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España España · Los Llanos de Aridane
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Críticas 87
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
26 de febrero de 2021 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acantilado empieza tan bien que es una pena lo mal que acaba (el epílogo es demasiado breve para tener la eficacia que busca). Su primera escena, que recoge el suicidio colectivo de una secta de raíces alemanas en Gran Canaria, en una muestra de sabiduría visual que contagia gran parte de la propuesta de Helena Taberna, que coloca y mueve la cámara de manera que da resultados muy interesantes, encuadres que escapan de la funcionalidad para entrar en la categoría de herramienta narrativa.

Su película contiene una promesa, la de que vamos a ser testigos de una intriga adulta, un misterio inteligente contado en dos tiempos que dialogan con fluidez, sin que cada incursión de un flashback sea necesariamente la respuesta a un interrogante del presente, sino otra gigantesca subtrama que existe por sí sola, y que culmina horas antes del suicidio que abre la cinta. Dicha promesa no acaba por cumplirse, porque lo armado con paciencia durante una hora no cumple las expectativas en un desenlace que va enlazando tópicos, que empieza a hacer que las acciones de los personajes no tengan mucho sentido (los de Juana Acosta y Jon Kortajarena especialmente) y que convoca un par de deux ex machina –ese tío quiosquero– para unir puntos del guión a toda prisa.

El punto de partida es la llegada de un fiscal a las islas para investigar la desaparición y posible muerte de su hermana en el mentado suicidio. Allí conoce a la ex-novia de la joven y a la agente de policía encargada del caso, con un interés especial porque tenía un infiltrado en la secta. Taberna y sus guionistas desechan pronto la oportunidad de profundizar en la secta como idea de intenso lavado de cerebro y lacra social y centran la trama en la investigación pura y dura, con sus clásicos encontronazos entre la ley y la familia, tensiones dentro del cuerpo y transformaciones personales de los implicados. En el pasado, vemos cómo Cordelia (estupenda Ingrid García-Jonsson) pasó de la felicidad sentimental a la pertenencia a un grupo muy peligroso de prácticas rituales. Los espectaculares paisajes canariones se convierten en una parte más de la historia y su halo de misterio es logrado y genuino, contagiado por la excelente partitura de Ángel Illarramendi.

