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7
29 de octubre de 2018
29 de octubre de 2018
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Se acercaba el vigésimo aniversario del estreno de la cinta original de John Carpenter y tanto Kevin Williamson como Miramax (a través de Dimension Films), responsables de revitalizar el (sub)género “slasher” a mitad de los noventa con “Scream” -generando un auténtico revival y un buen puñado de títulos con los que contentar (más o menos) a los adictos a este tipo de películas-, encabezaron la iniciativa de retomar las andanzas del asesino Michael Myers aprovechando la sonada efeméride. Williamson (finalmente no acreditado en el libreto final) escribió un guion a modo de secuela de la denominada “Trilogía de Jamie Lloyd” en el que, además de carísimas y aparatosas escenas grandilocuentes (como un Michael Myers decapitado por las hélices de un helicóptero), volvería la protagonista de las dos cintas seminales, es decir, Laurie Strode. La actriz Jamie Lee Curtis accedió encantadísima al proyecto (aunque recientemente, con motivo de la última entrega, afirmó en una entrevista para “Variety” que la hizo por dinero) e incluso -se dice- puso de su parte e intentó recuperar también a Carpenter para dirigir el proyecto. Cosa que ya sabemos que no fue así por -también se dice- discrepancias económicas. Para la ocasión, se eligió a un realizador curtido en dichas lides, Steve Miner (director de “House, una casa alucinante” o las entregas segunda y tercera de “Viernes 13”), y se optó por pasar por alto (olvidar sin remordimiento) todas las entregas anteriores conectando este “Halloween H20” con “Halloween 2” de Rick Rosenthal. De hecho, sólo se mantendrían el sempiterno tema musical compuesto por Carpenter (increíblemente genial) y la obsesión de Myers por acabar con los miembros de su familia (en este caso, Laurie Strode).
La historia comienza 20 años después de los acontecimientos narrados en la inmediata secuela de “La noche de Halloween” en el que, en un larguísimo prólogo de casi un cuarto de hora, nuestro “boogieman” favorito vuelve a la pequeña localidad de Haddonfield para descubrir, casi por casualidad, que su hermana menor sigue vive. Laurie Strode fingió su propia muerte en un accidente de tráfico y adoptó una nueva identidad, la de Keri Tate, directora de un colegio privado al Norte de California -en el que también estudia su hijo John, interpretado por Josh Hartnett-. Atormentada por los hechos ocurridos dos décadas atrás, el personaje de Curtis vive una existencia atormentada que riega -peligrosamente- con la ingesta de alcohol y licores varios. Posiblemente, el convertir la vida de Laurie Strode en un drama familiar sea uno de esos aspectos que se convierten en virtud y en defecto a la par. Por un lado, los responsables de la cinta (el guion finalmente fue escrito por Robert Zappia y Matt Greenberg, responsable este último en libretos de filmes como “El Imperio del fuego” o “1408”) desarrollan durante un largo tramo del film (que además no llega a los 90 minutos de metraje) a los personajes principales, pero también convierten la cinta -hasta su último tercio- en un dramón bastante tirando a aburrido. Menos mal que los últimos treinta minutos de “Halloween H20” son de auténtica traca y seremos testigos de sustos, sobresaltos, muertes y puñaladas al aire súper violentas. El enfrentamiento final de los hermanos Myers es espectacular. Es decir, la cinta tiene un ritmo muy sosegado hasta ese último tramo en un intento de crear una atmósfera que, por otro lado, no puede evitar estar influenciada por elementos de la nueva ola de terror adolescente que se vivía a finales de la década de los noventa. Como curiosidad, mencionar el cameo de la gran Janet Leigh (con banda sonora de “Psicosis” incluida) en el que se conoce como su último trabajo (además de poder compartirlo junto a su hija).
La cinta tuvo un presupuesto de 17 millones de dólares y recaudó la friolera de 55 millones, convirtiéndose en una de las secuelas más taquilleras de la franquicia y, por supuesto, alargando la vida a las andanzas de Michael Myers generando otra secuela más, antes del “reboot” saga por parte de Rob Zombie. Sinceramente -y en opinión de quien suscribe estas palabras-, una digna entrega que, con sus más y sus menos, se alza como una de las mejores.
