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Críticas 236
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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10 de febrero de 2015
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante mi infancia y adolescencia el recuerdo de la guerra no estaba tan lejano. Mis padres la habían padecido. Y, por supuesto, la larga posguerra, con su corolario de hambre y miserias. Así que cuando le hacíamos ascos a lo que nos ponían en el plato o nos poníamos estupendos por cualquier idiotez propia de la edad, siempre salía a relucir el mismo remoquete: "Una guerra teníais que haber pasado, a ver si se os quitaba tanta tontería". Pues esa es la moraleja de la película.
Son numerosos los filmes que muestran como la guerra asesina la inocencia de los niños y obliga a madurar a los irresponsables adolescentes. La pelicula de referencia es "Alemania año cero", que te apaliza el ánimo sin misericordia. De las recientes, a bote pronto, recuerdo "Lore" o "El cuaderno gris", crudas, pero con el impacto emocional de una bofetada. La que nos ocupa no pasa de ser una suave reconvención moral para muchachitas díscolas.
Gran parte de esta blandura dramática yo la atribuyo a la falta de contexto. No sabemos quienes son los contendientes de esta IIIGM ni porque se matan. No hay buenos ni malos, sólo gente armada. Ya sabemos que la guerra, de por sí, es indeseable, pero la historia nos dice que hay ocasiones en que es inevitable, porque hay causas y valores que merecen ser defendidos.
La protagonista huye de la guerra para regresar a casa, con su amado. Ya lo dijo Dorothy: "En ningún sitio como en casa", pero está claro que esta chica va a lo suyo y sólo está dispuesta a luchar por su supervivencia. Ójala no venga nadie a decirle que el modo en el que vive ahora es inaceptable, porque se vería obligada a tomar partido y le resultaría demasiado molesto intentar discernir entre lo que está bien y lo que no. Esa atonía moral se contagia a la narración, que se recubre de adiposidad superflua. En definitiva, una película francamente fofa.
21 de febrero de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La señorita Sinclair, desde jovencita, se ha refugiado en la literatura como en una fortaleza que la aisla del mundo y de la vida. Desde este cómodo refugio, en su solitaria madurez, se dedica a inculcar en sus jóvenes alumnos su pasión por lo escrito. A muchos puede parecerles una vida anodina y sin alicientes, pero ella no se siente frustrada.
Pero al implicarse en la producción de una obra teatral de un ex-alumno, tiene que enfrentarse a situaciones que terminan por sacarla de su castillo de libros y a replantearse su relación con el mundo. Y, sí, la literatura está muy bien, pero la vida es más intensa.
Amable peliculita que se deja ver con una sonrisa. Inocua, ligera y breve, se beneficia de la siempre agradecible presencia de Julianne Moore. Disfrutable si no esperas demasiado.
4 de agosto de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años del franquismo, la censura tuvo que abrir un poco la mano para que se pudiesen estrenar películas de directores de gran prestigio internacional cuyas temáticas rebasaban los límites impuestos por el código censor. Para ello se crearon las salas de "Arte y ensayo", que exhibían estas películas en versión original subtitulada, para disuadir a los públicos mayoritarios, pero que gozaron de un gran éxito por sus inéditas audacias. En la calificación moral que acompañaba a las películas en la cartelera de los periódicos, siempre se las clasificaba con 3R (mayores de 18 años con reparos) o 4 (calificación moral negativa). Fueron pasto de sala de "Arte y ensayo" los directores de la nouvelle vague, Antonioni, Polanski, Bergman o Losey
Siendo yo un crío, cayó en mis manos un programa de uno de estos cines en el que aparecían comentarios críticos de "El sirviente". Le pregunté a mi madre por la película y me dijo que no la había entendido, pero que le pareció muy "desagradable". Esto despertó en mí una curiosidad que no se aplacó hasta que conseguí ver por fin la peli, en televisión, con unos veinte años. Y me pareció la repera, con su aura de perversidad. Con las sucesivas revisiones, esta calificación ha ido perdiendo fuelle.
Lo que queda al final es una amarga parábola sobre la lucha de clases en la clasista sociedad británica. Un indolente joven gentleman acaba atrapado en las redes de su arribista criado. Sin embargo, no se nos proporcionan unas causas concretas que desencadenen el proceso. Sólo una atmósfera cada vez más opresiva y envilecida. El retrato que nos dan Pinter y Losey de la aristocracia británica es demasiado caricaturesco y el personaje de Tony, el joven gentleman, está modelado con plastilina. Sólo eso puede explicar su maleabilidad.
