You must be a loged user to know your affinity with Marty Maher
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

7,4
17.677
5
3 de diciembre de 2014
3 de diciembre de 2014
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Xavier Dolan da un paso enorme con 'Mommy', ganadora del Premio del Jurado en Cannes (ex aequo Adieu au langage). 'Mommy' supone el paso de L' enfant terrible a la excelencia, pues sus anteriores películas, pese a gustarme, me dejaban algo frío y permanecía distante respecto de las historias que trata el joven director quebequés. La forma eclipsaba al contenido, las imágenes y la música se situaban por encima de la historia; quizá por ésto el drama no me resultaba todo lo cercano que debiera. No obstante, en 'Mommy' ésto no ocurre, ya que Dolan encuentra un equilibrio entre la forma y el contenido al alcance de muy pocos, alcanzando una gran madurez cinematográfica a la temprana edad de 25 años. Su quinto largometraje aúna la fuerza visual y el uso de la música de 'Los amores imaginarios' o 'Laurence Anyways', con una historia realmente desgarradora.
Mommy es la historia de Diane "Die" Despres (Anne Dorval, 'J'ai tué ma mére'), una mujer viuda que debe encargarse del cuidado de su hijo Steve (Antoine Olivier Pilon, 'Laurence Anyways), de 15 años, tras ser éste expulsado del reformatorio. La relación entre ellos es algo difícil, puesto que Diane es una madre bastante vulgar e irresponsable, mientras que Steve padece graves trastornos de conducta. A la relación se suma la aparición de Kyla (Suzanne Clement, 'Laurence Anyways), una vecina con problemas de habla. La película se desarrolla en el contexto de una Canadá distópica en la que los padres pueden dejar a sus hijos problemáticos a cargo del Estado, deshaciéndose así de ellos.
La película está filmada en un formato de 1:1, cual pantalla de teléfono móvil. Es una técnica arriesgada pero que funciona, puesto que su finalidad no es estrictamente estética, estando ligada al estado anímico y a los sentimientos de Steve a lo largo del metraje. 'Mommy' es una película sobre los sentimientos, que trata una relación materno-filial bastante peculiar, pero que nos golpea de lleno por la naturalidad y sinceridad que desprende. Los tres protagonistas están excepcionales, al nivel de la película, haciendo que sus sentimientos traspasen la pantalla. Kyla logra un equilibrio en la relación madre-hijo, así como animar su propia vida, en la que percibimos ciertos problemas, pues mantiene una relación distante con su familia.
En 'Mommy' todo está estudiado al milímetro, los planos y encuadres hablan por sí solos, encontrado algunas virguerías técnicas aparte del formato mencionado anteriormente (movimientos de cámara, slow motion, etc..). El uso de la música es una proeza, con una selección de temas pop bastante recientes que se encargan de añadir más fuerza aún a la imagen. Acabarás amando canciones que antes de ver la película no te agradaban en absoluto, no te quepa duda.
Pero aun siendo tan redonda, su mayor virtud va más allá de la inmensidad cinematográfica. 'Mommy' te hace reír y llorar por partes iguales, sufres como si estuvieses en la piel de cada personaje (el fantástico reparto se encarga de facilitarlo). Todo lo que se diga sobre está película es poco, pues con ella he sentido cosas que jamás había sentido en una sala de cine. Dolan nos atrapa y mete de lleno en la historia, dándonos algún respiro con el que, al igual que Steve, salimos del encierro en el que nos encontramos.
Ésta enorme película nos permite disfrutar de una cantidad innumerable de escenas absolutamente fantásticas, entre las que hay una especialmente conmovedora llegando casi al final del film. Mención especial a un final inmenso, con una canción que invita a alguna que otra lectura muy interesante.
Las palabras no hacen justicia a esta obra maestra, por lo que solamente resta decir que no os la podéis perder. Para un servidor nos encontramos ante la película del año y una de las del siglo. No tengo duda de que tarde o temprano acabará siendo considerada una de las obras más emblemáticas del cine moderno. Como no, hacer mención a la figura encargada de hacernos disfrutar de esta maravilla, Xavier Dolan. Espero que sea la primera de muchas obras maestras que nos deje el director canadiense.