La historia comienza 20 años después de los acontecimientos narrados en la inmediata secuela de “La noche de Halloween” en el que, en un larguísimo prólogo de casi un cuarto de hora, nuestro “boogieman” favorito vuelve a la pequeña localidad de Haddonfield para descubrir, casi por casualidad, que su hermana menor sigue vive. Laurie Strode fingió su propia muerte en un accidente de tráfico y adoptó una nueva identidad, la de Keri Tate, directora de un colegio privado al Norte de California -en el que también estudia su hijo John, interpretado por Josh Hartnett-. Atormentada por los hechos ocurridos dos décadas atrás, el personaje de Curtis vive una existencia atormentada que riega -peligrosamente- con la ingesta de alcohol y licores varios. Posiblemente, el convertir la vida de Laurie Strode en un drama familiar sea uno de esos aspectos que se convierten en virtud y en defecto a la par. Por un lado, los responsables de la cinta (el guion finalmente fue escrito por Robert Zappia y Matt Greenberg, responsable este último en libretos de filmes como “El Imperio del fuego” o “1408”) desarrollan durante un largo tramo del film (que además no llega a los 90 minutos de metraje) a los personajes principales, pero también convierten la cinta -hasta su último tercio- en un dramón bastante tirando a aburrido. Menos mal que los últimos treinta minutos de “Halloween H20” son de auténtica traca y seremos testigos de sustos, sobresaltos, muertes y puñaladas al aire súper violentas. El enfrentamiento final de los hermanos Myers es espectacular. Es decir, la cinta tiene un ritmo muy sosegado hasta ese último tramo en un intento de crear una atmósfera que, por otro lado, no puede evitar estar influenciada por elementos de la nueva ola de terror adolescente que se vivía a finales de la década de los noventa. Como curiosidad, mencionar el cameo de la gran Janet Leigh (con banda sonora de “Psicosis” incluida) en el que se conoce como su último trabajo (además de poder compartirlo junto a su hija).
La cinta tuvo un presupuesto de 17 millones de dólares y recaudó la friolera de 55 millones, convirtiéndose en una de las secuelas más taquilleras de la franquicia y, por supuesto, alargando la vida a las andanzas de Michael Myers generando otra secuela más, antes del “reboot” saga por parte de Rob Zombie. Sinceramente -y en opinión de quien suscribe estas palabras-, una digna entrega que, con sus más y sus menos, se alza como una de las mejores.

5,2
907
7
29 de octubre de 2018
29 de octubre de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"The Burning" (aquí titulada como "La quema") es una de esas joyitas del slasher que inexplicablemente no trascendieron como merecían. Sin duda, "Halloween" y, posteriormente, "Viernes 13" propiciaron que las salas de cine y también los videoclubs se vieran saturados de exploits en el que un tipo misterioso (casi sobrenatural), cuchillo en mano, se dedicara a filetear a teenagers pecadores. Esta peli no es una excepción y asimila perfectamente las características básicas del slasher convencional (incluso emulando al principio un ambiente tan insano como el de "Maniac" de William Lustig). "La quema" viene a contarnos la historia de venganza de Cropsy, un desagradable conserje de un campamento de verano que acaba desfigurado a causa de una broma que se les va de las manos a unos chavales. Tras cinco años recuperándose, nuestro flambeado amigo vuelve al campamento (no antes de cargarse a una pobre prostituta de un sórdido barrio de la ciudad) y con unas tijeras de podar (el arma blanca que convertirá en fetiche) en mano, se dedicará a trocear a todo el que se le ponga por delante. Serie B de bajo presupuesto (acaso el resto de slashers no lo eran?) muy bizarro y con escenas muy, muy sangrientas como la famosa de la canoa. No es que sea una peli hiper-gore, pero hay momentos en los que Tom Savini (el gran Tom Savini) da rienda suelta a su macabra imaginación. Producto primerizo de los desconocidos en el momento hermanos Weinstein (uno de ellos incluso es cámara) y con la participación de caras que luego desarrollarían prolíficas carreras como la de Jason Alexander o la oscarizada Holly Hunter. Siempre hubo polémica (por plagio) entre esta cinta y la segunda entrega de Viernes 13, pero malos rollos aparte, "La quema" tiene la suficiente entidad propia (una atmósfera agobiante, una fotografía cutre pero que le da un encanto especial, sus final boys -excepción dentro del subgénero-, el atractivo como icono de su antagonista matarife) como para ser una de esas cuentas a reivindicar y de visionado más que recomendable para los amantes de este tipo de pelis.
