Peter Weis nos cuenta la historia de dos chicos australianos que después de conocerse en una carrera, ya que son deportistas, comienzan una buena relación de amistad, tan buena es, que deciden alistarse al ejercito para combatir en la primera guerra mundial.

Me ha parecido una película entretenida, sin mucho más que añadir, salvo ese gran final, los actores han estado normalitos, los diálogos no son cosa de otro mundo, pero todo junto nos deja una bonita historia de amistad.
Me ha quedado una pregunta en el aire: ¿habrá visto el señor Weir Senderos de gloria?, creo la respuesta está bastante clara.

La historia que se cuenta en esta película es tan irreal como la forma que tiene de entrar la protagonista en un quirófano cuando el cirujano está operando, eso no se lo cree nadie.

Una rara historia de amor en la que la parte femenina de la pareja piensa que su novio a comenzado a mirar otras chicas porque ella ya no le gusta, comienza así a entrar en una locura incurable dado que piensa que su novio no para de tontear con todas las mujeres que pasan por delante de él, por ello está dispuesta hacer todo lo que esté en sus manos, para que él le preste la atención de antaño.

Decir que se me ha hecho muy lenta en su desarrollo y eso que solo dura hora y media, pero la manera de contar la historia es como si vivieras en un continuo deja-vu, y el final es lo más estupido que he visto en bastante tiempo

Después de ver la película puedo decir que es una obra de arte en su conjunto, pero por lo que verdaderamente destaca es por ese pedazo de trabajo detrás de las cámaras de Orson Welles, ya que cada segundo de la película, cada escena fue fríamente calculada por este y para mi opinión nos ha dejado la película mejor rodada de la historia.
Cada escena es una maravilla, la forma en la que juega con las luces y las sombras son de maestro, al igual que la manera de escoger los planos, son obra de un genio del cual no he he visto sino esta película, tendré que ponerme con él ya estoy tardando, aunque no creo que ninguna otra pueda superar esta.

Tremendo John Ford, nos ha dejado grandes películas para la historia y esta es una de ellas, está llena de ídolos del género con unas buenas interpretaciones de cada uno de ellos.
La película nos cuenta que en la vida (en este caso el viejo oeste) las cosas no son siempre como nos las contaron y que siempre hubo alguien con la capacidad de sacrificarse a sí mismo para que las cosas salgan como tendrían que ser, aunque para ello tenga que dejar a un lado sus intereses personales.

Entretenida, divertida y con buen ritmo, aunque por debajo de la anterior, por culpa de querer hacer lo mismo de la misma forma, ha quedado una trama más sencilla que en la primera parte, digamos que es menos enredada, pero cierto es que me lo he pasado bastante bien viéndola (lo del mono es lo más).