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Críticas ordenadas por utilidad
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6,4
206
7
20 de noviembre de 2016
20 de noviembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Milena, una ama de casa que ha cumplido los 50 hace poco, de firmes convicciones religiosas, vive apaciblemente junto a su esposo, Vlada, constructor, en una zona residencial perteneciente a la clase alta, no lejos de Belgrado. Tiene tres hijos, pero con el matrimonio solo continúa viviendo la menor, Katerina, adolescente. Esa vida plácida de Milena cambiará cuando la detectan un cáncer de mama; al tiempo, descubre, al ver un vídeo casero, que su marido, durante la guerra civil, cometió crímenes de guerra.
Mirjana Karanovic, actriz muy célebre en su país desde hace más de 30 años (con Emir Kusturica trabajó en 'Papá está en viaje de negocios', 'Underground' y 'La vida es un milagro'), se estrena como directora con esta película, de la que también es coguionista, y lo hace de manera notable, con una dirección lineal y buen pulso. A pesar del drama que contiene el núcleo de esta obra, Karanovic nos la presenta en un tono costumbrista, reuniones de familia, con amistades, visitas a los hijos que viven independientes, participación en el coro femenino aficionado, problemas, y tragedias, de amigos y vecinos, los propios con su esposo e hijos.., si bien con la presencia permanente de su protagonista viviendo su doble drama, quien aceptará con resignación y valentía su enfermedad, y el enfrentarse a lo que esta le va a suponer; y, por otra parte, tomando una decisión valiente, conforme a la moral y a sus creencias, en relación a su marido, a sabiendas de que ello le va a llevar a una indeseada soledad cuando más necesitada va a estar de compañía y ayuda.
Mirjana Karanovic, actriz muy célebre en su país desde hace más de 30 años (con Emir Kusturica trabajó en 'Papá está en viaje de negocios', 'Underground' y 'La vida es un milagro'), se estrena como directora con esta película, de la que también es coguionista, y lo hace de manera notable, con una dirección lineal y buen pulso. A pesar del drama que contiene el núcleo de esta obra, Karanovic nos la presenta en un tono costumbrista, reuniones de familia, con amistades, visitas a los hijos que viven independientes, participación en el coro femenino aficionado, problemas, y tragedias, de amigos y vecinos, los propios con su esposo e hijos.., si bien con la presencia permanente de su protagonista viviendo su doble drama, quien aceptará con resignación y valentía su enfermedad, y el enfrentarse a lo que esta le va a suponer; y, por otra parte, tomando una decisión valiente, conforme a la moral y a sus creencias, en relación a su marido, a sabiendas de que ello le va a llevar a una indeseada soledad cuando más necesitada va a estar de compañía y ayuda.

6,7
4.509
6
17 de noviembre de 2015
17 de noviembre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un guerrero, una mujer joven y una niña de nueve años, los tres tamiles, de Sri Lanka, sin ningún parentesco entre ellos, darán el salto a Europa, de una manera que no se explica bien y muy poco veraz; en concreto a un suburbio de París, desde un campo de refugiados del sur de India. La especie de gueto donde son alojados, entre otros seres tan desclasados como ellos, indicará que nada bueno les puede esperar en su nueva experiencia de vida, a pesar de sus esfuerzos porque así sea o de huir.
Jacques Audiard nos sumerge en un inframundo de refugiados en Europa, trata de contarnos muchas cosas, en las que la violencia está siempre presente, en lo referente a historias personales de los protagonistas, así como del duro entorno en el que viven, pero lo hace de una manera bastante imprecisa, como si en vez de un pincel utilizase una brocha, hasta tal punto que el único personaje medianamente perfilado es el del ex guerrero, pues desconoceremos, de los otros dos, todo de ellas, salvo que la mujer tiene una prima en Inglaterra y que la niña, huérfana, estaba al cuidado de una tía en el campo de refugiados.
En resumen, un buen argumento, pero un guion muy discreto, con una dirección muy mejorable, las elipsis son muy bruscas, demasiado abstractas, el espectador tiene que hacer un buen ejercicio de imaginación para dejar compuesta la totalidad de la exposición, pues hay incluso pasajes en los que parece que el metraje se ha cortado, dada la falta de explicación o final de lo empezado a narrar. Lo mejor de esta película, a mi parecer, son las interpretaciones, llenas de gran naturalidad.
Jacques Audiard nos sumerge en un inframundo de refugiados en Europa, trata de contarnos muchas cosas, en las que la violencia está siempre presente, en lo referente a historias personales de los protagonistas, así como del duro entorno en el que viven, pero lo hace de una manera bastante imprecisa, como si en vez de un pincel utilizase una brocha, hasta tal punto que el único personaje medianamente perfilado es el del ex guerrero, pues desconoceremos, de los otros dos, todo de ellas, salvo que la mujer tiene una prima en Inglaterra y que la niña, huérfana, estaba al cuidado de una tía en el campo de refugiados.
