You must be a loged user to know your affinity with Pachi67
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
6
30 de junio de 2024
30 de junio de 2024
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una comedida hora y media de duración nos adentramos en un comedido drama, con una comedida denuncia indígena dentro de un comedido road movie. Lily Gladstone es media película aunque tampoco es una película para destacar demasiado, ni para deslumbrar, ni apenas para recordar a pesar de que la idea daba para más con un poco más de talento en el libreto. Pedía algo más de profundidad y de fuerza narrativa. Correcta, melancólica, desesperanzada, bonita pero también, simple, previsible y algo falta de brío. Se ve con agrado pero no deja mucho poso, las interpretaciones son correctas pero la historia no ha sido exprimida para sacarle todo su jugo. No es demasiado destacable por su falta de ambición pero tampoco es una pérdida de tiempo su visionado.
6
14 de diciembre de 2023
14 de diciembre de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un caso basado en hechos reales pero tratado de una manera muy de serie yanky. Se aderezan los hechos con todo tipo de trucos, ingredientes, subtramas, posibles amenazas y demás juegos pirotécnicos para darle más sabor y tensión a lo que nos quieren contar. Para mi gusto, se les va la mano en el efectismo añadiendo amenazas que son solo humo, hechos inexplicables para subir de manera artificial el voltaje y subtramas que no llevan a nada y el uso de la sensiblería que en casos me resulta cutre y gratuita aunque esté bien filmada. Tampoco me ayudó la sensación de que los protagonistas siempre me parecieran al filo de la sobreactuación, sus diálogos me sonaran irreales o forzados en muchas ocasiones y que la forma simplona en que uno se camela al otro me resultara más bien poco creíble. Tan recargada que acaba empalagando.
9
14 de diciembre de 2023
14 de diciembre de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de terminar Mindhunter y me ha parecido muy buena e inexplicable que la hayan cancelado. Para mi gusto casi roza la perfección en la mayoría de los apartados. Técnicamente y visualmente es una delicia. Mantiene la tensión sin ayuda de pirotécnia ni vísceras, los diálogos entre protagonistas o con los asesinos son de gran nivel y el guion es efectivo y realista. Te resulta creíble lo que ves y escuchas. Además tiene un trío de protagonistas con mucha química dentro de su antagonismo. El final de la segunda temporada con la investigación en Atlanta me parece brillante con ese final anticlimático como la vida misma, lleno de dudas, frustraciones, intereses y sin héroes ni giros inverosímiles. Una pena no saber en que acaba ese tema del tipo raro que abría los capítulos o ver cómo se seguía desarrollando la serie y hacia dónde nos llevaba esa unidad de investigación del comportamiento.
No le pondría el diez porque las subtramas de amoríos de algunos protagonistas no me generaban el mismo interés y a veces me cortaban bastante el rollo. Lo dicho, inexplicable su cancelación. Sería por que era demasiado buena.
No le pondría el diez porque las subtramas de amoríos de algunos protagonistas no me generaban el mismo interés y a veces me cortaban bastante el rollo. Lo dicho, inexplicable su cancelación. Sería por que era demasiado buena.
7
6 de febrero de 2025
6 de febrero de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había leído algunas críticas sobre esta curiosa miniserie "inspirada en hechos reales" sobre que era superior a lo que parecía y más inteligente de lo esperado. A mi no me ha parecido demasiado inteligente o más inteligente de lo que parece. Digamos que explota un hecho bastante peculiar de la guerra fría en clave de humor del que se pueden sacar algunas conclusiones "inteligentes" y pasar un rato divertido si tienes el día poco exigente. Además son solo seis capítulos de media hora cada uno que se pasan volando.
Las consecuencias y las delgadas líneas rojas que estuvo el mundo a punto de traspasar causadas por el abuso del vodka en la época de la guerra fría, consecuencias de tipo radioactivo-nuclear, son expuestas en la miniserie desde un punto de vista humorístico. Un humor que tira más bien a la brocha gorda, al caca, pedo, pis, al esperpento, el surrealismo y la caricatura sin dejar oportunidad de sazonarlo con otro humor más negro y corrosivo. Las caricaturas de famosos personajes en la cumbre del poder y sus perritos falderos y los peligrosos equilibrios de sus egos, problemas mentales, sicológicos y de ver quién se la saca antes y tiene el botón rojo más grande, aderezado de unos ridículos y a la vez espeluznantes acontecimientos y personajes secundarios nos dará que pensar sobre los que rigen nuestros destinos. El mensaje viene bien para los tiempos que corren donde esas caricaturas han vuelto a cobrar vida con fuerza y vuelven a ser más amenaza que solución. Para ver desconectando un poco el nivel de exigencia y dejarse llevar por su humor tonto, loco y corrosivo.