Mommy es la historia de Diane "Die" Despres (Anne Dorval, 'J'ai tué ma mére'), una mujer viuda que debe encargarse del cuidado de su hijo Steve (Antoine Olivier Pilon, 'Laurence Anyways), de 15 años, tras ser éste expulsado del reformatorio. La relación entre ellos es algo difícil, puesto que Diane es una madre bastante vulgar e irresponsable, mientras que Steve padece graves trastornos de conducta. A la relación se suma la aparición de Kyla (Suzanne Clement, 'Laurence Anyways), una vecina con problemas de habla. La película se desarrolla en el contexto de una Canadá distópica en la que los padres pueden dejar a sus hijos problemáticos a cargo del Estado, deshaciéndose así de ellos.
La película está filmada en un formato de 1:1, cual pantalla de teléfono móvil. Es una técnica arriesgada pero que funciona, puesto que su finalidad no es estrictamente estética, estando ligada al estado anímico y a los sentimientos de Steve a lo largo del metraje. 'Mommy' es una película sobre los sentimientos, que trata una relación materno-filial bastante peculiar, pero que nos golpea de lleno por la naturalidad y sinceridad que desprende. Los tres protagonistas están excepcionales, al nivel de la película, haciendo que sus sentimientos traspasen la pantalla. Kyla logra un equilibrio en la relación madre-hijo, así como animar su propia vida, en la que percibimos ciertos problemas, pues mantiene una relación distante con su familia.
En 'Mommy' todo está estudiado al milímetro, los planos y encuadres hablan por sí solos, encontrado algunas virguerías técnicas aparte del formato mencionado anteriormente (movimientos de cámara, slow motion, etc..). El uso de la música es una proeza, con una selección de temas pop bastante recientes que se encargan de añadir más fuerza aún a la imagen. Acabarás amando canciones que antes de ver la película no te agradaban en absoluto, no te quepa duda.
Pero aun siendo tan redonda, su mayor virtud va más allá de la inmensidad cinematográfica. 'Mommy' te hace reír y llorar por partes iguales, sufres como si estuvieses en la piel de cada personaje (el fantástico reparto se encarga de facilitarlo). Todo lo que se diga sobre está película es poco, pues con ella he sentido cosas que jamás había sentido en una sala de cine. Dolan nos atrapa y mete de lleno en la historia, dándonos algún respiro con el que, al igual que Steve, salimos del encierro en el que nos encontramos.
Ésta enorme película nos permite disfrutar de una cantidad innumerable de escenas absolutamente fantásticas, entre las que hay una especialmente conmovedora llegando casi al final del film. Mención especial a un final inmenso, con una canción que invita a alguna que otra lectura muy interesante.
Las palabras no hacen justicia a esta obra maestra, por lo que solamente resta decir que no os la podéis perder. Para un servidor nos encontramos ante la película del año y una de las del siglo. No tengo duda de que tarde o temprano acabará siendo considerada una de las obras más emblemáticas del cine moderno. Como no, hacer mención a la figura encargada de hacernos disfrutar de esta maravilla, Xavier Dolan. Espero que sea la primera de muchas obras maestras que nos deje el director canadiense.
2 de noviembre de 2015
2 de noviembre de 2015
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es inexplicable la cantidad de producciones nacionales mediocres que han llegado a las salas de cine este 2015. La explicación, sin embargo, parece ser mucho más sencilla de lo que pudiésemos imaginar, al menos en el caso de Las aventuras de Moriana. Cuando la protagonista decide dirigir una película tras probar suerte con un restaurante, su estreno tiene lugar gracias a que consigue que Terele Pávez aparezca en ella como principal reclamo. Esto es lo mismo que ocurre con la verdadera ficción, dirigida a cuatro manos por David Perea y Luis Soravilla, cuyo estreno en salas parece deberse únicamente a contar en su reparto con Terele Pávez y Enrique Villén.