En resumen, un buen argumento, pero un guion muy discreto, con una dirección muy mejorable, las elipsis son muy bruscas, demasiado abstractas, el espectador tiene que hacer un buen ejercicio de imaginación para dejar compuesta la totalidad de la exposición, pues hay incluso pasajes en los que parece que el metraje se ha cortado, dada la falta de explicación o final de lo empezado a narrar. Lo mejor de esta película, a mi parecer, son las interpretaciones, llenas de gran naturalidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final feliz chirría demasiado después de tanto drama sin factible salida.
29 de mayo de 2015
29 de mayo de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera película de la trilogía sobre el sentido de la vida en la que su director y guionista, Roy Andersson, tratando la realidad desde el punto de vista del absurdo, de lo grotesco, nos muestra de forma inmejorable el dolor, la inanidad y la miseria de la existencia humana, en la llamada civilización occidental, al término del segundo milenio.
Sobriedad, nada exenta de dificultad, en la dirección del director sueco, así como en la composición de las imágenes y los caricaturescos personajes, todos interpretados con total ausencia de efectos de cara a la galería y sí con reducido número de gestos, lo que le da a la historia e intrahistorias que se nos muestran absoluta verosimilitud dentro del absurdo, surrealista y onírico, a la vez que real, mundo expuesto.
La apagada y gris luz con que se rueda ayuda en gran manera a crear el ambiente en que se sumerge al espectador.
Sobriedad, nada exenta de dificultad, en la dirección del director sueco, así como en la composición de las imágenes y los caricaturescos personajes, todos interpretados con total ausencia de efectos de cara a la galería y sí con reducido número de gestos, lo que le da a la historia e intrahistorias que se nos muestran absoluta verosimilitud dentro del absurdo, surrealista y onírico, a la vez que real, mundo expuesto.
La apagada y gris luz con que se rueda ayuda en gran manera a crear el ambiente en que se sumerge al espectador.

7,3
6.720
10
13 de diciembre de 2014
13 de diciembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
1932, en algún lugar de la costa californiana, en plena Gran Depresión, se celebra uno de los habituales, por esa época, maratones de baile. A ellos acuden parejas participantes muy necesitadas de dinero, si no llegan a obtener el premio (1500 dólares en el caso que nos ocupa) al menos recibirán la comida durante el tiempo que estén concursando y, si realizan algún número artístico de cara al público, pueden recoger las monedas que éste les tire, incluso, si llegan a participar durante un tiempo considerable, pueden ser patrocinados por algún empresario local del que lucirán su ropa con su nombre. La lucha será a muerte o, al menos, hasta la extenuación. La acción se centra en cuatro parejas y en el organizador y presentador del evento.
En esta película se nos describe perfectamente la necesidad que pasó una buena parte de la población estadounidense en la época de la Gran Depresión, materializada en los personajes de esos bailarines sometidos a la dureza casi inhumana de ese concurso de resistencia. La bajeza moral de quien juega con sus ilusiones basadas en su necesidad perentoria de subsistir, la miseria en que algunos de ellos mismos llegan a caer por pura necesidad y hasta el final del ser humano no dispuesto a sufrir más o incapaz de hacerlo; todo ello queda soberbiamente reflejado aquí.
Sydney Pollack, basándose en la novela homónima, 'They shoot horses, don't they?' (título en inglés de la película) realiza un magistral ejercicio de dirección en el que además de maravillosos travellings utiliza el poco habitual, por entonces, flashforward (escenas del futuro de la narración). Es curioso resaltar que esta película, con nueve nominaciones a los oscars, no fuera aspirante a tal premio en el apartado de mejor película aun siéndolo en el de mejor dirección y mejor guion adaptado.
En esta película se nos describe perfectamente la necesidad que pasó una buena parte de la población estadounidense en la época de la Gran Depresión, materializada en los personajes de esos bailarines sometidos a la dureza casi inhumana de ese concurso de resistencia. La bajeza moral de quien juega con sus ilusiones basadas en su necesidad perentoria de subsistir, la miseria en que algunos de ellos mismos llegan a caer por pura necesidad y hasta el final del ser humano no dispuesto a sufrir más o incapaz de hacerlo; todo ello queda soberbiamente reflejado aquí.
Sydney Pollack, basándose en la novela homónima, 'They shoot horses, don't they?' (título en inglés de la película) realiza un magistral ejercicio de dirección en el que además de maravillosos travellings utiliza el poco habitual, por entonces, flashforward (escenas del futuro de la narración). Es curioso resaltar que esta película, con nueve nominaciones a los oscars, no fuera aspirante a tal premio en el apartado de mejor película aun siéndolo en el de mejor dirección y mejor guion adaptado.
