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Críticas ordenadas por utilidad
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10
27 de octubre de 2009
27 de octubre de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La reciente película de Juan José Campanella es un excelente trabajo de cómo ver nuestra propia vida. El cineasta nos pone el ejemplo de muestra: La de Benjamín Espósito (Ricardo Darin) a través de una novela policíaca que escribe él mismo. En este contexto, encontramos situaciones emocionales, que no sabemos si son del escritor o del personaje Ricardo Morales y Diana Coloto (Soledad Villamil).
Pero es que tiene que ser así (recordemos cuando Espósito le habla a la abogada de “Ver su propia vida”). Y es como sentencia más adelante el personaje: “En la novela, no hace falta escribir la verdad”. Eso es correcto porque el escritor subraya (y que valga la tautología) la verdad verdadera.
Siguiendo los cánones en la creación de los personajes en la novela negra, según Raymond Chandler en “Peces de colores”, nos adentramos en el método objetivo (nos muestra a los personajes como si estuvieran dentro de un escenario) y subjetivo (nos adentramos en los pensamientos y en las emociones del personaje) para llevar la cronología del caso.
Estamos pues ante una inteligente película bien contada por el cineasta argentino Campanella (“El hijo de la novia”). Sobre todo porque vale la pena precisar que la historia plantea las sutiles deshonestidades del género de las que habla Chandler. Mary Roberts Rinehart hizo notar que el interés de una novela policíaca consistía en que tenía dos historias en una: la historia de lo que había ocurrido y la historia de lo que parecía haber ocurrido. Al menos para este cronista es lo que observó en “El secreto de sus ojos”.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
Pero es que tiene que ser así (recordemos cuando Espósito le habla a la abogada de “Ver su propia vida”). Y es como sentencia más adelante el personaje: “En la novela, no hace falta escribir la verdad”. Eso es correcto porque el escritor subraya (y que valga la tautología) la verdad verdadera.
Siguiendo los cánones en la creación de los personajes en la novela negra, según Raymond Chandler en “Peces de colores”, nos adentramos en el método objetivo (nos muestra a los personajes como si estuvieran dentro de un escenario) y subjetivo (nos adentramos en los pensamientos y en las emociones del personaje) para llevar la cronología del caso.
Estamos pues ante una inteligente película bien contada por el cineasta argentino Campanella (“El hijo de la novia”). Sobre todo porque vale la pena precisar que la historia plantea las sutiles deshonestidades del género de las que habla Chandler. Mary Roberts Rinehart hizo notar que el interés de una novela policíaca consistía en que tenía dos historias en una: la historia de lo que había ocurrido y la historia de lo que parecía haber ocurrido. Al menos para este cronista es lo que observó en “El secreto de sus ojos”.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic. Barranquilla, Colombia)
7
29 de mayo de 2009
29 de mayo de 2009
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Vratné lahve” (Empties), titulada “Sueños de juventud” para el mundo hispano, es el filme más taquillero en la historia del cine checo. El asunto va de una tragicomedia sobre la inmadurez. Su director Jan Sverák completa así su trilogía sobre las edades del ser humano, iniciada en 1991 con “Escuela primaria” y continuada en 1996 con “Kolya” (“Oscar” al mejor filme en lengua no inglesa).
“Sueños de juventud” también ha sido escrita y protagonizada por el padre del director, Zdenek Sverák. Independientemente del contexto político en el que se puede debatir la película (el comunismo checo), la historia habla sobre la felicidad. Y si hay un apotegma que define bien lo que se pasa a Josef (un simpático sesentón y mujeriego profesor de Literatura en un instituto de Praga, quien harto de sus alumnos, un buen día decide dejar la enseñanza), es un pensamiento del pinto suizo Paul Klee: “Ser feliz significa percibirse así mismo sin temor”.
En algo me hizo recordar “Sueños de juventud” de la película “Las confesiones del señor Schmidt”, de Alexander Payne. En ambas historias, si se quiere, son una reflexión para aquellos a quienes la existencia se les está acabando y no creen que estén envejeciendo, hasta que la vida les dice lo contrario. Y cuando esto se relata en el cine con cierto lirismo y sin ahogos, más de uno levantamos la carcajada desde nuestra butaca.
Pienso que el tono tragicómico del filme no le resta veracidad al retrato psicológico de Josef que, para aquellos espectadores próximos a esa edad del personaje, tendrán un viaje interior sobre las nuevas prioridades la vida. De todas formas, la historia está bien contada y está hecha para el lucimiento actoral.
Desde esta perspectiva, el director más de allá de mostrarlo como un erótico a ratos, u hombre afable, no pretende justificarlo; pero sí sus emociones. Esta película si bien, jamás solicita una emoción, acaba así misma por encontrarla, con soluciones visuales aceptables. ¿Conclusión? “La felicidad no es el arte de forjarse una vida sin problemas, es el arte de responder bien cuando golpea el problema”.