Magdalena es una mujer de mediana edad con tres hijos. Su vida se ve trastocada por completo cuando es desahuciada de su hogar. A pesar de encontrarse en tal situación, les lanza un mensaje positivo: siempre mirar hacia delante en los malos momentos. Decide montar un restaurante con la ayuda de sus suegros, madre y hermanos. Cuando esa empresa no funciona, tiene una idea aún más alocada: realizar una película.
Las aventuras de Moriana propone, de manera más que interesante, una crítica social ante la precariedad que sufren muchas familias en la actualidad de nuestro país. Sin embargo, tal radiografía naufraga por culpa de un humor sencillo, torpe y nada efectivo. No hay mejor forma de confirmar su nulidad como comedia que haber asistido a un pase de prensa en el que las risas brillaron por su ausencia. Los personajes, las situaciones y los diálogos, a pesar de carecer de originalidad, podrían haber dado pie a provocar las risas de la platea. Pero el problema de Las aventuras de Moriana es que contagia al espectador de una apatía harto peligrosa, demostrando ser una película sin alma que desaprovecha prácticamente todas las situaciones cómicas que se prestan. La interpretación de Magdalena S. Blesa, a pesar de desprender en todo momento autenticidad, contribuye también a transmitir esa molesta sensación apática.
Las intenciones de la película, sin embargo, son muy buenas y la idea ofrecía la posibilidad de realizar una interesante una comedia costumbrista sin perder de vista la realidad social. Cuando la cinta parece adquirir una mayor carga dramática, y su discurso adquiere más fuerza y protagonismo, un servidor ya se encuentra quemado por el sinfín de gags sin gracia que se suceden en el desarrollo de la historia. Así, la película se asemeja demasiado a la que tiene lugar dentro de ésta, estableciéndose una peligrosa analogía entre ambas: películas sin apenas presupuesto, pero que tampoco ofrecen ninguna muestra, por pequeña que sea, de talento tras las cámaras -y sólo un poco delante de éstas-.
Magdalena es una mujer de mediana edad con tres hijos. Su vida se ve trastocada por completo cuando es desahuciada de su hogar. A pesar de encontrarse en tal situación, les lanza un mensaje positivo: siempre mirar hacia delante en los malos momentos. Decide montar un restaurante con la ayuda de sus suegros, madre y hermanos. Cuando esa empresa no funciona, tiene una idea aún más alocada: realizar una película.
Las aventuras de Moriana propone, de manera más que interesante, una crítica social ante la precariedad que sufren muchas familias en la actualidad de nuestro país. Sin embargo, tal radiografía naufraga por culpa de un humor sencillo, torpe y nada efectivo. No hay mejor forma de confirmar su nulidad como comedia que haber asistido a un pase de prensa en el que las risas brillaron por su ausencia. Los personajes, las situaciones y los diálogos, a pesar de carecer de originalidad, podrían haber dado pie a provocar las risas de la platea. Pero el problema de Las aventuras de Moriana es que contagia al espectador de una apatía harto peligrosa, demostrando ser una película sin alma que desaprovecha prácticamente todas las situaciones cómicas que se prestan. La interpretación de Magdalena S. Blesa, a pesar de desprender en todo momento autenticidad, contribuye también a transmitir esa molesta sensación apática.
Las intenciones de la película, sin embargo, son muy buenas y la idea ofrecía la posibilidad de realizar una interesante una comedia costumbrista sin perder de vista la realidad social. Cuando la cinta parece adquirir una mayor carga dramática, y su discurso adquiere más fuerza y protagonismo, un servidor ya se encuentra quemado por el sinfín de gags sin gracia que se suceden en el desarrollo de la historia. Así, la película se asemeja demasiado a la que tiene lugar dentro de ésta, estableciéndose una peligrosa analogía entre ambas: películas sin apenas presupuesto, pero que tampoco ofrecen ninguna muestra, por pequeña que sea, de talento tras las cámaras -y sólo un poco delante de éstas-.
