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5,2
11.769
5
24 de abril de 2009
24 de abril de 2009
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueve días es todo lo que tiene un veterano agente de campo de la C.I.A. para conseguir que un ciudadano de Nueva York, que sin saberlo tiene un hermano gemelo, se convierta en su sustituto. Serán unas medidas extremas, pero necesarias para conseguir sacar de circulación un artefacto peligroso.
La vía de la extraña pareja de agentes de la ley está más que agotada. Eso es algo que cualquiera puede ver, debido a que ha sido explotada de forma exagerada hasta la saciedad. Aquí tenemos otra vuelta de tuerca más, con una pareja improbable, que tendrá que trabajar unida para sacar adelante una misión realmente difícil. Que tópico. La cinta se mueve entre dos géneros principalmente. El de la comedia y el de la acción. En ninguno de los dos consigue fraguar un buen soporte que la haga merecedora de despertar el interés de quien la ve. Por lo menos conseguirá entretenernos, pero no perdurará en nuestra memoria más que el tiempo que tardamos en pasar a otra cosa.
Otro guión lleno de tópicos. Que nos hará pasar por las acostumbradas situaciones que nos tienen preparadas en estas películas. Un fuerte choque de maneras de entender la vida y hacer las cosas. Un duro aprendizaje. Y una camaradería difícil de digerir con alguien a quien acabas de conocer tan solo hace nueve días. Con esa perspectiva, la película parece no tener ni el más mínimo interés, pero contará con un par de giros argumentales y una cantidad de escenas de acción no del todo bien realizadas, pero sabiamente distribuidas para mantener el interés en lo que está ocurriendo en la pantalla. Tampoco es una película regular. Sus inicios son bastante prometedores. Lástima el cambio de hermanos, porque nos dejan suelto a esta versión estereotipada. Entonces perdemos el tono de intriga y encanto con el que comienza. Hasta ese momento llegas a pensar que realmente hay algo de película de espías aquí. Poco dura el espejismo.
Los personajes que interpretan Anthony Hopkins y Chris Rock, los dos sobre los que se centra la película, son totalmente diferentes. El primero es un curtido agente de la C.I.A., incómodo por su nueva asignación. Resulta curioso que este señor acepte trabajar en esta película menor, que no engrosará la grandeza de su carrera. Aunque no encaje del todo en el papel, su buen oficio le salvará de ponerse en evidencia. No tiene tanta suerte Chris Rock, que nos endosa, otra vez, el manido papel de persona de color arrinconada por la sociedad de forma injusta. Y que tiene un potencial desaprovechado y fuera de lo común. No digo que lo haga mal, pero sus dotes interpretativas deben permitirle más. Eso si quiere llegar a tener éxito como actor, porque a estas alturas ya está demasiado encasillado en ese tipo de papeles.
La película apenas se mantiene a flote. Los chistes están muy vistos y la acción resulta floja. No hay que verla con demasiadas esperanzas, mas allá de pasar un rato agradable, si no eres demasiado exigente.
La vía de la extraña pareja de agentes de la ley está más que agotada. Eso es algo que cualquiera puede ver, debido a que ha sido explotada de forma exagerada hasta la saciedad. Aquí tenemos otra vuelta de tuerca más, con una pareja improbable, que tendrá que trabajar unida para sacar adelante una misión realmente difícil. Que tópico. La cinta se mueve entre dos géneros principalmente. El de la comedia y el de la acción. En ninguno de los dos consigue fraguar un buen soporte que la haga merecedora de despertar el interés de quien la ve. Por lo menos conseguirá entretenernos, pero no perdurará en nuestra memoria más que el tiempo que tardamos en pasar a otra cosa.
Otro guión lleno de tópicos. Que nos hará pasar por las acostumbradas situaciones que nos tienen preparadas en estas películas. Un fuerte choque de maneras de entender la vida y hacer las cosas. Un duro aprendizaje. Y una camaradería difícil de digerir con alguien a quien acabas de conocer tan solo hace nueve días. Con esa perspectiva, la película parece no tener ni el más mínimo interés, pero contará con un par de giros argumentales y una cantidad de escenas de acción no del todo bien realizadas, pero sabiamente distribuidas para mantener el interés en lo que está ocurriendo en la pantalla. Tampoco es una película regular. Sus inicios son bastante prometedores. Lástima el cambio de hermanos, porque nos dejan suelto a esta versión estereotipada. Entonces perdemos el tono de intriga y encanto con el que comienza. Hasta ese momento llegas a pensar que realmente hay algo de película de espías aquí. Poco dura el espejismo.
