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5,8
4.049
4
3 de noviembre de 2021
3 de noviembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguro que han visto, en esos refritos de vídeos antiguos, imágenes de un delantero fallando un gol cantado delante de la portería rival. La voz del narrador suele encargarse de acentuar el dramatismo del patinazo. Algunas de las ocasiones son tan claras que la carrera del futbolista queda marcada por ese error. Exceso de confianza, demasiadas opciones, falta de temple… cada cagada tiene su motivo, pero lo que está claro es que cuando la gloria se desvanece el aroma de vergüenza que queda flotando en el ambiente es difícil de emplumárselo a otro.
Alguien pensará, ¿todo este preámbulo para decir que Operación Final es un truño de cuidado? Bueno, es que la película tiene más delito que habernos hecho perder dos horas de nuestra vida. Era una historia con posibilidades. Podría haberse tirado por el camino de la acción pura y dura y haber salido un trabajo digno. La opción de la confrontación psicológica entre verdugos y victimas también podría haber alcanzado un buen puerto. Incluso, aunque hubiese seguido con rigor la senda meramente histórica, se hubiera conseguido una cinta respetable. Pero la indecisión y mal gusto de los señores Orton (guionista) y Weitz (director) han parido un producto al que difícilmente se le pueda catalogar como película, en el sentido bueno de la palabra.
A la historia, como ya he adelantado, se le apagaron las luces al pisar área. La cantidad de caminos por los que podría haber avanzado el argumento ha abrumado al guionista que, a la tercera escena, ya solo espera que alguien de su esquina tire de una vez la toalla. El miedo a equivocarse que tiene el escritor se condensa de cada línea del guion y eso ya no hay director que lo seque. Lo más honrado que podría haber hecho Weitz es haber tirado de dignidad y dejar que otro se bebiese ese cáliz; aunque el estómago y la cuenta no hacen buenas migas con los remilgos idealistas y eso hay que respetarlo.
El resto de la producción ya es un hondar en la herida sin miramientos. Parece más un sabotaje o una venganza grupal que un intento serio de hacer una película. ¿Ejemplos? El protagonista es un George Clooney de Aliexpress totalmente prescindible que podría ser sustituido por un gato de escayola en cada fotograma sin que nadie se diese cuenta. El resto de compinches también son intercambiables por cualquier objeto inanimado que tenga usted a mano. Y luego llegamos a Ben Kingsley y sus contornos. Por contornos me refiero al niñ@ de seis años encargado de maquillar al Eichmann de retirada, así como al creador del guiñol del Eichmann nazi a tiempo completo. Si esto del cine no le sale a cuenta al maestro del látex seguro que encuentra su sitio en algún museo de cera desde el que seguir tomándonos el pelo.
Pero vayamos al turrón. ¿Era necesario contar con Ben Kingsley para esta película? No ha sido ni bueno para él ni para la producción. ¿No era mejor buscar un actor con parecido a Eichmann al que no hubiera que dedicarle cuatro horas de maquillaje cada mañana antes de rodar? ¿Y qué ha ganado sir Kingsley con participar en este proyecto de fin de curso que ha subvencionado la Metro? Un tío con su pegada cinematográfica deforestando su legado como ya hicieron otros infames pirómanos como son Robert De Niro, Morgan Freeman y Tommy Lee Jones.
¿Pero la veo o no la veo? Mi consejo es que si a los que hicieron esta película no les importó una mierda el resultado no veo motivo para que tú malgaste tu tiempo viéndola.
Alguien pensará, ¿todo este preámbulo para decir que Operación Final es un truño de cuidado? Bueno, es que la película tiene más delito que habernos hecho perder dos horas de nuestra vida. Era una historia con posibilidades. Podría haberse tirado por el camino de la acción pura y dura y haber salido un trabajo digno. La opción de la confrontación psicológica entre verdugos y victimas también podría haber alcanzado un buen puerto. Incluso, aunque hubiese seguido con rigor la senda meramente histórica, se hubiera conseguido una cinta respetable. Pero la indecisión y mal gusto de los señores Orton (guionista) y Weitz (director) han parido un producto al que difícilmente se le pueda catalogar como película, en el sentido bueno de la palabra.
