stewart (Bella en Crepúsculo), como la hija más pequeña de Alice. Una post-adolescente torturada que se convierte en uno de los pilares que más comprende y más apoya a su enferma madre. Esta joven promesa del cine ha podido, al fin, liberarse del lastre como protagonista de la saga de vampiros para imponerse y mostrarle a todos los escépticos todo lo que puede (y desde luego lo hará) dar por un nuevo enfoque interpretativo sin miedo a mostrarse tal y como es.

Triste, dura, apabullante y hermoso retrato sobre el arte de perder.
22 de mayo de 2015 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Daniel Guzmán ha dirigido y escrito 'A cambio de nada' con el corazón. Esto no es discutible. Cualquier espectador con nociones de cine que se acerque a una sala a ver este film lo sentirá, lo verá. Este tipo de sentimientos se palpan y es entonces donde nace la magia del cine (digamos de autor) más independiente, más castizo y más sincero. Un cine sin tapujos, sin despliegues de medios, sin maquillaje. Como una fotografía de la realidad, una realidad distorsionada que a Dario, el protagonista, se le presenta muy difícil.

Donde radica la hermosura de 'A cambio de nada' es en una cuidada y pulida verosimilitud en las interpretaciones, muy enfocadas al teatro. Increíbles y realistas, desde luego, haciendo principal hincapié en Dario (Miguel Herrán) y Luismi (Antonio Bachiller) que debutan en la gran pantalla con un despegue que no podía ser mejor. Los hechos se desarrollan en un Madrid turbio, donde las oportunidades se tuercen y la vida es complicada para el ciudadano de a pie. Dario, que lidia a duras penas con el divorcio de sus padres, se convierte en un superviviente que parece querer huir de su realidad y buscar la salida por diferentes caminos. Pero, en realidad, nada es 'a cambio de nada', pues todo termina teniendo un precio a pagar.

Las principales carencias radican en el argumento en sí. Está claro que no se trata de un guión extremadamente complicado, ni sería necesario, pero se nota el transcurso del film un tanto desestructurado lo que crea incomodidad y cierta indiferencia a medida que avanzan los minutos. Digamos, que el film es disperso, que no centra su tronco en nada, lo que termina siendo exasperante un confuso para el espectador. Varias historias secundarias se van sucediendo, con la aparición de diferentes personajes, pero que no empiezan en ningún momento ni terminan de forma correcta. Esta es la principal carencia que le he encontrado, y lo que me impide puntuarla de forma más generosa.

Sin embargo, ha resultado una sorpresa y la he disfrutado. Un buen cine español, de compromiso social, complejo psicológicamente y que denota sinceridad y realismo. Recomendable para todos los amantes de la cultura cinematográfica más real.
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