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Críticas 71
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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10 de junio de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llegó al final: se ha estrenado “Cargo”, y la he visto. Esta obra, dirigida por Ben Howling y Yolanda Ramke, está basada en un cortometraje que causó furor en varios festivales. Mi relación con esta peli es “estrecha”: analicé al fondo el corto y, de paso, me marqué un “qué espero de…” con el tráiler. Lo podéis encontrar en mi canal, y es aconsejable verlo. En cualquier caso, por si no os apetece, os pongo en situación: los zombies se cargan a la mujer del prota y lo infectan, dejándole escasos dos días de vida. Promete, ¿eh?
Sería muy benevolente decir que no esperaba mucho de ella, pero hay que admitir que ha salido bien parada de su ampliación. El viaje del personaje de Martin Freeman tiene las ideas muy claras y sabe hilar la historia para mantener el interés del espectador. Y me voy a basar en una prueba irrefutable: la vi con mi madre, una persona que ni soporta el cine independiente ni soporta ver pelis en versión original, y la disfrutamos de principio a fin. Os juro que no podía creérmelo. Por tanto, nada más terminarla y ver que LE HABÍA GUSTADO tuve claro que NO era una mala película. Mi primera equivocación.
La trama no la he calcado, pero tampoco he desviado mucho el tiro… El paisaje australiano tiene la importancia que esperaba y el papel que juegan los nativos tiene mucho que ver con lo que planteé. Al final -con ciertos matices- ellos son la piedra angular de la obra, y gran parte del discurso gira en torno a ese racismo que se encuentra presente en la zona. Por desgracia, “Cargo” trata también otros temas: la posesión en las relaciones de pareja, la confianza, la pérdida… Son temas no demasiado relacionados entre sí que segregan la unidad de la obra, como si fuesen pasando capítulos, y hacen que el conjunto se vuelva tosco e impreciso. Además de ello, ciertos encontronazos con ciertos personajes me parecen forzados. Cumplen tres funciones: mantener al protagonista en movimiento -lo que nos deja cierta desorientación-, hacer más ameno el desarrollo de la historia -lo que nos causa distracción de los conflictos principales- y reflejar las duras vidas de las pocas personas que quedan en pie -lo que nos causa VERGÜENZA, pues tiran muchas veces del topicazo, tanto en los hechos en sí como en la forma de contarlos.
Por otro lado, en el ámbito de la dirección se nota una predilección absoluta por Martín Freeman, y el resto del elenco puede llegar a chirriar en muchas ocasiones. No me malinterpretéis: existen momentos de lucidez -destacando a la mujer y a Vic-, pero en general se percibe una brecha enorme si los comparamos con el prota. Es como si toooda la gente que se va encontrando estuviera ahí puesta para encontrarse con él, únicamente. TENÍAN AL FAMOSO E IBAN A APROVECHARLO. Sobre su trabajo, ninguna queja, pues contamos con un personaje que atraviesa un catálogo emocional enorme muy bien representado y, sobretodo, contenido. Cuándo un actor destaca TANTO es fácil que caiga en la sobre actuación, pero por suerte, en “Cargo” ocurre todo lo contrario.
En general, la contención es un elemento que logra que la obra funcione. Freeman está contenido, las dosis de terror están contenidas -hasta rozar la inexistencia, además-, la fotografía y la dirección artística están contenidas… es como una obra de bajo presupuesto bien planteada que, por sus características, es fácil de olvidar. Y es que ese es un problema gordo, pues todo es tan correcto y tan sosegado que es difícil guardar esta película en la memoria. Yo mismo he tenido que revisarla para escribir este texto. Funciona, pero no mucho. ¿Merecía la pena esta adaptación? Bueno, es un buen entretenimiento para aquellas personas que no soporten los tropos del cine de terror que introducen por obligación en las historias de zombies: los sustos, el gore… pero no deja sensaciones que perduren ni creo que sus autores puedan ser considerados como “buenos”, pues a efectos prácticos aportan poco.
24 de mayo de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La señora Agatha Christie ha sido muy bien tratada en el séptimo arte, pero esta prolífica escritora llevaba mucho tiempo sin acaparar todas las miradas, ignorada por el cine comercial. Pero estas navidades, un grupo de señores creyeron conveniente volver a lanzarla a la palestra y estrenar la actualización de una de sus obras estrella: “Asesinato en el Orient Express”, una de las obras más conocidas de la escritora. El director escogido ha sido Kenneth Branagh, conocido por sus adaptaciones literarias y actor protagonista de esta propuesta sólida, pero olvidable.