A la historia, como ya he adelantado, se le apagaron las luces al pisar área. La cantidad de caminos por los que podría haber avanzado el argumento ha abrumado al guionista que, a la tercera escena, ya solo espera que alguien de su esquina tire de una vez la toalla. El miedo a equivocarse que tiene el escritor se condensa de cada línea del guion y eso ya no hay director que lo seque. Lo más honrado que podría haber hecho Weitz es haber tirado de dignidad y dejar que otro se bebiese ese cáliz; aunque el estómago y la cuenta no hacen buenas migas con los remilgos idealistas y eso hay que respetarlo.
El resto de la producción ya es un hondar en la herida sin miramientos. Parece más un sabotaje o una venganza grupal que un intento serio de hacer una película. ¿Ejemplos? El protagonista es un George Clooney de Aliexpress totalmente prescindible que podría ser sustituido por un gato de escayola en cada fotograma sin que nadie se diese cuenta. El resto de compinches también son intercambiables por cualquier objeto inanimado que tenga usted a mano. Y luego llegamos a Ben Kingsley y sus contornos. Por contornos me refiero al niñ@ de seis años encargado de maquillar al Eichmann de retirada, así como al creador del guiñol del Eichmann nazi a tiempo completo. Si esto del cine no le sale a cuenta al maestro del látex seguro que encuentra su sitio en algún museo de cera desde el que seguir tomándonos el pelo.
Pero vayamos al turrón. ¿Era necesario contar con Ben Kingsley para esta película? No ha sido ni bueno para él ni para la producción. ¿No era mejor buscar un actor con parecido a Eichmann al que no hubiera que dedicarle cuatro horas de maquillaje cada mañana antes de rodar? ¿Y qué ha ganado sir Kingsley con participar en este proyecto de fin de curso que ha subvencionado la Metro? Un tío con su pegada cinematográfica deforestando su legado como ya hicieron otros infames pirómanos como son Robert De Niro, Morgan Freeman y Tommy Lee Jones.
¿Pero la veo o no la veo? Mi consejo es que si a los que hicieron esta película no les importó una mierda el resultado no veo motivo para que tú malgaste tu tiempo viéndola.
7
3 de noviembre de 2021
3 de noviembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Historia, cuando realmente puede presumir de serlo, debería tener un color gris, aunque eso no nos facilite las cosas. Y es gris porque las motivaciones, las hazañas y los personajes que se han hecho un hueco en sus páginas también son grises. Sería más cómodo para todos que hubiese una división cromática más férrea que facilitase distinguir lo bueno de lo malo. Pero lo que sucede es que, cuanto más rigurosa es la investigación del historiador, más gris se vuelve su relato y sus protagonistas. Mientras que el exceso de gris es asumible para un historiador, para un escritor puede suponer todo un sabotaje narrativo. Decidir lo que es blanco y lo que va a pintar de negro es un dilema al que tiene que enfrentarse el escritor en cada uno de sus relatos. Permanecer estático en el gris, en una especie de catenaccio literario, que no reporta gloria ni lectores.
Aunque esto no es del todo cierto. Gambino y di Maggio, los guionistas de este documental, optaron por una estrategia diferente para sacar adelante “Vendetta”. Ellos pusieron a disposición del gris todos los medios con los que contaban hasta convertirlo en el protagonista absoluto en cada uno los capítulos de la serie. Y es que el trabajo de estos dos italianos no consiste en elevar a los altares a un friki metido a periodista ni mandar a los infiernos a una jueza antimafia de mirada turbia. Lo que Gambino y di Maggio presentan al espectadores es una orgía de personajes sin color definido en la que la mejor opción es relajarse y disfrutar… y aprender. Aprender y reconocer que nosotros también somos grises como los que nos rodean, por lo que casi nunca es sencillo elegir el camino correcto y, mucho menos, a quién seguir.
Aunque esto no es del todo cierto. Gambino y di Maggio, los guionistas de este documental, optaron por una estrategia diferente para sacar adelante “Vendetta”. Ellos pusieron a disposición del gris todos los medios con los que contaban hasta convertirlo en el protagonista absoluto en cada uno los capítulos de la serie. Y es que el trabajo de estos dos italianos no consiste en elevar a los altares a un friki metido a periodista ni mandar a los infiernos a una jueza antimafia de mirada turbia. Lo que Gambino y di Maggio presentan al espectadores es una orgía de personajes sin color definido en la que la mejor opción es relajarse y disfrutar… y aprender. Aprender y reconocer que nosotros también somos grises como los que nos rodean, por lo que casi nunca es sencillo elegir el camino correcto y, mucho menos, a quién seguir.