4 de agosto de 2015
4 de agosto de 2015
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El dicho “Segundas partes nunca fueron buenas” cobra mucho sentido cuando nos referimos a la saga Misión Imposible. Sin embargo, terceras. cuartas y quintas sí lo son. El camino que ha tomado la saga desde la entrega dirigida por J. J. Abrams (productor en ésta) me parece inmejorable. Y Misión Imposible: Nación Secreta supone el salto definitivo, en la que para este cronista es, sin duda alguna, la mejor película de la saga. Christopher McQuarrie, cuya Jack Reacher fue recibida de forma un tanto tibia, escribe y dirige este prodigioso blockbuster, que de una vez por todas ofrece todo lo que podría esperarse de Misión Imposible. Debo aclarar que tengo un serio problema con el guión de la primera, quizá la mejor dirigida de las cinco. Y es que, a pesar de que todas -obviando la de John Woo- han aportado cosas interesantes, es Nación Secreta la que ha logrado satisfacer mis expectativas.
La FMI ha sido disuelta y Ethan Hunt anda perdido en algún lugar. Mientras tanto, una red de agentes internacionales dados por muertos -llamada el Sindicato- intenta crear un nuevo orden mundial a través de atentados, los cuales cada vez son de mayor envergadura. Ethan reúne una vez más a su equipo y une sus fuerzas con la agente británica renegada Ilsa Faust, quien podría pertenecer a esta nación secreta. Quizá sea la misión más imposible a la que nunca se haya enfrentado el equipo, casualmente en la mejor película.
Pese a que la esencia de la saga esté presente en todo momento, Misión Imposible: Nación Secreta tiene un regusto a thriller clásico de espionaje que me seduce y atrapa por completo. Además de eso, tenemos las probablemente mejores escenas de acción de todas las entregas. Porque las virtudes de la cinta de McQuarrie son incontables, cada sorpresa que nos tiene preparada el guión es ejecutada de manera maravillosa. Uno no puede evitar morderse las uñas tanto en las escenas de acción desenfrenada, como en aquellas llevadas a cabo con más pausa pero que generan exactamente el mismo estado de tensión.
En todas las entregas anteriores había algún personaje, además del siempre estupendo Tom Cruise, con cierto protagonismo e importancia en la trama. En Nación Secreta todos los personajes tienen peso, desde un Simon Pegg que supone, por fin, un brillante alivio cómico para la película, hasta las nuevas incorporaciones como Sean Harris -el mejor villano tras Seymour Hoffman- y la sorprendente y seductora Rebecca Ferguson, cuya mirada y presencia hace que no echemos en falta a la excelente Paula Patton de Protocolo Fantasma. Ésta parece ser por momentos heroína, villana, femme fatale… En definitiva, un acierto incuestionable.
También se agradece la escritura de un guión que, a pesar de contener múltiples puntos de giro, éstos suelen ser bastante sutiles y coherentes. Nadie espera en Misión Imposible un guión inmaculado, pero es digno de alabar que los acontecimientos que tienen lugar en la cinta, algunos menos verosímiles que otros, mantengan un mínimo de cohesión y no molesten en ningún momento. Si hay algo que hace que Nación Secreta tenga un resultado intachable, es que todo en ella funciona. Reúne lo mejor de todas las entregas y, además, evita echar mano de explosiones y demás elementos artificiales que, como pasaba en la entrega dirigida por Brad Bird, no sirven para nada que no sea estropear la tensión creada anteriormente.
Misión Imposible: Nación secreta es trepidante, entretenida, graciosa e incluso por momentos parece inteligente. Christopher McQuarrie ha creado, contra todo pronóstico, la película que confirma la subida de nivel que la saga lleva experimentando desde 2006. A algunos les podrá la nostalgia y se quedarán con el trabajo de De Palma, pero estoy convencido de que Nación Secreta sorprenderá a propios y extraños.