Para la gente más perdida contaré que la historia se centra en un asesinato producido en el Orient Express, un tren de lujo, pero que por suerte a bordo se encontrará el famoso detective Hercule Poirot para resolver el entuerto. Hasta dónde yo sé, hablamos de una adaptación bastante fiel que incluso ha sido criticada por no aportar nada al libreto original ni a las versiones ya realizadas; pero dado que es la primera vez que me tropiezo con esta historia, la juzgaré por sí misma. Eso significa que Christie también se puede llevar palos.
El comienzo, creado para presentar al personaje protagonista, es un conjunto de topicazos casi insultante, empastados sin gracia alguna. Entiendo la necesidad de este arranque, pero habría agradecido una vuelta de tuerca que evitara el regusto amargo que deja tal falta de imaginación. Por suerte, una vez el tren arranca, la obra coge el tono poco a poco y se encarrila en el buen sentido. Me queda ahora la duda de hasta qué punto es adaptable una novela como esta, pues salvo las puntuales secuencias de acción metidas a presión para darle algo de tensión al personal, el resto de su desarrollo apenas se presta a elementos como la investigación, el suspense o la intriga. “Asesinato en el Orient Express” se desarrolla como un conjunto de interrogatorios que, ya que iban buscando crear la propuesta familiar de las navidades ’17, podrían haber sustituido o mitigado sin miedo.
Por suerte, han visto los problemas de lejos y se han curado en salud contratando varios pesos pesados de la industria. En esta obra confluyen varios nombres que por sí mismos bastarían para generar interés. Yo voy a nombrarlos, pero es una de esas clásicas “reuniones de estrellas” que nos hace preguntarnos con cuánto presupuesto contó esta peli. Su desempeño es satisfactorio, pero al ser tan coral apenas cuentan con posibilidades de lucimiento. Sin embargo, si se debe aplaudir que todos los personajes cuentan con algunos minutos de gloria y que todos cuenten con un carácter y unas señas de identidad muy marcadas. Despilfarrar en el reparto tiene sus ventajas…
Aun así, sería injusto decir que solo se han preocupado de actores y actrices, ya que en el resto de departamentos también han ido a todo trapo. Es una película creada para que los sentidos GOCEN, y aunque puede pecar de una fotografía excesivamente cumplidora en lo semántico, sí que merece ser aplaudida por la calidad técnica de cada una de las imágenes del film. Y no solo por su cuidadísima iluminación: los escenarios presentan un nivel de detalle absurdo y recurren a ambientes bien distinguidos sin perder la uniformidad, otorgando variedad a una propuesta que, por su mismo planteamiento, podría haber caído en la monotonía.
Y PUEDE QUE últimamente le meta demasiada cañita a los directores, pero “Asesinato en el Orient Express” no se puede considerar más que un mero entretenimiento navideño, es por su trabajo. La obra del señor Branagh es insípida y ligeramente genérica. El desenlace tiene un poco de anticlimático y, para colmo, éste y el resto de la obra pueden pecar de previsibles. “Asesinato en el Orient Express” vuelve a demostrarnos que la fidelidad a la fuente es algo positivo, pero si se sacrifican por el camino cuestiones como la intensidad o el suspense, es mejor modificarla.
11 de mayo de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Nostalgia” tiene muy buena crítica porque es muy imperfecta. Esta obra, dirigida por un tal Mark Pellington, está repleta de buenas intenciones muy mal enfocadas, y aborda un tema interesante pero no cuenta con la destreza necesaria a la hora de tratarlo. Puede que no sea una tortura china, pero si es una película que nos muestra una de las peores caras del séptimo arte: la del cine MAL HECHO. Pero vamos poco a poco…
La película comienza con una interpretación sumamente natural, que parece más cercana a una entrevista para un documental que a la ficción. Incluso tras ese pequeño dialogo nos deja unos segundos en los que su lenguaje parece querer narrar algo: Existe un marcado juego de color y de composición que vaticina una obra cuidada en lo estético, protagonizada por un personaje peculiar que atraerá nuestra atención relativamente pronto. Pero TODAS estas sensaciones se van diluyendo conforme avanza la trama, en una especie de montaña rusa sin término medio: a veces funciona sobradamente y a veces se precipita sin compasión en lo más bajo.