29 de octubre de 2018
29 de octubre de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el descalabro de la (genial) idea John Carpenter y Debra Hill de hacer de la saga una antología de filmes de terror con la festividad de Halloween como telón de fondo ("Halloween 3, El Día de la Bruja" fue un sonoro fracaso), Moustapha Akkad (productor de la serie desde los inicios) decidió retomar la licencia volviendo a los orígenes, es decir, al “slasher” (algo de lo que la saga no debería haberse alejando nunca en opinión del productor de origen sirio y que más de una vez manifestó cuando se le preguntaba por el tema). Su intención era seguir la senda de los productos de dicho (sub)género coetáneos y que tan buenos resultados estaban dando (pensemos en las franquicias de "Viernes 13" o "Pesadilla en Elm Street", por ejemplo). De hecho, rechazó un tratamiento de guion del propio Carpenter (en colaboración con el escritor Denis Etchinson) en el que se mostraba una faceta más sobrenatural, como ente del mal, de Michael Myers. Akkad quería un “slasher” al uso, pese a que el resultado final sí que tiene ciertos elementos fantásticos respecto a nuestro boogieman favorito. Evitando una huelga de guionistas en ciernes, Alan B. McElroy (responsable futuro de libretos de filmes como "Spawn", "Tekken" o algunas de las entregas de la saga "Wrong Turn") tuvo 11 días para escribir el retorno a lo grande de Michael Myers que dirigiría, para la ocasión, Dwight H. Little ("Bloodstone", "Rapid Fire", "Señalado por la muerte" o "Liberad a Willy 2" entre algunas de sus lindezas). A la ausencia de John Carpenter en el proyecto se sumaba la de Jamie Lee Curtis, protagonista y “final girl” de las dos primeras entregas. Algo que se “subsanó” matando al personaje sustituyéndolo por su hija, Jamie Lloyd (lo de Jamie se supone que como homenaje). La hija de Laurie Strode viviría con su familia adoptiva en la pequeña localidad de Haddonfield y sería el objetivo y la razón por la cual su macabro tío regresara a su pueblo natal. De hecho, esta cuarta entrega ("Halloween 4, el Regreso de Michael Myers") supone la primera entrega de las tres que conformarán la historia de Jamie (las otras dos son "Halloween 5: La venganza de Michael Myers" y "Halloween 6: La maldición de Michael Myers"), aquí interpretada por la jovencísima Danielle Harris (que Rob Zombie recuperaría para sus dos entregas de la saga). Tampoco podemos dejar de lado al Doctor Loomis, interpretado de nuevo por el genial Donald Pleasance mostrando, a su vez, la faceta más histriónica de un actor de culto total, pero en horas bajas. Es curioso que tanto Michael como Loomis vuelvan ya que ambos morían al final de la segunda entrega en una espectacular explosión. Sin embargo, los responsables del film nos muestran a un Samuel Loomis con cicatrices producidas por quemaduras y a un Myers presuntamente en coma como única explicación. Sin duda, no hay explicaciones para muchos de los agujeros de la trama de la cinta ni para dar una razón al extraño vínculo telepático entre sobrina y tío. Sin embargo, pese a que nos encontramos a años luz, en lo que a calidad se refiere, de las entregas seminales, Halloween 4 se postula como una de las mejores secuelas (pese a su ritmo atropellado e incoherencias argumentales). Dwight H. Little no se aleja demasiado del esquema marcado por Carpenter en la primera Halloween y hay varios momentos muy logrados (por ejemplo, el primer encuentro entre Loomis y Myers en la gasolinera es muy bueno y mantiene una tensión y un suspense notable). De hecho, se apuesta más por el suspense y la tensión que por el gore o la violencia explícita (pese a que hay algunas escenas que sí hacen gala de ello y que se metieron a posteriori por petición de los productores). Incluso el final (que no desvelaremos) intenta cerrar un círculo que (con la perspectiva del tiempo mediante) sabemos que posteriores entregas defenestrarían. En mi opinión, una de las mejores películas de la saga y muy reivindicable. Si la hubieran mimado un poco más y no se hubieran dejado llevar por las prisas, otro gallo hubiera cantado.
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