La protagonista y creadora de este documental nos acerca a su propia y terrible experiencia con una perspectiva que, a los ojos occidentales, puede parecer fría. Ese tono tiene que ver, supongo, con los esquemas mentales de la cultura japonesa, que entiende como un valor positivo la contención de las emociones. Si a ello unimos la dificultad que los nipones tienen para desprenderse de la fuerte condición patriarcal de su sociedad (en Occidente hemos avanzado algo más, quiero pensar), podremos empezar a entender el calvario por el que Shiori Ito ha pasado durante casi 10 años.
Así, el resultado final me pareció potente, sobre todo por el contraste entre la frialdad del punto de vista elegido y la dureza de lo que narra.

Ópera prima de su director, y va a serle difícil mantener el nivel, pues para mí roza la calificación de obra maestra. Basado en una novela ya de por sí cáustica, este film es un lanzazo cómico, por momentos surrealista (y al mesmo tiempo realista) dirigido contra la corrección política y la mediocridad que muchas veces va asociada a ella. Pero también sirve de advertencia para todos aquellos que, considerándose superiores intelectualmente a quienes los rodean, pagan el precio de una amarga soledad.
Con todo, y con independencia de que el espectador suscriba más o menos estas tesis, lo importante es que son expuestas con inteligencia, ritmo y elegancia en todos los aspectos de la producción. En mi opinión, debe ser considerada la mejor película estadounidense del año 2023.

¿Qué hay detrás de un instrumento musical que se envía a reparar? ¿Qué hay detrás de quienes los reparan? ¿Qué hay detrás de un niño que, por dificultades económicas, precisa que el Estado le preste un instrumento musical? ¿No sería peor la sociedad si los poderes públicos no atendiesen estas necesidades? A todas estas preguntas contesta este hermoso mediometraje documental, y las contesta de una manera que a uno le hace, siquiera por un momento, apreciar las buenas cualidades que todo ser humano guarda en su interior.

Yorgos Lanthimos es un cineasta con mucha personalidad, cosa que lleva 15 años demostrando. Con esta película nos entrega de nuevo una aproximación filosófica a la condición humana, recurriendo, como es su costumbre, a una historia y personajes sorprendentes, que nos obligan a enfrentarnos a nuestra propia complejidad. Para conseguirlo, lleva a cabo una atrevida (y, a mi parecer, lograda) mezcla entre el doctor Frankenstein y Buda, con los excelentes intérpretes Willem Dafoe y Emma Stone integrados en un universo de música y color que asaltan nuestra vista, nuestro oído... y nuestro entendimiento.

En esta película Justine Triet hace un consciente e inteligente homenaje a "Anatomía de un asesinato" ("Anatomy Of A Murder", Otto Preminger, 1959), con la que comparte la duda transmitida al espectador: ¿es culpable la principal sospechosa de un crimen? A través de una puesta en escena fría y contundente que aprovecha muy bien el blanco dominante, casi agresivo, del paisaje, así como de la inquietante mirada de un niño, la directora consigue una tensión narrativa digna de los mejores films policíacos.