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5,5
2.748
2
8 de abril de 2018
8 de abril de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los juegos mentales son un recurso que últimamente se ha puesto de moda en el cine. De esta forma, los directores crean o adaptan guiones esperando involucrar a su audiencia en historias que intentarán confundirlos y mantener su interés mientras indagan entre lo que es real y aquello que solo existe dentro de la mente de los protagonistas. Así, thrillers psicológicos como The Girl on the Train, Nocturnal Animals, Personal Shopper y recientemente D’après une histoire vraie han llegado a la pantalla grande, algunos bien logrados y otros con resultados bastante cuestionables.
Se trata así de un género que, aunque puede resultar fascinante, si no se realiza con cuidado puede que el exceso de artilugios y el uso de elementos poco convencionales terminen haciendo que el trabajo en lugar de interesante resulte ser un completo caos en el cual no será posible encontrar ni pies ni cabeza por más que se intente dar sentido a lo proyectado en la pantalla. Este es precisamente el caso de la última película de François Ozon (Frantz, Jeune & jolie), quien adapta a su manera la novela de la estadounidense Joyce Carol Oates titulada Lives of the Twins.
La cinta trata acerca de Chloé, una ex-modelo que sufre de dolores estomacales aparentemente psicosomáticos y busca la ayuda de Paul, un psicólogo que con el cual iniciará una terapia que pueda curar los males que la aquejan. La relación paciente-médico eventualmente se convertirá en un noviazgo que llevará a ambos a compartir el mismo techo. No obstante, una serie de eventos llevara a la todavía perturbada joven a conocer a Louis, el oculto hermano gemelo de su novio por el cual sentirá una atracción física muy diferente, iniciando así un enfermizo triángulo amoroso con consecuencias catastróficas.
Aunque la película inicia de buena forma al plantear los problemas mentales que aquejan a la protagonista, eventualmente se convierte en un sinsentido que intenta remediar sus deficiencias incluyendo escenas eróticas en un fallido intento por retener la atención del público. De esta forma, la cinta se convierte en un completo caos mientras alcanza su clímax, para concluir con un final que en ningún momento justifica los enredos psicológicos que el espectador tuvo que soportar durante casi dos horas. A pesar de lo anterior, debe de reconocerse que Marine Vacth (Jeune & Jolie) se desempeña de forma aceptable como la joven protagonista, mientras que Jérémie Renier (In Bruges) logra salir adelante interpretando el doble papel de los “gemelos diabólicos”.
De esta forma, L’amant double es una película cansada y por momentos grotesca, haciendo muy difícil que la audiencia permanezca en la sala esperando por un final que en realidad no le importará conocer. Por lo tanto, el trabajo de Ozon se queda como uno más de esos thrillers fallidos que intentan suplir sus deficiencias con elementos sexuales escandalosos en un intento de mostrarse como un cine innovador cuya calidad radica en su poca convencionalidad, lo cual en este caso no es suficiente, siendo una muestra más de la pretenciosidad de un director que aspira a que se encuentre calidad en un mal trabajo solo porque es diferente.
Calificación: TÚ DECIDES.
Más reseñas en https://wraparty.wordpress.com
Twitter @wraparty
Facebook @wraparty.movies
Se trata así de un género que, aunque puede resultar fascinante, si no se realiza con cuidado puede que el exceso de artilugios y el uso de elementos poco convencionales terminen haciendo que el trabajo en lugar de interesante resulte ser un completo caos en el cual no será posible encontrar ni pies ni cabeza por más que se intente dar sentido a lo proyectado en la pantalla. Este es precisamente el caso de la última película de François Ozon (Frantz, Jeune & jolie), quien adapta a su manera la novela de la estadounidense Joyce Carol Oates titulada Lives of the Twins.
La cinta trata acerca de Chloé, una ex-modelo que sufre de dolores estomacales aparentemente psicosomáticos y busca la ayuda de Paul, un psicólogo que con el cual iniciará una terapia que pueda curar los males que la aquejan. La relación paciente-médico eventualmente se convertirá en un noviazgo que llevará a ambos a compartir el mismo techo. No obstante, una serie de eventos llevara a la todavía perturbada joven a conocer a Louis, el oculto hermano gemelo de su novio por el cual sentirá una atracción física muy diferente, iniciando así un enfermizo triángulo amoroso con consecuencias catastróficas.