La historia está compuesta por un conjunto de personajes que han perdido a alguien importante de sus vidas, y que tienden a representarlo y a mantener su recuerdo a través de los objetos. Para tratar todo esto, su creador se ha decantado por diseñar un argumento en el que se cruzan un buen número de personajes, cada uno con su historia, su evolución y sus movidas. Esta dinámica podría ser interesante, pero está fatal llevada: en primer lugar, porque no somos conscientes de la dinámica hasta que no ha avanzado el film lo suficiente como para que ya conozcamos a tres personas; personas que es fácil que ignoremos pensando que serán abordadas en profundidad más adelante.
Somos seres que ven MUCHOS productos audiovisuales, y sus códigos y sus férreas estructuras se encuentran marcadas en nuestro ADN a fuego, impidiendo que las propuestas que rompen esas tónicas lo hagan nada más empezar. En “Nostalgia” ocurre esto, y nos vuelca en sus primeros compases sin apenas hablarnos del que parece protagonista, y hablándonos mucho de una trama que se abandona antes del primer tercio de la historia y que sirve de introducción. Además, se trata de una trama de poco interés real, que entremezcla un drama familiar excesivamente complejo como para ser tratado en veinte minutos.
Después la cosa se anima con el interesante personaje de Ellen Burstyn, de lo más reseñable de la película, y ésta toma el relevo del personaje principal, abandonándolo sin dejar rastro. Cuando nos acostumbremos a ella, saltaremos a otro, y luego a otro, y a otro, y a… VALE, NO HAY TANTOS pero ya pilláis la dinámica. Cuando comencemos a empatizar con alguien deberemos despedirnos de él para que la obra continúe su caprichoso relato, sin rastro alguno de una trama “madre” que unifique la narración hasta el final.
Además, la forma de enfocarlo es PATOSA. A grandes rasgos, vamos saltando de monologo sentimentaloide a monólogo sentimentaloide sin compasión alguna, en un ejercicio absurdamente dramático que cede absolutamente TODO el puto protagonismo al personaje en pantalla, manteniendo su intervención en un estúpido primer plano fijo en su rostro. La estructura, vista en conjunto, da risa: introducción de la situación, monologazo densito, desenlace y NEXT. Además, el señor Pellington no cuenta ni con la imaginación ni con la habilidad necesaria como para camuflar este inconveniente, y no dejo de imaginarlo deshaciéndose en halagos hacia unos actores que hacen lo que pueden, pero que se encuentran lejos de suplir los estándares más bajos.
Dentro de lo malo, existen pequeños rayos de luz que salvan a “Nostalgia” del abismo. En primer lugar, la pequeña trama de la mencionada Ellen Burstyn, que funciona sobradamente e incluso se atreve a explotar una alternativa estética en la que el director SÍ que puede llegar a convencernos. Su personaje y su conflicto es interesante, se encuentra super bien planteado y está muy bien defendido por la actriz, logrando que sea el momento que la película nos atrapa –ligeramente-. Os lo juro: si no llega a ser por ella, la habría quitado. Por otro lado, tenemos el personaje de Mickey Madison, que protagoniza una de las mejores escenas del film. Tras una secuencia en la que Pellington se ve desbordado de TANTO PUTO DRAMA, la obra frena, respira, reordena y enfoca la tragedia desde un punto de vista original y, al mismo tiempo, demoledor. En esos segundos que parecen más fortuitos que intencionales, “Nostalgia” nos muestra todo su potencial en un último esfuerzo por cautivarnos, y lo consigue.
Siento haber ignorado todo lo que no era guion, pero es que este departamento es uno de sus pilares. El resto de departamentos están ahí, sí, pero no nos ofrecen nada lo suficientemente bueno/malo como para destacar. Quizá debería aplaudir la banda sonora, que enfatiza y sabe darle tono a una obra fallida en su forma y es su contenido, muy cercana al aburrimiento más absoluto. Quizá sepa llegar a quiénes se encuentren en situaciones similares, o quizá su final justifique haberse tragado toooodo el desarrollo; pero a priori no encuentro ningún motivo por el que esta obra le pueda interesar a una persona mentalmente sana.
21 de marzo de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi cabeza, he concebido “The Defenders” como el trámite obligatorio antes de adentrarme en la segunda temporada de “Jessica Jones”. Aunque no las he visto todas, he disfrutado mucho de las series de Marvel, mucho más que de su Universo Cinematográfico; pero tras el desinflado gradual de “Daredevil” sentía cierto miedo a acercarme a este crossover.