Las consecuencias y las delgadas líneas rojas que estuvo el mundo a punto de traspasar causadas por el abuso del vodka en la época de la guerra fría, consecuencias de tipo radioactivo-nuclear, son expuestas en la miniserie desde un punto de vista humorístico. Un humor que tira más bien a la brocha gorda, al caca, pedo, pis, al esperpento, el surrealismo y la caricatura sin dejar oportunidad de sazonarlo con otro humor más negro y corrosivo. Las caricaturas de famosos personajes en la cumbre del poder y sus perritos falderos y los peligrosos equilibrios de sus egos, problemas mentales, sicológicos y de ver quién se la saca antes y tiene el botón rojo más grande, aderezado de unos ridículos y a la vez espeluznantes acontecimientos y personajes secundarios nos dará que pensar sobre los que rigen nuestros destinos. El mensaje viene bien para los tiempos que corren donde esas caricaturas han vuelto a cobrar vida con fuerza y vuelven a ser más amenaza que solución. Para ver desconectando un poco el nivel de exigencia y dejarse llevar por su humor tonto, loco y corrosivo.
SerieDocumental

7,8
15.576
Félix Rodríguez de la Fuente (Creador)
Documental, Intervenciones de: Félix Rodríguez de la Fuente
10
20 de julio de 2024
20 de julio de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zapeando ayer o anteayer de noche, pillé el final de un programa en la primera o en la 24 horas. No recuerdo. El final de un programa dedicado al recuerdo de un fatídico 14 de marzo de 1980. Una fecha que me dejó totalmente impactado cuando apenas tenía 12 años. Nada menos que 44 años hace que nos dejó el amigo Félix Rodríguez de la Fuente, aquel amigo Félix al que tanto adoré en mi infancia.
Aún me recuerdo brumosamente, poco después de enterarme de la noticia de su muerte, sentado en algún lugar solitario de la casa de mis abuelos, repleto de esa inocente tristeza infantil, de esa incómoda angustia dentro del cuerpo, a punto de llorar si no lloraba, con la cabeza dando vueltas y vueltas, meditando, cavilando, intentando asimilar y comprender que no volvería a verlo ni a escucharlo, que Félix ya no estaba, que alguien como él podía morir, que no iba a estar siempre allí. Intentando acomodar en mis infantiles pensamientos la idea de que nunca se me hubiera ocurrido pensar que no era inmortal, que esas cosas no le pueden pasar a personas tan queridas, tan adoradas, tan idolatradas como él. Pensando que debía de ser un error. Que ese martes o ese jueves por la noche, cuando encendiera la televisión, él y El Hombre y la Tierra iban a seguir donde siempre, como siempre, para siempre. En definitiva, dando otro doloroso paso hacia la vida adulta y su inamovible realidad. Por muchas vueltas que le diera.
Ahora, después de 44 años, es buen momento para darle las gracias, por lo menos de mi parte. Las gracias por algunas cosas que os puedo contar y por algunas otras que no sería capaz de describir.
Casi bastaría con el grato recuerdo de mi familia al completo, mi madre, mis tres hermanos y yo, juntos y por unos breves momentos en paz y armonía delante de la televisión, esperando al unísono aquella familiar sintonía y aquel no menos familiar ‘queridos amigos de la fauna ibérica…’, aquellos minutos de comunión con quizás el único personaje que nos unía y con el cual no había división. Aquel ser magnético que nos mostraba las maravillas de la naturaleza como nadie nos las había mostrado nunca, que nos hacía verla de una manera que nunca antes habíamos visto.
Quizás bastaría con pensar, desde la perspectiva que da el pasar de los años, como me hizo cambiar mi manera de ver a los animales, de ver la naturaleza. Para un nieto y sobrino de cazadores, esos animales que me descubría, nunca habían sido apenas más que objetos para travesuras, juguetes ideados para mis perversidades infantiles o más adelante, objetivos que abatir y llevar a la cazuela en bonitas correrías por los montes en compañía de mi abuelo o mi tío, recuerdos de jornadas de cacería. Impersonales, desdibujados, sin identidad o valor para mi mente infantil. Félix me regaló otra perspectiva, otra manera de verlos y de sentirlos aunque no fuera consciente de ello hasta mucho después. Poco a poco, su poderoso magnetismo televisivo me fue llevando a dotarlos de una identidad, de un valor, de ir descubriendo que no sólo estaban ahí para mi uso y disfrute maquiavélico, de hacer aflorar de manera lenta pero imparable la palabra respeto asociada a la naturaleza en mis noveles códigos de conducta. A fascinarme con esa otra vida oculta que se desarrollaba en madrigueras, nidos, en acantilados, cuevas ocultas o incluso en cualquier jardín.