Crítica escrita en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/08/04/mision-imposible-nacion-secreta-la-mejor-de-la-saga/
La FMI ha sido disuelta y Ethan Hunt anda perdido en algún lugar. Mientras tanto, una red de agentes internacionales dados por muertos -llamada el Sindicato- intenta crear un nuevo orden mundial a través de atentados, los cuales cada vez son de mayor envergadura. Ethan reúne una vez más a su equipo y une sus fuerzas con la agente británica renegada Ilsa Faust, quien podría pertenecer a esta nación secreta. Quizá sea la misión más imposible a la que nunca se haya enfrentado el equipo, casualmente en la mejor película.
Pese a que la esencia de la saga esté presente en todo momento, Misión Imposible: Nación Secreta tiene un regusto a thriller clásico de espionaje que me seduce y atrapa por completo. Además de eso, tenemos las probablemente mejores escenas de acción de todas las entregas. Porque las virtudes de la cinta de McQuarrie son incontables, cada sorpresa que nos tiene preparada el guión es ejecutada de manera maravillosa. Uno no puede evitar morderse las uñas tanto en las escenas de acción desenfrenada, como en aquellas llevadas a cabo con más pausa pero que generan exactamente el mismo estado de tensión.
En todas las entregas anteriores había algún personaje, además del siempre estupendo Tom Cruise, con cierto protagonismo e importancia en la trama. En Nación Secreta todos los personajes tienen peso, desde un Simon Pegg que supone, por fin, un brillante alivio cómico para la película, hasta las nuevas incorporaciones como Sean Harris -el mejor villano tras Seymour Hoffman- y la sorprendente y seductora Rebecca Ferguson, cuya mirada y presencia hace que no echemos en falta a la excelente Paula Patton de Protocolo Fantasma. Ésta parece ser por momentos heroína, villana, femme fatale… En definitiva, un acierto incuestionable.
También se agradece la escritura de un guión que, a pesar de contener múltiples puntos de giro, éstos suelen ser bastante sutiles y coherentes. Nadie espera en Misión Imposible un guión inmaculado, pero es digno de alabar que los acontecimientos que tienen lugar en la cinta, algunos menos verosímiles que otros, mantengan un mínimo de cohesión y no molesten en ningún momento. Si hay algo que hace que Nación Secreta tenga un resultado intachable, es que todo en ella funciona. Reúne lo mejor de todas las entregas y, además, evita echar mano de explosiones y demás elementos artificiales que, como pasaba en la entrega dirigida por Brad Bird, no sirven para nada que no sea estropear la tensión creada anteriormente.
Misión Imposible: Nación secreta es trepidante, entretenida, graciosa e incluso por momentos parece inteligente. Christopher McQuarrie ha creado, contra todo pronóstico, la película que confirma la subida de nivel que la saga lleva experimentando desde 2006. A algunos les podrá la nostalgia y se quedarán con el trabajo de De Palma, pero estoy convencido de que Nación Secreta sorprenderá a propios y extraños.
Crítica escrita en @dfcinema: http://dfcinema.com/2015/08/04/mision-imposible-nacion-secreta-la-mejor-de-la-saga/

4,4
1.945
3
24 de abril de 2016
24 de abril de 2016
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una diferencia de poco más de un mes, la distribuidora Alfa Pictures va a estrenar dos películas de zombies en nuestro país. Lo más curioso del asunto no es precisamente la decisión de estrenar dos cintas del mismo subgénero tan concentradas en el tiempo, sino que ambos títulos, a pesar de su coincidencia temática, no podían guardar más diferencias. No crezcas o morirás intentaba trascender su consideración genérica en dos sentidos: el argumental y el formal. Desgraciadamente, sus pretensiones no conducían a ningún lugar seguro, estableciéndose así un paralelismo entre las desventuras de los adolescentes protagonistas y el destino de la película. Y ahora toca hablar de Generación Z, un filme mucho más convencional en su estructura y su narrativa; pero tampoco podemos decir que esté exento de originalidad, pues la idea de hacer un parque jurásico con zombies es bastante atractiva. No es casualidad que sea esta distribuidora la que se haya atrevido a estrenar dos propuestas con zombies pero abordadas desde perspectivas totalmente opuestas, pues siempre se ha caracterizado por la variedad de sus compras. Sin ir más lejos, su hermana Betta Pictures se ha atrevido a estrenar títulos tan controvertidos como Lost River y High-Rise, que llegará a España el próximo 13 de mayo.