La cosa es que “The Defenders” mezcla a los superheroes “de calle” de Marvel, un equipo compuesto por los dos anteriormente mencionados, más Luke Cage y Iron Fist. Ya solo el aspecto de los cuatro me parece una cagada, pues dejar a un único personaje disfrazado le da un tufillo cutre -y la serie es consciente de ello-. Pero venga, va, vamos a comprarle ese detalle.

Los tres primeros capítulos presenta personajes y tramas, dejándolos ligeramente separados. Aquí se pueden observar las cuestiones más interesantes de la dirección, pues incluye un juego tonal muy bien ejecutado, con un color dominando las escenas de cada héroe. Se deja el blanco para la gran villana de la función, una magnífica Sigourney Weaver que promete ser una durísima adversaria, buscando mantener el nivelazo que tienen los villanos de la pequeña pantalla.

No está tan a la altura otros aspectos relacionados con la dirección, como el tratamiento de las escenas de acción. La impecable puesta en escena de la primera temporada de “Daredevil”, que recordaban por momentos a “The Raid” -y eso es decir MUCHO-, es sustituida por unas coreografías nada inspiradas, sucias y dirigidas de un modo caótico. Esto se mantiene en los capítulos restantes y nos hace echar de menos aquellos orgásmicos planos secuencia o aquella espectacularidad que transformaba una vulgar pelea en un goce para la vista. MAL.

El guion tampoco se encuentra muy bien tratado. Se pierde gran parte del trasfondo psicológico de los personajes, que se ven reducidos a solucionar un problema y acabar con los malos. El desarrollo de los protagonistas se reduce al mínimo imprescindible y se sustituye por el desarrollo de unos eventos que no terminan de ser 100% interesantes. Voy a ser benévolo y a aceptar que su peso se vea reducido por el número de capítulos y la obligación de dividir el peso entre cuatro héroes; pero lo que no he terminado de entender son ciertas decisiones que parecen haber sido introducidas a la fuerza, con protagonistas tercos y faltos de trasfondo que a ratos parecen actuar por impulsos. Además, la mencionada villana se ve rápidamente anulada por una trama insulsa y gestionada con muy poco acierto, y algunos compañeros estorban más que aportar a la obra. MUY MAL.

Como podréis observar, me cuesta encontrar cuestiones positivas en esta aventura. Lo más destacable sería que se ha sabido IMITAR el carisma de los personajes, sobretodo el de Jones y Cage. Y digo imitar por que no termina de funcionar tan bien como en sus series propias, imagino que por culpa de la ausencia de secundarios que les hagan de contrapunto -esto se nota mucho con Matt Murdock, que pese a tener la trama con más peso, apenas destaca-. Sin embargo, y por hacer las paces, en conjunto la serie es ligera y entretenida, agradable de ver. Sus puntos negativos no empañan ni impiden el visionado, únicamente la destierran del pedestal en el que se encuentran sus obras precedentes. Por suerte o por desgracia, parece complicado que estos cuatro héroes se vuelvan a unir para salvar Nueva York. Y mejor, por que tras ver las nuevas aventuras de Jessica Jones, una segunda temporada de “The Defenders” se me antoja una estúpida pérdida de tiempo.
25 de febrero de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me preguntéis por qué, pero en mi formación aprendí que la obra de arte debía de ser valorada por sí misma, sin tener en cuenta su autor o su contexto. Pero creo que con “mother!”, la nueva obra de Darren Aronofsky, es obligatorio contemplar estos aspectos, y que parte de mi opinión (de mierda) hacia ella nace de ahí.
La película es muy directa: Jennifer Lawrence y Javier Bardem viven en una bonita casa en mitad de un descampado. Ella arregla la casa y él, escribe su nueva novela. Su paz se romperá con la llegada de un extraño invitado, al que ella se opone y al que él adora.