8
21 de febrero de 2014
21 de febrero de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La bailarina, cantante y coreógrafa, Marta Cunningham, dirige por primera vez un documental.
Lawrence King, estudiante de 15 años, murió a consecuencia de dos disparos que un compañero suyo, un año menor que él, pero mucho más corpulento, Brandon McInernary, efectuó, por la espalda, sobre su cabeza. Ello ocurrió, en Febrero de 2008, en la localidad californiana de Oxnard.
La historia se puede resumir en que Lawrence King era un chico que iba camino de ser transexual y que en su escuela había dado muestra de ello, eligió como 'pareja', en un acto de cara a San Valentin, a Brandon, heterosexual y admirador de, al menos, la parafernalia nazi; y ello motivó la reacción criminal de éste. Víctima y verdugo procedían de familias desestructuradas.
El documental trata lo anterior, pero no se queda ahí, ni mucho menos, pues tras entrevistar a compañeros de los dos protagonistas de la historia, profesores, familiares y abogados de ambas partes, a lo largo de tres años, desde 2009 (un año después del suceso) hasta 2012, fecha del segundo y definitivo juicio a Brandon McInernary, veremos, en primer lugar, como a un niño de 14 años se le juzgará como a un adulto; y, en segundo lugar, cómo, incluso dentro del jurado, la sociedad trata de hacer creer que ese crimen no fue premeditado y, además, lo trata de justificar por el hecho de que la víctima se maquillara y vistiera de chica el día que le gastó la broma, que resultaría fatídica para él, a su compañero Brandon, este juicio social motivado por homofobia y racismo, el autor del crimen y la totalidad del jurado eran blancos, y la víctima mulato.
Ante un hecho tan consumado de premeditación en ese crimen la mitad del jurado trata de verlo como homicidio involuntario, lo que hace que el juicio se tenga que volver a repetir. Magnífica la secuencia en la que tres miembros del jurado tratan de justificar los hechos, e incluso, junto a tres compañeros más de dicho jurado, iniciaron una campaña a favor de la absolución de Brandon una vez que el juicio fue declarado nulo.
El documental pone de manifiesto la homofobia existente en esa sociedad, no puntualiza sobre el racismo, y deja un tristísimo sabor en el espectador. Queda claro también el modo en que se juzga a un niño de 14 años, a quien, tras pasar 4 años en un correccional de menores, le quedará por cumplir una larga condena en prisión.
Lawrence King, estudiante de 15 años, murió a consecuencia de dos disparos que un compañero suyo, un año menor que él, pero mucho más corpulento, Brandon McInernary, efectuó, por la espalda, sobre su cabeza. Ello ocurrió, en Febrero de 2008, en la localidad californiana de Oxnard.
La historia se puede resumir en que Lawrence King era un chico que iba camino de ser transexual y que en su escuela había dado muestra de ello, eligió como 'pareja', en un acto de cara a San Valentin, a Brandon, heterosexual y admirador de, al menos, la parafernalia nazi; y ello motivó la reacción criminal de éste. Víctima y verdugo procedían de familias desestructuradas.
El documental trata lo anterior, pero no se queda ahí, ni mucho menos, pues tras entrevistar a compañeros de los dos protagonistas de la historia, profesores, familiares y abogados de ambas partes, a lo largo de tres años, desde 2009 (un año después del suceso) hasta 2012, fecha del segundo y definitivo juicio a Brandon McInernary, veremos, en primer lugar, como a un niño de 14 años se le juzgará como a un adulto; y, en segundo lugar, cómo, incluso dentro del jurado, la sociedad trata de hacer creer que ese crimen no fue premeditado y, además, lo trata de justificar por el hecho de que la víctima se maquillara y vistiera de chica el día que le gastó la broma, que resultaría fatídica para él, a su compañero Brandon, este juicio social motivado por homofobia y racismo, el autor del crimen y la totalidad del jurado eran blancos, y la víctima mulato.
Ante un hecho tan consumado de premeditación en ese crimen la mitad del jurado trata de verlo como homicidio involuntario, lo que hace que el juicio se tenga que volver a repetir. Magnífica la secuencia en la que tres miembros del jurado tratan de justificar los hechos, e incluso, junto a tres compañeros más de dicho jurado, iniciaron una campaña a favor de la absolución de Brandon una vez que el juicio fue declarado nulo.
El documental pone de manifiesto la homofobia existente en esa sociedad, no puntualiza sobre el racismo, y deja un tristísimo sabor en el espectador. Queda claro también el modo en que se juzga a un niño de 14 años, a quien, tras pasar 4 años en un correccional de menores, le quedará por cumplir una larga condena en prisión.
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