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Críticas ordenadas por utilidad
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7
3 de noviembre de 2009
3 de noviembre de 2009
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conmovedor alegato sobre un difícil período de la historia reciente de Alemania. Interesante testimonio, relatado en un tono mesurado, intimista, introspectivo y sin golpes de efecto.
Con una muy buena puesta en escena, rodada en locaciones que pertenecen a lo que fue la misma Berlín oriental, se retrata una historia de espionaje y persecución de una pareja de artistas (él, dramaturgo; ella, actriz), en manos de un agente de la STASI (la policía de la Alemania comunista). La pareja, reconocidos artistas de la República Democrática Alemana, está sospechada de sostener ideologías contrarias al régimen.
La película pone de manifiesto la perversa máquina de sometimiento de una dictadura, su modus operandi, en nombre de una ideología que, muy lejos de sus primitivas premisas teóricas, representó un brutal atropello a la dignidad y a los derechos esenciales de las personas. Sin embargo, conforme este espía se sumerge en la intimidad y la forma de pensar de estos artistas, comienza a experimientar un cambio en su propia forma de concebir las cosas.
Más allá de lo que se nos ilustra sobre aquél momento histórico, la película nos habla sobre la libertad y el sentido del arte, abordándolos con profundidad. Sobre la capacidad que puede tener el arte para redimir.
Con una muy buena puesta en escena, rodada en locaciones que pertenecen a lo que fue la misma Berlín oriental, se retrata una historia de espionaje y persecución de una pareja de artistas (él, dramaturgo; ella, actriz), en manos de un agente de la STASI (la policía de la Alemania comunista). La pareja, reconocidos artistas de la República Democrática Alemana, está sospechada de sostener ideologías contrarias al régimen.
La película pone de manifiesto la perversa máquina de sometimiento de una dictadura, su modus operandi, en nombre de una ideología que, muy lejos de sus primitivas premisas teóricas, representó un brutal atropello a la dignidad y a los derechos esenciales de las personas. Sin embargo, conforme este espía se sumerge en la intimidad y la forma de pensar de estos artistas, comienza a experimientar un cambio en su propia forma de concebir las cosas.
Más allá de lo que se nos ilustra sobre aquél momento histórico, la película nos habla sobre la libertad y el sentido del arte, abordándolos con profundidad. Sobre la capacidad que puede tener el arte para redimir.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El filme es, en muchos aspectos, elogiable y posee escenas maravillosas. Sin embargo, hay algunos puntos del argumento que creo que no están del todo bien resueltos. Pese a la conmovedora actuación de Mühe en su papel del agente Wiesler, no resulta muy verosímil la transformación que vive el personaje, o al menos la forma en que se plantea esa transformación. No creo sinceramente que un policía profesional, veterano, tan aferrado a su institución, convencido de la metodología que usa para los fines del régimen, vaya a operar una transformación de mentalidad a partir de la influencia que sobre él ejerce la vida de estos artistas, hasta el punto de poner en riesgo su carrera y su futuro laboral. En lo personal, pienso que este tipo de personalidades es muy difícil que cambien. O al menos que lo hagan tal como se plantea en este guión.
Es por todo lo demás una gran película, y me atrevo a recomendarla.
Es por todo lo demás una gran película, y me atrevo a recomendarla.
TV

7,6
5.662
9
26 de septiembre de 2009
26 de septiembre de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial película del Maestro Ingmar Bergman. Una pequeña joya.
A través de esta película sencilla pero intensa recrea algunos de los temas recurrentes de su cine: el retrato de las miserias humanas, las difíciles relaciones padre - hijo, el amor, la culpa, el temor a la muerte, el dolor.
Las actuaciones son sencillamente extraordinarias. La potencia que tienen aquellos rostros frente a la cámara de Bergman es superlativa. Liv Ullmann, ya en su maravillosa madurez, desborda dulzura y sabiduría, y su clara mirada nos cautiva; el resto de los personajes también nos conmueven con su fuerte presencia escénica.