Los personajes que interpretan Anthony Hopkins y Chris Rock, los dos sobre los que se centra la película, son totalmente diferentes. El primero es un curtido agente de la C.I.A., incómodo por su nueva asignación. Resulta curioso que este señor acepte trabajar en esta película menor, que no engrosará la grandeza de su carrera. Aunque no encaje del todo en el papel, su buen oficio le salvará de ponerse en evidencia. No tiene tanta suerte Chris Rock, que nos endosa, otra vez, el manido papel de persona de color arrinconada por la sociedad de forma injusta. Y que tiene un potencial desaprovechado y fuera de lo común. No digo que lo haga mal, pero sus dotes interpretativas deben permitirle más. Eso si quiere llegar a tener éxito como actor, porque a estas alturas ya está demasiado encasillado en ese tipo de papeles.
La película apenas se mantiene a flote. Los chistes están muy vistos y la acción resulta floja. No hay que verla con demasiadas esperanzas, mas allá de pasar un rato agradable, si no eres demasiado exigente.

5,1
4.543
6
2 de noviembre de 2009
2 de noviembre de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tetsuya Azuma es un joven, hijo de un prestigioso científico, que cuando está a punto de casarse decide ir a la guerra que su nación mantiene con el resto de Euroasia por controlarla, sobre todo en el sector 7. Allí conocerá los horrores de la guerra. Tras un inexplicable hecho en el laboratorio de su padre, algunos extraños seres cobran vida, y aunque la mayoría son cruel y vilmente masacrados, un reducido grupo consigue escapar. Dando lugar a un vengativo y duro oponente.
La película es muy ambiciosa, aunque sorprende su modesto presupuesto. Está producida casi por completo con fondos realizados por ordenador. Esto dividirá la opinión de los espectadores, entre los que gusten de esta técnica, los cuales solo tendrán que dejarse llevar. Y los que no encuentren su utilidad, que se preguntarán donde está lo fascinante en ver una ambientación casi de otro mundo con actores comportándose de forma tan estilizada que resultan ridículos. Para conseguir hacernos una idea de lo que tenemos enfrente deberíamos decir que es una película con actores reales, pero hecha con un marcado estilo anime. Sentimiento este aumentado por estar basada en una serie de este tipo, con las mismas técnicas de grabación que Ad vitam o Sky Captain, pero con más saturación de efectos visuales y entornos más devastados. Es una vuelta de tuerca más a un mundo distópico, que está al borde de su destrucción si no se pone remedio por una contaminación generalizada y guerras interminables. Parece una prolongación natural, aunque su extrema gravedad no hace fácil de ver ahora, de lo que podrían ser las semillas plantadas por nosotros.
El director dota a su trabajo de un firme mensaje pacifista, que sin embargo no deja de resaltar porque todos los personajes recurren a la violencia para resolver sus diferencias. Resulta curioso verles querer solucionar sus problemas causados por la guerra con más violencia. Como punto fuerte, cabría destacar la inagotable imaginación que muestra esta obra, por la cual no dejarás de sorprenderte. Como puntos débiles, que es un trabajo donde todo es melodramático, con escenas tratando las desgracias de los personajes de forma aumentada e interminable hasta resultar molesta. También está plagada de diálogos extensos que en realidad se pueden resumir en que la guerra es mala para todos. Pero si comete un error su director es montar un trabajo extremadamente complejo, donde cuesta mucho trabajo asimilar los hechos, sin dar ningún respiro para poder asentarse en lo que ocurre. Con continuas calamidades que llegan a cansar, hundiéndote psicológicamente, y haciéndote que te preguntes porqué alguien diseña algo tan catastrófico.
La película no está pensada para llegar a todos los públicos, es demasiado compleja para una visión casual, pues se necesita mantener una atención extraordinaria.