Quizá bastaría con recordar que podría ser de los pocos ejercicios televisivos que resultaron ser verdaderamente educativos en aquellas épocas, no sólo por su poder divulgativo, que seguro que lo tiene, sino porque era una poderosa arma en manos de mi madre para obligarme a estudiar, un arma inapelable, sin posibilidad de réplica o escaqueo. No había mejor amenaza que quedarme sin El Hombre y la Tierra si no acababa mis deberes y tareas escolares. Una amenaza contra la que no se podía luchar. Una de las pocas armas realmente efectivas con las que contaba mi madre en el diario forcejeo por educar a sus asilvestrados retoños.
En el intenso período de tiempo que duraba cada emisión del programa era absorbido por la voz de Félix, esa voz tan característica e inconfundible, teatral, épica, paternal, tierna, dramática. Quedaba hipnotizado por la descripción de la pequeña gran historia que nos narraba en cada aparición, me deslizaba a ese otro mundo hasta ahora desconocido y poblado de memorables personajes de la fauna ibérica.
Desde el maldito y terrible mundo del redimido lobo de los cuentos más pavorosos envuelto en épicas bandas sonoras, las majestuosas vidas y vuelos de las espectaculares rapaces, desde el águila imperial pasando por el azor o el magnífico halcón peregrino, de hacernos apreciar la belleza de un ave tan menospreciada y necesaria como el buitre, o el conmovedor relato de la intensa vida y muerte del gran macho de cabra montés, la difícil vida del precioso lince o la increíble historia de ese alimoche rompiendo huevos con piedras, pasando por las más humildes vidas del pequeño y adorable lirón careto, las frenéticas correrías del hurón o la comadreja, la belleza de un tímido depredador como la gineta, las mil y una muertes del pequeño ratón de campo o el huidizo conejo o de menudas rapaces nocturnas como el autillo. Sentados en la cómoda platea de nuestro sofá observábamos sin perder detalle a través del ojo de la cámara ese mundo oculto, esa naturaleza que empezábamos a comprender. Cómodamente sentados mientras ese prestidigitador nos hipnotizaba y nos inoculaba esa pasión que traspasaba la pantalla, ese amor y respeto hasta ese momento desconocido como nadie había conseguido hasta esa fecha. No hacía partícipes de esa increíble odisea de vida y muerte que se desarrollaba todos los días en lugares no tan lejanos, en todos los rincones de su querida fauna ibérica. Un mundo real que superaba cualquier cuento infantil. Unas historias bellas, trágicas, conmovedoras que iban instruyendo nuestras pequeñas y receptivas mentes encaminándolas al respeto y el amor por la naturaleza.
Sigue en spoiler.
Aún me recuerdo brumosamente, poco después de enterarme de la noticia de su muerte, sentado en algún lugar solitario de la casa de mis abuelos, repleto de esa inocente tristeza infantil, de esa incómoda angustia dentro del cuerpo, a punto de llorar si no lloraba, con la cabeza dando vueltas y vueltas, meditando, cavilando, intentando asimilar y comprender que no volvería a verlo ni a escucharlo, que Félix ya no estaba, que alguien como él podía morir, que no iba a estar siempre allí. Intentando acomodar en mis infantiles pensamientos la idea de que nunca se me hubiera ocurrido pensar que no era inmortal, que esas cosas no le pueden pasar a personas tan queridas, tan adoradas, tan idolatradas como él. Pensando que debía de ser un error. Que ese martes o ese jueves por la noche, cuando encendiera la televisión, él y El Hombre y la Tierra iban a seguir donde siempre, como siempre, para siempre. En definitiva, dando otro doloroso paso hacia la vida adulta y su inamovible realidad. Por muchas vueltas que le diera.
Ahora, después de 44 años, es buen momento para darle las gracias, por lo menos de mi parte. Las gracias por algunas cosas que os puedo contar y por algunas otras que no sería capaz de describir.