La puesta en escena es sobria y serena: el escenario ideal para situar a estos personajes y a esta historia.
Algunas de sus escenas verdaderamente conmueven por su irremediable crudeza.
En suma: una experiencia exquisita. Una película profunda, que cala hondo. Intensa. Maravillosa.
A través de esta película sencilla pero intensa recrea algunos de los temas recurrentes de su cine: el retrato de las miserias humanas, las difíciles relaciones padre - hijo, el amor, la culpa, el temor a la muerte, el dolor.
Las actuaciones son sencillamente extraordinarias. La potencia que tienen aquellos rostros frente a la cámara de Bergman es superlativa. Liv Ullmann, ya en su maravillosa madurez, desborda dulzura y sabiduría, y su clara mirada nos cautiva; el resto de los personajes también nos conmueven con su fuerte presencia escénica.
La puesta en escena es sobria y serena: el escenario ideal para situar a estos personajes y a esta historia.
Algunas de sus escenas verdaderamente conmueven por su irremediable crudeza.
En suma: una experiencia exquisita. Una película profunda, que cala hondo. Intensa. Maravillosa.

6,2
99
8
4 de noviembre de 2018
4 de noviembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las cosas que me apasiona y me interesa del cine es esa capacidad que tiene a veces para interpelarnos, para poner de manifiesto esos puntos oscuros ya sea de nuestro ser individual o colectivo, que en la práctica solemos soslayar y no querer ver y apreciar en toda su dimensión. El drama que retrata esta película es uno de ellos.
Es sin duda una de las discusiones que como sociedad nos debemos, y con urgencia: qué diablos nos pasa que permitimos que la maternidad esté relegada a semejante nivel de desamparo, y muchas veces de verdadero maltrato. La tarea más sagrada que existe, el cuidado de nuestros niños, que amorosamente debiéramos abrazar y reconfortar. Aunque no seamos madres o padres, y sean los niños de nuestro prójimo. Y abrazar también a esas madres, que cargan sobre sus espaldas con el peso de tener que proveer amor y cuidados cuando ellas mismas están solas y carentes de todo. Nuestras ciudades son oscuras, desapacibles, la frialdad y la indiferencia nos deshumanizan. Las empresas son sitios inflexibles en los que la trabajadora madre es un factor de la producción más. Las escuelas son reductos también oscuros y angustiantes, a los que los niños no desean ir. Y hay padres que brillan por su ausencia. Algo no está bien en la sociedad en la que estamos. Muchas cosas no están bien.
A través de esta historia pequeña nos sumergimos en un día en la vida de Lucía Robino, una mamá soltera de un niño pequeño que sufre de Asperger, que trabaja de cajera en un supermercado y que tiene una relación distante con su madre. Y además ella misma sufre de asma. Basta un llamado telefónico de la escuela anunciándole que su hijo se accidentó para que comience a tambalear todo a su alrededor, y su asma se haga presente hasta el punto de la asfixia. Desde la angustia por saber sobre su hijo, hasta el maltrato y las trabas que le imponen en su trabajo para poder retirarse, pasando por toda una serie de contratiempos que evidenciarán que la carga que le toca llevar es demasiado pesada para su capacidad de resistencia. Esa falta de aire que la oprime es una metáfora de ese no poder más. Algo tremendo para una madre que tiene el deber y la obligación de mantenerse entera para poder ser buena para su hijo, que la necesita tremendamente.
Esta película no será quizás perfecta, pero destila verdad y autenticidad. La historia es sencilla en su argumento aunque emocionalmente muy movilizante. Julieta Zylberberg hace un extraordinario trabajo poniéndole el cuerpo a esta mujer angustiada, cansada, sobrepasada y muy sola. Y vale la pena mencionar las excelentes apariciones de Carlos Belloso y María Onetto, dos presencias de gran lujo actoral en esta historia.