La película es muy ambiciosa, aunque sorprende su modesto presupuesto. Está producida casi por completo con fondos realizados por ordenador. Esto dividirá la opinión de los espectadores, entre los que gusten de esta técnica, los cuales solo tendrán que dejarse llevar. Y los que no encuentren su utilidad, que se preguntarán donde está lo fascinante en ver una ambientación casi de otro mundo con actores comportándose de forma tan estilizada que resultan ridículos. Para conseguir hacernos una idea de lo que tenemos enfrente deberíamos decir que es una película con actores reales, pero hecha con un marcado estilo anime. Sentimiento este aumentado por estar basada en una serie de este tipo, con las mismas técnicas de grabación que Ad vitam o Sky Captain, pero con más saturación de efectos visuales y entornos más devastados. Es una vuelta de tuerca más a un mundo distópico, que está al borde de su destrucción si no se pone remedio por una contaminación generalizada y guerras interminables. Parece una prolongación natural, aunque su extrema gravedad no hace fácil de ver ahora, de lo que podrían ser las semillas plantadas por nosotros.
El director dota a su trabajo de un firme mensaje pacifista, que sin embargo no deja de resaltar porque todos los personajes recurren a la violencia para resolver sus diferencias. Resulta curioso verles querer solucionar sus problemas causados por la guerra con más violencia. Como punto fuerte, cabría destacar la inagotable imaginación que muestra esta obra, por la cual no dejarás de sorprenderte. Como puntos débiles, que es un trabajo donde todo es melodramático, con escenas tratando las desgracias de los personajes de forma aumentada e interminable hasta resultar molesta. También está plagada de diálogos extensos que en realidad se pueden resumir en que la guerra es mala para todos. Pero si comete un error su director es montar un trabajo extremadamente complejo, donde cuesta mucho trabajo asimilar los hechos, sin dar ningún respiro para poder asentarse en lo que ocurre. Con continuas calamidades que llegan a cansar, hundiéndote psicológicamente, y haciéndote que te preguntes porqué alguien diseña algo tan catastrófico.
La película no está pensada para llegar a todos los públicos, es demasiado compleja para una visión casual, pues se necesita mantener una atención extraordinaria.
8
19 de septiembre de 2009
19 de septiembre de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jack Mosley es un policía hundido del departamento de policía de Nueva York. Es alcohólico sin que parezca que le importe a nadie. Trabaja en el turno de noche, su rendimiento es tan bajo que tiene suerte de mantener su empleo. Un día, tras un largo turno colgado a una botella, tendrá que acompañar a un preso desde el lugar donde lo tienen retenido hasta el juzgado a no mucha distancia. El problema viene cuando Jack descubre que este testigo no va a declarar contra cualquiera, y que por supuesto no se lo van a poner fácil para que lo consiga.
Esta película es lo que esperas que suceda cuando colocas a un excelente director, con tantos éxitos de taquilla a sus espaldas que pocos son capaces de hacerle sombra junto a un actor de sobras conocido. El cual hace lo necesario, sea lo que sea, para conseguir conectar con su personaje. El resultado es excelente.
Lo primero que sorprende es el detalle y realismo con el que se ha tratado de premiar la ambientación de la cinta. Viendo las calles de Nueva York, con ese tráfico abarrotado, llenas de gente paseando y sin un policía en cada esquina, ayudan a crear un entorno angustioso para nuestros protagonistas. Lástima que todo esté cimentado sobre un argumento tan poco original. Hay bastantes películas donde un hombre, habitualmente policía, que debe enfrentarse contra el mundo. A cualquiera que la vea le recordará a Ruta suicida o a Huida a medianoche. Al menos vemos que se intenta añadir más elementos que enriquezcan la trama, como un suspense elaborado y tensión por lo improvisada que suele ser para nuestros protagonista la próxima jugada. Tal vez esto último vaya un poco en contra de la cinta, porque no alcanzas a entender como un policía alcohólico y un preso son capaces de burlar tantas veces a la policía, y no es que vayan pocos detrás suyo.
El veterano director Richard Donner, que ha dirigido otros éxitos como las cuatro películas de Arma letal, era una persona que por experiencia y por filmografía encajaba perfectamente para este trabajo. Tal vez el ritmo no es lo que un aficionado a las películas de acción esperaría, pues es menos rápido de lo habitual. Aunque esto permite desarrollar correctamente el suspense, así que tampoco viene por nada. Es de agradecer que mostrar el mayor número de intercambio de disparos y explosiones no sea la razón de todo el asunto. Los hay, pero no son el tema central, lo importante es sortear las dificultades para llegar a su destino.