Aunque la película inicia de buena forma al plantear los problemas mentales que aquejan a la protagonista, eventualmente se convierte en un sinsentido que intenta remediar sus deficiencias incluyendo escenas eróticas en un fallido intento por retener la atención del público. De esta forma, la cinta se convierte en un completo caos mientras alcanza su clímax, para concluir con un final que en ningún momento justifica los enredos psicológicos que el espectador tuvo que soportar durante casi dos horas. A pesar de lo anterior, debe de reconocerse que Marine Vacth (Jeune & Jolie) se desempeña de forma aceptable como la joven protagonista, mientras que Jérémie Renier (In Bruges) logra salir adelante interpretando el doble papel de los “gemelos diabólicos”.
De esta forma, L’amant double es una película cansada y por momentos grotesca, haciendo muy difícil que la audiencia permanezca en la sala esperando por un final que en realidad no le importará conocer. Por lo tanto, el trabajo de Ozon se queda como uno más de esos thrillers fallidos que intentan suplir sus deficiencias con elementos sexuales escandalosos en un intento de mostrarse como un cine innovador cuya calidad radica en su poca convencionalidad, lo cual en este caso no es suficiente, siendo una muestra más de la pretenciosidad de un director que aspira a que se encuentre calidad en un mal trabajo solo porque es diferente.
Calificación: TÚ DECIDES.
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5,8
13.328
8
12 de septiembre de 2017
12 de septiembre de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Leitch ha dedicado la mayor parte de su carrera profesional a ser actor de doblaje en escenas peligrosas, pudiendo presumir haber sido el doppelgänger de Brad Pitt en cinco ocasiones y de Jean-Claude van Damme en dos, teniendo más de 82 participaciones en cine y televisión realizando este duro trabajo. Su vasta experiencia en el cine de acción lo ha llevado a incursionar en la dirección, empezando con John Wick (a pesar de no aparecer como tal en los créditos del filme) y continuando ahora con Atomic Blonde, una adaptación de The Coldest City, novela gráfica escrita por el británico Antony Johntson y que trata acerca de un grupo de espías que opera en Berlín durante la Guerra Fría.
La película trata acerca de Lorraine Broughton, una agente británica que es enviada a Berlín para investigar sobre la muerte de uno de los miembros del MI6. En los prolegómenos de la caída del muro que dividía en dos a Alemania, Lorraine deberá de escudriñar dentro de los círculos más bajos de ambos lados del muro, contando con la ayuda de David Percival, un espía evidentemente fuera de sus casillas que buscará su propio beneficio por encima de cualquier misión. Durante su misión, una red de traiciones se irá revelando para poner a prueba la resistencia y habilidad de la agente, quien al final tendrá que rendir cuentas sobre todos sus actos.
Tal y como sucedió con John Wick, el director demuestra nuevamente su talento para desarrollar escenas de acción, las cuales fueron editadas de forma extraordinaria para convertirse en un verdadero deleite para el público que gusta de este género. Así, la cinta es un espectacular derroche de energía en el cual la historia termina siendo lo de menos cuando se tiene a una de las mujeres más rudas que han aparecido en pantalla durante los últimos años. Lo anterior, aunado a un excelente soundtrack ochentero aprovechado de forma magnífica, da como resultado una película bastante entretenida.
Charlize Theron replica en Lorraine lo realizado como Furiosa en Mad Max: Fury Road, aunque esta vez potencializado, dando como resultado una actuación que sin duda será de las más recordadas por sus impresionantes habilidades físicas. Por otra parte está James McAvoy como David Percival, quien encarna debidamente a un personaje que irremediablemente rememora su participación en Split. Completan el reparto una serie de actores que cumplen con su función dando forma a la historia, encabezados por John Goodman (Argo, The Artist, Trumbo) el “eterno secundario” cuyo gran talento lo coloca como uno de los más recurrentes en la pantalla grande.
De esta forma, el filme funciona a pesar de que su trama resulta ser rebuscada por momentos y sus personajes no son desarrollados ampliamente, situación que a final de cuentas no importa tanto cuando el contenido visual y sonoro es capaz de dejar satisfecha a una audiencia ávida de acción. Así, Leitch presenta a un personaje que con su fuerza está llamada a ser una de las protagonistas femeninas más relevantes de los últimos años, quien al ritmo de David Bowie, HEALTH y The Clash es capaz de repartir golpes y medirse a los villanos más temibles sin pedirle nada a James Bond, Bryan Mills, Jason Bourne y compañía.