Por contextualizar un poco, la película se desarrolla en un mundo ficticio que años atrás salió victorioso de una guerra contra los zombies. Melanie, la protagonista, es una joven que sufre un gran trauma, pues tuvo la desgracia de ver cómo sus padres morían una vez convertidos en zombies. Para intentar desahogarse un poco, decide viajar junto a su novio a una isla paradisíaca en la que se ha construido un Rezort en el que poder vivir aventuras y matar algunos zombies. Pero, por causas que en un principio desconocemos, el sistema de seguridad de la isla se descontrolará y se verá obligada a enfrentarse a su pasado y a afrontar y (re)conocer la verdadera naturaleza de la especie humana.
Volviendo al tema que nos concierne, es preciso mencionar que Generación Z pone sobre la mesa temas muy interesantes, como por ejemplo la progresiva pérdida de humanidad de nuestra especie, aquí aplicada de forma más que inteligente en un contexto inundado por muertos vivientes. Pero el fondo es mucho más complejo que eso, aunque la forma de llegar hasta ese punto quizá no sea la más adecuada en algunos momentos. Y es que la película de Steve Barker tiene muchos problemas, siendo el primero y más importante de ellos la sensación de vivir en un déjà vu continuo, algo bastante decepcionante si tenemos en cuenta la novedad del planteamiento. La narración jamás se preocupa por esquivar los lugares comunes; más bien al contrario, pues los mismos acaban por convertirse en el principal vehículo narrativo de la cinta. Sin embargo, entre sus logros encontramos la capacidad de mantener la tensión durante su hora y media de duración, sin un sólo bajón considerable de ritmo o intensidad.
Generación Z es muy entretenida, pero la escasa profundidad de sus personajes, que en ocasiones imposibilita comprender el porqué de sus acciones, nunca está a la altura de los temas que plantea. A pesar de quedarse a medio camino en prácticamente todo lo que propone, podemos disfrutar de un filme que, cuando menos, nos compensará con los ingredientes habituales del cine de terror. La sensación, no obstante, no deja de ser un tanto agridulce, pues modificando algunos detalles podríamos estar hablando de un título con muchas cosas que decir. Le falta algo de mala leche en los momentos de mayor desenfreno y violencia, pero también una visión más adulta y comprometida a la hora de tratar el trauma de la protagonista. Una película para disfrutar durante el visionado y no darle demasiadas vueltas fuera de la sala.
Por contextualizar un poco, la película se desarrolla en un mundo ficticio que años atrás salió victorioso de una guerra contra los zombies. Melanie, la protagonista, es una joven que sufre un gran trauma, pues tuvo la desgracia de ver cómo sus padres morían una vez convertidos en zombies. Para intentar desahogarse un poco, decide viajar junto a su novio a una isla paradisíaca en la que se ha construido un Rezort en el que poder vivir aventuras y matar algunos zombies. Pero, por causas que en un principio desconocemos, el sistema de seguridad de la isla se descontrolará y se verá obligada a enfrentarse a su pasado y a afrontar y (re)conocer la verdadera naturaleza de la especie humana.