Casi bastaría con el grato recuerdo de mi familia al completo, mi madre, mis tres hermanos y yo, juntos y por unos breves momentos en paz y armonía delante de la televisión, esperando al unísono aquella familiar sintonía y aquel no menos familiar ‘queridos amigos de la fauna ibérica…’, aquellos minutos de comunión con quizás el único personaje que nos unía y con el cual no había división. Aquel ser magnético que nos mostraba las maravillas de la naturaleza como nadie nos las había mostrado nunca, que nos hacía verla de una manera que nunca antes habíamos visto.
Quizás bastaría con pensar, desde la perspectiva que da el pasar de los años, como me hizo cambiar mi manera de ver a los animales, de ver la naturaleza. Para un nieto y sobrino de cazadores, esos animales que me descubría, nunca habían sido apenas más que objetos para travesuras, juguetes ideados para mis perversidades infantiles o más adelante, objetivos que abatir y llevar a la cazuela en bonitas correrías por los montes en compañía de mi abuelo o mi tío, recuerdos de jornadas de cacería. Impersonales, desdibujados, sin identidad o valor para mi mente infantil. Félix me regaló otra perspectiva, otra manera de verlos y de sentirlos aunque no fuera consciente de ello hasta mucho después. Poco a poco, su poderoso magnetismo televisivo me fue llevando a dotarlos de una identidad, de un valor, de ir descubriendo que no sólo estaban ahí para mi uso y disfrute maquiavélico, de hacer aflorar de manera lenta pero imparable la palabra respeto asociada a la naturaleza en mis noveles códigos de conducta. A fascinarme con esa otra vida oculta que se desarrollaba en madrigueras, nidos, en acantilados, cuevas ocultas o incluso en cualquier jardín.
Quizá bastaría con recordar que podría ser de los pocos ejercicios televisivos que resultaron ser verdaderamente educativos en aquellas épocas, no sólo por su poder divulgativo, que seguro que lo tiene, sino porque era una poderosa arma en manos de mi madre para obligarme a estudiar, un arma inapelable, sin posibilidad de réplica o escaqueo. No había mejor amenaza que quedarme sin El Hombre y la Tierra si no acababa mis deberes y tareas escolares. Una amenaza contra la que no se podía luchar. Una de las pocas armas realmente efectivas con las que contaba mi madre en el diario forcejeo por educar a sus asilvestrados retoños.
En el intenso período de tiempo que duraba cada emisión del programa era absorbido por la voz de Félix, esa voz tan característica e inconfundible, teatral, épica, paternal, tierna, dramática. Quedaba hipnotizado por la descripción de la pequeña gran historia que nos narraba en cada aparición, me deslizaba a ese otro mundo hasta ahora desconocido y poblado de memorables personajes de la fauna ibérica.
Desde el maldito y terrible mundo del redimido lobo de los cuentos más pavorosos envuelto en épicas bandas sonoras, las majestuosas vidas y vuelos de las espectaculares rapaces, desde el águila imperial pasando por el azor o el magnífico halcón peregrino, de hacernos apreciar la belleza de un ave tan menospreciada y necesaria como el buitre, o el conmovedor relato de la intensa vida y muerte del gran macho de cabra montés, la difícil vida del precioso lince o la increíble historia de ese alimoche rompiendo huevos con piedras, pasando por las más humildes vidas del pequeño y adorable lirón careto, las frenéticas correrías del hurón o la comadreja, la belleza de un tímido depredador como la gineta, las mil y una muertes del pequeño ratón de campo o el huidizo conejo o de menudas rapaces nocturnas como el autillo. Sentados en la cómoda platea de nuestro sofá observábamos sin perder detalle a través del ojo de la cámara ese mundo oculto, esa naturaleza que empezábamos a comprender. Cómodamente sentados mientras ese prestidigitador nos hipnotizaba y nos inoculaba esa pasión que traspasaba la pantalla, ese amor y respeto hasta ese momento desconocido como nadie había conseguido hasta esa fecha. No hacía partícipes de esa increíble odisea de vida y muerte que se desarrollaba todos los días en lugares no tan lejanos, en todos los rincones de su querida fauna ibérica. Un mundo real que superaba cualquier cuento infantil. Unas historias bellas, trágicas, conmovedoras que iban instruyendo nuestras pequeñas y receptivas mentes encaminándolas al respeto y el amor por la naturaleza.