Un estupendo reparto (hay que darle más papeles en cine a Ana Gracia) lidera un relato con sexo, suspense y turbiedades varias, que mantiene en vilo al espectador con inteligencia hasta que expone todas las verdades y las prisas se apoderan de la historia, quizá por la necesidad de contarlo todo en 100 minutos en lugar de dos horas. Los arcos de la mayoría de los personajes se pierden porque la importancia de la intriga se apodera de todo, y aunque Acantilado garantiza una hora y media de lo más digna, es difícil no ver el potencial desperdiciado para hacer un diagnóstico de una complicada realidad, una de una sociedad con los sentimientos atrofiados y las sectas como soluciones rápidas para no llevar el control sobre uno mismo.
Grizzly Man
Documental
Estados Unidos2005
7,2
9.707
Documental, Intervenciones de: Timothy Treadwell
10
6 de abril de 2012 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es quien esto escribe un gran fan del género documental, pues cuesta encontrar inventiva y talento entre tanto desfile de bustos parlantes e imágenes de archivo con voz en off, pero puede afirmar sin temor a equivocarse que "Grizzly man" es de lo mejor en esos lares. Una verdadera lección de cómo debería ser el género. ¿Por qué? De entrada por sus varias ventajas: 1) cuenta con un protagonista atractivo; 2) dosifica muy bien –gracias al preciso montaje- lo que nos va contando; 3) posee escenas de gran impacto (la lucha de los osos, el esparcimiento de las cenizas) y 4) tiene la virtud de no hacer que decaiga nunca la atención, ya que la mezcla de tan dispares elementos: las entrevistas, las propias grabaciones de Treadwell, las reflexiones de Herzog... dan como resultado un producto fascinante. Su atractivo protagonista es el turbador hombre-espectáculo Timothy Treadwell, que posee esa rara capacidad de resultar magnético y repelente -de la selección de las más de 100 horas que grabó para exhibirse con la excusa de estudiar a los osos se pueden deducir varias cosas del tipo: era inteligente, egocéntrico, algo ciclotímico, interesante...-, lo que hace de él un objeto de estudio para Herzog (lo que además le permite continuar elaborando su discurso autoral, hasta dialogando con el difunto en algún momento) y el propio espectador a contemplar. Los extractos de sus grabaciones no tienen desperdicio. Como tampoco lo tienen las opiniones que el director ofrece sobre él. Ya sean buenas o malas, aportan pequeñas pinceladas para intentar comprender a un ser humano bastante peculiar, intoxicado por la intensa vida que vivió de joven y por sus propios bajones de ánimo. En resumen, un documental imprescindible que además nos enseña a la naturaleza en su más brutal y amoral realidad, pues Herzog no edulcora nada, no manipula nada (¿o sí?, porque no se puede negar que existe un pulso constante entre la sospecha de que el alemán nos conduce de la mano y la finalmente triunfante sensación de que sólo estamos cómodos ante el despliegue de naturalidad que compone cada minuto de la cinta) y eso le hace ganarse el respeto del espectador. Por lo menos el de un servidor.
22 de abril de 2011 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Titulo con un cliché para acercarme a un film nada típico. La estimulante propuesta de la realizadora Lynn Shelton se inscribe en esa saludable corriente de películas que demuestran que no hacen falta grandes presupuestos ni grandes nombres para realizar un gran trabajo. Sólo talento y una buena idea. Y esta magnífica "Humpday" tiene de eso. Shelton y sus inspiradísimos tres actores principales -colaboradores con sus improvisaciones del guión de la cinta- rezuman humor, naturalidad e inteligencia en su audaz proposición al espectador. Un juego que disloca las espectativas, desarma con sus nulas pretensiones y su afán de diversión. Una joya divertida y profunda que provoca más preguntas que respuestas y que habla muy bien de los personajes que retrata.
21 de marzo de 2011 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cámara se mueve bruscamente, a trompicones, poseída por el estilo de una película violenta y sincera que fluye a la velocidad de un rayo. "Maridos y mujeres", extraordinario ejercicio de cine vivo y nada complaciente, permite al genial Woody Allen poner espejos deformantes (escalofriantes las similitudes película/vida real, por cierto) en dos parejas de amigos y cómo viven la separación de una de ellas. Allen dinamita las escenas con su habitual talento supremo de dialoguista y su áspera apuesta formal, haciéndonos sentir incómodos con unos personajes plenamente reconocibles, hurgando en su intimidad y sacando a relucir lo inestable de las relaciones sentimentales. Cineasta abonado al riesgo (aunque a simple vista no lo parezca), Allen escribe desde sus entrañas y además se obliga -y arrastra a Mia Farrow con él- a sacudirse los cómicos arquetipos allenianos para integrar un impecable cuarteto protagonista. Quizá chirría el narrador omnisciente y las entrevistas a cámara, sobretodo porque suena más a recurso de explicación del desarrollo de la trama que a justificado giro de guión. Indistintamente, no empaña la energía y rabia de esta portentosa cinta. Respecto al morbo de la metaficción, ¿es "Maridos y mujeres" una liberadora película-terapia? Puede, pero cuando piensas en la filmografía de Woody Allen, no puedes evitar preguntarte: ¿no lo son todas?
2 de enero de 2011 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película sucia y agresiva, "Frenesí" es tanto puro Hitchcock (conversaciones en los bares, secretarias avinagradas, esposas de detectives, psicopatías varias) como una brillante reinvención (desnudos, sexo, erotismo explícito) de su cine. A sus buenos 73 años, el director británico se recupera artísticamente del fiasco de la minusvalorada y notable "Topaz" con una intriga estupenda, de enérgico desarrollo y constantes nuevos caminos. El guión de Anthony Shaffer y la novela de Arthur La Bern sirven para que Hitchcock despliegue sus maravillosas dotes de director (en el sentido más estricto del término) y mueva su cámara ingrávida por todos los recovecos posibles de ese cochambroso Londres que comienza con el turbio descubrimiento de un cadáver en un contaminado Támesis y culmina con la fisicidad de nuestro espantoso psicópata sudando el esfuerzo de su último crimen. Por el camino, pistas falsas a tutiplén, escenas de asesinato maravillosas, secundarias tan irritantes como irresistibles (la secretaria, Hetty, la adicta a los menús francófonos), una intriga de lógico progreso y ante todo el talento como cineasta de un hombre que hace magia con la cámara. Sólo hay que ser paciente y se podrán paladear sus muchas genialidades.
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