Volviendo al tema que nos concierne, es preciso mencionar que Generación Z pone sobre la mesa temas muy interesantes, como por ejemplo la progresiva pérdida de humanidad de nuestra especie, aquí aplicada de forma más que inteligente en un contexto inundado por muertos vivientes. Pero el fondo es mucho más complejo que eso, aunque la forma de llegar hasta ese punto quizá no sea la más adecuada en algunos momentos. Y es que la película de Steve Barker tiene muchos problemas, siendo el primero y más importante de ellos la sensación de vivir en un déjà vu continuo, algo bastante decepcionante si tenemos en cuenta la novedad del planteamiento. La narración jamás se preocupa por esquivar los lugares comunes; más bien al contrario, pues los mismos acaban por convertirse en el principal vehículo narrativo de la cinta. Sin embargo, entre sus logros encontramos la capacidad de mantener la tensión durante su hora y media de duración, sin un sólo bajón considerable de ritmo o intensidad.
Generación Z es muy entretenida, pero la escasa profundidad de sus personajes, que en ocasiones imposibilita comprender el porqué de sus acciones, nunca está a la altura de los temas que plantea. A pesar de quedarse a medio camino en prácticamente todo lo que propone, podemos disfrutar de un filme que, cuando menos, nos compensará con los ingredientes habituales del cine de terror. La sensación, no obstante, no deja de ser un tanto agridulce, pues modificando algunos detalles podríamos estar hablando de un título con muchas cosas que decir. Le falta algo de mala leche en los momentos de mayor desenfreno y violencia, pero también una visión más adulta y comprometida a la hora de tratar el trauma de la protagonista. Una película para disfrutar durante el visionado y no darle demasiadas vueltas fuera de la sala.

7,2
7.366
6
27 de diciembre de 2014
27 de diciembre de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a empezar con una cinta tremendamente personal y simbólica como El regreso, Andrei Zvyagintsev ha ido abordando temas sociales de manera ascendente, llegando a una disección de la sociedad rusa en Leviathan. La fuerza narrativa que aporta el ruso a sus trabajos ya se apreciaba en su ópera prima, pese a ser la cinta menos narrativa de su filmografía; pero es en Leviathan donde vislumbramos su potencial narrativo en todo su esplendor, siendo ésta un verdadero torrente de principio a fin.
Kolya tiene un taller de mecánica junto a su casa, en la cual vive con su mujer y su hijo, fruto de una relación anterior. El alcalde quiere el terreno en el cual están instalados el taller y la casa, por lo que hará lo posible por conseguirlo. Ésto sería imposible de ser al revés, pero no siendo así, nos sumergimos en un retrato de la corrupción existente en el sistema ruso.
Zvyagintsev se aleja en cierto modo de su estilo, dejando a un lado el virtuosismo visual para concentrar toda la fuerza en planos interiores - casi fijos -. Los símbolos se ven reducidos prácticamente al monstruo que da nombre a la película, que simboliza a un mal que bien podría ser el alcalde físicamente, o las altas esferas del poder en su conjunto - desgraciadamente, la corrupción no es exclusiva de Rusia -. Lo que es un hecho es que ésta es su obra menos personal, pero a la vez la más completa y sobria. He mencionado anteriormente que deja de lado el virtuosismo visual, lo cual no quita que visualmente sea una gozada, acompañando a la fotografía los ya clásicos tonos fríos en sus películas, que en esta ocasión retratan a la perfección una Rusia muy gélida.
Las interpretaciones de todo el elenco son de un nivel muy alto, destacando a Roman Madyanov en el papel del alcalde, en el cual ves reflejado a mucho politicucho actual, El guión - premiado en Cannes - es una absoluta genialidad, con unos diálogos cargados de fuerza y que se permiten ciertos toques de humor negro fantásticos (los cuadros de los líderes políticos y el comentario sobre Yeltsin). Zvyagintsev vuelve a tratar las relaciones de pareja de una manera fantástica, como lleva haciendo a lo largo de toda su filmografía - aunque en El regreso lo hiciera muy de refilón -. También recalcar la coincidencia de los planos iniciales del metraje con los de su final (como ya hiciera en Elena), advirtiendo que el monstruo sigue ahí tras la batalla, pues se antoja imperecedero.
