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7,2
1.365
9
11 de octubre de 2024
11 de octubre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La adaptación de Jane Eyre de 1943, dirigida por Robert Stevenson, es una de las versiones más destacadas de la novela de Charlotte Brontë. Si bien no es completamente fiel al texto original, logra capturar la esencia gótica y misteriosa de la obra. Orson Welles, en el papel de Mr. Rochester, entrega una actuación imponente, aunque su caracterización a veces puede opacar a Joan Fontaine, quien interpreta a Jane con una sensibilidad algo reservada. La película destaca por su atmósfera sombría, con una excelente fotografía en blanco y negro que realza el carácter opresivo de Thornfield Hall.
La música de Bernard Herrmann añade un toque melancólico que eleva las escenas clave, aportando una capa de intensidad emocional que complementa la narrativa.
A pesar de algunas licencias narrativas, la película se sostiene como un clásico del cine de época, ideal para quienes disfrutan del cine de los 40. Es una interpretación visualmente rica que sigue siendo una referencia obligada para los amantes de las adaptaciones literarias de la época.
"Esta casa es un calabozo, un sepulcro", dice el señor Rochester tras el incidente. Me ha llegado al corazón porque yo misma he conocido una casa así...
Me complace recordar que Orson Welles, ese gran actor y director de cine, ha estado en mi humilde ciudad de Fortaleza, en el nordeste de Brasil, justo un año antes de rodar esta película, en 1942 para grabar "It's All True", un documental nunca estrenado. La historia de Welles en Brasil puede ser conocida en este enlace de EL PAíS: https://elpais.com/internacional/2021-10-11/la-gesta-de-los-jangadeiros-brasilenos-que-conquistaron-a-orson-welles.html
La música de Bernard Herrmann añade un toque melancólico que eleva las escenas clave, aportando una capa de intensidad emocional que complementa la narrativa.
A pesar de algunas licencias narrativas, la película se sostiene como un clásico del cine de época, ideal para quienes disfrutan del cine de los 40. Es una interpretación visualmente rica que sigue siendo una referencia obligada para los amantes de las adaptaciones literarias de la época.
"Esta casa es un calabozo, un sepulcro", dice el señor Rochester tras el incidente. Me ha llegado al corazón porque yo misma he conocido una casa así...
Me complace recordar que Orson Welles, ese gran actor y director de cine, ha estado en mi humilde ciudad de Fortaleza, en el nordeste de Brasil, justo un año antes de rodar esta película, en 1942 para grabar "It's All True", un documental nunca estrenado. La historia de Welles en Brasil puede ser conocida en este enlace de EL PAíS: https://elpais.com/internacional/2021-10-11/la-gesta-de-los-jangadeiros-brasilenos-que-conquistaron-a-orson-welles.html

6,8
1.540
9
14 de agosto de 2024
14 de agosto de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película épica que sigue el viaje espiritual y personal de Stephen Fermoyle, un joven sacerdote interpretado por Tom Tryon. Hacía tiempo que no veía una película tan bella. Primero, por su contexto, el de la vida norteamericana de la primera mitad del siglo XX. Tiene lugar en Boston y trata la vida del Padre Fermoyle, que desde niño fue educado por su familia para ser un sacerdote, con tanto empeño por parte de padres y hermanos, que recibe el apodok de "cardenal" y, por méritos propios, de hecho llega a Cardenal. Segundo, por sus poderosas actuaciones, en particular, la de Tryon, quien ofrece una interpretación contenida pero profunda de un hombre dividido entre su deber eclesiástico y sus emociones humanas. Muestra la dificultad que encuentra un cristiano -- sí, cualquiera, no sólo un sacerdote -- de decir "no" al mundo y abrazar la fe Católica con todo el dolor que, a veces, supone. El Padre Fermoyle se encuentra con la necesidad de hacer elecciones en contextos en los que están involucradas cuestiones morales concernientes a la pobreza, a la enfermedad, al ecumenismo, al aborto, a las cuestiones raciales, a la guerra e, incluso, a la duda acerca de su propia vocación. Sale victorioso de todas las asechanzas del Demonio. Es una película para Católicos y también para no Católicos a quienes les gustan el análisis de las cuestiones morales de una forma general. Porque la vida de todos nosotros está llena de ellas. Y el cine nos ayuda a reflexionar sobre el tema y formarnos, preparándonos para reales situaciones de la vida.
9 de octubre de 2021
9 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película que nos muestra el mundo de los metaversos -- los mundos virtuales que intentan replicar la realidad a través de los juegos en un espacio colectivo y compartido --, y que serán parte de nuestras vidas en un futuro no muy distante. Si no tienes información acerca de la tecnología blockchain y de las criptomonedas perderás la oportunidad de comprender que lo que ves en la película no es fantasía, sino la realidad que está a la vuelta de la esquina.
9
8 de junio de 2019
8 de junio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De verdad que no entiendo la nota tan baja que le han dado a ese gran documental los críticos de Filmaffinity.
Se trata de una película que denuncia la completa falta de libertad en la Academia de Estados Unidos, donde el debate sobre ciertos temas está sencillamente prohibido hasta el punto de que aquellos que se atrevan a hablar sobre el asunto (la teoría del Diseño Inteligente en oposicion a la teoría de la Selección Natural) son llevados a la hoguera del despido y del asesinato de reputación.
