Para los que disfrutamos de Shetland, esta es una oportunidad de seguir disfrutando de las tramas bien traídas de Ann Cleeves desarrolladas en paisajes rurales, lejos de las rodadas en el clamor de Londres. Basada en una novela que preludia ser el comienzo de una larga serie, con un nuevo detective muy diferente a Pérez que introduce un elemento de modernidad en la personalidad de los detectives al uso, la historia engancha al espectador y le deja con ganas de más. Ojalá la expectativa se cumpla.

El título resume la sensación que se tiene al ver la serie. Uno quiere saber qué pasa, y los constantes giros, la aparición de distintos personajes y sus propias peripecias mantienen la atención todo el rato. Es verdad que tiene un cierto parecido con otras series o películas. Los muy ricos sin escrúpulos, las grandes farmacéuticas, las mansiones, los chicos y chicas guapos y sin despeinar en su mayoría...todo ello ha aparecido una y otra vez en las pantallas. Evidentemente hay nuevos elementos que mantienen al espectador pegado a la que tiene delante, y es por ello que la serie interesa y entretiene a pesar de que no será sino una más. Como dice el título original, te engaña una vez, pero no dos veces.

Una nueva versión de Cenicienta ambientada entre Nueva York y un supuesto país lejano. Príncipe encuentra chica normal, rozando lo vulgar, y descubre que hay un mundo fuera de palacio. La historia resulta anacrónica y repetida hasdta la saciedad, sin que aporte nada nuevo e incluso exagerando la nota en los numerosos chillidos histéricos de las amigas de la Cenicienta en cuestión. Todo ocurre en un país inventado y en un tiempo inventado. Ninguna figura real vive ya de ese modo, ni quedan países casi medievales con príncipes por casar que ignoren la realidad.

Disiento de las buenas críticas que ha recibido la cinta. Tal vez porque se ha querido dar una dimensión entre moderna y atemporal a un relato medieval para darle una pátina trascendente. No queda ni en relato de aventura caballeresca como pasó con versiones anteriores, ni llega a la altura de la tragedia griega como parece pretender. La falta de hazañas, de acción y de guión se suple con escenas que se alargan innecesariamente y resultan un tanto soporíferas. La falta de aventuras acaba en desventura.

Una buena mezcla de intriga de postguerra, de arte y de trama judicial que resulta algo confusa al principio y mejora a medida que la película avanza. Los personajes están bien dibujados si bien resultan un tanto estereotipados y previsibles. Básicamente la película entretiene, pero realza al mismo tiempo la sed de venganza, la volubilidad de la masa y la dudosa honestidad de los críticos de arte que hunden o ensalzan a capricho y que pueden llegar a manipular la verdad. Al final, tanto en la vida como en el arte se trata de distinguir si una actitud o una obra es verdadera o falsa. Basada en hechos reales, tampoco sabemos si lo que se nos cuenta es la verdad.