Desde un primer momento es obvio que Aronofsky no nos quiere hablar de una disputa conyugal sobre la autoridad en el hogar. Su historia grita que está planteada desde la metáfora, desde el simbolismo, y que cada una de las cosas que vemos están sujetas a una segunda lectura. Como ya se podía notar en “Cisne negro”, existe cierta influencia del surrealismo en el autor; y aunque puede resultar algo banal y poco trabajado –esto simboliza esto y esto, lo otro…-, el resultado en conjunto es elegante y lo suficientemente ambiguo como para estar abierto a múltiples interpretaciones. PERO LUEGO VUELVO CON ESTO.

Antes quiero entrar en cuestiones más técnicas, para quitármelas lo antes posible de en medio. Sus departamentos han hecho un magnífico trabajo, que queda lastrado por el guion o el propio concepto, pero que me gustaría reivindicar. El departamento de arte, invisible durante todo el metraje, ha sabido crear un universo en el que es difícil precisar qué año es, pero que mantiene en todo momento la estética. Podremos ver elementos antiguos y modernos en el entorno, que enfatizaran su tono poético. Por otro lado, la imagen tiene una suciedad analógica que es un gusto para la vista, un tratamiento de la iluminación muy adecuado y un par de secuencias difíciles de ejecutar. Durante el visionado me chirrió los constantes primeros planos de la protagonista, pero he leído por ahí que principalmente se han utilizado tres tipos de plano, centrados siempre en Lawrence (primeros planos, cámara al hombro y vista subjetiva), lo que me parece un ejercicio encomiable y más que justificado. También es importante destacar el sonido, pues tiene toque añejo muy acorde a la imagen y unos altibajos capaces de poner los pelos de punta.

Los actores y actrices se encuentran muy convincentes, pero exceptuando a Lawrence, apenas tienen presencia. La protagonista, sin embargo, ocupa cada uno de los planos de la obra y realiza un trabajo muy exigente, digno de aplaudir. No entiendo como se ha escapado con un Razzie cuándo nos encontramos ante una actuación muy sólida.

Y ahora nos acercamos a lo fuerte. “mother!” ha sido muy criticada, en primer lugar, por su crudeza. Y la película es cruda, no nos vamos a engañar, y cuenta con momentos realmente desagradables -y no soy fácil de impresionar-, pero no considero que haya que crucificar a Aronofsky por ello. Se encuentra muy lejos de ser insoportable, e incluso me costó más aguantar “Pi, fe en el caos”, su ópera prima. Y además de ello, el aumento paulatino de la dureza y de la tensión me he parecido fantástico, y muy acorde a las sensaciones que la obra pretende transmitir.

El problema mayor, y otro de los motivos por los que ha sido objeto de duras críticas, es su carácter. Como ya he señalado, la obra pretende ser simbólica, abierta a las interpretaciones caprichosas del respetable, pero Aronofsky no ha dudado en salir a orientar correctamente nuestros pensamientos. Y lo ha hecho afirmando todas aquellas teorías con connotaciones bíblicas y negando otro tipo de reflexiones. Reflexiones que, además, no son excesivamente retorcidas, pues surgen del propio diálogo de los actores. Desde mi punto de vista, si tienes el arrojo de aventurarte en obras de este tipo, tu discurso como creador no puede negar gran parte de las teorías de tu público, y haberlo hecho me resulta un movimiento muy desagradable. Así que me quedaré con lo que la película muestra: un amor desbocado hacia un artista borracho de fama.
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