Calificación: TÚ DECIDES.
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La película trata acerca de Lorraine Broughton, una agente británica que es enviada a Berlín para investigar sobre la muerte de uno de los miembros del MI6. En los prolegómenos de la caída del muro que dividía en dos a Alemania, Lorraine deberá de escudriñar dentro de los círculos más bajos de ambos lados del muro, contando con la ayuda de David Percival, un espía evidentemente fuera de sus casillas que buscará su propio beneficio por encima de cualquier misión. Durante su misión, una red de traiciones se irá revelando para poner a prueba la resistencia y habilidad de la agente, quien al final tendrá que rendir cuentas sobre todos sus actos.
Tal y como sucedió con John Wick, el director demuestra nuevamente su talento para desarrollar escenas de acción, las cuales fueron editadas de forma extraordinaria para convertirse en un verdadero deleite para el público que gusta de este género. Así, la cinta es un espectacular derroche de energía en el cual la historia termina siendo lo de menos cuando se tiene a una de las mujeres más rudas que han aparecido en pantalla durante los últimos años. Lo anterior, aunado a un excelente soundtrack ochentero aprovechado de forma magnífica, da como resultado una película bastante entretenida.
Charlize Theron replica en Lorraine lo realizado como Furiosa en Mad Max: Fury Road, aunque esta vez potencializado, dando como resultado una actuación que sin duda será de las más recordadas por sus impresionantes habilidades físicas. Por otra parte está James McAvoy como David Percival, quien encarna debidamente a un personaje que irremediablemente rememora su participación en Split. Completan el reparto una serie de actores que cumplen con su función dando forma a la historia, encabezados por John Goodman (Argo, The Artist, Trumbo) el “eterno secundario” cuyo gran talento lo coloca como uno de los más recurrentes en la pantalla grande.
De esta forma, el filme funciona a pesar de que su trama resulta ser rebuscada por momentos y sus personajes no son desarrollados ampliamente, situación que a final de cuentas no importa tanto cuando el contenido visual y sonoro es capaz de dejar satisfecha a una audiencia ávida de acción. Así, Leitch presenta a un personaje que con su fuerza está llamada a ser una de las protagonistas femeninas más relevantes de los últimos años, quien al ritmo de David Bowie, HEALTH y The Clash es capaz de repartir golpes y medirse a los villanos más temibles sin pedirle nada a James Bond, Bryan Mills, Jason Bourne y compañía.
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7,1
20.658
8
20 de diciembre de 2017
20 de diciembre de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se realizan películas enfocadas en personas con alguna deficiencia física es común caer en el exceso de recursos sentimentales con el fin de obtener una lágrima fácil del espectador y así engañarlo haciéndolo pensar que la película es emotiva y bien realizada. Si a lo anterior se le agrega que el personaje es un niño con deformidad facial, la tentación para los realizadores crece aún más. No obstante, el director Stephen Chbosky (The Perks of Being a Wallflower) no cae en la trampa y adapta de forma excelente la novela homónima de R.J. Palacio, demostrando que si se cuidan bien los detalles es posible tener un buen filme que no requiera de utilizar artilugios para conmover e inspirar a su público.
La historia trata acerca de August “Auggie” Pullman, un auténtico milagro de la naturaleza por haber sobrevivido a veintisiete operaciones para reconstruir su rostro y así poder llevar una vida “normal”. No obstante, la ciencia moderna no ha sido capaz de erradicar los efectos del Síndrome de Treacher Collins que aqueja al pequeño, haciendo que sus males sean evidentes. Al cumplir diez años, Auggie debe de enfrentar el mayor reto de su vida, dejar la educación en casa para asistir a una escuela primaria. De esta forma iniciará una aventura en la cual no solo el niño, sino su familia, maestros y compañeros de clase deberán de enfrentar retos, asumir responsabilidades y sacar lo mejor de sí.