A parte de sobre el director, la película se sustenta gracias al trabajo de Bruce Willis. Ya venía de interpretar papeles parecidos en películas como Hostage y Sin City, así que se le achacar el repetir siempre un mismo registro, pero no por ello deja de resultar tan fascinante y convincente. Mos Def no lo hace mal del todo, pero el que no se calle ni debajo del agua hace que se vuelva insoportable. Hay que tener una paciencia especial con él, algo que cuesta bastante con tanta cháchara innecesaria.
Esta película es lo que esperas que suceda cuando colocas a un excelente director, con tantos éxitos de taquilla a sus espaldas que pocos son capaces de hacerle sombra junto a un actor de sobras conocido. El cual hace lo necesario, sea lo que sea, para conseguir conectar con su personaje. El resultado es excelente.
Lo primero que sorprende es el detalle y realismo con el que se ha tratado de premiar la ambientación de la cinta. Viendo las calles de Nueva York, con ese tráfico abarrotado, llenas de gente paseando y sin un policía en cada esquina, ayudan a crear un entorno angustioso para nuestros protagonistas. Lástima que todo esté cimentado sobre un argumento tan poco original. Hay bastantes películas donde un hombre, habitualmente policía, que debe enfrentarse contra el mundo. A cualquiera que la vea le recordará a Ruta suicida o a Huida a medianoche. Al menos vemos que se intenta añadir más elementos que enriquezcan la trama, como un suspense elaborado y tensión por lo improvisada que suele ser para nuestros protagonista la próxima jugada. Tal vez esto último vaya un poco en contra de la cinta, porque no alcanzas a entender como un policía alcohólico y un preso son capaces de burlar tantas veces a la policía, y no es que vayan pocos detrás suyo.
El veterano director Richard Donner, que ha dirigido otros éxitos como las cuatro películas de Arma letal, era una persona que por experiencia y por filmografía encajaba perfectamente para este trabajo. Tal vez el ritmo no es lo que un aficionado a las películas de acción esperaría, pues es menos rápido de lo habitual. Aunque esto permite desarrollar correctamente el suspense, así que tampoco viene por nada. Es de agradecer que mostrar el mayor número de intercambio de disparos y explosiones no sea la razón de todo el asunto. Los hay, pero no son el tema central, lo importante es sortear las dificultades para llegar a su destino.
A parte de sobre el director, la película se sustenta gracias al trabajo de Bruce Willis. Ya venía de interpretar papeles parecidos en películas como Hostage y Sin City, así que se le achacar el repetir siempre un mismo registro, pero no por ello deja de resultar tan fascinante y convincente. Mos Def no lo hace mal del todo, pero el que no se calle ni debajo del agua hace que se vuelva insoportable. Hay que tener una paciencia especial con él, algo que cuesta bastante con tanta cháchara innecesaria.

4,5
18.856
6
8 de junio de 2009
8 de junio de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Steven y su novia han decidido darse un tiempo separados para pensar en su relación. Así que este se traslada a vivir a otro apartamento hasta que las cosas vuelvan a su cauce. Como tiene problemas con la recepción de las cadenas de televisión por cable en su nuevo apartamento, llama a su compañía para que envíen un técnico a solucionarlo. Es entonces cuando el chico del cable entra en su vida y le repara la televisión, pero resulta ser un tipo más que pesado.
Jim Carrey había tenido varios sonados éxitos en su carrera como eran Dos tontos muy tontos, Ace Ventura o La máscara. En ellos explotaba su faceta más cómica, algo que aquí combina con otros elementos para alcanzar una cota distinta. Ese alejamiento de su nicho tradicional, es algo bueno porque deja claro que no se limita solo a ser un actor gracioso capaz de llenar la pantalla con incontables muecas. Desgraciadamente, este hecho no fue ni entendido ni presentado de forma correcta, lo que consiguió convertir esta película en una cinta injustamente tratada por algunos y un pequeño traspiés para la carrera de Jim Carrey. El problema radica en que no es una comedia, sino un thriller con dosis de humor.
La historia gira entorno a la vida de Steven siendo asaltada por el chico del cable. Sus inicios son los de una típica comedia protagonizada por Jim Carrey, lo esperado. Pero a medida que la relación entre Chip y Steven evoluciona esta cinta se torna cada vez más oscura. El thriller hace presencia y la pregunta de hasta donde puede llegar el psicótico chico del cable no deja de flotar en el ambiente.