La puesta en escena de Losey es notable. Quiero decir que se hace notar mucho, demasiado. Esto permite al iluminador y al operador hacer auténticas virguerías. La película se desmanda en su último tercio, tras la readmisión de Barret, y asistimos a disputas domésticas tan grotescas como las peleas de maricas que protagonizaron Rex Harrison y Richard Burton en "La escalera" de mí, en otras ocasiones, admirado Donen. Dirk Bogarde está inmenso y James Fox, al igual que su intercambiable hermano, da muy bien el tipo con su porte inequivocamente british.
Veo que esta película está calificada como "drama psicológico". En los 60 y los 70 se produjo mucho cine "psicológico" (así, a secas, todo un género). "El sirviente" fue un film seminal de esta corriente, que el propio Losey siguió practicando, y que inundó de plastas la cartelera de aquellos años. Las salas de "Arte y ensayo" vivieron su esplendor y muerte durante la Transición, cuando se estrenaron un montón de películas prohibidas por la censura, que convivieron en las carteleras con la avalancha de películas de destape clasificadas "S". La primera sala de "Arte y ensayo" de mi pueblo, antes de su cierre, proyectaba títulos como "El fontanero, su mujer y otras cosas de meter". Mis salas favoritas acabaron convertidas en sendos Sex-shops. En cuanto se pudieron ver en el cine tetas y culos sin la coartada del arte, las salas de "Arte y ensayo" perdieron su función social de "enseñar al que no sabe (o no había visto)". Y la fortuna crítica de Losey, en declive. Son modas.
22 de julio de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me esperaba una película solemne y tristona sobre las penurias de la infancia en tiempo de guerra y me encuentro con una sátira del formalismo religioso !Vaya sorpresa! El comienzo es dramático (que real resulta la II Guerra Mundial en blanco y negro) y la cámara siguiendo a la niña perdida tiene un tono lírico. Y yo pensaba que el resto de de la película oscilaría entre esos registros y estaba preparando los pañuelos.
Pero la aparición de la familia de campesinos, un tanto caricaturescos, y el asunto de la formación religiosa de la niña han hecho girar la película hacia la comedia. Los críos comienzan a recrear los ritos funerarios que ven practicar a los adultos con todo tipo de bichos. Incluso con más sentimiento. La desaparición de numerosas cruces implica a nuestros campesinos, a sus vecinos y al cura en un misterio bufo que revela la vacuidad y superficialidad de la religiosidad naive y sentimental de amplios sectores sociales fácilmente sugestionables. Como los niños.
Los niños se toman con absoluta naturalidad los grandes misterios de la vida. No sólo la muerte, también el amor. Bendita inocencia.
Todo el reparto está muy natural, pero el crío, Georges Poujouly, se lleva la palma con ese tierno pequeño salvaje. Brigitte Fossey es una adorable muñequita linda. La guitarra de Narciso Yepes introduce una suave melancolía y la fotografía también es notable. Ah! Y al final si que hace falta el pañuelo.
22 de agosto de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de la pobre Catherine es una de esas cosas que ya no pasan. Una rica heredera carente de habilidades sociales, en la actualidad, puede comprarse lo que quiera, incluido un marido. Pero en la sociedad en la que vivía la pobre Catherine era algo reprobable. En fin, una historia de otros tiempos que sólo tiene cabida en el pasado. Un conflicto anacrónico y superado.
¿Qué interes puede tener para el espectador actual?
También hace tiempo que no atendía con tanto embeleso a una película. Y mira que ya la he visto unas cuantas veces. Últimamente he estado viendo cine reciente y he de confesar que muchas películas las tengo que terminar de dos o tres tirones y que, desde luego, no me enervan tanto como para ponerme tieso sobre el sofa por el asombro y la admiración. Algo que si consigue esta película con más de sesenta años a sus espaldas y al menos media docena de revisiones.
Y como tenía ganas de sentir esa sensación, hoy he vuelto a ver "La heredera". Podría haber sido casi cualquier otra película de Wyler, uno de mis cineastas favoritos.
Los cuarenta primeros minutos se ven con una sonrisa en los labios, casi como una comedia. El guión y la puesta en escena dan una sutil, irónica y acabadísima caracterización de los personajes. Pero cuando comienza el drama, llega el asombro ante la conjunción de talentos que hacen posible el milagro de una obra maestra. La secuencia de la espera nocturna de Catherine es portentosa. La muchacha más inocente, ingenua y dócil que pudiera imaginarse recibe en menos de un día las lecciones más amargas que puede darle la vida. Un crudelísimo despertar de la conciencia que provocará su metamorfosis.
Los diálogos, las miradas, los encuadres, la música, los decorados y su utilización, todo, absolutamente todo, esta cargado de sentido y relevancia. No hay paja ni rellenos, todo es substancioso. Capítulo aparte merecen las interpretaciones. Memorables Olivia de Havilland y Ralph Richardson. Apoteósico final.
Para el espectador actual, la posibilidad de empezar a distinguir entre un diamante y una circonita.
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