En el fantástico medioevo, atestado de amas de casa y extranjeros que intentan conseguir trabajo, la fuerza policíaca, compuesta, como enseña el filósofo, principalmente por lobizones hijos de lobizones, perpetúa una ciega tradición de misoginia y xenofobia inclementes.
Un film que sorprende por lo heterodoxo de su concepción, contraponiendo una digna producción, con un guion improvisado y troglodita.

Porque la primera mitad del film, casi emociona por el nivel artístico, la clase, la elegancia y el entusiasmo, para un tema que se presta, fácilmente, para ello, pero que reclama algún tipo de enmienda moral, que, por el momento se adelanta en la simpatía de los personajes, mientras que la segunda, parece desconectada y mal trazada, con un final...

Me encantó ver el NYC de Torres, tan abyecto y seductor como el Microcentro porteño. El carrito de Hot-Dogs, las salchichas asadas, me inspiraron la cena.

Enseguida se abre una puerta hacia lo desconocido. Es el mundo del arte. Con la inocencia y ternura del corazón de Albert, el protagonista, un héroe romántico, inmaduro, singular -como todos- ingresamos por esa puerta. A un mundo humano, caprichoso, pero bien trazado, con brocha y pluma seguras.

Un cuento inspirado y genuino, improvisado con alegría, y saciedad, de salchichas bailarinas que te hacen cosquillas en el estomago cuando estás enamorado.

Film de angosta imaginería, construido en base a las escenas de entrenamiento virtual de Matrix.

Orden y elegancia en todos los aspectos. Personajes; inteligencia; gran tensión.

Un pasatiempo psicopático decapitador. Con una insólita estocada cruel. Un camino fantástico, y nada más que eso; como la vida de cada uno de nosotros. Un juego perdido por perdido, en el que nos conformaríamos pasajeramente con gritar victoriosa, perfectamente, una vez, antes de morir por última vez.

Sugestión, bélica y belicista, principalmente dirigida al público adolescente, para el caso de una invasión-ocupación colonialista. Instruye sobre los pasos de adecuación que deben ponerse en práctica para facilitar la transición hacia el nuevo “orden”:

1ro. (Requisito) Ser normal.
2do. Participar activamente de la psicosis colectiva oficial.
3ro. Someterse voluntariamente a la fuerza armada local, llegando incluso a enlistarse, si fuera nescesario.
4to. Desconfiar de la fuerza armada local.
5to. Acomodarse, con actitud positiva, al nuevo régimen.