Ben Stiller como director, es el responsable de conseguir la excelente transición entre la divertida película del principio hasta la oscura, cruel y estrambótica obra en la que se convierte. Está claro que tras las cámaras domina tanto la comedia como la sátira, muy utilizada aquí contra el abuso de la televisión para educar a los niños.
Mathew Broderick, como el tipo al que su novia le pide espacio resulta algo soso. Cumple su cometido frente a la cámara, pero es completamente superado por su compañero de reparto Jim Carrey. Con una interpretación memorable a la que añadía además de sus habituales gestos un tono oscuro y sádico pocas veces repetido. Claramente intentaba alejarse de la imagen que de él habían creado sus anteriores trabajos y del peligro de ser encasillado. Es difícil imaginar a otro actor interpretando este papel, y seguro que en ese caso la película sería muy diferente. Notable es también la cantidad de apariciones en pequeños papeles de actores conocidos como Owen Wilson, el propio Ben Stiller o Jack Black.
La película no es necesariamente una obra maestra, pero merece mucha más suerte de la que ha tenido. Tiene más calidad de la que se ve a primera vista. No es justo que la odie hasta Homer Simpson.
Jim Carrey había tenido varios sonados éxitos en su carrera como eran Dos tontos muy tontos, Ace Ventura o La máscara. En ellos explotaba su faceta más cómica, algo que aquí combina con otros elementos para alcanzar una cota distinta. Ese alejamiento de su nicho tradicional, es algo bueno porque deja claro que no se limita solo a ser un actor gracioso capaz de llenar la pantalla con incontables muecas. Desgraciadamente, este hecho no fue ni entendido ni presentado de forma correcta, lo que consiguió convertir esta película en una cinta injustamente tratada por algunos y un pequeño traspiés para la carrera de Jim Carrey. El problema radica en que no es una comedia, sino un thriller con dosis de humor.
La historia gira entorno a la vida de Steven siendo asaltada por el chico del cable. Sus inicios son los de una típica comedia protagonizada por Jim Carrey, lo esperado. Pero a medida que la relación entre Chip y Steven evoluciona esta cinta se torna cada vez más oscura. El thriller hace presencia y la pregunta de hasta donde puede llegar el psicótico chico del cable no deja de flotar en el ambiente.
Ben Stiller como director, es el responsable de conseguir la excelente transición entre la divertida película del principio hasta la oscura, cruel y estrambótica obra en la que se convierte. Está claro que tras las cámaras domina tanto la comedia como la sátira, muy utilizada aquí contra el abuso de la televisión para educar a los niños.
Mathew Broderick, como el tipo al que su novia le pide espacio resulta algo soso. Cumple su cometido frente a la cámara, pero es completamente superado por su compañero de reparto Jim Carrey. Con una interpretación memorable a la que añadía además de sus habituales gestos un tono oscuro y sádico pocas veces repetido. Claramente intentaba alejarse de la imagen que de él habían creado sus anteriores trabajos y del peligro de ser encasillado. Es difícil imaginar a otro actor interpretando este papel, y seguro que en ese caso la película sería muy diferente. Notable es también la cantidad de apariciones en pequeños papeles de actores conocidos como Owen Wilson, el propio Ben Stiller o Jack Black.
La película no es necesariamente una obra maestra, pero merece mucha más suerte de la que ha tenido. Tiene más calidad de la que se ve a primera vista. No es justo que la odie hasta Homer Simpson.
7
6 de abril de 2009
6 de abril de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva York año 2095, la tierra ha cambiado mucho, pero no todo es armonía, ni mucho menos. Tenemos gente modificada genéticamente, extraterrestres, policías, políticos, una mujer con el pelo azul y dioses egipcios sueltos. Un grupo heterogéneo, que sin embargo encajan bien en pantalla. Sin hablar de la pirámide que está suspendida en el cielo y la zona prohibida en la que se ha convertido Central Park.
La película está basada en el cómic que Enki Bilal hizo en los años ochenta, cambiando él mismo lo necesario para adaptarla al nuevo formato. Lo que tenemos enfrente es un intento de llevar al cine una película de ciencia ficción con algo más que simples historias de marcianos queriendo destruirlo todo. Esto es arte, se pone el acento no solo en que ocurre, sino en como se cuenta. Los escenarios, la atmósfera que se consigue crear, todo tiene un marcado estético muy del estilo de Blade Runner, aunque no tan oscuro.