El mérito de la película es que no solo se centra en Auggie sino en el resto de las personas en su entorno. Lo anterior adquiere relevancia debido a que en diversas ocasiones se dejan de lado las afectaciones que otros pueden llegar a tener cuando se vive una situación familiar difícil. En este caso es Via, la hermana mayor, quien también ha tenido que sobrellevar con valentía el hecho de ser casi invisible para sus padres, quienes por obvias razones han dedicado la mayor parte de su tiempo al hijo menor. Asimismo, la trama toma en cuenta el punto de vista de sus compañeros de clase, tanto de aquellos que se atrevieron a dejar atrás sus prejuicios para ser amigos del protagonista, como de quienes al principio se burlaban de él por ser el blanco evidente de sus ataques, punto en el cual se agrega una excelente reflexión acerca de la permisividad de los padres con los hijos que hacen del bullying algo cotidiano en su día a día.
La cinta resulta un éxito en parte gracias a un irreconocible (por obvias razones) Jacob Tremblay, quien es el encargado de interpretar a Auggie, haciéndolo de manera espléndida y demostrando que su éxito en Room no fue casualidad. Por otra parte, roba cámara la joven y talentosa Izabela Vidovic (quien ha participado más bien en series de televisión como The Fosters) encarnando a Via. Además, Julia Roberts cumple con su papel de madre, mientras que Owen Willson hace lo propio como el padre, presentándose como un contrapeso al aportar su facilidad para la comedia para relajar el ambiente, sin caer en la ridiculización de las situaciones.
De esta forma, Wonder cumple su cometido al mostrar de forma agradable e incluso un tanto divertida la forma en como personas con discapacidad pueden inspirar y sacar lo mejor de sus semejantes. En este sentido es excelente cómo el propio Auggie se describe tanto a sí mismo como a la forma en cómo lo ven sus semejantes, llegando a ser graciosa y bastante original. No obstante, la seriedad de su trama no se pierde en ningún momento y aunque tiene sus momentos conmovedores, la cinta no exagera e incluso hace llevadera la situación para el público, quien podrá entenderla sin sufrirla. Sin lugar a dudas es una película ideal para ver en familia en esta época decembrina.
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La historia trata acerca de August “Auggie” Pullman, un auténtico milagro de la naturaleza por haber sobrevivido a veintisiete operaciones para reconstruir su rostro y así poder llevar una vida “normal”. No obstante, la ciencia moderna no ha sido capaz de erradicar los efectos del Síndrome de Treacher Collins que aqueja al pequeño, haciendo que sus males sean evidentes. Al cumplir diez años, Auggie debe de enfrentar el mayor reto de su vida, dejar la educación en casa para asistir a una escuela primaria. De esta forma iniciará una aventura en la cual no solo el niño, sino su familia, maestros y compañeros de clase deberán de enfrentar retos, asumir responsabilidades y sacar lo mejor de sí.
El mérito de la película es que no solo se centra en Auggie sino en el resto de las personas en su entorno. Lo anterior adquiere relevancia debido a que en diversas ocasiones se dejan de lado las afectaciones que otros pueden llegar a tener cuando se vive una situación familiar difícil. En este caso es Via, la hermana mayor, quien también ha tenido que sobrellevar con valentía el hecho de ser casi invisible para sus padres, quienes por obvias razones han dedicado la mayor parte de su tiempo al hijo menor. Asimismo, la trama toma en cuenta el punto de vista de sus compañeros de clase, tanto de aquellos que se atrevieron a dejar atrás sus prejuicios para ser amigos del protagonista, como de quienes al principio se burlaban de él por ser el blanco evidente de sus ataques, punto en el cual se agrega una excelente reflexión acerca de la permisividad de los padres con los hijos que hacen del bullying algo cotidiano en su día a día.
La cinta resulta un éxito en parte gracias a un irreconocible (por obvias razones) Jacob Tremblay, quien es el encargado de interpretar a Auggie, haciéndolo de manera espléndida y demostrando que su éxito en Room no fue casualidad. Por otra parte, roba cámara la joven y talentosa Izabela Vidovic (quien ha participado más bien en series de televisión como The Fosters) encarnando a Via. Además, Julia Roberts cumple con su papel de madre, mientras que Owen Willson hace lo propio como el padre, presentándose como un contrapeso al aportar su facilidad para la comedia para relajar el ambiente, sin caer en la ridiculización de las situaciones.