Las virtudes de esta película y del cine de Zvyagintsev en general son innumerables, pero pese a ello me ha faltado algo; quizás algo más de garra en determinadas situaciones; quizás un poco más de la esencia o estilo del ruso, porque aquí se aleja de su personalidad - sin perderla - para traernos este viaje a los infiernos de Kolya, de una manera completísima y desgarradora. Pero como ya digo, me ha faltado algo, algo que de momento se me escapa. Veo a Zvyagintsev un autor maravilloso, un referente en el cine moderno, pues sus cuatro películas me parecen notables, rozando algunas de ellas el sobresaliente - la propia Leviathan -, por lo que hay que confiar en sus cualidades y esperar con paciencia que llegue una obra que coloque al ruso donde se merece.
Es curioso que una película que se estrena el primer día del año vaya a ser sin ningún atisbo de duda una de las más grandes del 2015. Los que hayáis seguido la trayectoria del director esperaréis Leviathan con ganas, los que no: dadle una oportunidad, no os arrepentiréis.
Kolya tiene un taller de mecánica junto a su casa, en la cual vive con su mujer y su hijo, fruto de una relación anterior. El alcalde quiere el terreno en el cual están instalados el taller y la casa, por lo que hará lo posible por conseguirlo. Ésto sería imposible de ser al revés, pero no siendo así, nos sumergimos en un retrato de la corrupción existente en el sistema ruso.
Zvyagintsev se aleja en cierto modo de su estilo, dejando a un lado el virtuosismo visual para concentrar toda la fuerza en planos interiores - casi fijos -. Los símbolos se ven reducidos prácticamente al monstruo que da nombre a la película, que simboliza a un mal que bien podría ser el alcalde físicamente, o las altas esferas del poder en su conjunto - desgraciadamente, la corrupción no es exclusiva de Rusia -. Lo que es un hecho es que ésta es su obra menos personal, pero a la vez la más completa y sobria. He mencionado anteriormente que deja de lado el virtuosismo visual, lo cual no quita que visualmente sea una gozada, acompañando a la fotografía los ya clásicos tonos fríos en sus películas, que en esta ocasión retratan a la perfección una Rusia muy gélida.
Las interpretaciones de todo el elenco son de un nivel muy alto, destacando a Roman Madyanov en el papel del alcalde, en el cual ves reflejado a mucho politicucho actual, El guión - premiado en Cannes - es una absoluta genialidad, con unos diálogos cargados de fuerza y que se permiten ciertos toques de humor negro fantásticos (los cuadros de los líderes políticos y el comentario sobre Yeltsin). Zvyagintsev vuelve a tratar las relaciones de pareja de una manera fantástica, como lleva haciendo a lo largo de toda su filmografía - aunque en El regreso lo hiciera muy de refilón -. También recalcar la coincidencia de los planos iniciales del metraje con los de su final (como ya hiciera en Elena), advirtiendo que el monstruo sigue ahí tras la batalla, pues se antoja imperecedero.
Las virtudes de esta película y del cine de Zvyagintsev en general son innumerables, pero pese a ello me ha faltado algo; quizás algo más de garra en determinadas situaciones; quizás un poco más de la esencia o estilo del ruso, porque aquí se aleja de su personalidad - sin perderla - para traernos este viaje a los infiernos de Kolya, de una manera completísima y desgarradora. Pero como ya digo, me ha faltado algo, algo que de momento se me escapa. Veo a Zvyagintsev un autor maravilloso, un referente en el cine moderno, pues sus cuatro películas me parecen notables, rozando algunas de ellas el sobresaliente - la propia Leviathan -, por lo que hay que confiar en sus cualidades y esperar con paciencia que llegue una obra que coloque al ruso donde se merece.
Es curioso que una película que se estrena el primer día del año vaya a ser sin ningún atisbo de duda una de las más grandes del 2015. Los que hayáis seguido la trayectoria del director esperaréis Leviathan con ganas, los que no: dadle una oportunidad, no os arrepentiréis.
Más sobre Marty Maher
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here