El guión resulta al principio muy difícil de entender, con tantos personajes que no tienen nada que ver entre ellos, un mundo tan diferente y a la vez familiar. Pero las cosas no tardarán en progresar y a mitad de la cinta tendremos una idea más o menos clara de lo que ocurre. A partir de ese momento el guión no se complica más. En realidad surge un problema pues no todas las preguntas formuladas tendrán una respuesta clara y algunas simplemente parece que se desatienden hasta quedar ignoradas. Una lástima, porque si bien ayuda a digerirla mejor el conjunto, le quita gran parte de la fuerza con la que había empezado.
Enki Bilal está muy metido en el proyecto de la película, es el director y guionista. Visualmente la cinta te la encuentras con un esmerado cuidado. Una maravilla que al revés de los primeros usos que se le dieron a los efectos en tres dimensiones, aquí los actores reales son los que están insertados en los escenarios realizados por ordenador. No confundamos lo que vamos a ver con una cinta de las hechas para niños como Toy Story o Wally-E. Ni siquiera con Final Fantasy, donde lo primordial era la acción, algo que aquí se relega a un segundo plano. Se usan las técnicas mencionadas para presentarnos un mundo, que de otra forma sería muy difícil de representar. De lo que se trata es de otorgar la misma libertad al director que su autor tuvo dibujando.
Los principales papeles están llevados por actores reales, que se prestan a ser insertados digitalmente. De esta manera se consigue no renunciar a la interpretación y realismo que estos pueden otorgarle al proyecto, pero colocándolos en el escenario más adecuado. Seguramente también el más cercano al que tenía en mente su creador. El efecto cosechado con la fusión, es el de una historia que no parece poner límites a la creatividad.
Si buscas una película que esté llena de imaginación, que se apoye más en la fuerza visual de la misma y no simplemente que explote acción sin sentido, tienes aquí tú oportunidad de disfrutarla.
La película está basada en el cómic que Enki Bilal hizo en los años ochenta, cambiando él mismo lo necesario para adaptarla al nuevo formato. Lo que tenemos enfrente es un intento de llevar al cine una película de ciencia ficción con algo más que simples historias de marcianos queriendo destruirlo todo. Esto es arte, se pone el acento no solo en que ocurre, sino en como se cuenta. Los escenarios, la atmósfera que se consigue crear, todo tiene un marcado estético muy del estilo de Blade Runner, aunque no tan oscuro.
El guión resulta al principio muy difícil de entender, con tantos personajes que no tienen nada que ver entre ellos, un mundo tan diferente y a la vez familiar. Pero las cosas no tardarán en progresar y a mitad de la cinta tendremos una idea más o menos clara de lo que ocurre. A partir de ese momento el guión no se complica más. En realidad surge un problema pues no todas las preguntas formuladas tendrán una respuesta clara y algunas simplemente parece que se desatienden hasta quedar ignoradas. Una lástima, porque si bien ayuda a digerirla mejor el conjunto, le quita gran parte de la fuerza con la que había empezado.
Enki Bilal está muy metido en el proyecto de la película, es el director y guionista. Visualmente la cinta te la encuentras con un esmerado cuidado. Una maravilla que al revés de los primeros usos que se le dieron a los efectos en tres dimensiones, aquí los actores reales son los que están insertados en los escenarios realizados por ordenador. No confundamos lo que vamos a ver con una cinta de las hechas para niños como Toy Story o Wally-E. Ni siquiera con Final Fantasy, donde lo primordial era la acción, algo que aquí se relega a un segundo plano. Se usan las técnicas mencionadas para presentarnos un mundo, que de otra forma sería muy difícil de representar. De lo que se trata es de otorgar la misma libertad al director que su autor tuvo dibujando.
Los principales papeles están llevados por actores reales, que se prestan a ser insertados digitalmente. De esta manera se consigue no renunciar a la interpretación y realismo que estos pueden otorgarle al proyecto, pero colocándolos en el escenario más adecuado. Seguramente también el más cercano al que tenía en mente su creador. El efecto cosechado con la fusión, es el de una historia que no parece poner límites a la creatividad.
Si buscas una película que esté llena de imaginación, que se apoye más en la fuerza visual de la misma y no simplemente que explote acción sin sentido, tienes aquí tú oportunidad de disfrutarla.
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