De esta forma, Wonder cumple su cometido al mostrar de forma agradable e incluso un tanto divertida la forma en como personas con discapacidad pueden inspirar y sacar lo mejor de sus semejantes. En este sentido es excelente cómo el propio Auggie se describe tanto a sí mismo como a la forma en cómo lo ven sus semejantes, llegando a ser graciosa y bastante original. No obstante, la seriedad de su trama no se pierde en ningún momento y aunque tiene sus momentos conmovedores, la cinta no exagera e incluso hace llevadera la situación para el público, quien podrá entenderla sin sufrirla. Sin lugar a dudas es una película ideal para ver en familia en esta época decembrina.
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6,0
1.044
7
16 de abril de 2019
16 de abril de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los años ochenta fueron una década tristemente recordada por muchos mexicanos, bajo el mandato del presidente López Portillo, infinidad de familias vieron como su dinero perdía valor de manera vertiginosa debido a una de las rescisiones económicas más trágicas que ha vivido el país en su historia. De manera inverosímil, una madre desconocía el precio de los productos necesarios para alimentar a su familia, ya que de un día para otro éstos podían cambiar si previo aviso. Es precisamente este el contexto que utiliza Alejandra Márquez Abella (Mal de Tierra, Semana Santa) para retratar la frivolidad de una “niña bien de toda la vida” venida a menos a causa de los “saca dólares”, personas que decidieron retirar sus inversiones en México para invertirlas en el extranjero y a quienes se les atribuía en parte la tragedia que muchos mexicanos vivieron en ese momento.
Basada en la novela homónima de Guadalupe Loeza, el filme muestra la historia de Sofía, una mujer de clase alta que vive en su suntuosa casa en Las Lomas de Chapultepec y cuya única preocupación es vestirse a la última moda y socializar en un club deportivo. Regodeándose en su opulencia, Sofía no tiene miramientos en descartar a quienes ya no alcanzan su nivel de vida y en discriminar a las “nuevas ricas” que buscan insertarse en su selecto círculo social. Al mismo tiempo, y como si todavía fuera una niña, sueña con escaparse algún día con Julio Iglesias para vivir un tórrido romance. No obstante, la vida de ensueño de la prominente mujer de sociedad cambia drásticamente cuando el negocio de su esposo, el cual desconoce casi en su totalidad, se viene abajo debido a la crisis económica del país.
Con una excelente ambientación y una impecable fotografía de Daniela Ludlow (Los Adioses), Márquez logra transportar a su audiencia al mundo frívolo de las familias adineradas de principios de los ochenta. Asimismo, el auge y caída de Sofía se muestra de una forma tanto peculiar como incisiva, encontrando espléndidamente su detonador en algo tan trivial como una fiesta infantil. No obstante, y a pesar de sus virtudes, la cinta queda a deber en lo que se refiere a su guion, puesto que en varios momentos la película se pierde con situaciones que no encuentran buen puerto en su desarrollo, quedando como cabos que nunca se pudieron atar.
La cinta tiene en Ilse Salas (Güeros, Cantinflas) el soporte histriónico que necesita, ya que su interpretación de Sofía es magnífica, logrando retratar la frivolidad de una mujer de la clase alta. Mientras su personaje se desmorona, la actuación de Salas se fortalece conforme avanza la película, cumpliendo con su responsabilidad de cargar con todo el peso actoral sobre sus hombros. El contrapeso de Salas es Paulina Gaitán (conocida por su participación en la serie Narcos), quien logra destacar en el papel de Ana Paula, una mujer que busca incesantemente acoplarse a su nuevo círculo social y ganarse la simpatía de la implacable Sofía. Completa el reparto Flavio Medina (El habitante) como Fernando, el esposo de Sofía en plena decadencia.
Si bien no es perfecta, el trabajo de Márquez se destaca por valerse de una producción muy bien cuidada para proyectar una crítica social que, a pesar ambientarse en un contexto de hace más de dos décadas, presenta escenarios que todavía son bastante comunes en el México contemporáneo, aquel en el cual existen clases privilegiadas llenas de prejuicios que no escatiman en el derroche ni en la segregación, viviendo en un mundo de fantasía sin molestarse siquiera en voltear hacia el exterior, a pesar de que en algunas ocasiones éste podría llegar a impactarlos de improviso, cambiando por completo su estilo de vida.
Calificación: TÚ DECIDES.