Es interesante notar cómo los defensores del "statu quo" de esa Academia -- más inquisitorial que la mismísima falsa propaganda de la Inquisición que circula por los campi universitarios --, son también más fundamentalistas religiosos que aquellos a quienes comúnmente se les llaman "creacionistas" y a quienes se les rotula de retrógrados.
Sí, porque lo que queda claro con ese documental es que el evolucionismo, la defensa del darwinismo en la Academia científica, es hoy una verdadera religión con sus dogmas y sus dioses.
Excelente la escena en que Bem Stein, quien presenta la película, se postra ante la estatua de Charles Darwin, en la Down House -- la que fue la casa del naturalista inglés Charles Darwin y su familia -- en Londres. Simbolizando, así, la veneración que, durante hora y media de documental, el espectador ha notado ser el sentimiento que nutren eses hombres y mujeres "científicos" por el Padre de la Evolución, a la vez que destierran a Dios de la Academia y del Mundo.
Se trata de una película que denuncia la completa falta de libertad en la Academia de Estados Unidos, donde el debate sobre ciertos temas está sencillamente prohibido hasta el punto de que aquellos que se atrevan a hablar sobre el asunto (la teoría del Diseño Inteligente en oposicion a la teoría de la Selección Natural) son llevados a la hoguera del despido y del asesinato de reputación.
Es interesante notar cómo los defensores del "statu quo" de esa Academia -- más inquisitorial que la mismísima falsa propaganda de la Inquisición que circula por los campi universitarios --, son también más fundamentalistas religiosos que aquellos a quienes comúnmente se les llaman "creacionistas" y a quienes se les rotula de retrógrados.
Sí, porque lo que queda claro con ese documental es que el evolucionismo, la defensa del darwinismo en la Academia científica, es hoy una verdadera religión con sus dogmas y sus dioses.
Excelente la escena en que Bem Stein, quien presenta la película, se postra ante la estatua de Charles Darwin, en la Down House -- la que fue la casa del naturalista inglés Charles Darwin y su familia -- en Londres. Simbolizando, así, la veneración que, durante hora y media de documental, el espectador ha notado ser el sentimiento que nutren eses hombres y mujeres "científicos" por el Padre de la Evolución, a la vez que destierran a Dios de la Academia y del Mundo.
10 de marzo de 2019
10 de marzo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recomiendo esta película que, como todas las de Michael Haneke, merece la pena ser vista.
El excelente director austríaco – premiado como pocos (ha ganado el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2013, aquí en Oviedo) – muestra, en “71 fragmentos de una cronología del azar”, una sociedad hastiada, egoísta e insensible, donde la soledad y el desamparo de los más débiles -- los niños, los mayores o sencillamente los necesitados de una ayuda tan elemental como puede ser el facilitar una información -- no conmueven a nadie.
Las manifestaciones de cariño son despreciadas, incluso odiadas, hasta por los mismísimos niños. La maternidad es vista como sufrimiento y los hijos desprecian los padres. La gente teme las guerras y se interesa por ellas desde las pantallas de sus televisiones. Por otro lado, y sin darse de ello cuenta, hace la guerra al prójimo en tiempos de paz, dificultando la vida del otro por pura incapacidad de comunicarse. Incomunicación patológica en una sociedad rica de bienes y pobre de valores humanos.
No hay encuentros, no hay alegría, no hay esperanza. Y cuando este estado de cosas cobra su precio, nadie es capaz de explicarse por qué ciertas catástrofes suceden. Como si la tragedia que se cierne sobre todos no tuviera su origen en la silenciosa, pero omnipresente, insensibilidad de un cuerpo social enfermo.
Imprescindible tercera parte de su Trilogía de la Glaciación Emocional, de la que también forman parte “El Séptimo Continente” y “El Video de Benny”.
El excelente director austríaco – premiado como pocos (ha ganado el Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2013, aquí en Oviedo) – muestra, en “71 fragmentos de una cronología del azar”, una sociedad hastiada, egoísta e insensible, donde la soledad y el desamparo de los más débiles -- los niños, los mayores o sencillamente los necesitados de una ayuda tan elemental como puede ser el facilitar una información -- no conmueven a nadie.
Las manifestaciones de cariño son despreciadas, incluso odiadas, hasta por los mismísimos niños. La maternidad es vista como sufrimiento y los hijos desprecian los padres. La gente teme las guerras y se interesa por ellas desde las pantallas de sus televisiones. Por otro lado, y sin darse de ello cuenta, hace la guerra al prójimo en tiempos de paz, dificultando la vida del otro por pura incapacidad de comunicarse. Incomunicación patológica en una sociedad rica de bienes y pobre de valores humanos.
No hay encuentros, no hay alegría, no hay esperanza. Y cuando este estado de cosas cobra su precio, nadie es capaz de explicarse por qué ciertas catástrofes suceden. Como si la tragedia que se cierne sobre todos no tuviera su origen en la silenciosa, pero omnipresente, insensibilidad de un cuerpo social enfermo.
Imprescindible tercera parte de su Trilogía de la Glaciación Emocional, de la que también forman parte “El Séptimo Continente” y “El Video de Benny”.
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