“Sueños de juventud” también ha sido escrita y protagonizada por el padre del director, Zdenek Sverák. Independientemente del contexto político en el que se puede debatir la película (el comunismo checo), la historia habla sobre la felicidad. Y si hay un apotegma que define bien lo que se pasa a Josef (un simpático sesentón y mujeriego profesor de Literatura en un instituto de Praga, quien harto de sus alumnos, un buen día decide dejar la enseñanza), es un pensamiento del pinto suizo Paul Klee: “Ser feliz significa percibirse así mismo sin temor”.
En algo me hizo recordar “Sueños de juventud” de la película “Las confesiones del señor Schmidt”, de Alexander Payne. En ambas historias, si se quiere, son una reflexión para aquellos a quienes la existencia se les está acabando y no creen que estén envejeciendo, hasta que la vida les dice lo contrario. Y cuando esto se relata en el cine con cierto lirismo y sin ahogos, más de uno levantamos la carcajada desde nuestra butaca.
Pienso que el tono tragicómico del filme no le resta veracidad al retrato psicológico de Josef que, para aquellos espectadores próximos a esa edad del personaje, tendrán un viaje interior sobre las nuevas prioridades la vida. De todas formas, la historia está bien contada y está hecha para el lucimiento actoral.
Desde esta perspectiva, el director más de allá de mostrarlo como un erótico a ratos, u hombre afable, no pretende justificarlo; pero sí sus emociones. Esta película si bien, jamás solicita una emoción, acaba así misma por encontrarla, con soluciones visuales aceptables. ¿Conclusión? “La felicidad no es el arte de forjarse una vida sin problemas, es el arte de responder bien cuando golpea el problema”.

4,7
5.373
1
28 de agosto de 2016
28 de agosto de 2016
19 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente una fallida película, que en su primer tercio aburre, por lo que en el resto de los tercios de la historia ya no interesan. Al margen de su remake y nuevas puestas en escena con las tecnologías, los personajes de esta interesante historia, y sobre todo dibujados por este remake, caen estrepitosamente ya que no mueven el pathos del espectador, y esa es la clave de una mala película.
Si bien la historia sobre la relación entre dos personas que parte de la amistad para llegar a una terrible rivalidad, no llega a ningún rincón de nuestra alma ( y soy reiterativo), falla la construcción de los personajes. esto es lo que fundamentalmente ocurre en esta película. de todas formas, eso debe invitar a leer el libro de Wallace del cual proviene esta fábula.
Muy poco que agregar.Una historia que parece una eternidad (un mal montaje) con unos díalogos torpes, y, sobre todo también cargada de deux ex machina, amén de un Jack Huston (nieto del famoso director John Huston) que sinceramente le falta mucho como actor. En fin no pierda su tiempo.
Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite: www.elcinesinirmaslejos.com.co
Si bien la historia sobre la relación entre dos personas que parte de la amistad para llegar a una terrible rivalidad, no llega a ningún rincón de nuestra alma ( y soy reiterativo), falla la construcción de los personajes. esto es lo que fundamentalmente ocurre en esta película. de todas formas, eso debe invitar a leer el libro de Wallace del cual proviene esta fábula.
Muy poco que agregar.Una historia que parece una eternidad (un mal montaje) con unos díalogos torpes, y, sobre todo también cargada de deux ex machina, amén de un Jack Huston (nieto del famoso director John Huston) que sinceramente le falta mucho como actor. En fin no pierda su tiempo.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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10
21 de mayo de 2015
21 de mayo de 2015
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada vez que el cineasta Ciro Guerra realiza una película, pone más alto el listón para alcanzar su propia voz en el relato cinematográfico. En esta oportunidad con “El abrazo de la serpiente”, sólo el tiempo dirá la envergadura de esta cinta que le dará la vuelta al mundo, aunque no produzca un peso en su país. Pero es que la vida de las películas es así.
Esta historia basada en hechos reales, evita cualquier deus ex machina y se centra en aquello que le interesa. Y con una cámara que no se siente, es a modo de road movie, la expedición del ser humano en pasajes poco conocidos por el hombre deseoso de buscar algo más allá del encuentro con uno mismo. Si aceptamos este punto de partida, la película entre el flash back y el presente, va debelando que todo es posible gracias a la terquedad, aunque de pronto se confabule todo hacia uno mismo y no pase nada.
De manera que en unos paisajes, nunca antes visto en películas de ficción colombianas, verdaderamente en la Amazonía colombiana impera su majestuosidad. Además, con la fotografía en blanco y negro, sumerge el espacio en un tono de misterio. Gracias a esto, el cineasta encuentra el uso de la ficción (como ordenan los cánones de la etnografía audiovisual), como una condición más pertinente de acercarse al cosmos simbólico de las sociedades.
De manera que el cineasta caribeño se recrea en una fastuosidad digna de un Huston, o de un Antonioni. Un viaje por las amazonas hasta la cumbre de la muerte, llevando consigo su nihilismo. Y es que “somos lo que somos, porque otros fueron lo que fueron”. Podríamos inscribir en esta misma idea, no tanto porque trate de algo imposible (de hecho no lo es), sino por la forma en que Ciro Guerra juega al misterio, proponiendo al folklore ancestral y a la religión como elementos de fuego eterno.