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Basada en la novela homónima de Guadalupe Loeza, el filme muestra la historia de Sofía, una mujer de clase alta que vive en su suntuosa casa en Las Lomas de Chapultepec y cuya única preocupación es vestirse a la última moda y socializar en un club deportivo. Regodeándose en su opulencia, Sofía no tiene miramientos en descartar a quienes ya no alcanzan su nivel de vida y en discriminar a las “nuevas ricas” que buscan insertarse en su selecto círculo social. Al mismo tiempo, y como si todavía fuera una niña, sueña con escaparse algún día con Julio Iglesias para vivir un tórrido romance. No obstante, la vida de ensueño de la prominente mujer de sociedad cambia drásticamente cuando el negocio de su esposo, el cual desconoce casi en su totalidad, se viene abajo debido a la crisis económica del país.
Con una excelente ambientación y una impecable fotografía de Daniela Ludlow (Los Adioses), Márquez logra transportar a su audiencia al mundo frívolo de las familias adineradas de principios de los ochenta. Asimismo, el auge y caída de Sofía se muestra de una forma tanto peculiar como incisiva, encontrando espléndidamente su detonador en algo tan trivial como una fiesta infantil. No obstante, y a pesar de sus virtudes, la cinta queda a deber en lo que se refiere a su guion, puesto que en varios momentos la película se pierde con situaciones que no encuentran buen puerto en su desarrollo, quedando como cabos que nunca se pudieron atar.
La cinta tiene en Ilse Salas (Güeros, Cantinflas) el soporte histriónico que necesita, ya que su interpretación de Sofía es magnífica, logrando retratar la frivolidad de una mujer de la clase alta. Mientras su personaje se desmorona, la actuación de Salas se fortalece conforme avanza la película, cumpliendo con su responsabilidad de cargar con todo el peso actoral sobre sus hombros. El contrapeso de Salas es Paulina Gaitán (conocida por su participación en la serie Narcos), quien logra destacar en el papel de Ana Paula, una mujer que busca incesantemente acoplarse a su nuevo círculo social y ganarse la simpatía de la implacable Sofía. Completa el reparto Flavio Medina (El habitante) como Fernando, el esposo de Sofía en plena decadencia.
Si bien no es perfecta, el trabajo de Márquez se destaca por valerse de una producción muy bien cuidada para proyectar una crítica social que, a pesar ambientarse en un contexto de hace más de dos décadas, presenta escenarios que todavía son bastante comunes en el México contemporáneo, aquel en el cual existen clases privilegiadas llenas de prejuicios que no escatiman en el derroche ni en la segregación, viviendo en un mundo de fantasía sin molestarse siquiera en voltear hacia el exterior, a pesar de que en algunas ocasiones éste podría llegar a impactarlos de improviso, cambiando por completo su estilo de vida.
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6,7
13.696
8
21 de septiembre de 2018
21 de septiembre de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo dominado por las máquinas ha sido un tema recurrente en el cine desde hace varias décadas. Desde Stanley Kubrick con 2001: A Space Odyssey, pasando por las hermanas Wachowski en Matrix y recientemente con la extraordinaria Ex Machina de Alex Garland y el regreso de la franquicia de Blade Runner, el vertiginoso avance de la tecnología parece abrir el campo a géneros como el ciberpunk para desarrollar teorías acerca de qué pasaría con la humanidad cuando el desarrollo de la inteligencia artificial se salga de sus manos. En esta ocasión, es Legih Whannell (Saw, Insidious: Chapter 3) quien dirige y escribe una cinta de ciencia ficción con un estilo bastante original.
En un futuro que no se percibe muy distante, las personas se valen de las máquinas para realizar prácticamente todas sus actividades cotidianas, desde cocinar hasta manejar sus vehículos. No obstante, existe gente como Grey Trance que se niega a adoptar la tecnología y prefiere utilizar sus propias manos para ganarse la vida reparando automóviles clásicos. Inesperadamente, la vida del tecnófobo cambia drásticamente después de que un grupo de sicarios asesina a su esposa, dejándolo tetrapléjico y sin ganas de vivir. No obstante, la esperanza llegará cuando un genio informático le ofrezca implantar un chip artificial que le permitirá recuperar su movilidad, abriéndole las puertas para hacer pagar a aquellos quienes le quitaron todo.