8,5
36.617
9
8 de junio de 2015
8 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Ser o no ser" es una historia que parece estar ensamblada por un maestro relojero. Es precisa y bella. Una verdadera joya del sarcasmo de la que me cuesta creer que haya algún aficionado al cine que no goce
Los actores son simplemente geniales. No se me ocurre un solo "pero" ni uno sólo responsable de bajar el nivel interpretativo del film.
Dispuesto a entrar en polémica, me parece bastante mejor película que otra gran sátira del nazismo como fue "El Gran Dictador". Más elaborada, mejor interpretada pero sin tanta imagen icónica como la película de Chaplin, y creo que por eso este último se ha llevado el gato al agua en lo a que fama se refiere.
"Ser o no Ser" para mi es una película excelente, muy pero que muy recomendable, que no llega a ser obra maestra, poniéndonos muy pejigueros, porque en algunos momentos a alguien se le ha ido la mano con la tijera; especialmente notable, en lo que a hachazos del guión se refiere, es el atropellado final de la película.
Los actores son simplemente geniales. No se me ocurre un solo "pero" ni uno sólo responsable de bajar el nivel interpretativo del film.
Dispuesto a entrar en polémica, me parece bastante mejor película que otra gran sátira del nazismo como fue "El Gran Dictador". Más elaborada, mejor interpretada pero sin tanta imagen icónica como la película de Chaplin, y creo que por eso este último se ha llevado el gato al agua en lo a que fama se refiere.
"Ser o no Ser" para mi es una película excelente, muy pero que muy recomendable, que no llega a ser obra maestra, poniéndonos muy pejigueros, porque en algunos momentos a alguien se le ha ido la mano con la tijera; especialmente notable, en lo que a hachazos del guión se refiere, es el atropellado final de la película.
8
8 de mayo de 2015
8 de mayo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un gustazo ver esta peli-documental. La cinta es,en cierto modo, una de las pruebas empíricas más bonitas de la Teoría del Caos; la misma que afirma que el el aleteo de una mariposa en Tokyo puedo ocasionar un tornado en La Habana.
Otro tanto a favor que le veo a esta historia es que desmitifica la creencia de que "si eres bueno llegarás a la cima". No señores, no se engañen, la carretera es plagada de cadáveres excepcionales porque la vida no es un concurso de méritos. Al final, y por mucho que nos pueda resultar desalentador, tu talento y esfuerzo sólo son un par de variables en la ecuación del éxito; variables importantes. Sixto lo tenía todo, voz, letras, música, gente que creía en él y no cuajó....al menos no cuajó donde se esperaba. Esta película me reafirma en el hecho de desmitificar a los que están en la cima, muchos de ellos geniales, fantásticos y con el puntito de suerte que otros, tal vez igual de buenos o más, nunca han tenido y se dedican a desbrozar el cierre de las mansiones de los primeros.
Me ha parecido una película para los que aman la música o, para los que simplemente se reconfortan al ver como la vida, de vez en cuando, deja entrever su lado tierno.
Otro tanto a favor que le veo a esta historia es que desmitifica la creencia de que "si eres bueno llegarás a la cima". No señores, no se engañen, la carretera es plagada de cadáveres excepcionales porque la vida no es un concurso de méritos. Al final, y por mucho que nos pueda resultar desalentador, tu talento y esfuerzo sólo son un par de variables en la ecuación del éxito; variables importantes. Sixto lo tenía todo, voz, letras, música, gente que creía en él y no cuajó....al menos no cuajó donde se esperaba. Esta película me reafirma en el hecho de desmitificar a los que están en la cima, muchos de ellos geniales, fantásticos y con el puntito de suerte que otros, tal vez igual de buenos o más, nunca han tenido y se dedican a desbrozar el cierre de las mansiones de los primeros.
Me ha parecido una película para los que aman la música o, para los que simplemente se reconfortan al ver como la vida, de vez en cuando, deja entrever su lado tierno.

7,8
9.391
6
12 de octubre de 2021
12 de octubre de 2021
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La combinación de aburrimiento y líbido suele incitar a cometer muchas tonterías y en esta película se recogen unos cuantos ejemplos. El problema es que todas las malas decisiones que van tomando los protagonistas se suceden de un modo poco fluido y excesivamente lento. Se nota que es una cinta tribunera, más preocupada de transcender que de gustar. El resultado es la típica historia sobre paletos sureños y sus sórdidas andanzas que, al ser tratada con tanta condescendencia, solo sirve como Satisfyer para intelectualoides. Sobrevalorada y, lo peor, aburrida.
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