Sigue en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
También he leído y escuchado con el paso de los años que mi héroe además tenía sus detractores, como todo héroe que se precie, que se hablaba de lados oscuros, de que todo eran montajes teatrales, de que su métodos no eran demasiado ortodoxos y muy discutibles. Su parte de razón tendrán, supongo. E incluso fue el dudoso inspirador de alguna moña e insufrible canción a dúo que nos taladró a todos los de mi generación del Mazinger Z. Yo nada veía ni entendía de eso en mi tierna infancia y ahora, ya no tan tierno, tampoco me quiero meter en esa eterna discusión filosófica de si el fin justifica los medios o no. Es más, me importa una mierda a día de hoy. O en todo caso y desde mi punto de vista, sí se justificaban.
Quede claro que aquí hablo de mi opinión y no en nombre de nadie. De mi visión y mi vivencia sobre este personaje de mi infancia que tanto me marcó. De su trabajo y el de todo su equipo y de ese enfoque visionario y revolucionario de lo que debía ser un documental sobre la naturaleza y la fauna de nuestro país. Es posible que ese amor por la naturaleza del que ahora presumo se hubiera desarrollado por si sólo con el paso de los años, que estuviera siempre ahí y tarde o temprano aparecería. Es posible. Pero las cosas fueron como fueron y el amigo Félix estaba allí, en ese momento y de una manera que nadie había imaginado antes, con sus errores e imperfecciones, pero con un resultado indiscutible, potente y creo que casi imborrable. De su mano aprendí ese mensaje de respeto, ese amor, esa fascinación que su prestidigitadora voz nos traía con cada historia, con cada programa, con cada uno de sus entrañables personajes de nuestra fauna de los que me quedaba prendado.
Ahora, 44 años después, recuerdo muy bien como me hubiera gustado ser como él y vivir sus aventuras con esa misma pasión. De como soñaba tener uno de esos cuadernos de campo donde dibujar a todos y cada uno de esos bichos que observaba. Me doy perfecta cuenta de como hizo cambiar mi visión de los animales, de toda la naturaleza y mi manera de relacionarme con ella con mano firme en el timón, sin dudas en el rumbo. Recuerdo perfectamente el magnetismo de ese gran comunicador y divulgador que era Félix Rodríguez de la Fuente, capaz de disipar la frontera de la pantalla para hacernos partícipes de su pasión, para acercarnos y mostrarnos el por qué esos protagonistas de sus programas merecían ese respeto del que muchos carecíamos en esos momentos de nuestra infancia. Ahora, 44 años después, aunque tarde, le dedico estas palabras como sentido homenaje y le doy las gracias por su labor allí donde esté. En definitiva, por hacerme un poco mejor persona.
Quede claro que aquí hablo de mi opinión y no en nombre de nadie. De mi visión y mi vivencia sobre este personaje de mi infancia que tanto me marcó. De su trabajo y el de todo su equipo y de ese enfoque visionario y revolucionario de lo que debía ser un documental sobre la naturaleza y la fauna de nuestro país. Es posible que ese amor por la naturaleza del que ahora presumo se hubiera desarrollado por si sólo con el paso de los años, que estuviera siempre ahí y tarde o temprano aparecería. Es posible. Pero las cosas fueron como fueron y el amigo Félix estaba allí, en ese momento y de una manera que nadie había imaginado antes, con sus errores e imperfecciones, pero con un resultado indiscutible, potente y creo que casi imborrable. De su mano aprendí ese mensaje de respeto, ese amor, esa fascinación que su prestidigitadora voz nos traía con cada historia, con cada programa, con cada uno de sus entrañables personajes de nuestra fauna de los que me quedaba prendado.
Ahora, 44 años después, recuerdo muy bien como me hubiera gustado ser como él y vivir sus aventuras con esa misma pasión. De como soñaba tener uno de esos cuadernos de campo donde dibujar a todos y cada uno de esos bichos que observaba. Me doy perfecta cuenta de como hizo cambiar mi visión de los animales, de toda la naturaleza y mi manera de relacionarme con ella con mano firme en el timón, sin dudas en el rumbo. Recuerdo perfectamente el magnetismo de ese gran comunicador y divulgador que era Félix Rodríguez de la Fuente, capaz de disipar la frontera de la pantalla para hacernos partícipes de su pasión, para acercarnos y mostrarnos el por qué esos protagonistas de sus programas merecían ese respeto del que muchos carecíamos en esos momentos de nuestra infancia. Ahora, 44 años después, aunque tarde, le dedico estas palabras como sentido homenaje y le doy las gracias por su labor allí donde esté. En definitiva, por hacerme un poco mejor persona.
Más sobre Pachi67
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here