Gonzalo Restrepo Sánchez
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Esta historia basada en hechos reales, evita cualquier deus ex machina y se centra en aquello que le interesa. Y con una cámara que no se siente, es a modo de road movie, la expedición del ser humano en pasajes poco conocidos por el hombre deseoso de buscar algo más allá del encuentro con uno mismo. Si aceptamos este punto de partida, la película entre el flash back y el presente, va debelando que todo es posible gracias a la terquedad, aunque de pronto se confabule todo hacia uno mismo y no pase nada.
De manera que en unos paisajes, nunca antes visto en películas de ficción colombianas, verdaderamente en la Amazonía colombiana impera su majestuosidad. Además, con la fotografía en blanco y negro, sumerge el espacio en un tono de misterio. Gracias a esto, el cineasta encuentra el uso de la ficción (como ordenan los cánones de la etnografía audiovisual), como una condición más pertinente de acercarse al cosmos simbólico de las sociedades.
De manera que el cineasta caribeño se recrea en una fastuosidad digna de un Huston, o de un Antonioni. Un viaje por las amazonas hasta la cumbre de la muerte, llevando consigo su nihilismo. Y es que “somos lo que somos, porque otros fueron lo que fueron”. Podríamos inscribir en esta misma idea, no tanto porque trate de algo imposible (de hecho no lo es), sino por la forma en que Ciro Guerra juega al misterio, proponiendo al folklore ancestral y a la religión como elementos de fuego eterno.
Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite: www.elcinesinirmaslejos.com.co
8 de febrero de 2011
8 de febrero de 2011
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los que están en desacuerdo o viven en pleno desacuerdo en todo, hasta en nimiedades, C. G. Jung revisa algunos de los conceptos claves de su psicología: Define “persona” —que se corresponde aproximadamente con el “super yo” de Freud—, como “el resultado de las demandas sociales y el compromiso con lo que a uno le gustaría ser o parecer”.
El papel que la sociedad espera que juguemos con una máscara artificial de la personalidad. En Manniskoätarna (1966), de Ingmar Bergman, creo que podemos ilustrar a aquellos que se esconden detrás de su rostro, con sus ajustadas subdivisiones y la cinta concluye refiriéndose al siempre espinoso asunto de la “transferencia”, entendiéndola como función psíquica mediante la cual un sujeto transfiere inconscientemente y revive, en sus vínculos nuevos, sus antiguos sentimientos, afectos, expectativas o deseos infantiles reprimidos.
Con base en lo anterior, todavía no he visto una mala película en la que trabaje la actriz Hillary Swank desde que trabajara en su famosa cinta “Los chicos no lloran”. Hillary sabe darle a sus personajes esa categoría emotiva y convicción de lo que hace (“Amalia”) y sin caer en nimiedades y desacuerdos, que es la lección que algunos deben aprender. En esta oportunidad con “Conviction”, la actriz resuelve con claridad los sentimientos que imprimen a una mujer deseosa de demostrar al mundo, además, la inocencia de un hermano.
A pesar de que el film, se circunscribe en esa idea de vencer a todo un establecimiento, la película recrea un hecho jurídico sin aspavientos y que una vez más, invita a la reflexión sobre que es realmente la justicia. En este sentido, la historia del cine ofrece muchos ejemplos como 'Erin Brokovich'. De manera pues que la película que hoy nos ocupa es buena, que con los ingredientes de suspenso, resalta además unos personajes gracias a los actores que los caracterizan.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic, Barranquilla, Colombia)
El papel que la sociedad espera que juguemos con una máscara artificial de la personalidad. En Manniskoätarna (1966), de Ingmar Bergman, creo que podemos ilustrar a aquellos que se esconden detrás de su rostro, con sus ajustadas subdivisiones y la cinta concluye refiriéndose al siempre espinoso asunto de la “transferencia”, entendiéndola como función psíquica mediante la cual un sujeto transfiere inconscientemente y revive, en sus vínculos nuevos, sus antiguos sentimientos, afectos, expectativas o deseos infantiles reprimidos.
Con base en lo anterior, todavía no he visto una mala película en la que trabaje la actriz Hillary Swank desde que trabajara en su famosa cinta “Los chicos no lloran”. Hillary sabe darle a sus personajes esa categoría emotiva y convicción de lo que hace (“Amalia”) y sin caer en nimiedades y desacuerdos, que es la lección que algunos deben aprender. En esta oportunidad con “Conviction”, la actriz resuelve con claridad los sentimientos que imprimen a una mujer deseosa de demostrar al mundo, además, la inocencia de un hermano.
A pesar de que el film, se circunscribe en esa idea de vencer a todo un establecimiento, la película recrea un hecho jurídico sin aspavientos y que una vez más, invita a la reflexión sobre que es realmente la justicia. En este sentido, la historia del cine ofrece muchos ejemplos como 'Erin Brokovich'. De manera pues que la película que hoy nos ocupa es buena, que con los ingredientes de suspenso, resalta además unos personajes gracias a los actores que los caracterizan.
Gonzalo Restrepo Sánchez (Film critic, Barranquilla, Colombia)
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