Vale realmente la pena.
Es sin duda una de las discusiones que como sociedad nos debemos, y con urgencia: qué diablos nos pasa que permitimos que la maternidad esté relegada a semejante nivel de desamparo, y muchas veces de verdadero maltrato. La tarea más sagrada que existe, el cuidado de nuestros niños, que amorosamente debiéramos abrazar y reconfortar. Aunque no seamos madres o padres, y sean los niños de nuestro prójimo. Y abrazar también a esas madres, que cargan sobre sus espaldas con el peso de tener que proveer amor y cuidados cuando ellas mismas están solas y carentes de todo. Nuestras ciudades son oscuras, desapacibles, la frialdad y la indiferencia nos deshumanizan. Las empresas son sitios inflexibles en los que la trabajadora madre es un factor de la producción más. Las escuelas son reductos también oscuros y angustiantes, a los que los niños no desean ir. Y hay padres que brillan por su ausencia. Algo no está bien en la sociedad en la que estamos. Muchas cosas no están bien.
A través de esta historia pequeña nos sumergimos en un día en la vida de Lucía Robino, una mamá soltera de un niño pequeño que sufre de Asperger, que trabaja de cajera en un supermercado y que tiene una relación distante con su madre. Y además ella misma sufre de asma. Basta un llamado telefónico de la escuela anunciándole que su hijo se accidentó para que comience a tambalear todo a su alrededor, y su asma se haga presente hasta el punto de la asfixia. Desde la angustia por saber sobre su hijo, hasta el maltrato y las trabas que le imponen en su trabajo para poder retirarse, pasando por toda una serie de contratiempos que evidenciarán que la carga que le toca llevar es demasiado pesada para su capacidad de resistencia. Esa falta de aire que la oprime es una metáfora de ese no poder más. Algo tremendo para una madre que tiene el deber y la obligación de mantenerse entera para poder ser buena para su hijo, que la necesita tremendamente.
Esta película no será quizás perfecta, pero destila verdad y autenticidad. La historia es sencilla en su argumento aunque emocionalmente muy movilizante. Julieta Zylberberg hace un extraordinario trabajo poniéndole el cuerpo a esta mujer angustiada, cansada, sobrepasada y muy sola. Y vale la pena mencionar las excelentes apariciones de Carlos Belloso y María Onetto, dos presencias de gran lujo actoral en esta historia.
Vale realmente la pena.

7,6
33.037
9
3 de marzo de 2013
3 de marzo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abordar el tema de la vejez, el paso del tiempo, la enfermedad y la muerte es un delicado desafío. Nadie desea enfrentarse con este tema, más bien tendemos a huirle, a evitarlo. Nuestra sociedad no gusta de la vejez y hasta puede sentir un cierto desprecio hacia ella. Los viejos no suelen tener cabida en un entorno que sobrevalora cada vez más la juventud y prefiere no asumir el paso del tiempo y el proceso natural del deterioro de nuestro ser. Cosas que, por cierto, no son más que parte de la experiencia humana.
Michel Haenecke nos enfrenta con este tema de una manera honesta, profunda y magistral. Nos sumerge a fondo con una mirada serena, madura, sin sentimentalismos y ahorrándonos cualquier golpe bajo, a través del retrato de un matrimonio de ancianos, soberbiamente encarnados por Jean Louis Trintignant y Emanuelle Riva. Pero Haenecke no nos habla solamente de la vejez y de la enfermedad. Hay otro tema también omnipresente y que se pone de relieve a lo largo de toda la cinta, y es el amor. Porque pienso que es de esto de lo que este director nos quiere hablar. No por nada el filme ostenta este hermoso título.
