El libro es precioso, el cómic lo mismo, la pelicula original impresionante. Este remake ambientado en la época actual pierde mucho de la esencia original. El reparto lo encabezan grandes nombres pero me sigo quedando con la historia en blanco y negro.

Preciosa pelicula que te deja con la sonrisa en la boca y una agradable sensación al final. Ojalá todos los niños del mundo tuvieran el corazón tan lleno de buenos sentimientos y solidaridad hacia los demás como el pequeño Damian. El actor Alexander Etel llena la pantalla y da frescura a la historia.

Supongo que en EEUU esta película particularmente pegaría más fuerte que en España. No sólo por el tipo de música (para mí desconocida) sino por los personajes, típicamente americanos: salidos del profundo sur de familias de clase baja con toda clase de desgracias que consiguen encauzar su suerte gracias a una canción (luego llegaron muchas más) hasta llegar a ser reconocidos y admirados. De esa desgraciada vida familiar viene la negrura en el vestuario de Cash. Un músico algo agonías, todo hay que decirlo. ¿Eso viene de fábrica? ¿cantante de éxito + trauma familiar?

La película es entretenida pero quizá algo tópica porque recorre etapas que ya han sido mostradas en películas del mismo género previamente.

Es curioso ver a algunos secundarios interpretando a grandes estrellas del rock and roll, Elvis, Jerry Lee Lewis, que ya tuvieron su película-biopic particular.

A destacar el cambio de registro de la rubia Reese, en este caso morena, a la que siempre veíamos en papeles de rubia tontita graciosa, interpretando a una joven, madura y algo atormentada futura mujer de Cash.

Mucho nombre conocido pero el resultado es una historia lenta, larga, gris, la fotografía influye, sin ritmo, los actores hablan casi con desgana y no transmiten apenas nada al espectador, con historias extrañas de mentiras, ocultaciones, autoengaños, vidas anodinas que cuando acaba da la sensación de no haber visto una película.

Remake de la estupenda HISTORIAS DE FILADELFIA, añadiendo un toque de color y las canciones de LA VOZ, Frank Sinatra. Pero tanta canción intercalada interrumpe y retrasa la historia, que engancha más si la protagonista es Kathe Hepburn. Grace Kelly se presenta demasiado princesa divina como para apreciarla.