Aún cuando el argumento parece ser una versión actualizada de Robocop, el trabajo de Whannell resulta ser extraordinario gracias a un guion el cual, a pesar de ser muy básico, no pierde su ritmo durante toda la película. Asimismo, tuvo el atino de combinar escenas de acción con secuencias de estilo gore sin caer en los extremos alcanzados en la franquicia de Saw, reduciendo la impresionabilidad de las mismas con ligeras y acertadas dosis de comedia negra. De esta forma, y con el mérito de no contar con los recursos ilimitados que tuvieron filmes como Blade Runner 2049, el director logra que sumergir a la audiencia en un mundo inmerso en una evidente decadencia a pesar de que la ciencia ha alcanzado un desarrollo impresionante.
El peso actoral de la cinta recae en Logan Marshall-Green (The invitation) quien realiza un buen trabajo al interpretar a Grey durante las diferentes etapas existenciales que presenta a lo largo de la película. Por otra parte, Harrison Gilbertson (Need for Speed) cumple encarnando al excéntrico Eron, mientras que Betty Gabriel (Get Out) hace lo propio como la detective Cortez, una mujer que está tras los pasos del hombre-máquina. Cierra el reparto Benedict Hardie (Hacksaw Ridge), quien tiene una participación acertada en su papel de antagonista.
Es así como Upgrade demuestra la capacidad de un director para sacar provecho de un presupuesto limitado y ofrecer un filme que, sin más pretensiones que las de entretener, hace que el público salga de la sala con la satisfacción de que valió la pena pagar el boleto. De esta forma, el espectador puede disfrutar de una película de acción sin detenerse en dilemas filosóficos acerca de los alcances de la inteligencia artificial. Ahora solo queda esperar para ver si el éxito de Whannell será suficiente para realizar una segunda entrega y así conocer que sucederá con el particular antihéroe.
Calificación: TÚ DECIDES.
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En un futuro que no se percibe muy distante, las personas se valen de las máquinas para realizar prácticamente todas sus actividades cotidianas, desde cocinar hasta manejar sus vehículos. No obstante, existe gente como Grey Trance que se niega a adoptar la tecnología y prefiere utilizar sus propias manos para ganarse la vida reparando automóviles clásicos. Inesperadamente, la vida del tecnófobo cambia drásticamente después de que un grupo de sicarios asesina a su esposa, dejándolo tetrapléjico y sin ganas de vivir. No obstante, la esperanza llegará cuando un genio informático le ofrezca implantar un chip artificial que le permitirá recuperar su movilidad, abriéndole las puertas para hacer pagar a aquellos quienes le quitaron todo.
Aún cuando el argumento parece ser una versión actualizada de Robocop, el trabajo de Whannell resulta ser extraordinario gracias a un guion el cual, a pesar de ser muy básico, no pierde su ritmo durante toda la película. Asimismo, tuvo el atino de combinar escenas de acción con secuencias de estilo gore sin caer en los extremos alcanzados en la franquicia de Saw, reduciendo la impresionabilidad de las mismas con ligeras y acertadas dosis de comedia negra. De esta forma, y con el mérito de no contar con los recursos ilimitados que tuvieron filmes como Blade Runner 2049, el director logra que sumergir a la audiencia en un mundo inmerso en una evidente decadencia a pesar de que la ciencia ha alcanzado un desarrollo impresionante.
El peso actoral de la cinta recae en Logan Marshall-Green (The invitation) quien realiza un buen trabajo al interpretar a Grey durante las diferentes etapas existenciales que presenta a lo largo de la película. Por otra parte, Harrison Gilbertson (Need for Speed) cumple encarnando al excéntrico Eron, mientras que Betty Gabriel (Get Out) hace lo propio como la detective Cortez, una mujer que está tras los pasos del hombre-máquina. Cierra el reparto Benedict Hardie (Hacksaw Ridge), quien tiene una participación acertada en su papel de antagonista.
Es así como Upgrade demuestra la capacidad de un director para sacar provecho de un presupuesto limitado y ofrecer un filme que, sin más pretensiones que las de entretener, hace que el público salga de la sala con la satisfacción de que valió la pena pagar el boleto. De esta forma, el espectador puede disfrutar de una película de acción sin detenerse en dilemas filosóficos acerca de los alcances de la inteligencia artificial. Ahora solo queda esperar para ver si el éxito de Whannell será suficiente para realizar una segunda entrega y así conocer que sucederá con el particular antihéroe.
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