Así, el filme nos muestra la intimidad y la complicidad de este matrimonio, metidos en el micromundo de su oscuro departamento parisino, rodeados de sus libros, sus pinturas y su música. Irremediablemente les tocará enfrentarse con la enfermedad de ella y con un doloroso proceso cuyo desenlace ya es conocido para todos nosotros. La aceptación de la fragilidad del ser amado y la impotencia por no poder hacer nada por remediarlo se entremezclan con la manifestación de un amor íntegro, maduro, en su estado más puro y sincero. Cuando el deterioro de una enfermedad nos da pudor y no deseamos mostrarnos ante los demás, solamente nuestro compañero amado estará allí para contenernos y refugiarnos con su afecto y su calidez.
Nada podemos hacer frente a la certeza de la muerte que en algún momento de nuestra vida, con mayores o menos inconvenientes, nos espera. Lo único que nos resta es intentar aferrarnos mientras estemos vivos a eso que probablemente le de un verdadero sentido a nuestra vida: al amor.
Michel Haenecke nos enfrenta con este tema de una manera honesta, profunda y magistral. Nos sumerge a fondo con una mirada serena, madura, sin sentimentalismos y ahorrándonos cualquier golpe bajo, a través del retrato de un matrimonio de ancianos, soberbiamente encarnados por Jean Louis Trintignant y Emanuelle Riva. Pero Haenecke no nos habla solamente de la vejez y de la enfermedad. Hay otro tema también omnipresente y que se pone de relieve a lo largo de toda la cinta, y es el amor. Porque pienso que es de esto de lo que este director nos quiere hablar. No por nada el filme ostenta este hermoso título.
Así, el filme nos muestra la intimidad y la complicidad de este matrimonio, metidos en el micromundo de su oscuro departamento parisino, rodeados de sus libros, sus pinturas y su música. Irremediablemente les tocará enfrentarse con la enfermedad de ella y con un doloroso proceso cuyo desenlace ya es conocido para todos nosotros. La aceptación de la fragilidad del ser amado y la impotencia por no poder hacer nada por remediarlo se entremezclan con la manifestación de un amor íntegro, maduro, en su estado más puro y sincero. Cuando el deterioro de una enfermedad nos da pudor y no deseamos mostrarnos ante los demás, solamente nuestro compañero amado estará allí para contenernos y refugiarnos con su afecto y su calidez.
Nada podemos hacer frente a la certeza de la muerte que en algún momento de nuestra vida, con mayores o menos inconvenientes, nos espera. Lo único que nos resta es intentar aferrarnos mientras estemos vivos a eso que probablemente le de un verdadero sentido a nuestra vida: al amor.

6,0
1.803
10
23 de agosto de 2009
23 de agosto de 2009
16 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lucrecia Martel es sin duda una de las mejores cineastas de los últimos tiempos, sublime, profunda, con un estilo muy particular, maestra de la sutileza. Sabe sumergirnos en la incomodidad de sus personajes, en sus mundos asfixiantes, y sabe hacerlo a su manera, con su sello.
Sumergirnos en los universos "martelianos" es una verdadera experiencia de placer cinematográfico que vale la pena experimentar. Quienes aún no la han descubierto, o no saben apreciarla debidamente, se lo pierden...
Sumergirnos en los universos "martelianos" es una verdadera experiencia de placer cinematográfico que vale la pena experimentar. Quienes aún no la han descubierto, o no saben apreciarla debidamente, se lo pierden...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La mujer... es un descarnado retrato de esta mujer que pierde la cabeza y que no puede ver (o prefiere no ver) lo que sin querer ha hecho. De su travesía por un doloroso camino de tristeza y horror conforme va tomado conciencia de lo ocurrido.
En algún lado he leído que esta película es una suerte de metáfora de la indiferencia de la clase media hacia las clases marginales, y creo que no estaría tan errada esta definición.
En algún lado he leído que esta película es una suerte de metáfora de la indiferencia de la clase media hacia las clases marginales, y creo que no estaría tan errada esta definición.
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